–Felicidades es un varón –comentó la doctora. Sean me besó la frente y me sentí incómoda, era uno de esos días que no quería que se me acercará. Nos tocó una cita con la doctora y mencionó que podíamos ver si era niño o niña, Sean estaba desesperado por saber, quería pintar la habitación y seguramente ahora saber que era un niño lo mantendría ocupado un par de días. El chequeo terminó y la doctora nos felicitó, todo iba muy bien, el vientre no había crecido tanto. Regresamos a casa, Dewey estaba en la cafetería y Madeleine tendría un concierto, hablaron algo que sus horarios coincidían y que Madeleine pasaría por Dewey al terminar. –Déjame, yo puedo –escupí cuando Sean intentó ayudarme a salir del auto.–Solo quería ayudarte.–Estoy bien, apenas se ve el embarazo. Me siguió hasta la casa en silencio, yo no lo quería ver y a veces parecía demasiado insistente, tal vez solo era yo. –¿Quieres algo de cenar?–No. –Tienes que comer algo, Maggie.–Voy a comer, pero no ahora, ni contigo
A la mañana siguiente me sentía mejor aunque amanecí un poco hinchada por haber llorado toda la noche, me di una ducha y al bajar Madeleine tenía listo el desayuno. –¿Dónde están Sean y Dewey?–Se fueron a trabajar, cada quien a donde le toque por supuesto –mencionó –. ¿Cómo estás?–Me siento mejor. –Bien, entonces comé.Madeleine no preguntó nada sobre lo que pasó con Sean anoche, yo tampoco le dije, tuve todo el día para pensar, me había gustado estar con Sean otra vez, para que mentir, era el hombre al que amaba y decirle la verdad sobre lo que me pasaba me había ayudado, tal vez podíamos darnos otra oportunidad, por nuestro bebé, hablaría con él cuando regresará. Eso pensé, pero esa noche no regresó, al segundo día llamé a su teléfono, pero fue Francis quien me respondió diciendo que Sean estaba en un viaje de trabajo, que estaba ocupado, ya no insistí, quería darle su espacio como él a mí, eso pensé, pero los días pasaron y Sean no apareció, a la semana apareció Richard, fue e
Creí que Sean y yo podríamos arreglar todo después del nacimiento del bebé, pero las actitudes de Sean conforme el embarazo avanzó me hicieron sentir peor, se fue de la casa diciendo que se le dificulta ir a la oficina, solo asistió a las visitas al médico y a la fiesta que me hicieron las chicas del club por la llegada del bebé, tenía tiempo libre y contrate a un instructor de cello, aprendí hasta que el estómago me creció demasiado y me enfoque para ocupar mi mente en la música, pase el último mes tocando el piano, la habitación del bebé ya estaba preparada, Dewey me ayudó con algunos detalles, Madeleine se la pasaba en conciertos y prácticas, estaba muy ocupada y la entendía.Estaba tocando una melodía en el piano cuando sentí algo húmedo en mis piernas seguido de un dolor intenso en el vientre, espere a que pasará y salí de la habitación, encontré a Dewey en la sala, le arrebate el control de sus manos, me miró extraño, sentí otro dolor en el vientre.–¡El bebé va a nacer! –grité.
Tardé tres días en el hospital por lo mal que estaba después de la situación con Sean, finalmente me dieron de alta, pero en casa fue peor, tuve una depresión que duró largos meses, Madeleine y Dewey prácticamente se hacían cargo del pequeño Johan, no podía creer que Sean me había hecho eso y el día del nacimiento de su propio hijo, me sentía muy mal conmigo, con mi cuerpo, como mujer, un fracaso total que no merecía nada, Richard llevó ayuda psicológica que con mucho esfuerzo logré salir, continúe con mis clases de cello con Madeleine, ella estaba en una buena situación económica, pero no se fue de la casa, también tocaba de vez en cuando el piano y aprendí algo del violín. Richard hizo el trámite de la custodia compartida. Richard mencionó que Sean dijo que no le interesaba saber nada, que la custodia me quedará a mí, yo le pedí que hiciera los trámites de custodia compartida, no quería ningún problema después, fue una ventaja porque pedí los mejores días, me entregó los documentos
–¡¡¡Mami!!! –exclamó Johan corriendo a mis brazos, le di un beso atrapandolo entre mis brazos, era un niño adorable y cariñoso. –Mi vida, ya llegue, ¿cómo estás? Te amo. Él me besó las mejillas como lo hace cada tarde cuando regresó de la oficina, está vez se detuvo cuando vió a Sean detrás. –Papi.–Si mi vida, tu papi vino a verte. Se bajó de mis brazos y tomó a Sean de la mano, él no entendió así que tuve que decirle.–Quiere llevarte a algún lugar, seguro a jugar –mencioné. –Está bien, vamos campeón. Sean se fue con Johan a la sala donde parece que tenía muchos juguetes, la niñera me informó sobre el día de Johan, había dejado preparada la comida antes de irse. –¿Tienes hambre? –le pregunté a Sean. –No quiero molestar. –Johan tiene que comer y lo hacemos juntos –mencioné. Ellos estaban jugando con un libro músical. –Si hay algo para mí, comeré con ustedes. Me di la vuelta y serví la comida para los tres, los llamé para comer, Johan tomó lugar en medio de nosotros, tenía
A la mañana siguiente Johan estaba emocionado porque iríamos al parque a ver a los perros, hasta se levantó temprano, los chicos me preguntaron y solo les mencioné que Sean quería verlo, pero que desconfiaba de él así que iría para verificar que nada saliera mal. Hicieron esa mueca extraña cuando cruzaron miradas, odiaba que hicieran eso, solo ellos se entendían, salí en el auto con Johan que hasta iba cantando una canción de perritos, media hora después llegamos, le envíe un mensaje a Sean que me contesto de inmediato. Me costó mucho salir con Johan del auto, primero apareció Sean que me ayudó con la bolsa. –Te dije que podía pasar por ustedes –reprochó. –Estamos bien. Me mordí la lengua para no decir nada sobre que me hubiera servido pagar un chófer si tuviera el dinero para hacerlo, la empresa de mi padre estaba en crisis y no estaba para malgastar el dinero. Dimos un paseo por el parque, es amplió, Sean tenía razón, habían muchas familias, la mayoría traía comida y tomaba luga
–¡Por supuesto que tienes que ir! –exclamó Madeleine cuando le comenté lo que Sean había dicho sobre la fiesta.–No estoy muy segura. –Maggie, necesitas salir aunque sea con esos ricachones, consigue a algún tipo de esos para follartelo. –¡Madeleine!–Te quiero Maggie, pero te has dedicado a tu hijo desde que nació y no me parece justo, eres joven y tienes derecho a rehacer tu vida. –No necesito un hombre para rehacer mi vida, está completa con Johan y todos ustedes –mencioné –. Además, no fuiste tú quien me dijo lo difícil que es conseguir una relación después de los treinta porque siempre quieren más jóvenes. –Yo no estoy hablando de una relación, estoy hablando de una noche de pasión. –Me estás diciendo que me acueste con un tipo que ni conozco –aclaré. –Eso lo hace más interesante –sonrió –. Tengo un vestido negro con escote que seguro las tetas se te veran increible. ¿Qué clase de amiga me había conseguido? –Te estoy diciendo que no sé si iré. –Por supuesto que vas a ir,
La siguiente semana pasamos ocupados en reuniones con los nuevos clientes, nos coordinamos para cubrir todo el trabajo, Sean mencionó que habría otra fiesta el fin de semana, acepte ir porque nos había ido muy bien en la última, está vez lleve un vestido de tubo con un hombro descubierto, largo de volantes color vino, me sorprendió cuando subí a la limusina y me encontré a una joven de cabello negro. –Buenas noches –saludé. –Buenas noches. –Te presento a Meredith –mencionó Sean –. Es mi acompañante está noche. –No sabía que podíamos traer acompañante. –Por supuesto que sí, nosotros solo somos socios, recuerdas. Solté un suspiro viendo a la ventana, creí que al menos se esforzaría en algo, pero como siempre solo me logra decepcionar. El camino hacia el evento fue incómodo, ellos sonreían y Sean la tenía abrazada, de vez en cuando tocaba su pierna, me repetí mil veces que estábamos divorciados, al llegar él bajó primero y tomó de la mano a la chica dejándome atrás. Quería decirle a