¿Me aceptarías?

Minutos después, Adeline y Mauricio llegaron a la cafetería de la empresa, ambos se sentaron frente a una ventana con vista al bullicioso tráfico de la ciudad. El aroma del café recién molido flotaba en el aire, creando un ambiente íntimo y cálido para conversar.

Mauricio tomó un sorbo de su taza y miró a Adeline con ojos sinceros.

—Adeline, ¿sabes que te conozco desde antes de que te casaras con Humberto?

Adeline parpadeó, sorprendida por tal información. Ella no lo lograba recordar, pero ya entendía el motivo por el cual, a diferencia de los otros empleados, no le hablaba con tanta formalidad.

—¿En serio? No lo recuerdo —trato de no ofenderlo con la falta de reconocimiento.

—Claro —continuó Mauricio—. Hace más de diez años, cuando viniste con tu padre a una reunión de la empresa. Eras una joven muy bonita, llena de energía y ambición. Yo estaba impresionado por tu carisma.

Adeline no pudo evitar sonreír, sintiéndose halagada por sus palabras. En ese entonces era una joven con dese
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