Capítulo 4

La casa se sintió muy alegre con ellos, Dewey intentó instalar la consola que trae, pero casi incendia la casa, creo que es demasiado vieja, compre una por internet que llegó en un par de horas, solo compré la más costosa sin tener idea, pero cuando llegó Dewey pareció como un niño al recibir un regalo de Navidad, después de almuerzo Madeleine propuso ir al lago.

–No puedo creer que te ibas a quedar en nuestro departamento y tienes esta casa.

–En realidad, había olvidado por completo está casa –respondí –. Solía pasar los veranos con mi familia aquí –sonreí –. Mi hermana y yo montamos un columpio por allá y nos lanzábamos al lago.

–Siempre has sido rica. 

–Mi padre tiene una empresa multimillonaria –generalicé –. El abuelo la comenzó y él continuó con su legado, a pesar de que tenía mucho trabajo siempre nos dedicaba tiempo. 

Me sentí un poco triste porque no había ido a la tumba de papá desde que murió, nunca entendí muchas de sus acciones y ahora menos con casarme con Sean, solo tenía que hacer un convenio con ellos sin llegar a esos extremos, tal vez con el tiempo lo hubiera olvidado y me hubiera enamorado de alguien más, no estaría pasando esto, aunque Dewey y Madeleine me están acompañando aún me duele. 

Nina apareció con unos bocadillos. 

–Mi niña, Richard está aquí –me indicó. 

–Muchas gracias, ahora voy. 

–¿Tu ex lo envío? –dudó Madeleine.

–No –respondí –. Es mi amigo y abogado, seguramente está aquí porque lo llame para que comenzará el trámite del divorcio –explique –. Ahora vuelvo.

Me coloque mi bata para cubrir mi traje baño y regrese a la casa, Richard estaba esperando en la sala. 

–Hola Richard. 

–Maggie. – Se acercó a abrazarme, pero retrocedí, estaba molesta con él, seguramente sabía de Sean y Jennifer. 

–Espero que estés aquí por asuntos profesionales.

–Estoy aquí porque somos amigos y quiero saber cómo estás.

–Ahorrate el drama y mejor ve a hacer tu trabajo. 

–Maggie, estás molesta y lo sé, pero nos conocemos desde la escuela, no puedes decirme eso. 

–¡¿Y qué quieres que te diga cuando me han visto la cara de estúpida?!

–Yo no lo sabía tienes que creerme, estaba tan sorprendido como tú.

–No me digas –me crucé de brazos –. Osea que Sean no te había contado nada.

–Me crees capaz de saber algo que te haría daño –señaló –. Creo que nos conocemos lo suficiente para que lo sepas muy bien, Maggie.

Solté un suspiro cuando dijo esas palabras, por loco que parezca creo que tiene razón, él y yo éramos muy unidos incluso cuando Sean aparecía con alguna novia, Richard sabía lo enamorada que estaba de él y me escuchó todos esos días, me animaba con salidas a algún lugar, no lo creo capaz de saber algo así y no decirlo o al menos intentarlo. 

–Lo siento mucho, Richard –murmuré –. Es solo que aún me siento mal y ahora mismo desconfío de todos, no eres solo tú. 

–Está bien. –Permití que se acercará y tomará mis manos. – Si estás segura con lo del divorcio te voy a apoyar. 

–Ya no confío más en él, no sé ni cuanto tiempo me vio la cara de estúpida y no quiero saberlo, yo le dí todo y él me paga de está manera, ese matrimonio fue un error desde el principio, estoy segura del divorcio. 

–Entonces lo haré, buscaré la forma de beneficiarte, tener una buena parte para que puedas vivir bien.

–No es necesario –respondí –. Nos casamos por bienes separados, así que solo tienes que tramitar el divorcio, el lunes iré a ver la empresa y sus cuentas, no he decidido que voy a hacer con la parte que me corresponde, pero no quiero ninguna mala jugada, si fue capaz de engañarme, lo creo capaz de todo.

–Bien, trataré de tener todo arreglado lo antes posible –aseguró –. Es tonto, pero no quiero dejarte así.

–Estoy bien, solo necesito que hagas esto por mí. 

–¿Segura? Podemos ir a cenar a aquel restaurante que tanto te gusta. 

–Mejor no, pero gracias por la invitación. 

Siempre me quiere animar, ellos en ocasiones peleaban porque Sean se iba de viaje y me dejaba sola, al principio me llevaba, pero casi no tenía tiempo para mí porque se mantenía en reuniones, así que después de un par de veces me quedé en casa y él era quien salía. Lo hice para que no se sintiera culpable por dejarme en un hotel todo el día, no para que se acostará con esa mujer. 

Richard se fue y yo regresé al lago.

–¿Qué pasó? ¿Estás bien? –preguntó Dewey. 

–Si –murmuré –. Lo lamento, pero no me siento con muchos ánimos de seguir aquí, ustedes pueden divertirse, estaré en mi habitación.

Regresé a la casa, me fui a dar una ducha antes de lanzarme a mi cama, estaba demasiado triste, después de tres años se había acabado, siempre creí que Sean y yo viviríamos el felices por siempre, pero no fue así y eso me dolía mucho.

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