ErosMe encontraba en el aeropuerto despidiendo a mi madre. Lo que hablamos, o bueno, lo que habló, porque no le pude discernir, ella habló con justa causa, y en el fondo me siento culpable. Con el paso de las horas aumenta en mí la sensación de culpa. Me dio un beso.—Desde tu adolescencia cambiaste, solo te pido, hijo, que pienses y te espero en Estados Unidos. No tardes, Eros. No le des cabida a lo que puede hacer más daño a sentarse a hablar con la verdad.—En un mes es la inauguración del hospital, mamá. —A mis padres se les desencajó la mandíbula—. Voy después…—Voy a hacer que esto último no lo escuché. —Le dio un beso a mi padre en la boca y se retiró.—¿Dónde te dejo, papá?—¿Dónde? Quien habló estas tres horas fue tu madre, señor doctor. ¡Ahora te aguantas, mi tertulia!Con un amago de sonrisa negué, no podía evadir lo que era una costumbre en la familia. Sonó el celular y el de mi padre también; al mirarlo era la tía Maju.» Omnipotente. ¿Dime? —Me alejé y contesté.—Hola,
NadinaEl corazón me latía a mil, nos quedamos callados en el teléfono y así me duela el alma, iba a seguirle el consejo que me acabó de dar Virginia, mi suegra.—Hija, sé que debemos de entender a Eros. Su mente trabaja diferente. Pero no por ello debemos ponerle todo a su disposición y eso con todo respeto fue lo que te pasó a ti. —tenía toda la razón—. Ahora que vienen mis nietos, pero no por ello dejaré pasar tu acto irresponsable y egoísta. » A un hombre no se le amarra con un hijo, cariño. Además, omitiste una solicitud que antes de ser una prohibición era solo un tener cuidado y ser conscientes. Eros puede pasar su falencia sanguínea y créeme, no querrás vivir la agonía de tener un hijo al borde de la muerte. —Lo siento. —Pero también te entiendo, desde hace meses Alejo y yo venimos analizando el comportamiento de Eros y no es para nada admirable. Ahí también tienes culpa. Mira cariño. El hombre propone y la mujer dispone; tu falla es que te faltó firmeza, ponerle un hasta a
ErosNadina no llamaba, eran las nueve de la noche, ¿se habrá extendido la cena? Volví a mirar el celular. Le he mandado varios mensajes y ni siquiera los había revisado. No estaba pendiente de su móvil. «Antes ella no demoraba ni un minuto en contestar».—Estás actuando de la misma manera que lo hacía Nadina, cuando nos dejabas esperando en un restaurante, siempre debíamos de esperarte para que pudieras compartir un momento de amigos.—¿Qué?—Te salvas porque no puedo darte la paliza que le prometí a mi padrino en caso de ser necesario cuando estuvieras tan cerrado y no corrieras detrás de tu mujer.—Mira, quién habla.—Para tu información ya hablamos, por fin lo hicimos, y te perdono la omisión de esa verdad por tu secreto profesional. Sin embargo, recuerdo las incansables veces que me pediste que hablara y no la juzgara. A cada rato me mandabas a que viajara a Italia para aclarar el tema con mi Rubia. Solo por eso te salvas. Y tú deberías de hacer lo mismo.—¿Hacer qué?—¡Eros, por
JuliánLa vi ingresar a la habitación, mis padres se fueron a un hotel. Mañana mi padrino y Eros regresarán a Bogotá y solo esperábamos el traslado. Se detuvo al pie de la cama, —se veía nerviosa, y no era para menos, porque la situación de los dos dependía de ser sinceros en esta ocasión. Por eso le sonreí. No voy a negar que me sentía eufórico y al mismo tiempo quería darme golpes por lo imbécil que fui.—Hola, Rubia. —Su sonrisa me hizo sonreír también—. Ven.—Debes descansar, Julián.—Y lo haré.Se acostó del lado derecho. Hace un momento, antes de que mis padres se fueran una enfermera, me puso todos los medicamentos, y trajo una cena horrible.—¿Entonces?—¿Ya cenaste?—Sí, mientras hablabas con Eros, comimos algo en la cafetería.—Mi comida fue horrible. —Su cuerpo se acercó lo que más pudo, evitando lastimarme.—Lamento mucho que estés así por mi culpa. Eso no ha cambiado, no nos vemos por cinco años, sacando el encuentro en Brasil. Tomamos las riendas de las empresas de nuest
AdaraUna enfermera ingresó a la habitación y lo ayudó a acomodar, le puso un sedante y de nuevo los medicamentos correspondientes a la hora.—En unos pocos minutos se dormirá.—Muchas gracias, disculpe, ¿tiene cobijas?—En un momento le traigo un par y almohadas para que pueda dormir más cómoda. Así, el frío no lo hace levantarse para ir al baño de nuevo.—Gracias. —Una vez solos me senté a su lado.—No me has dado respuesta. —Tenía razón, solo afirmé. Suspiré, era momento de hablar.—Quiero hablar primero. ¿Te parece? —afirmó—. Perdí a Juliancito por presentar placenta previa. —Lo miré, la cama estaba en posición que mantenía al paciente sentado—. Era un varón. En unos dos meses ya puedo retirar su pequeño cuerpo, —no había hablado de este tema, mi familia lo supo porque los médicos les dijeron, pero jamás había exteriorizado el sentimiento de la pérdida.» En mi apartamento aún conservo su habitación, —el labio me tembló—. No lo he superado Julián, aún no supero la pérdida de nuest
NadinaUna semana, había pasado una semana completa y Eros no se presentaba, pero si llamaba, nunca lo había hecho tanto. —suspiré—. Aún faltaba mucho, de hecho, faltaba demasiado para que ponerme en el lugar que yo quiero, y espero lo haga pronto. —acaricié mi abultada barriga, porque estos bebés crecían de manera rápida. En un mes era la ecografía para saber el sexo.Mi madre y Virginia no dejan de consentirme, andaban tan emocionadas con llevar a Eros al límite hasta el punto de considerar contratar a un prostituto. Sí, vamos a contratar a un enamorado ficticio, con el que saldré un par de veces, pero solo los días en que él esté. Si llegaba a aparecer y con la inauguración en tres semanas de su clínica, no creo que lo vaya a hacer. Por eso el plan continuará.De mi parte no lo había llamado, preferí morderme los dedos antes de pulsar, llamar a su número y pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en mi taller de pintura. —Así el olor de la trementina genere un malestar. Miré a un
NadinaEros llegó al taller, de hecho, el apartamento era uno de esos clásicos, parecía una bodega en un sexto piso. Pero estaba muy bien distribuido, la mitad era mi taller y lo otro una sala cómoda, cocina, dos baños y dos habitaciones, aparte de la zona de lavandería. —Hola, Divina.Ya llevaba varias semanas que comenzó a llamarme de esa manera. Y me encantaba. También verlo con su bata de doctor, se veía tan hermoso.» ¿Ese es el último? —Afirmé y suspiré. Me tomó por la cintura, me dio la vuelta y nos quedamos mirando lo único que tenía listo; era una lona trabajada y lista para ser usada, transformada. Los besos en mi cuello por su parte me hicieron cerrar los ojos por un momento, sus manos en mi cadera eran movidas lentamente al compás para sobarse contra mis nalgas y sentí su dureza.» ¿Deben ser colores cálidos? —afirmé.Besó la parte trasera de mi oreja, y una ráfaga de electricidad recorrió mi cuerpo. Tenía pijama corta de pantalón y blusita, sus largos dedos se metieron
JuliánHabían pasado tres semanas desde el accidente y tener a mi Rubia en el apartamento de nuevo, eso me llenó de alegría. Mi madre venía todas las tardes después de sus consultas, y sacaba a Maco, quien llegaba a primera hora, antes de que mi novia se fuera a trabajar; no podíamos descuidar a la constructora.Y yo me la pasaba renegado, porque me tenían prohibido salir de este lugar. Por eso tres de las mujeres fundamentales de mi vida me tenían prisionero. Aunque mis abuelas también venían a cada rato a consentirme. Sí, jamás he sentido vergüenza de decir que los hijos de la familia Abdala L`Charme éramos personas muy consentidas. Responsables, trabajadoras, algo rebeldes, pero consentidos.Santos todos los días dejaba a mi hermana aquí, ella se adueñaba de la cocina y yo encantado, hacia el almuerzo; de mi parte, jamás rechazaré un plato de comida hecha por las manos de mi Pigmea, luego su marido llegaba al mediodía, almorzamos juntos y una vez llegaba mi madre, ellos se retiraba