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Demonios del Desierto

Volví a casa y estaba muerta de hambre, metí los macarrones con queso en el microondas y cogí una corona. ¿Había logrado que J.T ponga sus ojos en mí o aún era demasiado pronto? Almorcé meditando lo que había pasado, el poder que Turner tenía sobre el alcalde me hacía imaginar que tenía a todo el pueblo en su bolsillo. Le pertenecía, la gente lo respetaba y temía. No sería nada fácil ponerlos en su contra, pero el tiempo no era un problema, tenía de sobra, nada más que hacer que planear mi venganza.

Bajé a la ferretería a comprar algunas cosas que necesitaría para comenzar a arreglar el local.

 —Buenas tardes Barnes.

 —Buenas tardes señorita Green. ¿Algún problema con el apartamento?

 —Llámeme Kelly, no, el lugar está perfecto, pero necesito algunas cosas, compré el local de Liberty y Black Water y necesita muchos arreglos.

 —No es un buen lugar para un negocio.

 —Es lo único que puedo costear. Así que tendrá que serlo.

 —¿Usted hará los arreglos?

 —Los que pueda. Necesito ahorrar y el lugar está en ruinas —me entregó las cosas y me fui, las dejé en el auto, mañana comenzaría a hacerlo.

Estaba preparándome la cena cuando sentí unos ruidos en la ventana. Me acerqué silenciosamente a ver qué era, y sonreí al ver a un hermoso gatito amarillo atigrado maullando y frotándose contra la ventana, la abrí.

 —¿Tienes hambre? —él me regaló un maullido. Busqué en las alacenas y encontré una lata de atún, la abrí y la dejé a su lado, no tuvo reparos en comer, lo devoró completo. Luego le puse otro cuenco con agua y dejé la ventana abierta, cuando estuviera listo entraría. Seguí preparando mis espaguetis con salsa y lentamente fue metiéndose dentro, y cuando menos lo esperaba se refregó por mis piernas.

 —De acuerdo, puedes quedarte. Pero necesitas un nombre. Te llamare Tiger —cené y me metí temprano a la cama.

Volví a despertarme agobiada por las pesadillas, la escena se repetía, Sara bailando y J.T asesinándola, esta vez ella caía en mis brazos. ¿Qué tratas de decirme Sara? ¿J.T te asesinó? Necesito que seas más clara hermana. Dame alguna señal, ¿dónde debo buscar? ¿Estoy en el camino correcto?

Esperé unos minutos para recomponerme un poco, sequé mis lágrimas y me metí a la ducha. Luego tomé un café y me fui. Debía comprar un teléfono prepago para poder comunicarme con Brian. Si no tenía noticias mías era capaz de venir a ver qué estaba ocurriendo, y no podía tenerlo por aquí.

Encontré un pequeño local y compré el prepago y le marqué.

 —Brian, soy yo.

 —¡Kelly! Al fin, comenzaba a preocuparme. ¿Cómo te encuentras?

 —Estoy bien y todo marcha bien, no debes preocuparte.

 —¿Llamas de un teléfono seguro?

 —Por supuesto. Solo lo encenderé para hablarte una vez a la semana, así que no intentes llamarme.

 —De acuerdo, ¿Necesitas algo?

 —No, no te preocupes, ¿Josie?

 —Está bien, preocupada, pero le he dicho que tenga fe en ti.

 —Mándale mis cariños, debo dejarte, te hablo la próxima semana. Cuídate.

 —Tú cuídate.

Apenas llegué al local abrí la puerta de par en par, necesitaba airearse. Luego quité el cartón de las ventanas y comencé a vaciar el lugar, los restos de cosas del suelo, viejas sillas, pedazos de vidrios, papeles y demás porquerías. Tuve que llamar un conteiner para poder recoger toda la b****a. A las pocas horas estuvo ahí. Podía ver el frente del MC y la puerta de metal corrediza estaba abierta y se veía movimiento, aunque no llegaba a distinguir del todo de quienes se trataba, distintos autos y motos iban y venían. Tomé la escoba y comencé a barrer el piso, el polvillo rápidamente cubrió casi todo el espacio. No había sido la mejor idea. Tomé un balde con agua y comencé a fregarlo, quise quitar el mostrador, pero era demasiado pesado para mí. Lo pensé por unos segundos, era una buena excusa para cruzarme y buscar a J.T. dejé el lampazo en el suelo y me crucé, al traspasar la puerta pude ver lo inmenso del lugar, al fondo se encontraba el taller, un aparcamiento en medio y en la entrada la casa club. Una mujer rubia con pinta de barby maltratada se acercó velozmente a mí, era joven, se notaba, pero la vida no había sido demasiado generosa con ella, sus ojos azules lucían amargados.

 —¿En qué puedo ayudarte? —preguntó con voz ronca.

 —Busco a J.T ¿Se encuentra? —Snake salió del taller y me miraba con desprecio.

 —Gatita. ¿Qué crees que haces aquí? Este no es lugar para una princesa.

 —Busco a J.T.

 —¿Y qué quieres tú con J.T?

 —¿Acaso eres su secretaria? —rió fuertemente y se acercó más a mí. Al pasar por el lado de la pequeña rubia le dio un azote en el trasero y ella se alejó. Me envaré instintivamente.

 —Alguien debería lavarte esa boca respondona con jabón.

 —Mejor déjala en paz Snake, no queremos que vuelva a patearte el trasero —dijo J.T mientras se sumaba a nuestra disputa de miradas. Éste no dijo una palabra y se marchó.

 —Pero si es mi caballero andante —dije graciosa tratando de aligerar el ambiente tenso que había con Snake.

 —¿Caballero andante? Jamás me han insultado así.

 —No es un insulto, es un halago —se rió claramente de mí, estaba jugando conmigo.

 —Lo sé nena, ¿Has estado limpiando el local?

 —Sí, es un auténtico desastre.

 —Se nota —dijo mientras me quitaba el polvo de la cara.

 —Lo siento. Vine a pedirte ayuda, no pude mover el viejo mostrador, ¿Puedes darme una mano?

 —Claro. Pardo, Vinny, prospecto vengan —los tres se sumaron a nosotros y fuimos al local.

 —¿Ese quieres sacar? —dijo señalando la vieja heladera mostrador.

 —Sí, lo probé y no funciona.

 —¿Puedo?

 —Sí, claro —dio la vuelta al mostrador y lo enchufó este hizo el amague de arrancar, pero no pudo.

 —¿Vinny podrías echarle un ojo?

 —Sí, pareciera ser el motor, quizás podemos arreglarlo. Échenme una mano —entre ellos tres lo sacaron sin problemas.

 —Déjenlo en el taller —ordenó J.T, el jovencito que lo acompañaba lucía de apenas unos pocos 20 años, era flaquito, rubio y con cara de nene.

 —Prospecto saca esas encimeras —el joven obedeció de inmediato y ambos se pusieron a removerlos y luego subir los restos al contenedor.

 —Gracias por la ayuda, no hubiera podido hacerlo sola.

 —No hay problema, ¿Piensas arreglarlo tú?

 —Al menos lo que pueda, tengo que ahorrar dinero, este lugar se cae a pedazos.

 —Snake es contratista, podría darte un presupuesto bajo.

 —¡Ja! Y pediría mi cabeza en forma de pago.

 —Probablemente tengas razón.

 —De todos modos, gracias.

 —Si necesitas algo más, ya sabes dónde encontrarme —dijo mientras se marchaba, su presencia era imponente y realmente intimidaba, además era seductor, guapo y encantador. Lo que hacía bastante difícil mi tarea. Sacudí mi cabeza tratando de borrar las ideas y sensaciones de J.T y me puse a terminar de limpiar el lugar, prontamente llegó la noche, mi estómago rugía con furia y estaba agotada. Me lavé un poco, pero aún había restos de polvo en mí, cerré la puerta y me metí al auto, decidí pasar por la cafetería de Darleane a comer algo al paso y luego volver a casa. Cuando me estaba poniendo el cinturón de seguridad pude ver que había una fiesta en el MC, el humo de la parrilla salía a borbotones, las motos se amontonaron en la entrada y la música de System of a Down sonaba por todos lados. Encendí un cigarrillo y me relajé por un segundo y la puerta del acompañante del auto se abrió y J.T se acomodó en él. Lo miré con ojos de plato. Me había dado un susto de muerte.

 —¿Necesitas qué te lleve a alguna parte?

 —No, vengo a que pagues tus deudas conmigo.

 —De acuerdo, ¿Cuánto te debo?

 —Una cerveza y quizás una buena charla —sonreí ante su propuesta.

 —De acuerdo, pero en otro momento, me veo fatal ahora mismo.

 —Te ves preciosa nena, y deberías saber que nadie me dice que no. Baja —ordenó mientras él se bajaba del coche con mis llaves en su mano. No tenía muchas alternativas. Lo seguí de cerca, pasamos por al lado de una jovencita morocha con mechas rosas en su cabello y un brazo completamente tapado de tatuajes.

 —Shelly lleva a Kelly al baño y dale algo de ropa limpia —la muchacha asintió, me tomó del brazo y me guió hasta dentro del club. El lugar era muy amplio, pisos de madera oscuro, paredes oscuras con grafitis, placas de autos y un muro cubierto de fotografías de los miembros, viejos y jóvenes. Con la leyenda «Salón de la fama». Sonreí ante la ironía, eran todas fotografías de detenciones. Luego había una mesa de pool, un futbolito, unos sillones grandes en cuero negro con mesas hechas de ruedas y vidrios. Una gran barra con sus butacas y tiradores de cerveza en ella, una vitrina llena de alcohol, una rocola vieja, luego una puerta doble con un demonio tallado en ella y el nombre del MC «Demons of the Desert Motorcycle Club Phoenix» luego unas pequeñas puertas vaivén como de salón antiguo del oeste, imaginaba que llevaba a una cocina por lo que se veía. Luego un pasillo con varias puertas y un baño.

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