Capítulo 7

Casi no había visto a los chicos en varios días, Dewey iba a trabajar a la cafetería y Madeleine se la pasaba practicando con su violín, la audición sería este sábado y estaba muy nerviosa.

Al salir del edificio para el estacionamiento me encontré con Sean en el ascensor, me sentí nerviosa por estar cerca de él, tenía su traje y peinado impecable, se veía tan imponente y atractivo como siempre, ese hombre perfecto que ahora en mi mente solo quedaba la fachada.

–¿Cómo están las cuentas? –preguntó.

–Hay algunas inconsistencias, pero se puede solucionar –respondí.

–¿Inconsistencias?

–Si, parece que son errores en la redacción, pequeñas confusiones, lo vamos a solucionar.

–Jennifer se encarga de eso –mencionó –. Le diré que lo revise.

–No es necesario, lo arreglaremos ahí mismo, después de todo sigo teniendo mi derecho en esta empresa.

Sean bajó la mirada al suelo, se veía triste.

–Nunca vas a perdonarme.

–No.

–¿Ni siquiera te duele?

–Si no me doliera, te perdonaría, ¿No lo crees?

Las puertas del ascensor se abrieron y salimos al estacionamiento.

–Si, se nota que te duele –escupió–. Con eso de que te la has pasado muy bien con esos chicos que apenas conoces.

–¿Disculpa?

–No te hagas la ofendida, que hasta te emborrachaste con ellos, ahora eres así –comentó –. Vas a ir a fiestas y tomar licor con tus nuevos amigos, por eso quieres el divorcio, para ver si te follas a ese chico.

–No te humilles tú solo, Sean –murmuré –. Soy mejor que tú.

Me di la vuelta para subir a mi auto con el corazón en la mano, no puedo creer que me haya dicho esas cosas tan hirientes, me cree capaz de todo eso y lo peor de todo es que sabía quienes le habían informado de todo.

Al llegar a casa escuché la melodía del violín de Madeleine y fui directo hacia ella, estaba en su habitación tocando hacia la ventana, fui a su cama y me acomode, ella siguió tocando, cerré los ojos disfrutando de ese momento, el dolor de cabeza disminuyó y sentí tranquilidad. Unos minutos después se detuvo. 

–Día difícil.

–Más de lo que crees.

–Me imagino si tienes que ver a tu ex.

–Todo lo que hace es mencionar a esa mujer –comenté –. Ella está ahí con él todo el día y justo cuando lo veo salir, le mencioné unas inconsistencias de algunos documentos y ¡Zaz! Jennifer se encarga de eso. 

–¿Inconsistencias? ¿Cómo robar dinero?

–No, son errores de lógica, por ejemplo el documento dice un par de guantes y el precio, pero en la orden dice dos pares de guantes, no es lógico, sería un par de guantes o dos guantes. 

–Tienes una empresa muy emocionante –se burló –. Mejor sigo practicando y te relajas.

–A veces quisiera ser como ustedes y seguir mis sueños.

–¿Qué quisieras hacer? –dudó deteniendo el sonido de nuevo.

–No lo sé –murmuré –. Siempre me gustó el cello, quería tocarlo cuando era niña, pero papá no me dejó porque las posiciones eran muy ‘masculinas’ así que terminé en clases de piano. 

–El hombre con quien haré la audición también es miembro de la escuela de música, tal vez pueda darte alguna referencia y yo puedo tocarlo, no es mi fuerte, pero si conseguimos uno puedo enseñarte algunas melodías.

–¿En serio? 

–Sí.

Vaya, me hace ilusión poder al menos hacer una melodía, después de todo no había sido una pésima semana.

–Por cierto, quería avisarte que a partir de mañana deberemos cocinar y ayudar con hacer algunas cosas en la casa. 

–¿Pasó algo con Nina? 

–Los señores Martínez ya no estarán más en la casa, he decidido darles una buena indemnización, contrataré a alguien con el aseo de la casa, pero solo será por un determinado tiempo en el día, lo demás lo tendremos que hacer nosotros.

–Yo te puedo ayudar con el aseo de la casa y la comida, es lo menos que puedo hacer después de que nos tienes viviendo aquí y no hemos pagado nada. 

–Está bien, la casa es muy grande, contrataré a alguien para el aseo, lo demás lo haremos entre todos.

–Yo haré la comida –sonrió antes de continuar tocando su violín. 

Por la noche cuando tenía todo listo, les hable a los señores Martínez con la ayuda de Richard, les compré una pequeña casa en otra ciudad muy cómoda y apta para sus necesidades, además de darles una buena cantidad de dinero que se les daría mensual en el banco para mantenerse el resto de su vida. Nina lloró, casi me suplicó que quería quedarse, pero no se lo iba a permitir, no les iba a reprochar o a preguntar quién había ido con el chisme a Sean porque me sentía traicionada, los señores Martínez habían trabajado en la casa toda su vida, criaron a sus hijos aquí, mi padre los ayudó a entrar a las mejores escuelas incluso yo ayude a su hija con algunas de sus clases y ahora resulta que están del lado de Sean, he tenido suficientes traiciones y ya no iba a dejar que nadie me mandará, yo era la única que podía tomar las decisiones de mi vida de ahora en adelante.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo