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Del Cielo al Infierno
Del Cielo al Infierno
Por: Say Chacon
CAPITULO I. EL INICIO.

Me despierto a las 5:00 a.m. como es mi costumbre de estos últimos años, nada mejor para fijar un hábito que vivir lejos de tu centro de estudio, si no coges la ruta a la hora ya llegas tarde.

No sé por qué me desperté temprano de nuevo. Hace ya dos semanas que fue la graduación de bachillerato, y en vez de disfrutar mis vacaciones de Agosto durmiendo hasta tarde, aquí estoy despierta a las putas 5:00 a.m. sin nada que me apetezca hacer... en momentos como este odio tener hábitos.

Decido que no ganaré nada si sigo acostada, ya el sueño me abandonó, así que mi día iniciará temprano, de nuevo.

Me levanto, me doy una ducha rápida y me pongo un vestido azul claro de mangas cortas con estampado de flores y unas sandalias para levantar mi ánimo y sentirme decente, peino mis rizos en un moño trenzado de lado y me dispongo a hacer el desayuno para todos en la casa.

Voy a la cocina, lo primero siempre: sintonizo el pequeño radio que hay allí a mi emisora favorita, y poco me importa si despierto a mis padres o hermano, si yo no duermo entonces ellos tampoco.

Empiezo a buscar la harina de trigo en la despensa para hacer los panqueques cuando lo oigo...

-¡Que interesante joven! ¿No lo creen?

-¿Qué?

Me volteo inmediatamente sobresaltada, aunque la radio esté encendida nadie de mi familia se despierta antes de las 7:00 a.m., y esa voz no es de ninguno de ellos.

Mis ojos viajan rápidamente por todo el lugar y no veo a nadie, mi corazón empieza a latir desbocado al percatarme que de todas formas esa voz no pertenece a nadie de mi familia. Siento un frío espectral recorrer mi columna vertebral y expandirse como escalofríos por el resto de mi cuerpo, cuando escucho de nuevo esa voz, que ahora puedo identificar como masculina muy al estilo de un barítono.

-¡Más interesante aún!, ¡miren! parece que mi pequeña flor, sólo es sensible a mí. ¡Voy ganando! ¿cómo la ven?- dice con burla aquella voz.

Siento como se erizan todos los vellos de mi cuerpo del miedo, mal parece que estoy enloqueciendo o imaginando voces, o madrugar está afectando mi cerebro, o todo junto, no entiendo qué sucede, ni a quién estoy escuchando. Mi respiración se agita y puedo percibir el sudor que me empieza a cubrir la frente, aprieto los puños del miedo y mi instinto me grita que salga corriendo a esconderme entre mis sábanas que deben seguir tibias y huya del peligro que representa escuchar voces de alguna entidad invisible.

Pero el miedo me paraliza y me siento anclada al suelo, no consigo que mi pie derecho de un paso al frente para salir de la despensa y más importante, parece que mis piernas han decidido que es buen momento para imitar el pulso de un maraquero.

Esto está mal, yo nunca he creído en fantasmas ni cosas sobrenaturales, soy católica, no voy constante a la iglesia, pero rezo el Padre Nuestro a diario... En ese momento recordando mi fe decido hacerme la señal de la cruz, y rezar el Padre Nuestro en voz alta, ya sea para calmarme o para que la voz desaparezca, de preferencia la última o las dos, lo que sea pero que se vaya esta sensación de miedo atroz que tengo.

-Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre...

Escucho de nuevo esa voz de hombre y se está riendo mientras dice:

-¡Que dulzura! Me encanta su inocencia, los humanos en general son muy ignorantes, pero me gusta ella, sí, creo que esta vez voy a tomar este juego en serio.

-... Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación...

La voz sigue hablando...

-Aunque muy linda y todo, no soporto esa oración, realmente piensan que pueden alejarnos así, que inocencia... Linda y molesta.

No logro decir la última línea del Padre Nuestro, cuando siento que mis piernas ceden contra mi voluntad y me deslizo al suelo mientras mis ojos se cierran sin que yo lo haya ordenado y con la sensación de terror instalada en mi pecho pesadamente. Lo último que oigo antes de caer inconsciente es:

-Dulces sueños mi flor, aunque está saliendo el sol.

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