Después de todo
Después de todo
Por: Eilana Osorio Páez
Capítulo 1 - Aceptar los errores

Nadina

Llegamos de la reunión de Blanca, ya no podía seguir ocultándole a Eros que estaba embarazada.

—Divina, ¿quieres cenar? —Le sonreí, me miró y suspiró—. Mientras preparo la cena, ¿podemos hablar? —mi corazón comenzó a latir más de prisa.

—Claro.

—Vi la invitación que te hicieron para presentarte en la galería de Nueva York.

—Sí. —Aún no había decidido.

Esa preciosa sonrisa me desarmó. Lo amaba, jamás lo negaré, pero yo quería más. Necesitaba sentirme importante para él y no su última opción.

—Nadina…

—Sí. —Me observaba.

—Sí, estarás en la galería, o sí debemos hablar. Desde hace un mes no hemos estado juntos, me evades y eso ya me preocupa.

Tenía razón, ya se me notaba el vientre y con lo demandante que podía llegar a ser en temas íntimos, temía que le hiciera daño, hasta ahora mi hijo se desarrollaba de manera perfecta, y sus turnos en la clínica fueron los que me había salvado. Puso el agua para hacer pastas. Sacó el atún y el tomate para hacer la salsa.

—Eros… yo…

No pude hablar, se me hizo un fuerte nudo en la garganta. En el fondo tenía mis motivos, porque no me embaracé en común acuerdo. Yo tomé esa decisión en contra de su voluntad… El padre tuvo razón en su comentario cuando le conté.

—Padre, se enojará ¿cierto?

—Nadina, no sé si mis palabras te den una respuesta, pero te contaré lo siguiente. Ahora existe el derecho de la mujer, en que ella es quien decide tener o no al hijo. Según ese derecho social, y perdona que sea tan intransigente en este tema. Pero yo soy un promotor del matrimonio, la vida, la familia y el perdón.

» Continuando a lo que quiero decirte, tú tienes el derecho de abortar.

—¡Eso jamás lo haré!

—Es agradable escuchar eso, así no condenarás tu alma. Cuando la mujer decide tomar la única opción viable al darle continuidad a una vida ajena a la suya, pero el padre no responde, él es el malo, y toda la campaña hacia ese tema no habla de que el hombre no decide por ti. Si tú no quieres tener un hijo te cuidas, pero si quieres ser madre dejas de hacerlo. Entonces, ¿por qué toda la culpa es del hombre?

» Y no lo tomes por el lado de machismo, no tiene nada que ver con eso. Cuando se tiene relaciones los dos implicados están conscientes de las consecuencias que ese acto produce, y ese es la concepción de un nuevo ser. Y es responsabilidad de los dos cuando se tiene una vida íntima activa cuidarse, uno de los dos o los dos al tiempo, pero la mujer y el hombre deciden.

» Cada caso es individual, pero en tu caso, que sabías la postura de Eros, no lo respetaste, tomaste la decisión de dejar de cuidarte y no se lo notificaste. ¿De quién sería la culpa?

—No le sigo.

—Si me sigues, hija. Hay muchos hombres que no quieren ser padres, pero llegan mujeres como tú, decididas a ser madres y solo dejan de cuidarse para quedar embarazada. —Me sentí tan mal ante la verdad—. Y ya no puedes remediar lo que acabas de crear para ti misma.

» Eros tiene mucho que aprender, hasta los genios de la medicina tienen sus errores. Pero pasaste por la voluntad de él. Entonces, en este caso Eros no es el malo, la irrespetuosa en esta situación fuiste tú.

—Deseo formar una familia.

—¿Eros no? —bajé la mirada y afirmé—. Si no sabes las razones de su negativa, pregúntaselas. Y si viniste a pedirme consejo, te sugiero que le digas la verdad y aguantes un poco su malestar al inicio.  

—¡Nadina!, Ahora con que me vas a salir, ¿mi cambio no es suficiente?

—No es eso, pero sigo estando en lo último de tu lista.

—¡No digas mentiras! El no pasar diciéndote cada cinco minutos que te amo no quiere decir que estés en lo último de mi lista. —Se acercó y acunó mi rostro—. Acepté el que daba por hecho algo que siempre ha sido, corregí ese error. —Esos ojos negros se oscurecieron más, su nariz acarició la mía—. Eres Divina. Siempre he sido tuyo, Nadina. Solo mira mis actos y te darás cuenta.

Su boca se apoderó de mis labios, su lengua profanó la mía y por un segundo me dejé llevar por esa sensación de ser amada, el problema era que solo me sentía amada de esta manera, cuando me hacía el amor, del resto su carrera, los pacientes, sus investigaciones, la clínica, el laboratorio, las conferencias, las actualizaciones, todo, todo era primero y yo quedaba en lo último.

—Voy a aceptar la exhibición de arte. —afirmó.

—Perfecto, te visitaré los fines de semana, ¿te parece? —volvió a besarme y su mano pellizcó uno de mis pezones—. ¿Te están creciendo los senos?, terminaré la cena.

Media hora después ponía los platos en el comedor, me sirvió una copa de vino que decliné y tomé agua.

—¿Te sientes bien? —afirmé—. No recibiste cerveza, te noto pálida, amor, si quieres mañana nos vamos a la clínica y te haces unos chequeos. Hay que descartar cualquier enfermedad.

—Eros tengo algo importante que decirte.

Ya empecé a hablar y en ese momento sonó su celular, me hizo señas de espera y al contestar…

—¡El paciente reaccionó! —sus ojos brillaron, se levantó, dejó su comida en la mesa, tomó las llaves de su carro—. En veinte minutos estaré ahí. No te preocupes Amelia, siempre les he dicho que me informen sobre dichos milagros. Nos vemos en un rato. —Y esa era la razón por la cual ya no quiero luchar por nuestra relación. No pude evitar que las lágrimas salieran. Llegó a mi lado—. Regreso en un rato, amor. ¿Por qué lloras?

—Te dije que tenía algo importante por decirte.

—Me lo dices después, Divina. —besó mi frente—, despertó un hombre en coma desde hace un año, mi medicamento puede estar dando resultados.

Todo lo relacionado con la medicina era su pasión, el resto no tenía el mismo valor, y no era un hombre malo, me alegra verlo crecer en su rama médica. Pero… ¿Dónde quedo yo? —me quedé sola—. Comí por qué debía hacerlo, pero las lágrimas salían y salían, esto no era bueno para mi bebé.

Acaricié mi vientre, una vez con el plato vacío recogí la mesa, lavé la loza, guardé la comida de Eros en la nevera, cuando él regrese se la comerá. Sea la decisión que sea, y pase lo que deba pasar. —acaricié mi vientre.

—Mañana tu papá sabrá de ti.

Me senté al borde de la cama, las lágrimas volvieron, sé lo que esto significaba, era una traición, no solo ante los ojos de Eros… Lo conozco tan bien, no negará a su hija o hijo, no lo rechazará. Pero ante él destruí la confianza y un juramento de hace años. «No ser inconscientes al traer hijos al mundo, debemos hacerlo bajo acuerdo mutuo.»

Después de calmarme, me di un baño para tranquilizar mis nervios, al verme en ese enorme espejo vi que era cierto, mis senos se veían más grandes y ya tenía el vientre abultado.

» Te amo mi amor. Pase lo que pase, eres mi bendición. Pero vamos a quedarnos por un tiempo solo tú y yo.

Me puse la bata de dormir, era una de las que le gustaba a Eros. Saqué la maleta y comencé a guardar la ropa para el viaje. Mañana temprano mandaré mis últimas obras, las que había realizado en estos tres meses, tenía dos exposiciones, mientras transcurrían las dos exposiciones, me quedaré en Estados Unidos.

No tenía idea de cómo terminen las cosas mañana. Supongo que en manos de Dios y que sea como debe de ser, asumiré mi culpa. Una vez con todo empacado, puse la maleta a un lado, ni cuenta se dará, lo apuesto. Y dependiendo de cómo termine nuestra charla, Me voy enseguida, espero continuemos juntos. Me acosté, puse mi mano en el vientre y acariciándolo me quedé dormida.

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