La alarma del celular de Eric suena encontrándonos ya despierto recostado en la cama con la vista fija en el techo, extiende su mano para silenciar el sonido, pero sigue de la forma en que estaba. No ha sido capaz de dormir más de cuatro horas, en su mente hay cada vez mayor número de pensamientos dando vuelta e inquietándolo, una y otra vez recuerda las palabras del Agente Pérez: “si encuentras el combustible apropiado puedes hacer arder a una ciudad hasta sus mismos cimientos”. Ciertamente el muy maldito ha logrado hacerla arder, casi como si estuviera presente puede ver las llamas devorando la casa del fiscal, tal y como se había predicho, para cuando los bomberos llegaron al lugar ya era demasiado tarde, incluso las llamas habían comenzado a ceder luego de haber consumido casi por completo la edificación. Al menos diez cuerpos completamente calcinados fueron recuperados de los restos del edificio, no sólo el que era el objetivo, sino incluso sus familiares cercanos.—¿Cómo podré d
La alarma del celular de Eric suena encontrándonos ya despierto recostado en la cama con la vista fija en el techo, extiende su mano para silenciar el sonido, pero sigue de la forma en que estaba. No ha sido capaz de dormir más de cuatro horas, en su mente hay cada vez mayor número de pensamientos dando vuelta e inquietándolo, una y otra vez recuerda las palabras del Agente Pérez: “si encuentras el combustible apropiado puedes hacer arder a una ciudad hasta sus mismos cimientos”. Ciertamente el muy maldito ha logrado hacerla arder, casi como si estuviera presente puede ver las llamas devorando la casa del fiscal, tal y como se había predicho, para cuando los bomberos llegaron al lugar ya era demasiado tarde, incluso las llamas habían comenzado a ceder luego de haber consumido casi por completo la edificación. Al menos diez cuerpos completamente calcinados fueron recuperados de los restos del edificio, no sólo el que era el objetivo, sino incluso sus familiares cercanos.—¿Cómo podré d
La alarma del celular de Eric suena encontrándonos ya despierto recostado en la cama con la vista fija en el techo, extiende su mano para silenciar el sonido, pero sigue de la forma en que estaba. No ha sido capaz de dormir más de cuatro horas, en su mente hay cada vez mayor número de pensamientos dando vuelta e inquietándolo, una y otra vez recuerda las palabras del Agente Pérez: “si encuentras el combustible apropiado puedes hacer arder a una ciudad hasta sus mismos cimientos”. Ciertamente el muy maldito ha logrado hacerla arder, casi como si estuviera presente puede ver las llamas devorando la casa del fiscal, tal y como se había predicho, para cuando los bomberos llegaron al lugar ya era demasiado tarde, incluso las llamas habían comenzado a ceder luego de haber consumido casi por completo la edificación. Al menos diez cuerpos completamente calcinados fueron recuperados de los restos del edificio, no sólo el que era el objetivo, sino incluso sus familiares cercanos.—¿Cómo podré d
—¿Es verdad lo que he oído? ¿Lo atrapaste finalmente? —pregunta con expectación el Comisario Suárez recostado en una canilla de la clínica.—Sí, con mucha ayuda de Sofía, literalmente me salvó la vida —reconoce el Detective con una sonrisa vergonzosa.—Pues si no te casas con esa mujer el próximo que intentará matarte seré yo —bromea el anciano soltando una risa divertida.—Vamos despacio, aunque puedo garantizar que no dejaré ir a Sofía por nada del mundo, lo que sufrí creyendo que iba a perderla es prueba suficiente para estar seguro de eso —afirma Eric sin poder evitar sonrojarse un poco.—Por fin los dolores de cabeza han terminado, ese maldito hizo un estrago en la ciudad, llevará tiempo terminar de borrar sus sucias huellas —suspira el comisario pensando en que incluso él fue una de sus victimas, una afortunada gracias a Dios. —Bueno, tú podrás mofarte de haber sobrevivido al ataque del Justiciero, si es que sales de aquí al menos —bromea Eric sentándose en el sillón situado al
—¡¿Pero qué es esto?! —resuena un agudo grito por toda la mansión Rivera, algo que no resulta ser extraño, pero al igual que cada vez logra el efecto de alarmar a todos.—Señorita Elizabeth, ¿Qué sucede? ¿Por qué grita de esa manera? —interroga la ama de llaves con nerviosismo, no hallando una razón para justificar ese nuevo berrinche.—¡¿Cómo que qué sucede?! ¡¿Qué es esto que me has dado para comer?! ¿Acaso estás intentando envenenarme? —cuestiona la niña de dos trenzas negras como el ébano y penetrantes ojos grises.—Es una sopa de pollo, señorita. Es muy rica y nutritiva, siempre se lo hago a mi hijo —responde la mujer mordiéndose la lengua con rabia al ver que le desprecia su comida sin siquiera haberla probado.—¡No me interesa que le cocinas a tu hijo, o si a los pobres les gusta esta cosa! ¡Quiero comida de verdad! —protesta Elizabeth con vivo desprecio en la mirada y en la voz.—¿Qué está sucediendo? ¿Qué son esos gritos? —pregunta con voz calma un hombre de cabello gris y el
—¡¿Acaso es demasiado pedir que el café que me sirvan esté caliente?! —protesta una bella mujer dejando con enojo la taza de porcelana sobre la mesa preparada con un suculento desayuno de masas y frutas.—Lo siento, señorita Elizabeth. En seguida se lo caliento —se disculpa una joven ama de llaves apresurándose a llevarse la taza hacia la cocina.—¿Puedes creerlo, papá? Luego lloran por la calle que se mueren de hambre, y cuando tienen un trabajo ni siquiera se preocupan de hacer las cosas como deben —se queja la joven heredera con una mueca de exasperación checando la hora en su teléfono.—Acabo de servirme café, y a mi parecer está caliente —murmura el señor Rivera sin quitar su mirada preocupada del periódico que está leyendo.—Eso es porque te has acostumbrado a tomarlo frío, siempre consientes a la servidumbre, aceptas todo a medias en vez de hacerte respetar. Siempre lo haces con Ana —plantea Elizabeth que no está dispuesta a aceptar que solo lo ha hecho para molestar a la sirvi
—Es una gran lástima lo que sucedió con el señor Rivera, siempre fue una inspiración para mí, un modelo a seguir —murmura un apuesto hombre de cabello castaño y elegante traje gris recorriendo la sala de estar de la mansión del difunto. —Todos sentimos esa pérdida, el señor Rivera siempre ha sido un pilar de la comunidad, un hombre que hizo mucho bien —coincide el banquero queriendo congraciarse con ese potencial comprador que ha hecho una generosa oferta por la mansión y la Farmacéutica.—Sí, era un buen hombre… sin duda no era él quien se merecía dejar esta vida —murmura el hombre observando con cierto disgusto un cuadro en el que han sido retratados padre e hija sentados en la sala de estar junto a la chimenea.—Es algo sobre lo que uno no puede tener control, ¿Acaso planea seguir con su legado? —pregunta el banquero sintiendo curiosidad por las intenciones de ese magnate de hacerse con esas posesiones.—Para nada, esa debería ser la labor de su descendencia, aunque a la luz de l
Al oír el sonido de la alarma de su teléfono, Elizabeth la apaga y se gira en su nueva cama para seguir durmiendo. Sin embargo, al cabo de cinco minutos su celular comienza a sonar anunciando una llamada, al mirar con los ojos entreabiertos el emoji de demonio con el que ha agendado ese numero suelta un gruñido de molestia.—Se supone que deberías estar en la cocina haciendo el desayuno, por ahora solo te pediré un par de tostadas y un café, pues no creo que sepas hacer ninguna otra cosa —ordena Víctor cortando la llamada en cuanto termina con su pedido.Soltando un chillido de enojo, la muchacha se sienta en la cama arrojando su teléfono contra la almohada. Mordiéndose el labio con impotencia mira a su alrededor la simple habitación en la que se encuentra, una que le resulta tan pequeña como una caja de zapatos, aunque la verdad es que no puede decir que podría haber hallado algo mejor. Sobre todo porque todos sus antiguos amigos parecen haberse esfumado desde la muerte de su padre,