La casa se sintió muy alegre con ellos, Dewey intentó instalar la consola que trae, pero casi incendia la casa, creo que es demasiado vieja, compre una por internet que llegó en un par de horas, solo compré la más costosa sin tener idea, pero cuando llegó Dewey pareció como un niño al recibir un regalo de Navidad, después de almuerzo Madeleine propuso ir al lago.
–No puedo creer que te ibas a quedar en nuestro departamento y tienes esta casa.
–En realidad, había olvidado por completo está casa –respondí –. Solía pasar los veranos con mi familia aquí –sonreí –. Mi hermana y yo montamos un columpio por allá y nos lanzábamos al lago.
–Siempre has sido rica.
–Mi padre tiene una empresa multimillonaria –generalicé –. El abuelo la comenzó y él continuó con su legado, a pesar de que tenía mucho trabajo siempre nos dedicaba tiempo.
Me sentí un poco triste porque no había ido a la tumba de papá desde que murió, nunca entendí muchas de sus acciones y ahora menos con casarme con Sean, solo tenía que hacer un convenio con ellos sin llegar a esos extremos, tal vez con el tiempo lo hubiera olvidado y me hubiera enamorado de alguien más, no estaría pasando esto, aunque Dewey y Madeleine me están acompañando aún me duele.
Nina apareció con unos bocadillos.
–Mi niña, Richard está aquí –me indicó.
–Muchas gracias, ahora voy.
–¿Tu ex lo envío? –dudó Madeleine.
–No –respondí –. Es mi amigo y abogado, seguramente está aquí porque lo llame para que comenzará el trámite del divorcio –explique –. Ahora vuelvo.
Me coloque mi bata para cubrir mi traje baño y regrese a la casa, Richard estaba esperando en la sala.
–Hola Richard.
–Maggie. – Se acercó a abrazarme, pero retrocedí, estaba molesta con él, seguramente sabía de Sean y Jennifer.
–Espero que estés aquí por asuntos profesionales.
–Estoy aquí porque somos amigos y quiero saber cómo estás.
–Ahorrate el drama y mejor ve a hacer tu trabajo.
–Maggie, estás molesta y lo sé, pero nos conocemos desde la escuela, no puedes decirme eso.
–¡¿Y qué quieres que te diga cuando me han visto la cara de estúpida?!
–Yo no lo sabía tienes que creerme, estaba tan sorprendido como tú.
–No me digas –me crucé de brazos –. Osea que Sean no te había contado nada.
–Me crees capaz de saber algo que te haría daño –señaló –. Creo que nos conocemos lo suficiente para que lo sepas muy bien, Maggie.
Solté un suspiro cuando dijo esas palabras, por loco que parezca creo que tiene razón, él y yo éramos muy unidos incluso cuando Sean aparecía con alguna novia, Richard sabía lo enamorada que estaba de él y me escuchó todos esos días, me animaba con salidas a algún lugar, no lo creo capaz de saber algo así y no decirlo o al menos intentarlo.
–Lo siento mucho, Richard –murmuré –. Es solo que aún me siento mal y ahora mismo desconfío de todos, no eres solo tú.
–Está bien. –Permití que se acercará y tomará mis manos. – Si estás segura con lo del divorcio te voy a apoyar.
–Ya no confío más en él, no sé ni cuanto tiempo me vio la cara de estúpida y no quiero saberlo, yo le dí todo y él me paga de está manera, ese matrimonio fue un error desde el principio, estoy segura del divorcio.
–Entonces lo haré, buscaré la forma de beneficiarte, tener una buena parte para que puedas vivir bien.
–No es necesario –respondí –. Nos casamos por bienes separados, así que solo tienes que tramitar el divorcio, el lunes iré a ver la empresa y sus cuentas, no he decidido que voy a hacer con la parte que me corresponde, pero no quiero ninguna mala jugada, si fue capaz de engañarme, lo creo capaz de todo.
–Bien, trataré de tener todo arreglado lo antes posible –aseguró –. Es tonto, pero no quiero dejarte así.
–Estoy bien, solo necesito que hagas esto por mí.
–¿Segura? Podemos ir a cenar a aquel restaurante que tanto te gusta.
–Mejor no, pero gracias por la invitación.
Siempre me quiere animar, ellos en ocasiones peleaban porque Sean se iba de viaje y me dejaba sola, al principio me llevaba, pero casi no tenía tiempo para mí porque se mantenía en reuniones, así que después de un par de veces me quedé en casa y él era quien salía. Lo hice para que no se sintiera culpable por dejarme en un hotel todo el día, no para que se acostará con esa mujer.
Richard se fue y yo regresé al lago.
–¿Qué pasó? ¿Estás bien? –preguntó Dewey.
–Si –murmuré –. Lo lamento, pero no me siento con muchos ánimos de seguir aquí, ustedes pueden divertirse, estaré en mi habitación.
Regresé a la casa, me fui a dar una ducha antes de lanzarme a mi cama, estaba demasiado triste, después de tres años se había acabado, siempre creí que Sean y yo viviríamos el felices por siempre, pero no fue así y eso me dolía mucho.
Se escuchó el sonido de la puerta y pedí que pasaran, Dewey y Madeleine entraron, me limpie las lágrimas levantándome de la cama, me sentí avergonzada que me vieran de esa forma.–Lo siento, chicos.–No tienes nada de qué disculparte –comentó Dewey.–Si, Maggie –continuo Madeleine –. Además, creo saber lo que sucede.–¿Qué sucede?–Lo que sucede, es que no has vivido una ruptura como se debe. Dewey abrió la mochila que había colocado en suelo, no me había dado cuenta que la traía, sacó varias botellas de licor y por supuesto muchas cervezas, los miré a ambos bastante confundida.–No sabíamos qué es lo que te gusta así que trajimos de todo –mencionó –. Escoge lo que quieras.–¿Qué significa esto? –sonreí.–Pues está noche vamos a emborracharnos.–¡Y jugar videojuegos! –exclamó Dewey.–No vamos a jugar videojuegos, idiota –escupió Madeleine –. Vamos a ver una estúpida película triste en la televisión y vas a llorar todo lo que quieras.–No –murmuró Dewey al levantarse –. Mejor estaré j
Me detuve frente al edificio de la empresa, mi padre había construido este imperio con su astucia, él se encargaba de negocios internacionales, mediadores comprando empresas extranjeras, cerrando tratos que nos beneficiaban a todos y al final las vendía a otras empresas, un negocio algo tramposo, pero el dinero que dejaba era inmenso. Siempre tuvimos una buena vida, nunca nos faltó nada, ni siquiera el cariño de nuestros padres porque mamá estaba en casa todo el tiempo haciéndose cargo de nosotros, había sirvientes para cocinar y los aseos de la casa, el personal era tanto que no podíamos saber el nombre de todos incluso de las otras casas que tenía, pero la favorita de papá era la casa del lago por eso luche por ella. Richard estaba esperándome cerca del ascensor, quería hacer esto rápido, subimos directo a la oficina de Sean, espero que tenga al menos los documentos para revisarlos.–Creo que debí traer un asesor financiero –mencioné.–Podemos llamar a alguien para que venga, conoz
Casi no había visto a los chicos en varios días, Dewey iba a trabajar a la cafetería y Madeleine se la pasaba practicando con su violín, la audición sería este sábado y estaba muy nerviosa.Al salir del edificio para el estacionamiento me encontré con Sean en el ascensor, me sentí nerviosa por estar cerca de él, tenía su traje y peinado impecable, se veía tan imponente y atractivo como siempre, ese hombre perfecto que ahora en mi mente solo quedaba la fachada.–¿Cómo están las cuentas? –preguntó.–Hay algunas inconsistencias, pero se puede solucionar –respondí.–¿Inconsistencias?–Si, parece que son errores en la redacción, pequeñas confusiones, lo vamos a solucionar.–Jennifer se encarga de eso –mencionó –. Le diré que lo revise.–No es necesario, lo arreglaremos ahí mismo, después de todo sigo teniendo mi derecho en esta empresa.Sean bajó la mirada al suelo, se veía triste.–Nunca vas a perdonarme.–No.–¿Ni siquiera te duele?–Si no me doliera, te perdonaría, ¿No lo crees?Las pue
Fuimos a la audición de Madeleine, fue excelente, el director estaba maravillado por sus melodías, ella preguntó sobre el conservatorio y él complacido le dio los requisitos diciendo que las audiciones serán en cuatro meses, pero que debíamos llenar los requisitos lo más pronto posible. Madeleine se ofreció a darme un curso intensivo de todo lo que sabe del Cello, también podía contratar un instructor, estoy segura que cuando firme el divorcio y consiga a un asesor para administrar mi parte de la empresa podré ir al conservatorio, me sentía algo vieja para eso, pero los chicos me animaron, incluso Madeleine mencionó que cuando ella fue había una mujer de sesenta años aprendiendo, para los sueños no hay edad. Me sentía muy ilusionada a pesar de todas las decepciones que había tenido y hubiera sido posible si no fuera por un pequeño inconveniente. –¡Embarazada! –gritó Madeleine.Yo estaba destrozada, lloraba sin control, no podía creer que esto me estuviera pasando, mi periodo era irre
Sus ojos se abrieron por la sorpresa, vio a todos lados y sonrió nervioso.–¿De mí? –No Sean, es del chófer –rodé los ojos –. Ya te lo dije, es tu problema si crees que es tuyo o no, después de todo no necesito nada…–Espera, espera, es solo que… bueno… me puedes dar un minuto para procesarlo.Me detuve al ver su rostro confundido, acepté esperando en silencio, él movió sus manos nervioso, miro a la mesa, estaba inquieto, no pasó mucho antes de que hablará.–¿Cuánto tiempo tienes? –Tal vez dos meses, no estoy muy segura –contesté –. Llamaré a la doctora Becker para programar una cita lo antes posible –murmuré –. Sé que no querías tener hijos por un tiempo y mucho menos ahora, pero sucedió, no te voy a pedir nada, tampoco…–¡Estás embarazada! –sonrió –. ¡Oh vaya! ¡Qué maravilloso! –Se levantó del asiento y gritó. – ¡Mi esposa está embarazada!Todos alrededor aplaudieron, agradecí súper incómoda, uno de los meseros se acercó a dejarnos un pequeño pastel de chocolate cortesía del resta
Programe mi cita con la doctora Becker, tenía que saber que mi bebé estaba bien y los cuidados que debería tener, con o sin Sean iba a tenerlo, fui sola al consultorio porque Madeleine tenía práctica de violín, Dewey tenía que trabajar y no quería interrumpir su rutina, estaba esperando a que me llamarán cuando la puerta se abrió y casi quedé en shock cuando ví a Sean entrar. –Me retrasé –tomó lugar a mi lado y besó mi mejilla –. Había un poco de tráfico, lo lamento.–¿Qué haces aquí?–Es el día de la cita, no me lo voy a perder. Estaba a punto de reclamarle cuando me llamaron, solté un suspiro, me levanté y ambos caminamos hacía el consultorio. La doctora nos saludo muy alegre, ella siempre había sido mi ginecologa incluso cuando vine por los anticonceptivos hace un par de años, me atendió muy amable haciendo unas preguntas, Sean tuvo la sensatez de quedarse en silencio la mayor parte del tiempo, me emocioné demasiado cuando escuché los latidos de su corazoncito, estaba tan feliz,
Hablé con Madeleine y Dewey, se limitaron a decir que era mi casa, mi decisión, que ellos podían irse, yo les pedí que no, me agradaba tenerlos aquí y estar a solas con Sean era peligroso, terminaría cediendo a todo lo que él me pidiera, ya no quería esa vida y mucho menos con un bebé en camino.Sean apareció con varias maletas el fin de semana, lo guíe a la habitación que la empleada había preparado, Madeleine estaba tocando el violín y Dewey había ido a su turno en la cafetería.–Acá tendrás todo lo necesario y ya conoces la casa.–¿Dónde te quedas?–Cruzando el pasillo, en la habitación principal –mencioné –. Cierro la puerta con llave, si necesitas algo puedes ir tú mismo o tocar.–Tienes miedo que entre a tu habitación en la noche –sonrió.–No lo harás si quieres estar aquí.Era un tipo de coqueteo de su parte y no se lo iba a permitir, ahora quiere hacerse el buen esposo, pero no lo pensó cuando se acostó con esa mujer. –La chica toca muy bien –señaló. El violín se escuchaba p
–¡Maggie! No sabes como he estado preocupado por ti todos estos días. –Lo siento, Richard –respondí –. No he estado con mucho ánimo. –¿Quieres ir a patinar este sábado? Sería fabuloso viajar.–Me gustaría –lo interrumpí –. Pero tengo que ir a una fiesta en el club esté sábado. –A tí no te gustan esas fiestas, recuerdas que siempre te dije que podía ir contigo. Era verdad, Richard pasaba tiempo conmigo y cuando Sean comenzó a trabajar demasiado propuso acompañarme a esas fiestas, pero yo no quería ir, no me gustaba relacionarme con ellos.–Iré con Sean –confesé avergonzada. –¿Lo perdonaste?–No – respondí de inmediato –. Pospondremos el divorcio unos meses…–Justo lo que Sean quiere –mencionó –. Maggie, te vi ese día cuando entramos a su oficina y lo viste con Jennifer, es mi amigo, pero no sabe valorarte.–Estoy embarazada, Richard –solté. Se quedó en silencio cuando solté mi confesión, seguramente estará decepcionado de mí, no era posible que justo cuando estaba decidida esto m