Capítulo 5

Se escuchó el sonido de la puerta y pedí que pasaran, Dewey y Madeleine entraron, me limpie las lágrimas levantándome de la cama, me sentí avergonzada que me vieran de esa forma.

–Lo siento, chicos.

–No tienes nada de qué disculparte –comentó Dewey.

–Si, Maggie –continuo Madeleine –. Además, creo saber lo que sucede.

–¿Qué sucede?

–Lo que sucede, es que no has vivido una ruptura como se debe. 

Dewey abrió la mochila que había colocado en suelo, no me había dado cuenta que la traía, sacó varias botellas de licor y por supuesto muchas cervezas, los miré a ambos bastante confundida.

–No sabíamos qué es lo que te gusta así que trajimos de todo –mencionó –. Escoge lo que quieras.

–¿Qué significa esto? –sonreí.

–Pues está noche vamos a emborracharnos.

–¡Y jugar videojuegos! –exclamó Dewey.

–No vamos a jugar videojuegos, idiota –escupió Madeleine –. Vamos a ver una estúpida película triste en la televisión y vas a llorar todo lo que quieras.

–No –murmuró Dewey al levantarse –. Mejor estaré jugando abajo, alguien tiene que ser responsable y estar sobrio.

–Meme y Nina están aquí y yo quiero jugar videojuegos –expresé.

No tenía idea de lo que querían hacer, nunca me había emborrachado y menos con todo el licor extraño que traían, apenas y había probado una copa de champán o vino en las fiestas, esto era demasiado. 

–Luego podemos ver la película –continué viendo a Madeleine.

No quería que Dewey se sintiera fuera de lugar, podíamos jugar antes de ver la película suicida que Madeleine proponía. Ambos aceptaron y bajamos a la sala, Dewey estaba emocionado que jugaríamos con él, se peleó con Madeleine que se burlaba de él, nos dio unas explicaciones que no entendimos, no me arriesgue con las bebidas y tomé un poco de tequila hasta que Madeleine casi me amenazó para que me terminará la botella, después de un par de tragos no pudimos seguir el juego, ni siquiera veía bien los botones, ni siquiera se pudo colocar la película, la televisión parecía nuestro enemigo, solo se quedo encendido en canal de niños.

–Recuerdo esa caricatura –exclamé al verla –. Pero estoy tan vieja que ya tenía como diez años cuando salió.

Dora la exploradora estaba preguntando qué camino tomar para llegar a su destino que no recuerdo muy bien cual era.

–¡No! –exclamó Madeleine –. No estamos viejas, Maggie, por favor no me hagas sentir más inútil de lo que ya soy.

–Nunca ví esa caricatura –expresó Dewey. 

Ambas lo miramos incrédulas, veía el programa con gran afán como si le recordará algo bueno, soltamos una carcajada por su comentario y la forma de ver el programa era tan genuina, él era casi diez años más joven que yo.

–Dewey, me puedes decir qué haces aquí.

–¿A qué te refieres? –le dió un sorbo a su cerveza.

Yo ya estaba demasiado ebria para controlar el filtro de mis palabras, mi falta de experiencia con el alcohol era notoria, ni siquiera había tomado demasiado y ya me sentía mareada. Tomé sus mejillas con las palmas de  mis manos y me acerque. 

–Deberías estar allá afuera rompiéndole el corazón a una chica –mencioné –. Eres muy guapo deberías aprovechar eso.

Madeleine soltó una carcajada escupiendo su trago, el rostro de Dewey estaba totalmente rojo por lo que le acabo de decir.

–No es cierto –bufó al soltarse y tomar otra cerveza, creo que ya llevaba más de cinco y no parecía ni cerca de la embriaguez, ¿cómo lo hacía?

–Seguramente muchas chicas van a esa cafetería solo porque tu estas ahí, deben tomarte muchas fotos con disimulo y algunas coquetas intentan hacer conversación contigo, el gerente debe estar contento contigo por atraer a tantos clientes.

–Es cierto –carcajeo Madeleine –. Cuando pasó por él, recibo muchas miradas de odio. 

–Lo ves. 

–Son clientas que viven o trabajan cerca –justificó Dewey –. No tiene nada de malo que lleguen y yo siempre soy amable. 

–Tu amabilidad nos trajo hasta aquí, así que eso no lo discuto –bufó Madeleine levantando su vaso.

–Sean también es muy guapo –recordé cuando mis ojos se llenaron de lágrimas –. Seguramente por eso se acostó con alguien más, yo no era suficiente para él. 

–No, no, no –murmuró Madeleine –. Eres muy hermosa y elegante, Maggie.

–No es cierto –sollocé –. No lo merecía, nunca fui tan bonita o importante, solo se casó conmigo por mi dinero, siempre lo supe, pero yo lo amaba.

–No digas eso –intervino Dewey –. Eres la mujer más bonita que he visto, él es un tonto por hacerte eso.

Las lágrimas salieron sin control, Dewey y Madeleine intentaron consolarme, pero era inútil, todo terminó cuando vomité en el baño habíamos bebido demasiado y no nos arriesgamos a subir las escaleras, nos acomodamos en la sala hasta que nos quedamos dormidos. Fue una noche extraña, horrible por todos los sentimientos que tenía y también una noche maravillosa porque pude sacarlo y no estaba sola.

*

Cuando abrí los ojos seguía en el sofá, Madeleine estaba en el otro sofá con una manta encima, yo también tenía una, me dí cuenta que Dewey ya no estaba, me levanté para ir a mi habitación fui al baño y volví a vomitar, me lavé los dientes y una larga ducha, sentía un dolor horrible de cabeza, al bajar a la cocina Nina estaba haciendo el desayuno, olía delicioso, pero el sabor amargo en mi boca me decía que mi estómago no recibiría nada.

–Buenos días Nina.

–Buenos días a las seis mi niña –mencionó –. Son las diez de la mañana.

–Lo siento mucho –bajé la mirada –. ¿Sabes dónde está Dewey?

–El muchachito se levantó temprano y salió, dijo que tenía que ir a trabajar y no sabía cuánto tiempo le llevaría llegar a su trabajo, le dí un buen desayuno.

–Muchas gracias, Nina.

–Es un buen muchacho, trabajador y se ve que es honesto –expresó –. Quisiera decir lo mismo de su hermana.

Madeleine seguía durmiendo en el sofá, creo que ella fue la que bebió más que todos.

–Son buenas personas y mis amigos.

–Espero que no te lleven por el mal camino –me regañó –. Siempre has sido una buena niña. 

Sus palabras me hicieron sentir mal, tenía razón siempre era Margareth la que hacía todo bien, la que siempre se controlaba, la respetuosa, la buena hija, hermana y esposa, siempre era yo quien debía tener los buenos modales, tal vez estaba cansada de todo eso, tal vez quería algo diferente ahora.

Cuando Madeleine se levantó se devoró todo lo que Nina le había preparado, ojalá yo tuviera el mismo apetito, salió al jardín a tocar un poco el violín, le hice compañía, la melodía era muy hermosa y me hacía sentir mejor.

Almorzamos y por la tarde Dewey regreso, querían hacer otra ronda de alcohol al parecer la ruptura tenía que durar al menos una semana, yo estaba pensando que ellos eran unos ebrios que solo querían un pretexto para tomar, les dije que no podía porque al día siguiente me tenía que levantar temprano para ir a la empresa y enfrentarme a Sean, llamé a Richard para acordar la hora de llegada, desde ahora cada vez que viera a Sean sería con un abogado presente, confiaba en Richard, es nuestro amigo y sé que hará lo mejor para nosotros.

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