Jamás pensé que me vería tan bonita en un vestido verde, realmente no es mi color favorito, pero este verde oliva se me ve bien, y ayuda que el vestido sea entallado y remarque bien mis curvas.
Me observo en el elegante espejo de cuerpo completo con detalles antiguos muy rococó. Me encanta mi peinado, no decorado con mis rizos de siempre sino ahora se ve liso con un cintillo de trenza y mi cabello luce de color de la plata, es interesante este estilo para mí, no sé cómo definirlo pero no puedo dejar de mirarme.
Creo que con este look pudiera conquistar a quien quisiera, aunque no estoy muy interesada en los hombres, me interesa más saber qué haré con mi vida en las vacaciones y posterior a ellas. Mi sonrisa es deslumbrante, y mi piel se ve radiante. De verdad que no puedo dejar de mirar lo perfecta que estoy en este momento, pero en mi mente poco a poco empieza a crecer un murmullo de incomodidad que me indica que algo no va bien.
Deseo mirar que hay más allá de este espejo y mi reflejo, pero no puedo moverme, sólo me veo ahí sonriendo como para una foto de revista, vestida elegante, con maquillaje que parece muy costoso, pero hasta ahí. Parezco una muñeca vacía y sin vida.
La sonrisa deslumbrante empieza a desaparecer a medida que se acrecenta la sensación de malestar. Hay algo erróneo en esta escena y lo preocupante es que yo soy la protagonista.
Intento mirar de nuevo algo más que no sea yo, todo luce borroso y sin color, como si mirara a través de una ventana sucia. Deseo ver que hay más allá del espejo y sigo sin poder moverme. Debe haber alguna forma. Ya no hay más sonrisa en mi rostro, mi sentido común me indica que hay algo que no cuadra en todo esto y se refleja en mi rostro. Intento sonreír de nuevo para comprobar que al menos mis expresiones faciales puedo controlar, y parece surtir efecto, sonrío y el espejo me devuelve la sonrisa.
Bien. Ahora debo descubrir cómo moverme. Algo en el fondo de mi mente me grita que no es normal esto, pero mientras dure tengo que adaptarme y sobrevivir, salir de esta es la prioridad.
Intento mover mi mano hacia mi cabello sin resultados cuando de pronto escucho una voz.
-¿En serio crees que tienes una ventaja?.- preguntó una voz masculina que parecía ser joven.
-Ciertamente la tengo. En dos meses de observación sólo yo he logrado que me perciba- contestó otra voz de hombre con la seguridad de quien cree ya tener ganada una batalla.
Escucho esas voces a mi espalda y no puedo voltear, no puedo moverme, ni saber quiénes son los dueños de dichas voces. ¿De quién están hablando? Tengo la leve sensación que se están refiriendo a mí, pero quién podría saberlo en realidad. Todo esto es muy confuso.
Cierro los ojos con frustración, deseando que esto, lo que sea que esté ocurriendo cese, que pare porque no estoy entendiendo nada. Respiro profundo, decidida a gritar si no logro moverme al abrir de nuevo los ojos.
Abro los ojos y ya no hay espejo, ya no estoy yo, ni escucho más voces, ahora es peor, no hay nada, sólo oscuridad. No siento mi cuerpo, ni siento siquiera si estoy parada en algún punto o simplemente estoy flotando.
Oscuridad donde quiera que miro es lo que veo. Es lo único que hay.
Lo normal en esta situación sería entrar en pánico y gritar pero curiosamente siento calma, aunque el murmullo de incomodidad de mi cerebro sigue ahí, en segundo plano, recordándome que algo extraño sucede, quizás esta es la calma que antecede a la tormenta.
No entiendo nada de lo que está sucediendo, ahora sí creo que he enloquecido. Primero escucho voces… Un momento… Aquella voz… La voz que decía algo sobre percibirme, era la misma voz de la despensa.
No sé cómo no lo identifiqué antes, pero ahora que lo he hecho, creo que ha sido una mala idea notarlo porque el sentimiento de temor que tenía en la despensa vuelve a mí.
Aunque no sienta plenamente mi cuerpo siento que mi corazón se agita acelerado y empiezo a tener realmente miedo.
Un profundo pánico empieza a amenazarme y deseo con gran fervor salir de donde quiera que esté y huir sin rumbo, simplemente alejarme de este sentimiento de temor que me invade.
Cierro los ojos y solo hay oscuridad, los abro y la oscuridad persiste. Esto es muy frustrante. Vuelvo a cerrar los ojos con la esperanza de despertar sí es que estoy soñando o que esto acabe ya. Tengo mucho miedo.
Vuelvo a abrir los ojos y el panorama ha cambiado. Ya no hay oscuridad. Ahora estoy en una habitación con paredes y piso de piedra. Parece como de castillo antiguo. La habitación es de regular tamaño y forma heptagonal creo... Tiene siete puertas, no sé si corresponde con lo que dije, pero nunca he sido buena con las matemáticas.
Al inicio no veo nada extraño, bueno a menos que una habitación con siete paredes y una puerta de madera oscura grande en cada de ellas pueda considerarse normal. Sobre cada puerta hay símbolos pero no alcanzo a reconocerlos, los veo borrosos. Sólo uno puedo mirar bien y es un ojo dentro de un triángulo. ¡Lo que me faltaba! Teorías de los iluminatis en esta locura.
No tengo tiempo para reflexionar sobre eso porque empiezo a sentir un frío que me hiela las venas y tengo la necesidad de acurrucarme en el suelo como un bebé para protegerme de la repentina tempestad que parece afectarme sólo a mí.
El frío me arropa completamente y no puedo pensar con claridad pero tengo la certeza inconsciente de que no importa a cuál puerta acuda, en ninguna de ellas está el auxilio y el calor que anhelo, por el contrario tengo la sensación de que en esa habitación sólo se espera mi inevitable fin con la muerte.
El pánico y terror me invaden de semejante forma que tarde noto par de figuras espectrales, sombras flotantes consistentes de bruma oscura casi negra que me atraviesan con una paciencia irritantemente sobrenatural hasta llegar a la puerta del ojo, la cual se abre para dejarlas pasar únicamente a ellas, mientras mi ser se consume en el frío antinatural que me aqueja y congela hasta el alma.
Empiezo a sentir nuevamente ese temor que se ha hecho constante en los últimos acontecimientos, y por mis mejillas empiezan a correr lágrimas calientes de una agonía que no comprendo. ¿Es el temor a la muerte lo que estoy sintiendo? ¿De ésta forma terminará mi vida? ¿Abandonada y sola y en un sitio sin sentido? ¿Alguna de estas puertas me salvará si acudo a ella? Realmente creo que no.
La oscuridad consume mi agonía y todo se tiñe de negro, mientras una última lágrima cae y alcanzo a divisar como humedece ligeramente la piedra del suelo de esa extraña habitación.
Me desperté repentinamente, con el corazón acelerado y lágrimas en los ojos. Ese sueño fue muy vívido. Es la primera vez que sueño algo como eso, y sentí que mi cuerpo realmente estaba en otro lugar, todavía en este momento persiste la sensación. Con la respiración agitada aún por la conmoción, me siento al borde de la cama mientras miro la ventana sin observar realmente, estoy intentando repasar mentalmente el sueño que tuve, pero se me van escapando pedazos de información de todo lo visto, y a cada segundo que pasa los detalles se hacen aún más lejanos y no comprendo como algo que me ha impactado tanto se puede desvanecer tan prontamente. Debe ser algún mecanismo del cerebro, ese que hace que olvides lo negativo, lo malo o lo traumático, como modo de defensa. Mi corazón se ha calmado, retomando su ritmo habitual y mi respiración también
No quiero imaginar qué me espera el resto del día si apenas este es el comienzo. Miro el reloj de la pared y son las 10:30 a.m. Es tardísimo. No acostumbro nunca levantarme a esta hora, nadie me despertó, y dudo que siquiera escucharan la extraña conversación que se acaba de producir en mi habitación.No entiendo como nadie estuvo pendiente de mí si me desmayé en la despensa, lo mínimo es que se encuentren preocupados por ello.Bajo rápidamente a la cocina y encuentro a mi papá, con un plato de galletas en una mano y en la otra una tasa de algo humeante, seguramente café.-Buenos días, bendición- digo algo apurada.-Buenos días, Dios te bendiga bella durmiente- dice mi papá mientras se sienta en el comedor.-Oye, ¿tú me recogiste en la despensa cuándo me desmayé?-¿Te desmayaste nena?- preg
El mercado local es un hervidero de actividad y comercio constante, aunque los fines de semana es más activo aún, pues la mayoría de familias utilizan los días sábados o domingos libres para abastecerse de alimentos y este es el sitio ideal, pues todo lo puedes comprar acá, y las verduras son más económicas que en un supermercado, gracias a que los productores venden directamente sus cosechas aquí. Es normal ver niños corriendo entre los puestos mientras va detrás algún hermano mayor o madre preocupada por una posible caída.Nos bajamos del auto, y lo primero que veo es un círculo de gente alrededor de dos personas, parece que está sucediendo una pelea o algo por el estilo, me acerco casi hipnotizada y con la curiosidad picándome, y lo noto, se trata de una pareja, no parecen muy viejos, a lo sumo el hombre debe tener unos 30 años y la mujer parece un poco me
-¿Explícame de nuevo por qué él vino con nosotros?- pregunto a mí papá un poco bastante incómoda e incrédula desde el asiento de atrás del carro.Después de salir de la frutería Chamuel se me pegó como una garrapata silenciosa, y al ver a mi papá decidió que era un buen momento para presentarse como un conocido y ¡Oh gran casualidad! Hablar de todos los temas que a mi papá le apasionan, como la política. Era como si hubiese enamorado a mi papá. Y para terminarla de completar básicamente mi existencia había pasado a un segundo plano desde el momento en que empezaron a conversar. Tanto así que actualmente íbamos camino a mi casa y yo iba en el asiento de atrás, como si fuese la mascota que sacaron de paseo.-Porque Shamuel- pronunció con dificultad mi papá- es un muchacho bastante conversador y me ca
Después de ese comentario absurdo mi familia terminó de asumir que Chamuel era una especie de pretendiente, y además de que la idea los tenía a todos supremamente encantados, salvo a Antony y a mí, el almuerzo terminó entre comentarios del amor joven, y lo bonito del primer amor. ¡Puaj! ¡Mátenme! No está en mis planes enamorarme todavía. Todo el rato Chamuel asumió una actitud risueña y de conformismo con todo lo que se decía.Al terminar de almorzar, salí como una bala al patio de enfrente y me senté debajo del árbol que siempre solía acompañarme en momentos de cavilaciones. Al otro lado de la calle jugaban los niños pequeños de los vecinos con una piscina inflable. Me recosté al tronco del árbol y cerré los ojos. Ojalá pudiera saber qué estaba pasando en mi vida. Hoy ha sido un día de locos
Tengo que empezar a esquivar árboles a cada paso, ya que estos son más frecuentes, y sólo cuando diviso a mi izquierda unos troncos caídos huecos me permito disminuir la velocidad y esconderme entre ellos. Estoy consciente de que no puedo correr eternamente, mis pulmones arden y me voy sintiendo mareada, estoy exhausta. Me escondo detrás de los troncos e inmediatamente me arrepiento, pues siento que el tronco tenía pequeñas espinas que aruñan mis brazos y piernas. Intento ignorar el dolor pensando la manera de salir de este lugar con vida. Debería empezar por enterarme dónde estoy.El sitio es frío y la bruma cubre todo, el suelo parece muerto o en estado latente, todo a mí alrededor parece desprovisto de vida, tampoco hay sonidos de animales, el cielo se ve apagado, igualmente brumoso y oscuro como si fuese humo producto de un incendio, pero no hay olor a quemado. Es un sitito desconcertante.
Me despierto tomando aire de pronto, como si reaccionara a una pesadilla, pero no estaba soñando nada. Lo primero que veo son las hojas del árbol de la casa, las reconocería dónde sea, son únicas para mí, noto que estoy acostada y mi cabeza descansa en el regazo de Chamuel, quien me mira desde arriba con una expresión seria.-Hola dormilona, creí que nunca despertarías.- dice sin más.-Hola…- mi voz se oye muy ronca- … yo también creí que nunca despertaría otra vez.Me levanto de su regazo y lo miro fijamente.-¿Qué fue todo eso que pasó? ¿Dónde estábamos? Y lo más importante ¿qué eres?- pregunto con el corazón en la mano.Chamuel se endereza y se recuesta al árbol. Cierra los ojos y suspira, por un momento parece que se debate consigo mismo para darme una respuesta y s
-¿Y mi yerno?- pregunta mi mamá con una sonrisa boba en el rostro, está recostada a la puerta de entrada. Yo sólo puedo rodar los ojos.-¿De qué hablas?- digo fingiendo demencia.-¿Cómo que de qué? Pues de Chamuel… no te hagas la loca, ustedes se traen algo, mi sentido de madre no me engaña.- me señala con un dedo mientras me sonríe con una complicidad que no pienso compartir.-Tienes que revisar ese sentido tuyo, creo que se está oxidando, debe ser por la edad…- digo con toda la intención de hacerla molestar, el tema de la edad es bastante delicado para ella. Su sonrisa se desvanece y me brinda una mirada de reprobación.-¡Ja! Ya quisieras tú llegar a mí edad igual de bella.- enarca una ceja con molestia y cruza los brazos sobre su pecho.-Tranquila mami, es jugando, tú eres la más guapa sin impor