Había recibido unas palizas brutales durante los entrenamientos, todo porque no podía concentrarme en dar dos movimientos seguidos sin sentirme estúpida. Luego llegaba la hora de la comida y pasaba el tiempo mirando el plato mientras los demás lycans hablaban sobre estrategias de ataque y su flamante vida en la manada Realeza Lunar.

Había ignorado a todos, lo más que pude; no quise tocar el tema sobre Donovan y ser compañeros. Pasaba la mayor parte de mi tiempo libre a solas. Y por las noches me tomaba el tiempo para sentirme miserable o llorar.

Las últimas noches había salido a correr al bosque en búsqueda de claridad, pero solo regresaba más preocupada; cuando subía por los jardines podía ver la terraza y el balcón del piso de arriba, la habitación de Donovan siempre tenía los ventanales abiertos y una tenue iluminación.

“supongo que por comodidad”, pensé.

“Deberíamos hablar con él, quizás si se disculpa podrías darle otra oportunidad”, RoseOnyx seguía siendo ingenua al pensar que e