ErosLa habitación se encontraba vacía y la sensación no me gustó, tampoco las palabras dejadas por Nadina en esa corta y fría carta… ¿Qué se siente tranquila? Eso significaba que ya no le importaba… «Tú dejaste que se marchitara» —Eso fue lo que me dijo el padre antes de encontrármela en Brasil cuando nos dimos un tiempo—. Solo era darle un poco de tiempo, en unos días todo será más claro. Me dirigí al baño a tomar una ducha con agua caliente, necesitaba relajarme, eran las once de la noche. Una vez tomé conciencia de que estaba desperdiciando agua, salí. Me puse pijama y fui en busca de algo para comer. Al pasar… ¿Dónde estaban nuestras fotos? Siempre que pasaba las veía, encendí las luces de la sala y el comedor…Pero no había nada, recorrí con la mirada todo el apartamento y se veía frío. —Cientos de imágenes de mi Divina rubia en su traje de trabajo, el cual era un overol lleno de pintura, su cabello recogido y siempre se veía tan deseable—, preguntándome dónde quedaría mejor lo
NadinaIngresé al apartamento que habíamos rentado, él para sus congresos, cursos y yo para mis dos exposiciones. Era mucho más grande que el apartamento de Eros. De hecho, este sí lo sentía mío. Tremenda ironía, y desde que salí de Colombia no he dejado de sentirme que estaba realizando algo de manera equivocada.Dejé la maleta a un lado de la cama, encendí la calefacción, no saqué nada de mis pertenencias, solo quería acostarme; me quité los zapatos y el resto de la ropa hasta quedar solo en panti, quité las almohadas extras, alcé las cobijas y se sintió tan bien estar debajo de ellas. La última vez que estuvimos en este lugar, hicimos el amor hasta quedar agotados. Debía ser honesta, nuestra vida sexual nunca mermó, nos gustaba mucho hacer el amor.—Mi celular.Miré el bolso. Si no llamo a mamá, le armará la de Troya a papá para tomar un vuelo a ver qué pasó. Cuando la llamé antes de subir al avión, me regañó por no decirle en el almuerzo lo que pasaba. A ella no se le pasaba nada.
JuliánSu habitación estaba al lado de la mía, no había podido dormir como era debido, por momentos me desperté y venían a la cabeza los recuerdos de mi rubia endemoniada. —Debía de tener algún problema de masoquismo, o mi relación podría catalogarse como tóxica, tal vez mi madre lo catalogue de manera correcta.No podría ser correcto que, luego de verla con otros, luego de darme a entender que estábamos saliendo, me siga interesando. Miré la hora, eran la tres de la madrugada. Si había dormido un par de horas seguidas era mucho, la letra de esa canción me daba vueltas y vueltas.Después de nuestro aterrizaje, envié un mensaje a mi mamá para decirle que había llegado bien. Era una costumbre, algo infantil, pero siempre me daba una cátedra referente a lo que siente el corazón de una madre. Y me di cuenta de que no era el único. Adara también le informó a Blanca y a David que ya se encontraba en Armenia.No volvimos a hablar más de lo necesario después de escuchar la letra de esa canció
JuliánAcostado de nuevo, volví a recordar esos momentos.Ella comenzó a hablar cómo era su costumbre de los últimos chismes de la familia. Del reciente problema que pasó con los cinco rebeldes y problemáticos de la familia. Carlos los sacó de la delegación por estar en piquerías ilegales. Samuel podía ser muy inteligente, pero era un loco de primera. Mientras ella seguía como radio loco, yo solo pensaba en lo jodido que será el tenerla durmiendo los días que permanecerá en mi cabaña, porque por nada del mundo dormiría en otra. —Llegamos. —Es muy limpia.—¿Me acabas de decir que soy cochino?—¡No!El lugar tenía una pequeña sala donde tenía un par de sillas de plástico y un mueble inflable. La mesa donde ponía los planos del área de comidas, lo llamábamos el hotel. Al lado era la habitación con una cama doble inflable, las ventanas estaban abiertas para que refrescara, aunque todo el lugar tenía anjeo para que no ingresaran ningún alacrán, gusanos, sapos, ranas, mosquitos o culebra
NadinaLlegamos de la reunión de Blanca, ya no podía seguir ocultándole a Eros que estaba embarazada.—Divina, ¿quieres cenar? —Le sonreí, me miró y suspiró—. Mientras preparo la cena, ¿podemos hablar? —mi corazón comenzó a latir más de prisa.—Claro.—Vi la invitación que te hicieron para presentarte en la galería de Nueva York.—Sí. —Aún no había decidido.Esa preciosa sonrisa me desarmó. Lo amaba, jamás lo negaré, pero yo quería más. Necesitaba sentirme importante para él y no su última opción.—Nadina…—Sí. —Me observaba.—Sí, estarás en la galería, o sí debemos hablar. Desde hace un mes no hemos estado juntos, me evades y eso ya me preocupa.Tenía razón, ya se me notaba el vientre y con lo demandante que podía llegar a ser en temas íntimos, temía que le hiciera daño, hasta ahora mi hijo se desarrollaba de manera perfecta, y sus turnos en la clínica fueron los que me había salvado. Puso el agua para hacer pastas. Sacó el atún y el tomate para hacer la salsa.—Eros… yo…No pude hab
ErosMe tardé más de la cuenta y le dije a Nadina que no demoraría, pero esto era fascinante y espero ella pueda entenderme. Ver el milagro de la vida y saber que hice parte para lograr a cabo da una gran satisfacción en el alma. Era como confirmar que naciste para salvar vidas. Así como mi mujer me salvó en el pasado.Todos me felicitan porque la medicina que le suministré al paciente, la cual era experimental, daba resultad. Él ya había sido diagnosticado con daño cerebral, y ahora sus familiares no dejaban de agradecerme. Aún debía seguir sumando más casos para que puedan avalar mi tratamiento como la cura para esas personas que estuvieran en estado de coma. Ellos estaban regresando.Eran las dos de la mañana, Nadina ya debía de estar dormida. ¿Qué querrá decirme? No hemos intimado desde hace un mes y eso me preocupaba. Dejé la bata en el perchero, tomé las llaves del carro. La puerta se abrió y Amelia ingresó. —Si volvía de nuevo a insinuarse, tendré que pedirle a Benjamín que la
AdaraTerminé de arreglarme para presentarme en la constructora. Ayer, después de que la gente se fue, nos quedamos en la casa, con nuestro pequeño príncipe… —No pienses de nuevo en eso, pero no podía mentirme a mí misma, así me vean sonriente. Mi alma no sanaba, creo que jamás sanará por la pérdida de mi bebé y el llanto de mi pequeño príncipe solo renovó todo.Pero Maco tenía razón, ya era momento de enfrentar mi verdad, y no iba a permitir que ese imbécil se case, y si lo hace, haré que se arrepienta. Él sigue odiándome, y yo he sido la primera promotora para incrementar ese desprecio al darle a entender que, si lo hice, el problema fue que él no entendió la ironía.Y los antecedentes a mi espalda, por creerme una mujer empoderada y liberal… yo misma, por creerme toda poderosa, me enteré el puñal. Tampoco quiero pensar en las palabras del padre Castro, si lo hago no tendré la valentía de plantarme en mi empresa. —tocaron a la puerta.—¡Adelante!Papá ingresó. Ya se encontraba ar
NadinaNo había dejado de mirarme. En el desayuno terminé sacándole el cuerpo, pero eso, solo hizo que él quedara más preocupado y por eso, me había buscado desde entonces. Los nervios me estaban matando; sin embargo, debía hacerle frente a esto y como nos había enseñado el padre Castro: «cuando una batalla se avecina y sientes que no podrás con ella, invoca al que todo lo puede y verás cómo él llega con sus ángeles.»Por alguna razón me cegué y no me inyecté la última vez. Ahora tenía trece semanas de embarazo.—Nadina, ya me tienes muy nervioso.—¡Estoy embarazada!Solté de una y sin contemplación. Su mirada pasó por una gama de sentimientos; para algunas cosas, nos entendíamos como si pudiéramos leernos la mente. Se levantó de la silla, cerré mis ojos, mi corazón palpitaba demasiado, la segregación aumentó, todo mi cuerpo transpiraba por el miedo a su reacción, las manos húmedas… —Intentó hablar, y volvió a callar. Caminaba de un lado a otro.—¿Falló el método anticonceptivo?«La v