Esa noche, Camille y Marie no aceptan una negativa y siguen a Sophie todo su camino a casa.
Mientras atraviesan el pequeño pueblo, Sophie recibe felicitaciones a diestra y siniestra. No le sorprende realmente la rapidez con la que las noticias han volado. Es un lugar pequeño y muy pocas cosas pueden permanecer en secreto por un par de horas, como máximo.
Sophie no sabe los nombres de todos, pero las caras sí son conocidas y se asegura de agradecer el apoyo con una sonrisa sincera. Sabe que a la gente le gusta su comida porque es buena en ello y se esfuerza mucho más que cualquier otro chef en el lugar. Sin embargo, no puede evitar sentir un grato agradecimiento por las palabras de ánimo y la emoción general que todos tienen hacia ella. Lleva relativamente poco tiempo en el pueblo, pero todos la han acogido como si fuera una más.
—¡Juilen Marchand! —Marie no deja de exclamar el nombre y saltar de forma repentina, provocando que la mochila que lleva en su espalda se eleve con ella —¡Julien Marchand!
—Creo que ya me he aprendido el nombre —comenta Camille, ocultando su pequeña sonrisa. Avanza con un paso más lento y Sophie se resiste a ofrecerle su brazo, porque sabe que la mujer mayor se sentiría ofendida —. Un joven encantador si todos los halagos que dices son ciertos.
—¡Es un hombre encantador, sensible y experto en su arte!
Camille y Sophie intercambian una mirada y se ríen disimuladamente, esperando esconder su diversión de Marie. Para ella, el chef es lo que para muchas otras es un cantante o actor famoso.
Por supuesto, Julien Marchand es un chef reconocido a nivel internacional de gran calibre. Fue un talento joven, tuvo su propio restaurante con apenas veinte años y lo hizo escalar hasta convertirlo en una cadena de comida extendida por toda Francia, con algunas sucursales en distintas partes de Europa y América. También fue galardonado con el prestigioso premio "Mejor Chef Joven de Francia" cuando apenas tenía veinticinco, lo cual, sinceramente, es la menor de sus sorpresas. Sin embargo, despareció del ojo público cuando estaba en la cima y su carrera como profesional se vio truncada por eso mismo.
—¡Recibió Una Estrella Michelin con veintiocho años! —Marie es la encargada de recitar los logros, como si quisiera que todo el pueblo, incluso los turistas, la escuchase—. ¿Sabes qué significa eso? ¡Que es el más joven en lograrlo! ¿Y sabes cuando recibió Tres Estrellas Michelin?
—¿Cuándo, jolie fille?
—¡Cuando tenía solo treinta años, Sophie! —grita Marie alzando los brazos al cielo, como si tratara de abarcar la inmensidad de los logros con el tamaño de su gesto—. ¿Sabes…?
—Sí, lo sé, Marie —Sophie la interrumpe, cuando todos voltean a verlas. Parece haber más actividad nocturna que de costumbre o solo es Sophie nerviosa, pero siente una extraña presión en su pecho—. El más joven y bla, bla, bla.
—¡Sophie! ¡No puede hablar enserio!
—Deja de gritar, Marie.
—Ups —se encoje de hombros, como si realmente no se hubiera dado cuenta y luego baja la voz—. Me emocioné, lo siento.
—Nos dimos cuenta —dice Camille cuando llegan al borde del pueblo, ahí donde comienza el camino de tierra y las cabañas alejadas del pueblo—. ¿Y qué le pasó a él después?
—Uno de sus restaurantes se quemó y luego ya no hizo nada más —relata Marie—. Se supone que dejó toda su empresa gastronómica a su hermano mayor y se retiró a algún lugar de América. Fueron diez años desaparecido y ahora ha vuelto, creo que tiene como cuarenta años o algo así. Es como ver al hijo pródigo volver a casa.
—¿El chef de chefs? —sugiere Camille.
—¡Exacto!
—No es necesario que me acompañen más— Sophie las interrumpe—. No quiero retrasarlas.
—Queríamos hacerte compañía, Sophie.
—Gracias, Camille, pero estoy bien.
—¡Ah! Estoy tan eufórica por ti, Sophie —Marie le hecha los brazos a los hombros y atrae a Sophie a un abrazo.
Marie le llega a los hombros a Sophie y parece que está abrazando a una niña cuando Marie se tiene que poner de puntillas, pero Sophie se deja hacer con un suspiro. A su lado, Camille suelta una risa baja y Sophie le rueda los ojos. Con todo su corazón, quiere muchísimo a estas amigas que lleva conociendo desde que llegó a Saint-Étienne.
—Bueno, me voy antes de que mamá se preocupe demasiado —dice Marie, soltando a Sophie—. ¿Te veré mañana?
—Por supuesto, petite.
Camille y Sophie la ven alejarse por un callejón iluminado, mientras da saltitos de felicidad como si no fuera una joven de veinte años. Hay un eco de música, tal vez un auto, que abarca el silencio por un momento y Camille espera a que desaparezca antes de enfrentar a Sophie y hablar.
—Bueno, ¿qué es lo que pasa?
Sophie suspira.
—No quería arruinarle la fantasía a Marie…
—¿Pero?
—Pero no estoy segura de lo del concurso.
Sophie espera una reprimenda en el peor de los casos y una cara de incredulidad en el mejor, pero no debe sorprenderse de que Camille, la más grande de ellas tres y con más práctica en la vida, solo asiente y se lleva la mano a la barbilla, como pensando en las palabras de Sophie.
—Tienes miedo —comprende al final.
—Sí —confiesa Sophie.
—¿De tu talento? —eso parece perturbar a Camille y Sophie siente un arrebato de cariño hacia ella.
—Sé que soy buena. A todos aquí les gusta lo que hago, especialmente los postres. He trabajado duro y creo que mi reconocimiento es algo que merezco. Pero, aun así… ¡Es Julien Marchand! —cuando la frase sale, ambas se echan a reír.
—Así que es eso, ¿eh? —Camille sigue cuando ambas controlan su risa —. Crees que no estás listas para tanto.
—Soy buena, lo sé, ¿pero tan buena? Siento que me falta mucha preparación, algunos cursos más. Camille, no quiero hacer el ridículo a nivel nacional.
Camille se acerca a Sophie y toma sus manos entre las suyas. Sophie contrasta su piel: la de su amiga está arrugada por el paso de los años y la suya está lisa, algo callosa por marcas de cortes y quemaduras, pero aún joven. Su mayor sueño es ser una chef reconocida a nivel internacional, pero sabe, en el fondo, que no le molestaría poder terminar como Camille, viviendo tranquila en un pequeño pueblo donde tiene al amor de su vida y esa es toda la felicidad que necesita.
—Eres perfectamente de ir a este concurso y ganar, Sophie.
—Habrá muchos chefs ahí, más experimentados y más famosos que yo.
—¿Y qué? ¿Crees que la fama lo es todo? Hay gente que puede tener muchos números en esas redes sociales de ahora, ¿pero qué te hace pensar que eso viene con talento? Mira todo lo que has logrado, querida. ¿No es eso talento? No conozco a nadie aquí que no hable de tu comida desde que llegaste y los turistas no se van si no han comido en tu restaurante.
—¿Y la experiencia?
—¡Bah! ¿Cómo quieres ganar experiencia si no lo intentas? Además, ¿no has dicho siempre qué harías lo que fueras por cumplir tu sueño?
Sophie siente una emoción en su cuerpo, la presión en su pecho aumentando. Es miedo o el nerviosismo por el futuro, pero Sophie hace lo posible por expulsarlo hacia abajo. Sabe que Camille tiene razón y se debe así misma el siquiera intentarlo. Puede que la saquen al primer intento, que no llegue más allá de la segunda ronda, pero incluso eso es mejor que nada. Sophie está lista para ello, incluso si todavía no lo sabe con certeza.
Desde la muerte de sus padres, Sophie se ha asilado un poco del mundo en general, huyendo a la campiña francesa y concentrándose en su sueño, dejando de lado su vida personal y el amor tan maternal de Camille le hace recordar que, por más disciplina que pruebe llevar en su vida, sigue siendo humana. Y está en su naturaleza intentar.
—Tienes razón —dice, aunque no está segura si lo dice solo para evitar seguir hablando del tema. Quiere sentir valentía, pero nunca ha sido de esas, así que en lugar de eso cubre el miedo con emoción.
— Très bien. Ahora, ve a tu casa, prepara un poco de chocolate caliente, envía un correo a la dirección que te dieron, lee el contrato y luego fírmalo. ¿Entendido?
—Entendido, jefa.
Camille le da unas palmaditas en la mejilla con simpatía y luego se aleja entre las calles del pueblo con su paso lento, la bolsa de mano colgando de su codo y el ruido sordo de sus pequeños tacones de señora. Sophie la contempla hasta que se pierde entre las demás personas y luego se da la vuelta en dirección a su casa. Palpa su bolsillo y ahí, perfectamente doblada, tal como la recibió, siente la carta que ha cambiado su vida.
No aminora el paso e incluso siente la necesidad de avanzar un poco más rápido mientras se dirige a su casa. El brote de adrenalina la motiva. Pasa por su jardín delantero sin darle un segundo vistazo y pronto se encuentra haciendo justo lo que Camille le ha dicho.
El olor de chocolate caliente se expande por la pequeña cocina. Y se sirve una taza generosa, sin demasiada ganas de una comida decente y se acomoda en la isla con su computadora abierta, extendiendo la carta, con lo demás que venía dentro del sobre, al lado suyo.
Abre su correo y le da un trago al chocolate antes de comenzar a escribir.
Bonne nuit.
Soy Sophie Rousseau. El día de hoy me llegó una carta del chef Julien Marcahand al pueblo de Saint-Étienne, a mi restaurante “Le Belle Étoile”. Esta dirección venía adjunta. Quisiera saber los términos del show para poder participar.
Manda el correo antes de poder arrepentirse y la respuesta llega cuando se está sirviendo una segunda taza de chocolate caliente.
¡Bonne nuit, Sophie!
Me llamo, Babette. Soy parte de la productora del show y seré tu asistente personal durante todo tu tiempo de participación. Es un gusto recibir una respuesta tuya, ¡eres la última en contestar!
El chef Marcahand estará encantado de saber que participarás, no le ha ido bien con sus otros invitados.
Sin embargo, la línea de chef francés “Fourchette et couteau” está complacida de que formes parte de “Chefs: rivaux en cuisine”.
En la parte de abajo encontrarás las reglas generales y el contrato de vinculación más el contrato de privacidad. Si realmente quieres participar, necesitamos tu firma para mañana al medio día, debido a que el anuncio general se hará en la noche. Posteriormente, te enviaré el resto de la información por este medio. Por favor, lee las cláusulas de manera detenida y, si tienes alguna pregunta, no dudes en escribirme.
Atentamente, Babette Goshlaig.
Sophie piensa que lo más sensato es revisar las reglas primero y abre el primer archivo. —Cumplimiento de horarios: Los participantes deben cumplir con los horarios establecidos para las pruebas culinarias, las evaluaciones y las grabaciones. La puntualidad es clave para el buen desarrollo del programa. —Respeto y compañerismo: Se espera que los participantes se traten entre sí con respeto y compañerismo en todo momento, tanto dentro como fuera de las pruebas culinarias. NO se tolerarán comportamientos agresivos o despectivos hacia los demás concursantes dentro de la casa de chefs. —Uso de ingredientes y equipos: Los participantes deberán utilizar SOLO los ingredientes proporcionados por la producción y los equipos de cocina disponibles en el set. No se permite el uso de ingredientes o equipos no autorizados. Sophie hace una mueca ante la regla de ingredientes. Para un chef, los ingredientes y el equipo son como los pinceles y la pintura de un pintor. Cada chef tiene especial det
Sophie siente como la emoción y los nervios la embargan mientras observa la manera en la que los paisajes familiares de su ciudad se desvanecen por la ventanilla del vehículo. El conductor, un hombre amable y sonriente, la saluda cordialmente antes de emprender el camino hacia su destino. Sophie no lo conoce, es del otro pueblo y solo sabe que él y otro señor son los conductores destinados para los turistas, haciendo una pequeña fortuna. El carro (Sophie no puede llamarlo taxi) se desliza por fuera del pueblo y pronto Sophie distingue su casa y la de sus vecinos, solo por un breve momento, mientras el auto sigue en movimiento. El sol de la mañana baña todo el paisaje en una luz suave y cálida, creando un ambiente al que Sophie realmente ha llegado a acostumbrarse y sabe que, por más que este en una ciudad grande, no va a poder evitar extrañarlo. El conductor, tal vez percibiendo la ansiedad de Sophie, inicia una conversación amigable para calmarla. Le pregunta sobre su día y Sophie
Sophie no piensa mucho en ello cuando una limosina negra se estaciona justo frente a ella, está en París y ella sabe perfectamente que es una ciudad lujosa, con gente poderosa. Por lo que se sorprende mucho cuando la ventana se baja y una mujer rubia asoma la cabeza gritando su nombre.—¡Sophie Rousseau!—Pardon, ¿la conozco? —pregunta Sophie con duda, volteando a los lados por si, de casualidad, hay alguna chica que pueda parecerse a ella y con quien la estén confundiendo.Sin embargo, la mujer se ríe suavemente y sale de la limosina, caminando en su dirección sin vacilar. Es un poco más baja que ella, tal vez de la altura de Marie, y tiene una complexión muy delgada. No es mayor, de hecho, parece más joven que la propia Sophie. Su cabello rubio está arreglado a la perfección en una coleta alta, viste un traje negro de falda y chaleco. Sus tacones, del mismo color que su ropa, hacen un ruido persistente en la acera y tiene un portapapeles en la mano al que se aferra con fuerza. A Sop
La alarma sobresalta a Sophie y la despierta bruscamente de su sueño.Parpadea desconcertada y luego dirige su mirada al techo. La luz, que solo la noche anterior había sido blanca, se encuentra rotando en rojo, como si fuera la sirena de una ambulancia. Por sobre la almohada de Sophie, en la cabecera de la cama, una pequeña bocina, que ella ni siquiera había notado la noche anterior, emite una voz de chica, alta y clara, cuando la alarma pasa a segundo plano.—¡Buenos días concursantes del ala blanca! — la energía de su voz irrita un poco a Sophie, que se estira sobre sí misma para ver la hora, son las cinco de la mañana—. ¡Es momento de levantarse! Tiene sesenta minutos para alistarse. Al finalizar, por favor presentarse en la cocina del equipo blanco para las presentaciones y la asignación de responsabilidades. ¡Gracias!La alarma suena cinco segundos más antes de apagarse definitivamente y ser sustituida por un ruido bajo y susurrante que relaja la tensión de Sophie en seguida.—¿
Lo primero que Fantôme les pide es que elijan a una líder para el grupo y Sophie no se sorprende cuando, luego de una pequeña pero enérgica postulación por parte de Margaux, Éloïse Martin terminan convirtiéndose en la representante oficial del equipo blanco. Isabelle Dubois y Amélie Girard parecen tan poco entusiasmadas como Sophie por discutir el veredicto final. Lo cierto es que Éloïse Martin parece ser el tipo de líder que su equipo necesita, se le nota la competitividad en los ojos y Fantôme aprueba la noción.La mujer en las bocinas también hace un recordatorio de las reglas de casa y asigna un horario para trabajar tanto en la limpieza como en la cocina. Al parecer, no puede entrar personal de fuera para evitar las filtraciones de la localidad y por la propia privacidad de los chefs, por lo que cada equipo se encargará de su ala: limpieza de pisos, de habitaciones y de baños. Los horarios son algo más formal, pero comenzaran hasta el día siguiente y Fantôme se encarga de recorda
Las cinco mujeres chefs se quedan en silencio sin saber que decir.El aura de Julien es agradable, no es nada como los chefs a los que Sophie se acostumbró a tratar en la universidad o en sus cursos extras de cocina. Tiene el acento algo exagerado, como si volviera a hablar francés después de mucho tiempo, aunque es muy diferente al rudo fonema de Isabelle, el de Julien es más suave. Sophie recuerda que se supone que se fue a vivir a América todo este tiempo y se imagina que le debió afectar. Lleva puesto un traje formal azul marino con una corbata negra y espera pacientemente a que alguna de ellas diga algo. A su lado Babett parece ligeramente divertida ante la reacción de ellas.—¿No se supone que usted es juez? —Isabelle pregunta al final.—Efectivamente, los soy —Julien se acomoda las mangas y Sophie puede apreciar las líneas de sus tatuajes en la parte exterior del brazo&
Al final, resulta que sí se tienen que preocupar por la parte comercial del show. Babett baja por un momento, dejando a las cinco chefs en un silencio incómodo con Julien Marchand, que no parece preocuparse por las miradas indiscretas de las mujeres, y regresa con un equipo de trabajo que hace que la sala, de repente, se sienta muy pequeña. Son casi diez personas, vestidos todos con atuendos formales, que arremeten en el lugar. Algunos llevan audífonos grandes por donde ocasionalmente gritan y otros cargan con bolsas de las que sacan equipos de iluminación. Tres de ellos se dirigen a las cámaras del lugar y, con ayuda de una escalera, parecen iniciar a configurarlas. La joven asistenta presenta a todo el mundo, pero Sophie no es capaz de recordar los nombres de ninguno y pronto las chefs se ven atrapadas en un remolino de actividad. Primero, un hombre que parece ser el encargado de vestuario les pide a las mujeres que se cambien con los recién dados uniformes. Sophie y las demás se
En la parte de abajo, en la sala principal por la que Sophie entró la noche anterior, los tres equipos se encuentran finalmente. El lugar es mucho más grande de lo que Sophie se lo pudo figurar con una sola mirada, pues realmente parece el vestíbulo de una mansión acoplado para formar una sala y en la que los tres equipos puedan desarrollarse sin el mayor inconveniente.Sophie observa con curiosidad a todos. No hay rastro del grupo de personas que estuvo a cargo de su preparación hace unos minutos, tampoco están los que de seguro ayudaron a los otros equipos. Sin embargo, sí hay un pequeño montón de personas detrás de grandes cámaras, lámparas y micrófonos. Sophie distingue a Dominique Simon y Sylvie Duran a lo lejos, las dos son reconocidas presentadoras del canal nacional y seguro serán las encargadas de dirigir el show para los televidentes. También hay un hombre