JuliánLlegué hace una hora al aeropuerto y la razón era porque Xiomara no dejaba de marcar. No aceptaba que la relación ya no tenía para dónde continuar, de hecho, y como me dijo la pulga, nunca lo había tenido. Desde que volví a estar íntimamente con Adara en Brasil, después de tantos años de lo ocurrido en el Amazonas…No quería borrar los recuerdos de sus manos y el sudor compartido. Aunque parezca tonto, no quería eso. —Siempre me porto con esa rubia como un completo romántico, aunque no lo demuestre delante de nadie, más que de ella. Me señalan por ser el insensible, pero era todo lo contrario.Eran las seis de la tarde y el vuelo sería a las nueve. Ingresé a un restaurante para cenar, Adara no creo que llegara tan temprano, y debíamos entrar en la sala de espera a las ocho. Me entregaron la carta, pedí algo ligero. Saqué el portátil y me conecté al de la oficina para poner al día mis pendientes.Pasé toda la mañana con Eros y su conflicto con mi prima Nadina; no negaré que sent
AdaraMi corazón se quería salir del pecho, este hombre era el único que me hacía vibrar hasta el alma. ¿Por qué me miraba de esa manera?, como antes, como cuando estuvimos en la construcción del hotel ecológico en la región del Amazonas. Ahí él me veía sin rabia, sin ese odio que algunas veces arrugaba mi alma. Pero he de ser honesta conmigo mismo. Yo lo llevé a ese punto.Cómo suele decir el tío Alejo. No hay nada que duela más que no poder culpar a nadie más que a ti mismo. Solo aquel que comete errores y no los enmienda a tiempo debe aceptar las consecuencias. Esas eran sus palabras cuando se subía a una tarima a cantar. Pues ese era mi lema. Yo y solo yo, por el orgullo estúpido de la juventud, causé ese desprecio. Ingresamos en busca de la sala de abordaje, pero en el camino se detuvo en un estand de comidas, me compró el látex y una porción de torta de naranja… ¿Se acordó? —Todo dentro de mi pecho vibró. Me mordí el labio interior del cachete para retener las ganas que me dier
ErosLa habitación se encontraba vacía y la sensación no me gustó, tampoco las palabras dejadas por Nadina en esa corta y fría carta… ¿Qué se siente tranquila? Eso significaba que ya no le importaba… «Tú dejaste que se marchitara» —Eso fue lo que me dijo el padre antes de encontrármela en Brasil cuando nos dimos un tiempo—. Solo era darle un poco de tiempo, en unos días todo será más claro. Me dirigí al baño a tomar una ducha con agua caliente, necesitaba relajarme, eran las once de la noche. Una vez tomé conciencia de que estaba desperdiciando agua, salí. Me puse pijama y fui en busca de algo para comer. Al pasar… ¿Dónde estaban nuestras fotos? Siempre que pasaba las veía, encendí las luces de la sala y el comedor…Pero no había nada, recorrí con la mirada todo el apartamento y se veía frío. —Cientos de imágenes de mi Divina rubia en su traje de trabajo, el cual era un overol lleno de pintura, su cabello recogido y siempre se veía tan deseable—, preguntándome dónde quedaría mejor lo
NadinaIngresé al apartamento que habíamos rentado, él para sus congresos, cursos y yo para mis dos exposiciones. Era mucho más grande que el apartamento de Eros. De hecho, este sí lo sentía mío. Tremenda ironía, y desde que salí de Colombia no he dejado de sentirme que estaba realizando algo de manera equivocada.Dejé la maleta a un lado de la cama, encendí la calefacción, no saqué nada de mis pertenencias, solo quería acostarme; me quité los zapatos y el resto de la ropa hasta quedar solo en panti, quité las almohadas extras, alcé las cobijas y se sintió tan bien estar debajo de ellas. La última vez que estuvimos en este lugar, hicimos el amor hasta quedar agotados. Debía ser honesta, nuestra vida sexual nunca mermó, nos gustaba mucho hacer el amor.—Mi celular.Miré el bolso. Si no llamo a mamá, le armará la de Troya a papá para tomar un vuelo a ver qué pasó. Cuando la llamé antes de subir al avión, me regañó por no decirle en el almuerzo lo que pasaba. A ella no se le pasaba nada.
JuliánSu habitación estaba al lado de la mía, no había podido dormir como era debido, por momentos me desperté y venían a la cabeza los recuerdos de mi rubia endemoniada. —Debía de tener algún problema de masoquismo, o mi relación podría catalogarse como tóxica, tal vez mi madre lo catalogue de manera correcta.No podría ser correcto que, luego de verla con otros, luego de darme a entender que estábamos saliendo, me siga interesando. Miré la hora, eran la tres de la madrugada. Si había dormido un par de horas seguidas era mucho, la letra de esa canción me daba vueltas y vueltas.Después de nuestro aterrizaje, envié un mensaje a mi mamá para decirle que había llegado bien. Era una costumbre, algo infantil, pero siempre me daba una cátedra referente a lo que siente el corazón de una madre. Y me di cuenta de que no era el único. Adara también le informó a Blanca y a David que ya se encontraba en Armenia.No volvimos a hablar más de lo necesario después de escuchar la letra de esa canció
JuliánAcostado de nuevo, volví a recordar esos momentos.Ella comenzó a hablar cómo era su costumbre de los últimos chismes de la familia. Del reciente problema que pasó con los cinco rebeldes y problemáticos de la familia. Carlos los sacó de la delegación por estar en piquerías ilegales. Samuel podía ser muy inteligente, pero era un loco de primera. Mientras ella seguía como radio loco, yo solo pensaba en lo jodido que será el tenerla durmiendo los días que permanecerá en mi cabaña, porque por nada del mundo dormiría en otra. —Llegamos. —Es muy limpia.—¿Me acabas de decir que soy cochino?—¡No!El lugar tenía una pequeña sala donde tenía un par de sillas de plástico y un mueble inflable. La mesa donde ponía los planos del área de comidas, lo llamábamos el hotel. Al lado era la habitación con una cama doble inflable, las ventanas estaban abiertas para que refrescara, aunque todo el lugar tenía anjeo para que no ingresaran ningún alacrán, gusanos, sapos, ranas, mosquitos o culebra
NadinaAl despertar no vi llamadas perdidas, ni mensaje por parte de Eros. Los ojos se me humedecieron y me dieron ganas de escribirle, pero en último momento eliminé todo. Siempre era yo quien lo buscaba y en esta ocasión así se me parta el alma, no lo buscaré. Acaricié mi vientre.—Tú, me ayudarás a darle una lección a papi.Me bañé, arreglé para realizar todos mis pendientes. Mi celular sonó y corrí a mirar si era Eros y no, era un mensaje de Adara.«Me alegro de que llegaras muy bien amiga. Te mando mil besos y deséame suerte, hoy hablaré con Julián».Eso me dio mucha alegría, por fin podrá darse una oportunidad con el amargado, ese que puede decir y hacer, pero siempre le ha aguantado las niñadas a ella, Julián la adoraba. Desde que estábamos en el colegio. Le respondí el mensaje.«Me alegra mucho por ti, Ada, saludos a todos, voy saliendo a la clínica de un colega de Eros que es ginecoobstetra para ver a mi hijo o hija. Sabes que quería ir con él, pero ese ni se ha dignado a lla
NadinaLlegamos de la reunión de Blanca, ya no podía seguir ocultándole a Eros que estaba embarazada.—Divina, ¿quieres cenar? —Le sonreí, me miró y suspiró—. Mientras preparo la cena, ¿podemos hablar? —mi corazón comenzó a latir más de prisa.—Claro.—Vi la invitación que te hicieron para presentarte en la galería de Nueva York.—Sí. —Aún no había decidido.Esa preciosa sonrisa me desarmó. Lo amaba, jamás lo negaré, pero yo quería más. Necesitaba sentirme importante para él y no su última opción.—Nadina…—Sí. —Me observaba.—Sí, estarás en la galería, o sí debemos hablar. Desde hace un mes no hemos estado juntos, me evades y eso ya me preocupa.Tenía razón, ya se me notaba el vientre y con lo demandante que podía llegar a ser en temas íntimos, temía que le hiciera daño, hasta ahora mi hijo se desarrollaba de manera perfecta, y sus turnos en la clínica fueron los que me había salvado. Puso el agua para hacer pastas. Sacó el atún y el tomate para hacer la salsa.—Eros… yo…No pude hab