Casi no había visto a los chicos en varios días, Dewey iba a trabajar a la cafetería y Madeleine se la pasaba practicando con su violín, la audición sería este sábado y estaba muy nerviosa.
Al salir del edificio para el estacionamiento me encontré con Sean en el ascensor, me sentí nerviosa por estar cerca de él, tenía su traje y peinado impecable, se veía tan imponente y atractivo como siempre, ese hombre perfecto que ahora en mi mente solo quedaba la fachada.
–¿Cómo están las cuentas? –preguntó.
–Hay algunas inconsistencias, pero se puede solucionar –respondí.
–¿Inconsistencias?
–Si, parece que son errores en la redacción, pequeñas confusiones, lo vamos a solucionar.
–Jennifer se encarga de eso –mencionó –. Le diré que lo revise.
–No es necesario, lo arreglaremos ahí mismo, después de todo sigo teniendo mi derecho en esta empresa.
Sean bajó la mirada al suelo, se veía triste.
–Nunca vas a perdonarme.
–No.
–¿Ni siquiera te duele?
–Si no me doliera, te perdonaría, ¿No lo crees?
Las puertas del ascensor se abrieron y salimos al estacionamiento.
–Si, se nota que te duele –escupió–. Con eso de que te la has pasado muy bien con esos chicos que apenas conoces.
–¿Disculpa?
–No te hagas la ofendida, que hasta te emborrachaste con ellos, ahora eres así –comentó –. Vas a ir a fiestas y tomar licor con tus nuevos amigos, por eso quieres el divorcio, para ver si te follas a ese chico.
–No te humilles tú solo, Sean –murmuré –. Soy mejor que tú.
Me di la vuelta para subir a mi auto con el corazón en la mano, no puedo creer que me haya dicho esas cosas tan hirientes, me cree capaz de todo eso y lo peor de todo es que sabía quienes le habían informado de todo.
Al llegar a casa escuché la melodía del violín de Madeleine y fui directo hacia ella, estaba en su habitación tocando hacia la ventana, fui a su cama y me acomode, ella siguió tocando, cerré los ojos disfrutando de ese momento, el dolor de cabeza disminuyó y sentí tranquilidad. Unos minutos después se detuvo.
–Día difícil.
–Más de lo que crees.
–Me imagino si tienes que ver a tu ex.
–Todo lo que hace es mencionar a esa mujer –comenté –. Ella está ahí con él todo el día y justo cuando lo veo salir, le mencioné unas inconsistencias de algunos documentos y ¡Zaz! Jennifer se encarga de eso.
–¿Inconsistencias? ¿Cómo robar dinero?
–No, son errores de lógica, por ejemplo el documento dice un par de guantes y el precio, pero en la orden dice dos pares de guantes, no es lógico, sería un par de guantes o dos guantes.
–Tienes una empresa muy emocionante –se burló –. Mejor sigo practicando y te relajas.
–A veces quisiera ser como ustedes y seguir mis sueños.
–¿Qué quisieras hacer? –dudó deteniendo el sonido de nuevo.
–No lo sé –murmuré –. Siempre me gustó el cello, quería tocarlo cuando era niña, pero papá no me dejó porque las posiciones eran muy ‘masculinas’ así que terminé en clases de piano.
–El hombre con quien haré la audición también es miembro de la escuela de música, tal vez pueda darte alguna referencia y yo puedo tocarlo, no es mi fuerte, pero si conseguimos uno puedo enseñarte algunas melodías.
–¿En serio?
–Sí.
Vaya, me hace ilusión poder al menos hacer una melodía, después de todo no había sido una pésima semana.
–Por cierto, quería avisarte que a partir de mañana deberemos cocinar y ayudar con hacer algunas cosas en la casa.
–¿Pasó algo con Nina?
–Los señores Martínez ya no estarán más en la casa, he decidido darles una buena indemnización, contrataré a alguien con el aseo de la casa, pero solo será por un determinado tiempo en el día, lo demás lo tendremos que hacer nosotros.
–Yo te puedo ayudar con el aseo de la casa y la comida, es lo menos que puedo hacer después de que nos tienes viviendo aquí y no hemos pagado nada.
–Está bien, la casa es muy grande, contrataré a alguien para el aseo, lo demás lo haremos entre todos.
–Yo haré la comida –sonrió antes de continuar tocando su violín.
Por la noche cuando tenía todo listo, les hable a los señores Martínez con la ayuda de Richard, les compré una pequeña casa en otra ciudad muy cómoda y apta para sus necesidades, además de darles una buena cantidad de dinero que se les daría mensual en el banco para mantenerse el resto de su vida. Nina lloró, casi me suplicó que quería quedarse, pero no se lo iba a permitir, no les iba a reprochar o a preguntar quién había ido con el chisme a Sean porque me sentía traicionada, los señores Martínez habían trabajado en la casa toda su vida, criaron a sus hijos aquí, mi padre los ayudó a entrar a las mejores escuelas incluso yo ayude a su hija con algunas de sus clases y ahora resulta que están del lado de Sean, he tenido suficientes traiciones y ya no iba a dejar que nadie me mandará, yo era la única que podía tomar las decisiones de mi vida de ahora en adelante.
Fuimos a la audición de Madeleine, fue excelente, el director estaba maravillado por sus melodías, ella preguntó sobre el conservatorio y él complacido le dio los requisitos diciendo que las audiciones serán en cuatro meses, pero que debíamos llenar los requisitos lo más pronto posible. Madeleine se ofreció a darme un curso intensivo de todo lo que sabe del Cello, también podía contratar un instructor, estoy segura que cuando firme el divorcio y consiga a un asesor para administrar mi parte de la empresa podré ir al conservatorio, me sentía algo vieja para eso, pero los chicos me animaron, incluso Madeleine mencionó que cuando ella fue había una mujer de sesenta años aprendiendo, para los sueños no hay edad. Me sentía muy ilusionada a pesar de todas las decepciones que había tenido y hubiera sido posible si no fuera por un pequeño inconveniente. –¡Embarazada! –gritó Madeleine.Yo estaba destrozada, lloraba sin control, no podía creer que esto me estuviera pasando, mi periodo era irre
Sus ojos se abrieron por la sorpresa, vio a todos lados y sonrió nervioso.–¿De mí? –No Sean, es del chófer –rodé los ojos –. Ya te lo dije, es tu problema si crees que es tuyo o no, después de todo no necesito nada…–Espera, espera, es solo que… bueno… me puedes dar un minuto para procesarlo.Me detuve al ver su rostro confundido, acepté esperando en silencio, él movió sus manos nervioso, miro a la mesa, estaba inquieto, no pasó mucho antes de que hablará.–¿Cuánto tiempo tienes? –Tal vez dos meses, no estoy muy segura –contesté –. Llamaré a la doctora Becker para programar una cita lo antes posible –murmuré –. Sé que no querías tener hijos por un tiempo y mucho menos ahora, pero sucedió, no te voy a pedir nada, tampoco…–¡Estás embarazada! –sonrió –. ¡Oh vaya! ¡Qué maravilloso! –Se levantó del asiento y gritó. – ¡Mi esposa está embarazada!Todos alrededor aplaudieron, agradecí súper incómoda, uno de los meseros se acercó a dejarnos un pequeño pastel de chocolate cortesía del resta
Programe mi cita con la doctora Becker, tenía que saber que mi bebé estaba bien y los cuidados que debería tener, con o sin Sean iba a tenerlo, fui sola al consultorio porque Madeleine tenía práctica de violín, Dewey tenía que trabajar y no quería interrumpir su rutina, estaba esperando a que me llamarán cuando la puerta se abrió y casi quedé en shock cuando ví a Sean entrar. –Me retrasé –tomó lugar a mi lado y besó mi mejilla –. Había un poco de tráfico, lo lamento.–¿Qué haces aquí?–Es el día de la cita, no me lo voy a perder. Estaba a punto de reclamarle cuando me llamaron, solté un suspiro, me levanté y ambos caminamos hacía el consultorio. La doctora nos saludo muy alegre, ella siempre había sido mi ginecologa incluso cuando vine por los anticonceptivos hace un par de años, me atendió muy amable haciendo unas preguntas, Sean tuvo la sensatez de quedarse en silencio la mayor parte del tiempo, me emocioné demasiado cuando escuché los latidos de su corazoncito, estaba tan feliz,
Hablé con Madeleine y Dewey, se limitaron a decir que era mi casa, mi decisión, que ellos podían irse, yo les pedí que no, me agradaba tenerlos aquí y estar a solas con Sean era peligroso, terminaría cediendo a todo lo que él me pidiera, ya no quería esa vida y mucho menos con un bebé en camino.Sean apareció con varias maletas el fin de semana, lo guíe a la habitación que la empleada había preparado, Madeleine estaba tocando el violín y Dewey había ido a su turno en la cafetería.–Acá tendrás todo lo necesario y ya conoces la casa.–¿Dónde te quedas?–Cruzando el pasillo, en la habitación principal –mencioné –. Cierro la puerta con llave, si necesitas algo puedes ir tú mismo o tocar.–Tienes miedo que entre a tu habitación en la noche –sonrió.–No lo harás si quieres estar aquí.Era un tipo de coqueteo de su parte y no se lo iba a permitir, ahora quiere hacerse el buen esposo, pero no lo pensó cuando se acostó con esa mujer. –La chica toca muy bien –señaló. El violín se escuchaba p
–¡Maggie! No sabes como he estado preocupado por ti todos estos días. –Lo siento, Richard –respondí –. No he estado con mucho ánimo. –¿Quieres ir a patinar este sábado? Sería fabuloso viajar.–Me gustaría –lo interrumpí –. Pero tengo que ir a una fiesta en el club esté sábado. –A tí no te gustan esas fiestas, recuerdas que siempre te dije que podía ir contigo. Era verdad, Richard pasaba tiempo conmigo y cuando Sean comenzó a trabajar demasiado propuso acompañarme a esas fiestas, pero yo no quería ir, no me gustaba relacionarme con ellos.–Iré con Sean –confesé avergonzada. –¿Lo perdonaste?–No – respondí de inmediato –. Pospondremos el divorcio unos meses…–Justo lo que Sean quiere –mencionó –. Maggie, te vi ese día cuando entramos a su oficina y lo viste con Jennifer, es mi amigo, pero no sabe valorarte.–Estoy embarazada, Richard –solté. Se quedó en silencio cuando solté mi confesión, seguramente estará decepcionado de mí, no era posible que justo cuando estaba decidida esto m
–Vamos a comer –murmuró al separarse. Fuimos a la mesa donde se encontraba Jessia y su esposo.–Felicidades Sean por el embarazo –sonrió Jessia –. Espero que tengan un varón, como nosotros con nuestro primer hijo.Ella miró a su esposo con orgullo, yo solo esperaba a que viniera sano, no me importaba lo que fuera, pero me limité a sonreír.–Yo solo espero que esté saludable y sea feliz –respondió Sean. Lo miré sorprendida nunca había contestado de esa manera, siempre le daba la razón a todos. –Por supuesto –masculló Jessia –. Es lo importante.Después de la comida, Sean mencionó que teníamos planes y pidió disculpas por retirarnos, admito que agradecí que hiciera eso, no sé cuánto tiempo hubiera aguantado a Jessia con sus consejos. –Gracias por sacarme de ahí –mencioné en el auto.–También fue por mí, no aguantaba a Jessia.–Yo tampoco –sonreí.–Li crimi hidritinti is impirtinti –se burló Sean y yo solté una carcajada por su intento de imitación de Jessia.–Y qué tal el… coloca un
–Felicidades es un varón –comentó la doctora. Sean me besó la frente y me sentí incómoda, era uno de esos días que no quería que se me acercará. Nos tocó una cita con la doctora y mencionó que podíamos ver si era niño o niña, Sean estaba desesperado por saber, quería pintar la habitación y seguramente ahora saber que era un niño lo mantendría ocupado un par de días. El chequeo terminó y la doctora nos felicitó, todo iba muy bien, el vientre no había crecido tanto. Regresamos a casa, Dewey estaba en la cafetería y Madeleine tendría un concierto, hablaron algo que sus horarios coincidían y que Madeleine pasaría por Dewey al terminar. –Déjame, yo puedo –escupí cuando Sean intentó ayudarme a salir del auto.–Solo quería ayudarte.–Estoy bien, apenas se ve el embarazo. Me siguió hasta la casa en silencio, yo no lo quería ver y a veces parecía demasiado insistente, tal vez solo era yo. –¿Quieres algo de cenar?–No. –Tienes que comer algo, Maggie.–Voy a comer, pero no ahora, ni contigo
A la mañana siguiente me sentía mejor aunque amanecí un poco hinchada por haber llorado toda la noche, me di una ducha y al bajar Madeleine tenía listo el desayuno. –¿Dónde están Sean y Dewey?–Se fueron a trabajar, cada quien a donde le toque por supuesto –mencionó –. ¿Cómo estás?–Me siento mejor. –Bien, entonces comé.Madeleine no preguntó nada sobre lo que pasó con Sean anoche, yo tampoco le dije, tuve todo el día para pensar, me había gustado estar con Sean otra vez, para que mentir, era el hombre al que amaba y decirle la verdad sobre lo que me pasaba me había ayudado, tal vez podíamos darnos otra oportunidad, por nuestro bebé, hablaría con él cuando regresará. Eso pensé, pero esa noche no regresó, al segundo día llamé a su teléfono, pero fue Francis quien me respondió diciendo que Sean estaba en un viaje de trabajo, que estaba ocupado, ya no insistí, quería darle su espacio como él a mí, eso pensé, pero los días pasaron y Sean no apareció, a la semana apareció Richard, fue e