Pov. Sean Ford. Un ángel, esa fue la palabra que pensé la noche que conocí a Maggie, su recuerdo es tan claro en mi mente, ese vestido amarillo y las zapatillas café, sus rulos dorados cayendo por su hombros, había llegado con una chica a la fiesta, pero me tenía tan abrumado que quise tomar aire y ahí fue donde la ví, eran tan hermosa jugando con el columpio, me acerqué a hablarle y se sentía muy bien estar con ella; era lo más cercano que conocía al amor, cuando se la presente a Richard me di cuenta que él quería conquistarla, pero ella no parecía interesada en eso, no parecía interesada en ningún chico y si había algún imbécil que se quería aprovechar de ella, yo mismo me encargaría de romperle la cara, para mi ella era un ángel que nadie podía tocar, era preciosa, inteligente y tan inocente, era perfecta. Cuando mi padre me rogó porque aceptará casarme con ella, en lo único que pensé era en darle la vida que merecía, nunca lastimarla y protegerla de todo, esa sería mi misión, de
Después de todos estos años me siento feliz, todo lo que pasado ya no importa, solo quiero vivir el presente, ir a ese viaje fue como un hermoso sueño del que no quería despertar, pero tenía que regresar por mis responsabilidades en la ciudad aunque no quisiera, ya no me importa lo que digan los demás, solo quiero seguir sintiéndome así. –¡¿Dónde has estado?! –exclamó Sean. Johan nuestro hijo se colocó detrás de mí por los gritos de su padre, él se dio cuenta de lo que había hecho, pero ya era demasiado tarde. –Cariño, pídele a Madeleine que te ayude con tu maleta, ahora voy. El pequeño se apresuró a subir las escaleras y en cuanto desapareció mi rostro se endureció. –¿Qué quieres Sean? –¿Quiero saber dónde han estado? –De viaje y lo sabias muy bien, firmaste para que me llevará a Johan. –Debiste regresar hace una semana, debiste decirme. –¡Eso no te importa! ¡Puedo hacer lo que yo quiera! –¡No cuando se trata de irte a otro país! ¡No puedes desaparecer! –¿Por qué no vas a
Sean y yo llevamos tres años casados, este año no salimos de viaje porque tuvo muchas reuniones de trabajo, manejar la empresa de mi familia y la de su padre le ha absorbido demasiado tiempo, aunque me las arreglé para hacer una cena especial y tuvimos una noche maravillosa.Hoy es su cumpleaños y he decidido darle una sorpresa, es un viaje a Santorini, el vuelo sale a las diez de la mañana.Ayer me llamó para decirme que sus compañeros de trabajo le hicieron una pequeña celebración en la oficina y terminó en el apartamento de Richard nuestro amigo del instituto, que nos separamos un tiempo cuando él estudió leyes y nosotros gerencia, cuando Sean se hizo cargo de la empresa lo llamó para el asesoramiento judicial.Dejé listas las maletas un día antes, todo estaba planeado y ya teníamos un tiempo de no salir solos, estaba decidida a arrastrarlo al aeropuerto si era necesario, le di al chófer la dirección de Richard y nos dirigimos a su apartamento, no quería despertar a todos y recordé
Me detuve en un pequeño parque, quería tomar lugar en un banca y comenzar a llorar, pero no creo que sea la mejor de mis ideas, de esto sólo resultaría dos escenarios, alguien llamaría a la policía y terminaría en un centro psiquiátrico o me tomarían una foto y mañana saldría en los titulares Margareth Ford llorando como una loca en público.Caminé a una pequeña cafetería, busque la mesa más alejada de todos, un joven de cabello rubio me atendió, después de que me llevo una taza de café con una rebanada de pastel, las lágrimas salieron descontroladas, cayeron sobre mi pastel, no quería nada, tampoco sabia qué hacer o a dónde ir, no tenía amigas, mi madre seguramente estaría enfada si le digo lo del divorcio, estaba totalmente sola.–Señorita, ¿Quiere que le traiga algo? –dudó chico.–Supongo que la cuenta.Él se retiró, tardó un poco en volver antes de colocar el papel con la cantidad en la mesa.–¿Usted sabe qué idioma habla la tortuga?–¿Qué?–¿Usted sabe qué idioma habla la tortuga
Pasamos por un par de hamburguesas y luego fuimos a su departamento, era un edificio retirado del centro, mi atuendo no quedaba con ese lugar, yo no quedaba con ese lugar, ellos hablaban por momentos en Alemán y otros en español cuando se dirigían a mí, tenía la sospecha que iban diciendo algo sobre mí porque de vez en cuando Madeleine me miraba con una sonrisa fingida.Su departamento era pequeño, apenas tenía dos habitaciones, un baño y una cocina en donde también se encontraba un sofá con una pequeña mesa y televisor con varios aparatos conectados, parece que son videojuegos. –Y bien Maggie –habló Madeleine –. ¿Qué te tenía tan triste? –Problemas familiares –respondí –. Cuando Dewey me habló no sabía que iba a hacer al salir de la cafetería. –¿Cómo que no sabías que hacer? –Soy casada –confesé –. Encontré a mi esposo con alguien más y lo único que se me ocurrió fue caminar por la ciudad –murmuré –. Suena ridículo, pero no sé que voy a hacer ahora. Bajé la mirada avergonzada, a
La casa se sintió muy alegre con ellos, Dewey intentó instalar la consola que trae, pero casi incendia la casa, creo que es demasiado vieja, compre una por internet que llegó en un par de horas, solo compré la más costosa sin tener idea, pero cuando llegó Dewey pareció como un niño al recibir un regalo de Navidad, después de almuerzo Madeleine propuso ir al lago.–No puedo creer que te ibas a quedar en nuestro departamento y tienes esta casa.–En realidad, había olvidado por completo está casa –respondí –. Solía pasar los veranos con mi familia aquí –sonreí –. Mi hermana y yo montamos un columpio por allá y nos lanzábamos al lago.–Siempre has sido rica. –Mi padre tiene una empresa multimillonaria –generalicé –. El abuelo la comenzó y él continuó con su legado, a pesar de que tenía mucho trabajo siempre nos dedicaba tiempo. Me sentí un poco triste porque no había ido a la tumba de papá desde que murió, nunca entendí muchas de sus acciones y ahora menos con casarme con Sean, solo ten
Se escuchó el sonido de la puerta y pedí que pasaran, Dewey y Madeleine entraron, me limpie las lágrimas levantándome de la cama, me sentí avergonzada que me vieran de esa forma.–Lo siento, chicos.–No tienes nada de qué disculparte –comentó Dewey.–Si, Maggie –continuo Madeleine –. Además, creo saber lo que sucede.–¿Qué sucede?–Lo que sucede, es que no has vivido una ruptura como se debe. Dewey abrió la mochila que había colocado en suelo, no me había dado cuenta que la traía, sacó varias botellas de licor y por supuesto muchas cervezas, los miré a ambos bastante confundida.–No sabíamos qué es lo que te gusta así que trajimos de todo –mencionó –. Escoge lo que quieras.–¿Qué significa esto? –sonreí.–Pues está noche vamos a emborracharnos.–¡Y jugar videojuegos! –exclamó Dewey.–No vamos a jugar videojuegos, idiota –escupió Madeleine –. Vamos a ver una estúpida película triste en la televisión y vas a llorar todo lo que quieras.–No –murmuró Dewey al levantarse –. Mejor estaré j
Me detuve frente al edificio de la empresa, mi padre había construido este imperio con su astucia, él se encargaba de negocios internacionales, mediadores comprando empresas extranjeras, cerrando tratos que nos beneficiaban a todos y al final las vendía a otras empresas, un negocio algo tramposo, pero el dinero que dejaba era inmenso. Siempre tuvimos una buena vida, nunca nos faltó nada, ni siquiera el cariño de nuestros padres porque mamá estaba en casa todo el tiempo haciéndose cargo de nosotros, había sirvientes para cocinar y los aseos de la casa, el personal era tanto que no podíamos saber el nombre de todos incluso de las otras casas que tenía, pero la favorita de papá era la casa del lago por eso luche por ella. Richard estaba esperándome cerca del ascensor, quería hacer esto rápido, subimos directo a la oficina de Sean, espero que tenga al menos los documentos para revisarlos.–Creo que debí traer un asesor financiero –mencioné.–Podemos llamar a alguien para que venga, conoz