Capítulo 2.

Por la mañana Génesis estuvo en una llamada con su madre todo el recorrido hacia la empresa, mientras cargó con su maletín que le entregó a uno de sus mörder al verse con las manos llenas por las carpetas y el móvil, caminando sin mirar atrás, concentrada en su trabajo, mientras las miradas se enfocaban en ella, algo de lo que era consciente, pero le daba igual.

Una mujer con su complexión y físico no era fácil de ignorar.

La falda de lápiz, ceñida a su figura, realzaba sus curvas mientras sus tacones altos resonaban en el suelo de mármol. La blusa de seda, color marfil, se adhería suavemente a su piel, revelando la delicadeza de sus hombros y la línea de su cuello.

En tanto su cabello caía con gracia, moviéndose con el viento y causando un bamboleo de las hebras agrupadas que iban al mismo ritmo de sus pasos.

Al llegar al elevador, se detuvo un momento. Sus ojos oscuros escudriñaron la pantalla digital que indicaba los pisos. La puerta se abrió, y ella entró con la misma gracia con la que había caminado todo el trayecto.

—¿Señor Crown? —exclamó con sorpresa al verlo en ese sitio. Anthony bajó el teléfono en cuanto la vio quitándose el manos libres. —¿Había…Buenos días, disculpe, pero no recuerdo que se acordara una reunión para hoy.

—Por lo visto olvidó también mi nombre. —mencionó el hombre de abrigo marrón. De alguna manera inconsciente se fijó en cada detalle que veía en ella. —Lo acordé con el señor Pembroke, pero al parecer su novio tuvo un contratiempo porque no llegó a la hora pactada y no soy de los que esperan.

—¿No ha llegado? —miró la hora en su reloj.

—Dígale, si lo ve, que odio la impuntualidad y las personas irresponsables. —salió del elevador llamando a su chófer.

—Si me dice el asunto a tratar, podemos tener la reunión y ver lo que se acordó. —habló para detenerlo. Anthony se dio la vuelta con la ceja elevada. —Si usted tiene tiempo ahora mismo, claro.

Anthony se lo pensó por un momento, pero el colgante de obsidiana negra en su cuello lo distrajo al ver la figura grabada en ella. La mirada oscura que le dedicó lo dejó sin argumentos, tenía algo en ellos que lo atraía más que la obsidiana rodeado por plata.

Por lo que entró de nuevo en la caja metálica y le hizo saber el tema, a lo cual la vio muy informada, confirmando lo que se decía de ella. Era una mujer muy inteligente, audaz y severamente convincente, porque jamás le había dado un minuto a nadie, pero lo hizo muy fácil en esa ocasión. Por cuanto el nombre que se estaba ganando por méritos propios era real.

La vio desenvolverse muy bien en la reunión, presentando datos reales, muestras sustentadas y prototipos de lo que se podía esconder bajo las piedras o chapas de joyería.

Verla inclinarse sobre la mesa lo distrajo de nuevo, su cabello se ondeó y dejó escapar el aroma a flor de cerezo que lo hizo contener el aliento y verla por un segundo.

Cada rasgo de su rostro era atrayente. La suavidad de su rostro contribuía mucho a la sensación de sus dedos. En lo que ella se dio la vuelta con el rostro ardiendo sin razón alguna.

—Si planeas que tu reloj sea…

—Un anillo con un diamante muy ostentoso. —comentó viendo su mano, ella también lo hizo. —Pero los cortes en la piedra también revelan la pureza, señorita Blackwood.

—Lo sé. Pero no es el tema. —lo esquivó con destreza.

—Parece que le molesta. —atacó de nuevo, sentándose en una de las sillas sin quitarle los ojos de encima.

—No lo hace, pero estoy explicando y cuando hablo me gusta que me den su atención. —exclamó con dureza, algo que a este la hizo subir una de sus comisuras.

—Ya veo, Génesis. —saboreó el nombre con lentitud. Ella sintió un escalofrío cubriendo su cuerpo por completo cuando sintió al tipo observarla, al punto de perder la estabilidad en esa mesa, pero no dijo nada y solo se removió para evitar el contacto visual.

Nadie la había puesto nerviosa antes, ¿porqué sucedía eso con él?

No debía pensar en cosas como las que tenía en la cabeza, no cuando tenía un prometido y…

—Perdón por la tardanza. —entró un apresurado Ever. —Mi auto se averió. El seguro tardó más de la cuenta y no pude hacer nada para llegar más temprano, pero si gusta podemos tener la reunión predicha.

—No es necesario. —dijo Anthony. —Su prometida me dio lo que necesitaba. No tengo más tiempo, así que nos veremos hasta dentro de 3 días para ver todos los prototipos de una vez. —añadió girando en dirección de Nessi.

—Puede apartar la fecha también para dentro de un mes, que será la revelación de la nueva colección de nuestra joyería y también, le puedo asegurar que tendrá su colección exclusiva. —propuso Nessi. —Es solo una invitación, la colección es suya y podemos enviarla a su casa si así lo dispone.

—Asistiré el día de la revelación. —contestó Anthony sin más, extendiendo su mano. —Felicidades por su próximo matrimonio, futura señora Pembroke.

El apellido junto a ese nombre le pareció una aberración, pero se abstuvo de comentar al respecto. Siendo el caballero que sostuvo la mano de la ojinegra, quien sintió esa misma llama apoderarse de su rostro y su piel al percibir la mirada imponente de ese hombre sobre ella.

—Amiga, lo lamento. —dijo Carol desde la puerta. —Mi apartamento se inundó, el… ¡Anthony, que gusto verlo por aquí de nuevo! —cambió su semblante, extendiendo la mano para él.

—Debo marcharme. —dijo para todos esta vez. —Pero podemos ver los prototipos en tres días. Puntualmente. —enfatizó hacia los tres, para segundos después abandonar la oficina en completo silencio.

Génesis recogió lo que había desacomodado, mientras trató de no explotar como tanto quería.

—Amor, lo siento si…

—No me hables ahora, Ever. —dijo Nessi. —Sabes cuánto detesto la irresponsabilidad y más cuando no sé de reuniones que nos pueden poner en aprietos. —respiró profundamente. —Un retraso de unos minutos es tolerable, pero de casi dos horas, Ever. Sin ninguna llamada, no lo es para mí.

—Vamos, cariño. —trató de acercarse y Carol carraspeó. —Es una falta de…

—Que estemos comprometidos no te quita el papel en esta empresa. —resaltó. —Ni siquiera yo me quito esa responsabilidad y no te estoy hablando como prometida, sino como jefa.

La cara de Ever fue un poema, pero cuando ese brillo de firmeza recaía en la mirada de su prometida, lo odiaba en absoluto.

—No estarás hablando en serio.

—Lo hago muy en serio. —destacó con firmeza. —Le prometí a mi padre y Anthony Crown no tener fallas y me haces quedar mal con ellos al segundo día.

—Soy tu…

—Ness, considero que no es buena idea que te pongas así por una falta. —comentó Carol. —Solo es un retraso.

—Un retraso que pudo resultar en algo peor. No es algo que quiera tratar contigo. —se dio un respiro. —¿Encontraste solución para tu apartamento?

—Llegó el fontanero y arreglé todo. —mencionó mirando el anillo en su dedo. —Invito el almuerzo si dejas el enojo.

Nessi sonrió tensa y vio a su prometido con un suspiro agobiado, para luego aceptar la propuesta.

Los engranajes se estaban moviendo por una dirección que no le gustó, pues tan solo era una coincidencia que…

Sacudió la cabeza, sabiendo que no se podía desconcentrar de su trabajo esos días y eso definitivamente lo haría. No necesitaba de más estrés, pero cuando Carol le dio un abrazo, el aroma presente en su cabello lo reconoció y le hizo pensar que eran más posibilidades que tomaban fuerza.

Por más que quisiera negarse ante esa opción, había algo que estaba ahí, presionando para que lo viera.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo