AdaraDesperté, estaba oscuro, aunque había una luz encendida. Al reparar la habitación, la luz provenía del baño encendido, en el amplio mueble a un lado de la cama. Se veía a Julián con nuestro hijo en su pecho con una manta. —Y eso me dio una gran alegría, porque todo salió bien, mi hijo se encontraba vivo y yo también.Recordé lo sucedido al ingresar al quirófano, por el susto y la impresión, se subió un poco la presión, y antes de presentar un cuadro de preeclampsia sacaron a mi hijo. Solo me aferré a la esperanza de vivir al lado de ese pequeño, quien vino a llenarme la vida de sueños. Cuando escuché su llanto, lloré con él.Antes de dormirme, Eros me lo puso en el pecho y le di un beso en su cabecita. Ahora por fin podía tenerlo, a pesar de todas las adversidades, aunque tendré más hijos, todos los que el corazón quiera escoger. Eros miró mis signos y al verme se llevó a Deacon. Una enfermera lo cargó. Mi amigo sonrió.—Hijo de tigre sale pintado. Este muchacho es Abdala donde
AdaraEn ese momento comprendí todo el peso que había estado cargado a su espalda, sin quejarse. Julián se había mantenido firme. Yo me la pasé quejando, en vez de ser de ayuda, mientras él con su valentía no solo batallaba con mantenernos con vida, sino comprender mi infantil histeria. Una vez terminé la cena a las cinco comimos, no lo habíamos hecho desde la mañana. Recogimos y lavamos lo que ensuciamos en el riachuelo. Seguíamos sin decir nada. Apagó el fuego, nos encerramos en la carpa, había hasta un colchón inflable, en ese momento exploté.—Discúlpame. —Me puse a llorar—, me he quejado todo este tiempo…—Es tu modo de enfrentar el estrés, a mí me da mal genio y suelo ser grosero, pero esta vez te entendí. —¿Cómo nos van a encontrar aquí? Estamos alejados del río.—Adara, escúchame. Mañana regresaremos al río, caminaremos hasta las dos o tres de la tarde de nuevo, luego ingresaremos a la selva para buscar un lugar idóneo donde hacer lo que hicimos ahora. En las noches no nos v
ErosEsperaba a mi esposa con mis dos hijas arregladas, eran todas unas princesas. No era porque sean mis hijas, pero eran preciosas. Ivette cada día demostraba avances con el nuevo medicamento. Su hermanita sin duda fue su salvadora; aun así, yo seguiré trabajando. A la sala llegó Nadina en un hermoso vestido azul cielo. Estaba casado con la mujer más bella del mundo.Hace tres días me sinceré con ella ante la situación de mis hermanos. Ahora salieron de la cárcel y Ernesto volvía a estar entre nosotros. Como Alexey y el resto. Sin embargo, ante la confirmación de mis sospechas por la confesión de mi hermano, recordé las palabras de mi mujer:«Eros, debemos de comprender algo muy importante, y es que no son hermanos de sangre. Partiendo de ese hecho ya será una lucha moral, además de una lucha entre ellos mismos. Sentirán vergüenza con la familia. Me dijiste que no han pasado a intimar. Todo lo sucedido en mi vida sirvió para enseñarme, por eso debemos esperar un poco y tomar las dec
La celebración seguía de manera maravillosa, —me alejé un poco para alimentar a mi hijo—. Nadina se llegó a mi lado para alimentar también a su luchadora. —La fiesta se estaba iniciando, Alejo ya estaba subiendo a la tarima.—Esto apenas comienza y mis pies ya quieren estar en la cama. —solté la carcajada ante el comentario—. ¿Dónde se apagarán las pilas de mi suegro?—Julián me trajo la silla de ruedas. Y a pesar de que no lo deseaba, desde hace un par de horas se volvió mi aliada. Por momentos me duele la operación y este bebé pesa mucho.—Deacon está inmenso. —Nos miramos—. Cumplimos una promesa más amiga. ¿La recuerdas? —Arrugué la frente y luego afirmé.—Juramos casarnos con respectivamente nuestros esposos.—En una boda juntas. —Cada una acarició a su hijo.—Gracias, Nadi, por tan bonita amistad. Por estar a mi lado cuando lo necesito. —Le dije.—Y tú por darme los sermones que siempre necesité. Me siento feliz, Adara. Agradecida, realizada y amada.—Eso es bueno saberlo.Coment
NadinaLlegamos de la reunión de Blanca, ya no podía seguir ocultándole a Eros que estaba embarazada.—Divina, ¿quieres cenar? —Le sonreí, me miró y suspiró—. Mientras preparo la cena, ¿podemos hablar? —mi corazón comenzó a latir más de prisa.—Claro.—Vi la invitación que te hicieron para presentarte en la galería de Nueva York.—Sí. —Aún no había decidido.Esa preciosa sonrisa me desarmó. Lo amaba, jamás lo negaré, pero yo quería más. Necesitaba sentirme importante para él y no su última opción.—Nadina…—Sí. —Me observaba.—Sí, estarás en la galería, o sí debemos hablar. Desde hace un mes no hemos estado juntos, me evades y eso ya me preocupa.Tenía razón, ya se me notaba el vientre y con lo demandante que podía llegar a ser en temas íntimos, temía que le hiciera daño, hasta ahora mi hijo se desarrollaba de manera perfecta, y sus turnos en la clínica fueron los que me había salvado. Puso el agua para hacer pastas. Sacó el atún y el tomate para hacer la salsa.—Eros… yo…No pude hab
ErosMe tardé más de la cuenta y le dije a Nadina que no demoraría, pero esto era fascinante y espero ella pueda entenderme. Ver el milagro de la vida y saber que hice parte para lograr a cabo da una gran satisfacción en el alma. Era como confirmar que naciste para salvar vidas. Así como mi mujer me salvó en el pasado.Todos me felicitan porque la medicina que le suministré al paciente, la cual era experimental, daba resultad. Él ya había sido diagnosticado con daño cerebral, y ahora sus familiares no dejaban de agradecerme. Aún debía seguir sumando más casos para que puedan avalar mi tratamiento como la cura para esas personas que estuvieran en estado de coma. Ellos estaban regresando.Eran las dos de la mañana, Nadina ya debía de estar dormida. ¿Qué querrá decirme? No hemos intimado desde hace un mes y eso me preocupaba. Dejé la bata en el perchero, tomé las llaves del carro. La puerta se abrió y Amelia ingresó. —Si volvía de nuevo a insinuarse, tendré que pedirle a Benjamín que la
AdaraTerminé de arreglarme para presentarme en la constructora. Ayer, después de que la gente se fue, nos quedamos en la casa, con nuestro pequeño príncipe… —No pienses de nuevo en eso, pero no podía mentirme a mí misma, así me vean sonriente. Mi alma no sanaba, creo que jamás sanará por la pérdida de mi bebé y el llanto de mi pequeño príncipe solo renovó todo.Pero Maco tenía razón, ya era momento de enfrentar mi verdad, y no iba a permitir que ese imbécil se case, y si lo hace, haré que se arrepienta. Él sigue odiándome, y yo he sido la primera promotora para incrementar ese desprecio al darle a entender que, si lo hice, el problema fue que él no entendió la ironía.Y los antecedentes a mi espalda, por creerme una mujer empoderada y liberal… yo misma, por creerme toda poderosa, me enteré el puñal. Tampoco quiero pensar en las palabras del padre Castro, si lo hago no tendré la valentía de plantarme en mi empresa. —tocaron a la puerta.—¡Adelante!Papá ingresó. Ya se encontraba ar
NadinaNo había dejado de mirarme. En el desayuno terminé sacándole el cuerpo, pero eso, solo hizo que él quedara más preocupado y por eso, me había buscado desde entonces. Los nervios me estaban matando; sin embargo, debía hacerle frente a esto y como nos había enseñado el padre Castro: «cuando una batalla se avecina y sientes que no podrás con ella, invoca al que todo lo puede y verás cómo él llega con sus ángeles.»Por alguna razón me cegué y no me inyecté la última vez. Ahora tenía trece semanas de embarazo.—Nadina, ya me tienes muy nervioso.—¡Estoy embarazada!Solté de una y sin contemplación. Su mirada pasó por una gama de sentimientos; para algunas cosas, nos entendíamos como si pudiéramos leernos la mente. Se levantó de la silla, cerré mis ojos, mi corazón palpitaba demasiado, la segregación aumentó, todo mi cuerpo transpiraba por el miedo a su reacción, las manos húmedas… —Intentó hablar, y volvió a callar. Caminaba de un lado a otro.—¿Falló el método anticonceptivo?«La v