Ese rayo de luz que se alcanza a colar entre las cortinas de la ventana, solo para recordarme lo pequeño que es mi cuarto ahora. ¿La luz, el sol, ya es de mañana? Ya es tarde.
– ¡Ya es tarde!, Emily, ya es muy tarde!- me levanto con un grito
La cantidad de fuerza que tienen mis pulmones debió sorprender a los vecinos, pero no es mi culpa que estas casitas sean tan chicas.
La puerta de mi habitación se abre de golpe seguida por Emily la única sirvienta que pudo conservar mi padre después de mudarnos aquí ya hace dos años, sus ojos se veían mas abiertos por lo levantada que tiene la cejas
-Tarde? Tarde para que señorita Azhenty?- su pregunta hace que me moleste, no puedo creer que lo olvidara
– Te dije que me despertaras temprano, por que hoy es el día en que pienso visitarlo y aclarar todo- La pupila de mi sirvienta hizo un arco grande como si revisara y buscara en toda la habitación la respuesta, su expresión se fue transformando de la sorpresa a la duda y al por fin entendió a lo que me refería.
– No a dicho lo mismo los últimos 5 días- no pienso dejar que termine su frase – Pero hoy si es el día! El día día! Hoy si, tu no entiendes los sentimientos de una linda damisela como yo, que se entero de golpe que estaba comprometida con el Recaudador del rey - con mis manos me tapo el rostro para darle un toque elegante a mi vida llena de tragedias, no entiendo como llegue a este punto si yo hice todo correctamente .
Emily me mostro la tasa de café que tenia en mano – El señor me espera con su café, se lo entrego y regreso con usted – Aparto mis manos de mi rostro, como una tasa de café va ser prioridad que mi crisis actual.
– No me lo menciones, la culpa de todo esto es de el! que se espere por su café y si le llega frio, se lo merece -
Por fin parece entender mi urgencia, da un paso adentro, deja el café en mi pequeño tocador y cierra la puerta, alcanzo a ver como mi padre da media vuelta al escuchar todo y se dirige a la sala, - Que vestido se va poner?. – comenta mientras abre mi pequeño closet con solo 22 vestidos de los cientos que tenia antes, cada parte de esta casa me hace recordar lo pequeña que es – No se, tengo muy poca ropa- tragedia tras tragedia, la mirada acusadora de la sirvienta, me hace entender que estoy en medio de un berrinche.
- El azul es el mas nuevo que tiene, casi no lo a usado y es perfecto para el día de hoy, parece que va hacer calor-
No puedo negar que es buena idea, a pesar de no ser el vestido mas glamoroso, queda perfecto y da un toque veraniego – Confiare en ti, eres la única que me entiende, ayúdame a ponérmelo –
-Señorita Azhenty, sigue perdiendo peso, el vestido le queda muy grande, esta comiendo bien?… es posible que este mas blanca que antes? Si sale para que le pegue el sol? – Todas esas preguntas calan como agujas, ella vive aquí con nosotros, obviamente sabe lo que hago y no hago, esas palabras son su manera de mencionar que estoy haciendo las cosas mal, no puedo culparla, pero tampoco me puedo culpar, de ser la hija del General Maxcelo D’loforto que fue parte del comité real, encargado del Establo III, con mas de 3 centurias de caballeros de primera división a su cargo, tener mas de 20 sirvientas y solo quedarnos contigo, en esta pequeña casa de 4 cuartos.
Los ojos se me cristalizan por tanta lagrimas que guardan, necesito interrumpir este sentimiento.
-Pásame el cepillo- por el reflejo del espejo veo como Emily entre lasa los dedos -Puedo peinarla yo? – Apenas logre escucharla, siempre es muy expresiva al hablar, pero entendí bien, ella lleva una pañoleta que le cubre casi toda la cabeza ocultando el poco cabello que le queda, recuerdo que mi padre comento que ella es la única sirvienta que le costaría encontrar trabajo por su poco cabello, daba la impresión de estar enferma, y fue la única sirvienta que trajo de la mansión en el Establo III – claro, y colócame un moño que convine con el vestido–
Ella es muy buena peinando, aparte es sumamente rápida, fácilmente podría tener una estética aquí en esta parte del pueblo… para las pueblerinas - Señorita, tiene que hidratar mas el cabello con los aceites, así lucirá mas su color castaño, no puede descuidarse tanto- Me parece algo cómico que la sirvienta esta regañando a la Señorita de la casa, es por eso que me es difícil mantener la empatía
- Apúrate Emily, pon todo lo necesario en mi bolsa, terminare de maquillarme en el carruaje-
-Quiere que le pida un carruaje?-
-Como que no me pediste un carruaje?- La pregunta le sorprende - Se lo pedí los primeros dos días, no pensé que lo ocuparía hasta el quinto día- Se que Emily es mayor que yo por varios años y no tengo que ser tan respondona, pero quisiera tener un comentario inteligente para responderle – Pide uno rápido y llévate la mi bolsa-
Estoy de nuevo sola en mi habitación, necesito tomar valor para pasar por el umbral de la puerta, bajo la mirada, miro fijamente a mis botas cafés claro rogándoles que se muevan, que me ayuden a dar este paso, nada mas, lo demás lo manejare como siempre manejo todo, con clase y elegancia.
Paso a toda velocidad y elegancia por la casa, -Adiós, padre- le digo desde el pasillo sin detenerme ni darle tiempo de responder, no me gusta estar en esta casa, no me gusta ver a mi padre el sillón de la sala, releyendo las cartas que le manda mi hermano desde la frontera, ese estúpido de mi hermano, una sola cosa se te enseño en toda tu vida y lo haces mal, si no fuera por tu mediocre desempeño en la guerra, mi padre no hubiera tenido que dimitir a su cargo de General y tu no estarías en los bosques pantanosos de Betterlague.
-Le ayudo a subir Señorita Azhenty- me dijo Emily, Al mismo tiempo toma mi mano para facilitarme subir los escalones del carruaje, me entrega mi bolsa -Que tenga buen día, señorita- solo logro asentir con la cabeza, tampoco soy capas de decirle nada al conductor del carruaje que inicia el viaje hacia las puertas del castillo.
Esta mañana esta siendo muy intensa, será así como se sienten los soldados cuando van a iniciar una batalla?, el ruido de la calle siempre suele molestarme por lo concurrida que es, mientras nos acercamos a los a los Establos de los soldados, el bullicio empieza a bajar, la rueda pasa por una piedra haciendo que todo el carruaje salte un poco, y ahí es cuando siento el bolso que me rebota en las piernas – No he terminado de maquillarme!!!- dije eso en voz alta
-Que?- responde el conductor.
No encuentro ese diminuto espejo, tal vez tengo que meter la cabeza dentro de la bolsa para encontrarlo, listo aquí esta, recuerda tus clases de maquillaje, primero repasar mi atuendo, botas altas de color café claro, vestido azul calor liguero con detalles en color crema, cabello recogido hacia atrás con una trenza liguera, sujetada con un moño rojo, perfecto entonces… moño rojo? Esa Emily como se le ocurre ponerme un moño rojo con este conjunto, respira, respira, no hay nada que puedas hacer.
Tengo que maquillarme, tiene que ser algo sutil, solo tapare mis pecas con un poco de rubor, resaltare mis cejas con sombra para enmarcar un poquito la mirada, y un labial sutil que haga dudar a cualquier hombre sobre si es mi color original de labios o no, esto suena fácil, ahora toca hacerlo mientras el carruaje se mueve y tengo un espejo del tamaño de mi mano.
Lo logre y con tiempo de sobra, no por nada era la mejor en mis clases de equitación… extraño a Gatita mi caballo.
No logro superar la nostalgia, siempre estuve entre las mejores en todas las clases que nos impartían, llego a recordar con emoción la fiesta real donde el mismo Rey se fijo en mi y comento que seria una linda nuera, entre mis amigas y enemigas solo se hablo de eso por meses, se refería a que me casara con el segundo príncipe Arahel o con el primer príncipe Alevasto y ser reina del todo el reino de Irongold.
Parece que fue hace muchísimos años que estaba viviendo a faldas del castillo – llegamos señorita- la voz del conductor, la puerta del castillo que se alza tan alta, como hecha por y para gigantes, todo esto era tan común en mi vida y ahora hacen que mi corazón y estomago quiera salirse de mi cuerpo.
Pasarme de un carruaje a otro, el interior del castillo es tan grande que se ocupa moverse en carruaje, conozco bien la ruta hacia el salón donde se hacían los bailes y banquetes reales, pero estos callejones que solo se la pasan girando, me hace pensar que el conductor no sabe a donde va, ver un guardia real en cada esquina también me hace pensar que ya pasamos por aquí un par de veces.
-Buen día guardia, Soy Azhenty D’loforto…- Mi intención es demostrar seguridad pero con esta pausa me hace tartamudear -… vengo a ver a mi prometido, el Señor Cius Foltorer-El guardia que es demasiado ancho como para entrar de frente en una puerta, podría intimidar a cualquiera, pero su mirada cansada con ojeras como si tuviera un sueño acumulado – Claro Señorita D’loforto, mi jefe la esta esperando – su voz baja y suave, logra perder toda intimidación que su tamaño le puede dar, al terminar su frase me indica que puedo pasar con un ademan de su mano, no lleva armas, Donde esta su espada? Es el encargado de la seguridad de mi prometido, también seria el encargado de mi seguridad, porque solo uno? esto no se ve bien.Ahí esta el, parado detrás de un escritorio muy organizado con muchos papeles y tintas, es muy alto y delgado, toda su ropa es negra, la poca luz que entra por la ventana que se encuentra detrás del el no me deja distinguir si esta usando ropa de algún diseñador o de pueb
Ya se a lo que me voy a enfrentar, eso me llena de confianza, me levante temprano enfrente de la puerta del castillo, me veo mas espectacular que ayer, tengo puesto un vestido de color durazno con adornos de color rosa, pelo suelto y ondulado, en una palabra glamorosa. – Buenos días señorita – El guardia estaba esperando que llegara?, no eso no puede ser – El carruaje tardara un poco en llegar por usted- me dice el guardia Todo esto esta muy sospechoso, yo se que el carruaje debe de estar disponible en todo momento para los visitantes que llegan al castillo.Escucho un susurro entre los guardas, no logro entender que dicen, pero esto me da mala espina…El zanahoria fea me va meter al calabozo?... no creo que su corazón sea tan feo como su cara…Un hombre se acerca trotando sin yelmo, acompañado de uno de los guardias que se estaban susurrando – Señorita… - me dice el hombre sin armadura, se detiene en frente de mi, hace una reverencia – tendremos que caminar un poco para llegar al
Solo tuvo que dar unas pocas ordenes y las sirvientas ya tenían todo montado, una pequeña mesa con bocadillos salados y dulces, jugos, te, café y vino, de ahí podría comer toda una familia, ahora lo se porque vivo en el pueblo, antes estaba acostumbrada a merendar así todas las mañanas.El solo verlo me abre el apetito, no suelo comer mucho, por el estrés los días anteriores comí menos de lo normal-Puede preguntarme lo que guste- me dice, pero por primera vez lo veo ligeramente incomodo, tal vez no le guste mucho salir, o le incomoda la silla, no muy apartado de nosotros esta su guardia – El es uno de tus guardias?- Se que la respuesta es obvia, pero me es muy extraño ver a alguien de ese color.-Si así es, uno de ellos- Quiero preguntar como es que llego a ser guardia alguien no nacido en Irongold? Pero me da pena – Y es un hombre libre, se gano su puesto como todos
Intento hacer mis maletas -Ya le dije que el señor Foltorer va a mandar a alguien para lleve todas sus cosas a su nueva casa- me comenta Emily por cuarta vez – No me importa lo que diga, yo tengo que llevarme lo básico –Con una expresión de no estar muy convencida Emily termina de ayudarme para empacar mi pequeña maleta y la intenta cargar– Lo básico? Esta maleta pesa como 20 kg – Hago caso omiso de sus comentarios, entre las dos llevamos la maleta a cuestas por las escaleras.La cara de mi padre solo puedo ser descrita como el nerviosismo en persona, intentando darle cumplimiento a Cius, ahora su yerno, que se encuentra sentado en la sala sujetando su bastón negro con decoraciones doradas, con su única expresión, la cara de pocos amigos.-Estas lista? – se levanta con dificultad de la silla utilizando su bastón – Si, muchas gracias por el tiempo que dedico a esperarme – acompaño ese comentario con una cara de desagrado, no tengo ganas de nada ahorita, igual tengo los ojos hinchados