Me desperté repentinamente, con el corazón acelerado y lágrimas en los ojos. Ese sueño fue muy vívido. Es la primera vez que sueño algo como eso, y sentí que mi cuerpo realmente estaba en otro lugar, todavía en este momento persiste la sensación. Con la respiración agitada aún por la conmoción, me siento al borde de la cama mientras miro la ventana sin observar realmente, estoy intentando repasar mentalmente el sueño que tuve, pero se me van escapando pedazos de información de todo lo visto, y a cada segundo que pasa los detalles se hacen aún más lejanos y no comprendo como algo que me ha impactado tanto se puede desvanecer tan prontamente. Debe ser algún mecanismo del cerebro, ese que hace que olvides lo negativo, lo malo o lo traumático, como modo de defensa. Mi corazón se ha calmado, retomando su ritmo habitual y mi respiración también es ahora regular. Entonces me permito observar la ventana, abandonando la idea de querer recordar mi sueño, porque ya parece definitivo que no voy a lograr recordar más allá de aquella extraña habitación… Siete puertas… Ese ojo…
El sonido de los pájaros cantando me distrae, hace un día fabuloso, el sol de la mañana entra por la ventana calentándome, y puedo escuchar a mi mamá gritando a mi hermano que abra la llave del agua para lavar el carro, hoy va a ser un día soleado, es Domingo, quizás pueda ir a la iglesia con mi familia, hace tiempo que no acudimos juntos, me atrevo a decir que ya ha pasado más de un año. Quizás sea buen momento para retomar la fe.
-¿Tú crees que ir a la iglesia te salvará de nosotros?
-¡Dios mío santísimo!- exclamo asustada mirando de donde proviene la voz, y me levanto rápidamente, ahora lo puedo recordar todo, la despensa, me desmayé, el recuerdo del sueño regresa por completo a mí, esa voz, es la misma de las otras dos ocasiones.
Miro por toda mi habitación y nuevamente no hay nada a la vista, no hay nadie que pudiera estar hablando. Escalofríos recorren mis brazos, pero esta vez no me dejo acobardar. Puede que me sorprendiera pero ya no estoy dispuesta a seguir con este jueguito de escondidas sobrenaturales, si es alguien jugándome una broma, le va a ir muy mal, y si es un espectro o algo parecido siempre puedo correr, o saltar por la ventana, pero no sin antes saber sus intenciones.
-¿Qui… Quién está ahí?- ¡mierda! Mi intento de sonar valiente ha fracasado con creces. Buen momento para que me dé por ser tartamuda.
-¿Nerviosa mi flor?- pregunta con burla aquella voz, puedo sentir un tono bastante condescendiente.
Respiro profundo y tomo valor para enfrentarme a lo que quiera que sea esto. Ya estoy decidida y no voy a dar marcha atrás. Aún no voy a correr, aunque mis piernas tengan un ligero temblor y mis manos estén sudando copiosamente.
-Hice una pregunta, por favor, responde- ¡Dios! Sólo a mí se me ocurre ser amable con un fantasma.
-Yo estoy aquí- responde riéndose aquella voz de barítono, mal parece que soy el chiste del día.
-Ok…
La risa se vuelve brevemente más divertida, esta cosa se está burlando de mí.
-Disculpa mi flor, no quiero causar una mala impresión, no estás haciendo la pregunta correcta.- dice ya con seriedad.
Su repentina seriedad y aparente arrepentimiento me dejan fuera de mi lugar, y en medio de la sorpresa sólo puedo preguntar.
-¿Por qué sólo puedo oírte y no verte?
-Porque yo lo he decidido así.
-¡Dios mío! Ahora es oficial, creo que enloquecí, creo escuchar voces, hablo con ellas, y de paso, me responden.
-No estás enloqueciendo, no aún.
-¿Qué?- esa respuesta me desconcierta.
-No eres muy buena conversadora, por lo que observo, sin embargo en ti hay cosas infinitamente interesantes.
-¿Cosas como qué?- me pateo mentalmente, debería estar tratando de saber con quién estoy hablando, no preguntando cosas que vienen de comentarios sin sentido.
-Cosas, como tus capacidades sensoriales, tu sangre, tu alma, no mucho en realidad.
-¿Mi… mi sa…sangre?- aquel temor se vuelve a instalar en mí, creo que de verdad esta cosa no es buena, y todavía no sé qué es.
-Sí, eso dije, haces que me ponga de los nervios, no sabes mantener una conversación centrada, tenías una pregunta por hacer ¿no es así?
-Sí, sí.- afirmé con cierto nerviosismo.
-¡Pregunta mujer!- dijo con apuro aquella voz- En serio vas haciendo que pierda mi escasa paciencia.- dice con enfado.
-Ok, ok, dame un momento. No sé ni siquiera con quién hablo, si es que no me estoy volviendo loca. ¡Eso! ¡Eso es! Jaja disculpa la torpeza, mi pregunta ¿Quién eres?- digo echa un manojo de nervios.
-Mi nombre es Rafael. Ahora yo deseo saber tu nombre- preguntó con tono educado.
-Ok, Rafael, bien, la voz tiene nombre y se llama Rafael… Extraño… Sí, estoy enloqueciendo, no hay otra explicación para esto- dije más para mí misma, todavía me sentía muy nerviosa, estaba hablando a una habitación vacía, porque aunque escuchaba a mi interlocutor, realmente no veía a nadie, ni sabía de dónde provenía aquella voz.
-De verdad estoy haciendo un esfuerzo y siendo amable, mi flor, por favor no saques mi lado malo a relucir, porque no deseo eso, y cada vez mi paciencia se agota porque no eres capaz de mantener una conversación decente.- se podía sentir el cansancio y aburrimiento en su voz, así como un ligero tono de amenaza.
-Sí, pero ¿cómo más quieres que reaccione? Siento que estoy hablando sola, no veo dónde estás, o qué eres. Es extraño.- admito con vergüenza muy a mi pesar. Lo menos que quería era demostrar más debilidad a esta entidad.
-Hoy no es el día para esta conversación, creo que tu frágil mente no podrá con la verdad aún, así que dime tu nombre para poder irme. No deseo seguir hablando contigo- dijo con impaciencia.
No sé porque pero ese comentario dolió más de lo que pudiera creer, ¿por qué tendría que afectarme que un fantasma no quiera hablar conmigo?
-No soy un fantasma, y no te sientas triste- dijo con seriedad la voz de Rafael.
-¿Qué? Yo no he dicho nada.- dije confundida, ¿ésta cosa leía mis pensamientos?
-Sí, puedo leerlos, pero sólo eso.
-No pues, eso me da mucha calma que sólo puedas leer mis pensamientos y nada más… Como si no hubiese nada más privado que los pensamientos de una persona- refunfuño en voz baja para mí misma.
-Mira…
-No puedo verte- contesto rápidamente, mi nerviosismo se ha ido casi por completo, y ahora lo sustituye la curiosidad. Debo intentar que se muestre y saber a qué me enfrento.
-Escucha entonces, chica lista- dice con sarcasmo- puedo leer tus pensamientos, eso es un hecho, más adelante sabrás el por qué, ahora dime tu nombre. Me debo marchar.- dice con premura.
-Antes, muéstrate- digo con seguridad- merezco saber a quién me enfrento, o qué eres.
-No estás en posición de hacer exigencias, mi flor, ya te dije mi nombre, y ahora debes decirme el tuyo.
-¿Si te digo mi nombre podré verte?- pregunto.
-Ahora no, quizás en la noche- se podía sentir una promesa en su voz.
-Ok, bueno, no tengo otra opción, mi nombre es Luna- dije ya finalmente cediendo. Creo que estaba reteniendo a este Rafael más allá de lo normal.
-Extraño nombre para alguien con tus características…- dijo pensativo.
-¿Qué tiene de extraño?
-Nada que debas saber aún- me cortó- Me verás en la noche.
Y así como así, lo que sea que estaba hablando conmigo desapareció y sólo fui consciente de ello por una ligera brisa al lado de mi escritorio que movió las páginas del libro abierto que allí reposaba. Con que ahí estaba. Siempre estuvo de pie al otro lado de la habitación junto al escritorio y yo no lo noté, pero sí lo escuché. O quizás siempre me estaba volviendo loca.
Mis piernas flaquearon y tuve que sentarme en la cama nuevamente, otra vez mirando a la ventana, mientras pensaba qué había sido todo aquello. Debería programar una cita con la psicólogo de mi mamá, no fuese que de verdad estaba enloqueciendo y todo ha sido producto de mi imaginación.
No quiero imaginar qué me espera el resto del día si apenas este es el comienzo. Miro el reloj de la pared y son las 10:30 a.m. Es tardísimo. No acostumbro nunca levantarme a esta hora, nadie me despertó, y dudo que siquiera escucharan la extraña conversación que se acaba de producir en mi habitación.No entiendo como nadie estuvo pendiente de mí si me desmayé en la despensa, lo mínimo es que se encuentren preocupados por ello.Bajo rápidamente a la cocina y encuentro a mi papá, con un plato de galletas en una mano y en la otra una tasa de algo humeante, seguramente café.-Buenos días, bendición- digo algo apurada.-Buenos días, Dios te bendiga bella durmiente- dice mi papá mientras se sienta en el comedor.-Oye, ¿tú me recogiste en la despensa cuándo me desmayé?-¿Te desmayaste nena?- preg
El mercado local es un hervidero de actividad y comercio constante, aunque los fines de semana es más activo aún, pues la mayoría de familias utilizan los días sábados o domingos libres para abastecerse de alimentos y este es el sitio ideal, pues todo lo puedes comprar acá, y las verduras son más económicas que en un supermercado, gracias a que los productores venden directamente sus cosechas aquí. Es normal ver niños corriendo entre los puestos mientras va detrás algún hermano mayor o madre preocupada por una posible caída.Nos bajamos del auto, y lo primero que veo es un círculo de gente alrededor de dos personas, parece que está sucediendo una pelea o algo por el estilo, me acerco casi hipnotizada y con la curiosidad picándome, y lo noto, se trata de una pareja, no parecen muy viejos, a lo sumo el hombre debe tener unos 30 años y la mujer parece un poco me
-¿Explícame de nuevo por qué él vino con nosotros?- pregunto a mí papá un poco bastante incómoda e incrédula desde el asiento de atrás del carro.Después de salir de la frutería Chamuel se me pegó como una garrapata silenciosa, y al ver a mi papá decidió que era un buen momento para presentarse como un conocido y ¡Oh gran casualidad! Hablar de todos los temas que a mi papá le apasionan, como la política. Era como si hubiese enamorado a mi papá. Y para terminarla de completar básicamente mi existencia había pasado a un segundo plano desde el momento en que empezaron a conversar. Tanto así que actualmente íbamos camino a mi casa y yo iba en el asiento de atrás, como si fuese la mascota que sacaron de paseo.-Porque Shamuel- pronunció con dificultad mi papá- es un muchacho bastante conversador y me ca
Después de ese comentario absurdo mi familia terminó de asumir que Chamuel era una especie de pretendiente, y además de que la idea los tenía a todos supremamente encantados, salvo a Antony y a mí, el almuerzo terminó entre comentarios del amor joven, y lo bonito del primer amor. ¡Puaj! ¡Mátenme! No está en mis planes enamorarme todavía. Todo el rato Chamuel asumió una actitud risueña y de conformismo con todo lo que se decía.Al terminar de almorzar, salí como una bala al patio de enfrente y me senté debajo del árbol que siempre solía acompañarme en momentos de cavilaciones. Al otro lado de la calle jugaban los niños pequeños de los vecinos con una piscina inflable. Me recosté al tronco del árbol y cerré los ojos. Ojalá pudiera saber qué estaba pasando en mi vida. Hoy ha sido un día de locos
Tengo que empezar a esquivar árboles a cada paso, ya que estos son más frecuentes, y sólo cuando diviso a mi izquierda unos troncos caídos huecos me permito disminuir la velocidad y esconderme entre ellos. Estoy consciente de que no puedo correr eternamente, mis pulmones arden y me voy sintiendo mareada, estoy exhausta. Me escondo detrás de los troncos e inmediatamente me arrepiento, pues siento que el tronco tenía pequeñas espinas que aruñan mis brazos y piernas. Intento ignorar el dolor pensando la manera de salir de este lugar con vida. Debería empezar por enterarme dónde estoy.El sitio es frío y la bruma cubre todo, el suelo parece muerto o en estado latente, todo a mí alrededor parece desprovisto de vida, tampoco hay sonidos de animales, el cielo se ve apagado, igualmente brumoso y oscuro como si fuese humo producto de un incendio, pero no hay olor a quemado. Es un sitito desconcertante.
Me despierto tomando aire de pronto, como si reaccionara a una pesadilla, pero no estaba soñando nada. Lo primero que veo son las hojas del árbol de la casa, las reconocería dónde sea, son únicas para mí, noto que estoy acostada y mi cabeza descansa en el regazo de Chamuel, quien me mira desde arriba con una expresión seria.-Hola dormilona, creí que nunca despertarías.- dice sin más.-Hola…- mi voz se oye muy ronca- … yo también creí que nunca despertaría otra vez.Me levanto de su regazo y lo miro fijamente.-¿Qué fue todo eso que pasó? ¿Dónde estábamos? Y lo más importante ¿qué eres?- pregunto con el corazón en la mano.Chamuel se endereza y se recuesta al árbol. Cierra los ojos y suspira, por un momento parece que se debate consigo mismo para darme una respuesta y s
-¿Y mi yerno?- pregunta mi mamá con una sonrisa boba en el rostro, está recostada a la puerta de entrada. Yo sólo puedo rodar los ojos.-¿De qué hablas?- digo fingiendo demencia.-¿Cómo que de qué? Pues de Chamuel… no te hagas la loca, ustedes se traen algo, mi sentido de madre no me engaña.- me señala con un dedo mientras me sonríe con una complicidad que no pienso compartir.-Tienes que revisar ese sentido tuyo, creo que se está oxidando, debe ser por la edad…- digo con toda la intención de hacerla molestar, el tema de la edad es bastante delicado para ella. Su sonrisa se desvanece y me brinda una mirada de reprobación.-¡Ja! Ya quisieras tú llegar a mí edad igual de bella.- enarca una ceja con molestia y cruza los brazos sobre su pecho.-Tranquila mami, es jugando, tú eres la más guapa sin impor
Abro de nuevo los ojos con la esperanza de que todo sea un sueño, pero parece que hoy no es mi día de suerte.Gabriel sigue de pie al frente y su camisa está en el suelo. El brazo de Rafael me sigue aprisionando y por más que lucho no logro moverlo ni un milímetro de su sitio.-No te resistas más mi flor. Yo sé que también deseas esto.- dice en mi oreja y los escalofríos de terror me invaden entera.-Ya sabes que hacer Rafael.- ordena Gabriel mientras se acerca nuevamente a mí, estira sus manos y desgarra con una facilidad abrumadora mi blusa dejando al descubierto mi sostén. Nunca en mi vida me he sentido más expuesta y mi instinto es cubrirme con las manos, pero Rafael me ha tomado de los brazos por atrás y no puedo moverme, estoy inmovilizada.Las lágrimas desbordan de mis ojos y Gabriel acuna con su mano mi mejilla, buscando mi mirada, pero el miedo me ha