Capítulo 8

Fuimos a la audición de Madeleine, fue excelente, el director estaba maravillado por sus melodías, ella preguntó sobre el conservatorio y él complacido le dio los requisitos diciendo que las audiciones serán en cuatro meses, pero que debíamos llenar los requisitos lo más pronto posible. Madeleine se ofreció a darme un curso intensivo de todo lo que sabe del Cello, también podía contratar un instructor, estoy segura que cuando firme el divorcio y consiga a un asesor para administrar mi parte de la empresa podré ir al conservatorio, me sentía algo vieja para eso, pero los chicos me animaron, incluso Madeleine mencionó que cuando ella fue había una mujer de sesenta años aprendiendo, para los sueños no hay edad. Me sentía muy ilusionada a pesar de todas las decepciones que había tenido y hubiera sido posible si no fuera por un pequeño inconveniente. 

–¡Embarazada! –gritó Madeleine.

Yo estaba destrozada, lloraba sin control, no podía creer que esto me estuviera pasando, mi periodo era irregular, pero estaba segura que me había cuidado porque Sean no quería tener hijos y justo cuando nos vamos a divorciar resulté embarazada, me enteré por los exámenes médicos que dejaron en el conservatorio.

–Tranquila, Maggie. –Dewey intentó consolarme. – No es el fin del mundo, estamos contigo y tienes dinero, ese bebe será muy afortunado.

– ¿Cómo no pudiste darte cuenta? –reclamó Madeleine.

–Me sentía un poco mal hace unos días, pero creí que era la tristeza por separarme de Sean –sollocé –. No sé que voy a hacer. 

–Puedes salir del país y vivir en otra parte. 

–Mi dinero está aquí –expresé –. Los negocios de papá, mi vida, mi casa, no me quiero ir. 

–Entonces si se entera dile que es de otro.

–No puedo –mencioné –. El contrato de nuestros padres dice que con la infidelidad dentro del matrimonio dejará los bienes a la parte afectada, además, Sean no me creerá y seguro pedirá una prueba de ADN y peleará a mi bebé hasta que sea suyo.

–Tienes que decirle –murmuró Dewey.

–¡Qué tonterías dices, hermano!

–Si yo tuviera un hijo con alguien, me gustaría saberlo aunque no estemos juntos quisiera conocerlo y convivir con él. 

–No quiero hacerlo –sollocé. 

–Vamos Maggie –me animó –. Eres una mujer fuerte, hazlo bien y demuestrale que eres mejor.

Las palabras de Dewey me hicieron sentir mejor, tiene razón, no voy a huir o a esconderlo, el bebé no tiene la culpa de nada y merece conocer a su padre, si él lo quiere, porque será decisión de Sean si lo acepta.

Por la tarde tomé el auto y fui a la casa, las chicas me dijeron que no se había quedado ahí, recordé el Penthouse en el centro de la ciudad, al estar cerca sentí algo extraño, no me pareció correcto llegar solo así después de discutir toda esta semana, di la vuelta en un restaurante y desde ahí le llamé.

–¿Maggie?

–Si, soy yo –hablé –. Estoy en el restaurante a la vuelta del Penthouse, quiero hablar contigo y creí que… 

–Voy para allá.

Corté la llamada y espere, eso fue rápido, me hizo pensar que tal vez estoy siendo demasiado dura con él y podemos llevar una mejor relación, no una donde volvamos a estar juntos, pero al menos dejar de discutir por el bien del bebé.

En menos de cinco minutos apareció, estaba muy nerviosa , pero ya le había llamado y no puedo arrepentirme, un bebé no es algo que se pueda esconder por siempre y luego no quiero que me reclamé por nada o se vuelva un juicio.

El camarero llegó y yo solo pedí un té, Sean pidió un Whisky.

–¿Quieres algo de comer? –dudó.

–Mejor no.

–Si querías que nos viéramos podíamos ir a cenar.

–Eso es algo que se hace cuando se está casado, no cuando nos vamos a divorciar.

–Debí llevarte a algún lugar antes, lo lamento.– Sean bajó la mirada, eso me hizo sentir horrible, pero no era mentira, casi siempre me tenía que encargar de la comida en casa, no salíamos porque siempre estaba cansado y yo le servía complacida cada vez que llegaba, también era mi culpa, nunca se lo pedí. No pensé que sería algo que necesitaramos, cenábamos hablando un poco y luego íbamos a la habitación a hacer el amor, siempre me sentí bien así.

–También fue mi culpa –mencioné –. Pero no estoy aquí por eso, quería decirte algo, no necesito nada, pero quiero que estés enterado.

–¿Qué pasa?

–Sean, estoy embarazada.

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