De alguna manera las miradas que me dirigían las personas a medida que caminábamos Sigurd y yo al aula de clase pasaron de ser curiosas a casi hostiles en mi mente. No podía estar en paz con la idea de personas que se expresaban de manera tan cruel y egoísta hacia alguien sin conocerla. Además me había quedado claro que las actitudes inmaduras, el chisme y el bullyng no eran exclusivas de la secundaria, sino que también en la Universidad se podía conseguir esa clase de basura.

Definitivamente tenía cosas más importantes en las que pensar, pero ahora que estaba asumiendo mi papel como estudiante universitaria por primera vez era imposible no fijarse en aspectos como esos. Esperaba pronto salir de ese lugar.

Sigurd y yo tomamos asiento en el aula de la primera