ErosNadina no llamaba, eran las nueve de la noche, ¿se habrá extendido la cena? Volví a mirar el celular. Le he mandado varios mensajes y ni siquiera los había revisado. No estaba pendiente de su móvil. «Antes ella no demoraba ni un minuto en contestar».—Estás actuando de la misma manera que lo hacía Nadina, cuando nos dejabas esperando en un restaurante, siempre debíamos de esperarte para que pudieras compartir un momento de amigos.—¿Qué?—Te salvas porque no puedo darte la paliza que le prometí a mi padrino en caso de ser necesario cuando estuvieras tan cerrado y no corrieras detrás de tu mujer.—Mira, quién habla.—Para tu información ya hablamos, por fin lo hicimos, y te perdono la omisión de esa verdad por tu secreto profesional. Sin embargo, recuerdo las incansables veces que me pediste que hablara y no la juzgara. A cada rato me mandabas a que viajara a Italia para aclarar el tema con mi Rubia. Solo por eso te salvas. Y tú deberías de hacer lo mismo.—¿Hacer qué?—¡Eros, por
JuliánLa vi ingresar a la habitación, mis padres se fueron a un hotel. Mañana mi padrino y Eros regresarán a Bogotá y solo esperábamos el traslado. Se detuvo al pie de la cama, —se veía nerviosa, y no era para menos, porque la situación de los dos dependía de ser sinceros en esta ocasión. Por eso le sonreí. No voy a negar que me sentía eufórico y al mismo tiempo quería darme golpes por lo imbécil que fui.—Hola, Rubia. —Su sonrisa me hizo sonreír también—. Ven.—Debes descansar, Julián.—Y lo haré.Se acostó del lado derecho. Hace un momento, antes de que mis padres se fueran una enfermera, me puso todos los medicamentos, y trajo una cena horrible.—¿Entonces?—¿Ya cenaste?—Sí, mientras hablabas con Eros, comimos algo en la cafetería.—Mi comida fue horrible. —Su cuerpo se acercó lo que más pudo, evitando lastimarme.—Lamento mucho que estés así por mi culpa. Eso no ha cambiado, no nos vemos por cinco años, sacando el encuentro en Brasil. Tomamos las riendas de las empresas de nuest
AdaraUna enfermera ingresó a la habitación y lo ayudó a acomodar, le puso un sedante y de nuevo los medicamentos correspondientes a la hora.—En unos pocos minutos se dormirá.—Muchas gracias, disculpe, ¿tiene cobijas?—En un momento le traigo un par y almohadas para que pueda dormir más cómoda. Así, el frío no lo hace levantarse para ir al baño de nuevo.—Gracias. —Una vez solos me senté a su lado.—No me has dado respuesta. —Tenía razón, solo afirmé. Suspiré, era momento de hablar.—Quiero hablar primero. ¿Te parece? —afirmó—. Perdí a Juliancito por presentar placenta previa. —Lo miré, la cama estaba en posición que mantenía al paciente sentado—. Era un varón. En unos dos meses ya puedo retirar su pequeño cuerpo, —no había hablado de este tema, mi familia lo supo porque los médicos les dijeron, pero jamás había exteriorizado el sentimiento de la pérdida.» En mi apartamento aún conservo su habitación, —el labio me tembló—. No lo he superado Julián, aún no supero la pérdida de nuest
NadinaUna semana, había pasado una semana completa y Eros no se presentaba, pero si llamaba, nunca lo había hecho tanto. —suspiré—. Aún faltaba mucho, de hecho, faltaba demasiado para que ponerme en el lugar que yo quiero, y espero lo haga pronto. —acaricié mi abultada barriga, porque estos bebés crecían de manera rápida. En un mes era la ecografía para saber el sexo.Mi madre y Virginia no dejan de consentirme, andaban tan emocionadas con llevar a Eros al límite hasta el punto de considerar contratar a un prostituto. Sí, vamos a contratar a un enamorado ficticio, con el que saldré un par de veces, pero solo los días en que él esté. Si llegaba a aparecer y con la inauguración en tres semanas de su clínica, no creo que lo vaya a hacer. Por eso el plan continuará.De mi parte no lo había llamado, preferí morderme los dedos antes de pulsar, llamar a su número y pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en mi taller de pintura. —Así el olor de la trementina genere un malestar. Miré a un
NadinaEros llegó al taller, de hecho, el apartamento era uno de esos clásicos, parecía una bodega en un sexto piso. Pero estaba muy bien distribuido, la mitad era mi taller y lo otro una sala cómoda, cocina, dos baños y dos habitaciones, aparte de la zona de lavandería. —Hola, Divina.Ya llevaba varias semanas que comenzó a llamarme de esa manera. Y me encantaba. También verlo con su bata de doctor, se veía tan hermoso.» ¿Ese es el último? —Afirmé y suspiré. Me tomó por la cintura, me dio la vuelta y nos quedamos mirando lo único que tenía listo; era una lona trabajada y lista para ser usada, transformada. Los besos en mi cuello por su parte me hicieron cerrar los ojos por un momento, sus manos en mi cadera eran movidas lentamente al compás para sobarse contra mis nalgas y sentí su dureza.» ¿Deben ser colores cálidos? —afirmé.Besó la parte trasera de mi oreja, y una ráfaga de electricidad recorrió mi cuerpo. Tenía pijama corta de pantalón y blusita, sus largos dedos se metieron
JuliánHabían pasado tres semanas desde el accidente y tener a mi Rubia en el apartamento de nuevo, eso me llenó de alegría. Mi madre venía todas las tardes después de sus consultas, y sacaba a Maco, quien llegaba a primera hora, antes de que mi novia se fuera a trabajar; no podíamos descuidar a la constructora.Y yo me la pasaba renegado, porque me tenían prohibido salir de este lugar. Por eso tres de las mujeres fundamentales de mi vida me tenían prisionero. Aunque mis abuelas también venían a cada rato a consentirme. Sí, jamás he sentido vergüenza de decir que los hijos de la familia Abdala L`Charme éramos personas muy consentidas. Responsables, trabajadoras, algo rebeldes, pero consentidos.Santos todos los días dejaba a mi hermana aquí, ella se adueñaba de la cocina y yo encantado, hacia el almuerzo; de mi parte, jamás rechazaré un plato de comida hecha por las manos de mi Pigmea, luego su marido llegaba al mediodía, almorzamos juntos y una vez llegaba mi madre, ellos se retiraba
JuliánEsperaba la respuesta de mi novia.—Que algo no salió como ella y tía Socorro habían planeado, tampoco querían sacar conclusiones al respecto, porque tal vez lo veía con ojos de suegra celosa. Que, si podía viajar para que analizara el comportamiento de Nadina de estas dos semanas, me lo agradecería mucho.—No te sigo.—Recuerda, te dije que iban a contratar un prostituto, pero no fue necesario porque un vecino arroja corazones por mi amiga y ella se acerca a él de manera rápida.—Eso no se escucha bien. Y Eros con lo de su inauguración al tope. Me dijo que, una vez inaugurara la clínica, se iba a buscarla. Cuando ha venido al apartamento no lo veo bien, me preocupa su ánimo, puede causarle una baja en las plaquetas y regrese la leucemia. —Adara abrió los ojos—. ¿No habías pensado en eso? Ese es su afán de dejar un legado en la vida. Honestamente, yo pensaba que Nadina lo entendía.—No había pensado en eso. Pero eso no quiere decir que él sea tan seguro con ella que no le demue
AdaraEllos se miraron antes de responder la pregunta que había hecho.—¿Nunca la han quebrado? —pregunté.—Una vez se intentó quebrar, pero mi esposa fue a buscarme, y fue cuando viví con César unos días, después de que Fernanda se enteró de que estaba embarazada de Gaby por mi culpa. —Julián afirmó—. Ustedes son los únicos que pueden poner reglas, decretos y leyes en su matrimonio. Cada ser humano tiene sus límites, sabe qué puede tolerar y que es inquebrantable.—Solo deben hablarlo, —continuó Fernanda—. Yo siempre tomo partido, por quien tenga la razón ante mis ojos. Carlos es más abogado, pero muchas veces hemos discutido por nuestros amigos, y jamás así el enojo sea grande, dormimos fuera de nuestra cama. Todo parte de la comunicación.—Entiendo. Y que me aconsejan con respecto lo de ahora, hay un pretendiente real para Nadina y Eros. Nada que quiere demostrar cuánto la ama, ella es dueña de su mundo. Para él su vida es su mujer, se ha quedado aferrado a no demostrarle con palab