Luisa
Tan solo salimos del restaurante, la primera parte del trato se cumplió, con una sola llamada y un traspaso de dinero a mi cuenta, tenía todo lo que necesitaba para pagar mi deuda hipotecaria. Me quedé admirando la cantidad de dinero como si fuera algo en verdad bellísimo, un sueño tal vez.
―Larry pellizcame.― Murmuro y segundos después sentí un pellizco en mi brazo.― ¡Auch!― Expresé―era broma Larry.
―Yo sólo estoy para servirla señorita.― Contesta pícaro.
―Muy servicial diría yo.― Contesto de inmediato y el me da una sonrisa ligera.
―Venga Luisa, deposita ese dinero y continuemos que hay mucho que hacer.― Me alienta Carlos.
―Jamás volveré a tener tanto dinero en mi cuenta, déjame disfrutarlo.
―Luisa.― Me murmura con ese agradable acento que tiene.
Presiono uno de los botones e inmediatamente el dinero desaparece, dejando mi cuenta en ceros.
―Fue bonito mientras duró.― Digo decepcionada.―Hubiése tomado una captura de pantalla.
―No creo que te convenga.
Entonces Larry toma mi móvil y en un movimiento lo apaga y lo guarda en su bolsa.
―¿Qué fue lo que pasó?
―A partir de ahora no puedes contactar a nadie de tus conocidos, por seguridad de que puedan revelar tu identidad, así que por seguridad, Larry se lo quedará.
De pronto llega a mi mente lo que pensarán mis amigos, jamás me había separado de ellos tanto tiempo y hoy me fui sin avisarles, es obvio que darán parte a la policía.
―Pero ¿y si me buscan?
―No te preocupes, Larry se encargará de decirles que estás bien, ahora ven, te llevaré a un lugar para que te alegres.
Carlos me invita a que suba al Mercedes de nuevo y lo hago esta vez un poco más segura y por dentro muy feliz porque sé que tengo una deuda menos que pagar.
―Bien, esta eres tú. ― Comenta y me da una carpeta con un perfil.
―¡Guau! Sí que tenías todo planeado ya.
―Bueno, conozco un chico.― Presume y cierra un ojo, algo que tomo como señal de confianza.
Leo el perfil con cuidado.― Ana de las Casas, 26 años, hija de León de las Casas marqués de Bi-yo-ux.― Pronuncio como se escribe.
―Bi yu, es francés, trabajaremos en eso.― Me dice.
―Vale, Marqués de bijoux.― Pronuncio bien haciendo un ademán con la cabeza y Carlos sonríe.― Quién murió meses después de que naciera, por lo que estuve bajo el cuidado de ¡unas monjas! ¿De dónde sacaste esto? ¿De los archivos de las cruzadas?
Larry se ríe, haciendo un sonido que hace que ambos volteamos a verlo.
―Luisa, los archivos de los conventos son prácticamente secretos, así se justificará el hecho de que nadie encuentre nada en la web sobre ti.
―Pero ¿eso quiere decir que me sacaste de un convento? ¿Qué hacías en un convento? Eso es sospechoso.
Él se ríe.―Lee más abajo.― Y me indica señalando el párrafo con un dedo.
Me aclaro la garganta.― Hace años se restableció la herencia, por lo que me di a la tarea de viajar un poco y conocí a Carlos de la Rosa, en un partido de Polo ¿de Polo?
―Sí, mi deporte favorito, lo practico desde que soy niño.
―¡Ah bien! ― Contesto y él se me queda viendo.
―No sabes que es ¿cierto?
―Ni idea...
―Bueno, después lo explicaré.― Me dice sin darle importancia.
―Muy bien… y ¿mi madre? ¿No tengo?
―No, murió cuando naciste.
―¡Guau! En verdad te esforzaste en no dejar cabos sueltos, supongo que también mataste a mis hermanos, perros y gatos.
―No, tienes un perro.
―¿Un perro?
―Sí, fifí, pero no lo trajiste...
―Déjame adivinar ¿no aguanta ir por la vida con ese nombre y prefiere mantenerse escondido?
Carlos se ríe.― Amo tu sarcasmo, pero no es muy de la realeza.
Larry se para en frente de una puerta de madera muy elegante y minutos después no abre la puerta, primero a Carlos y luego él me ayuda a salir.
―¿Qué es esto?
―Ya verás.
En eso una chica abre la puerta y después de hacer una reverencia deja que ambos pasemos para en seguida encontrarme con un hermoso SPA donde todo un personal está esperando.
―¡Dios! Esto es increíble, me encanta.― Digo emocionada.
―Bueno, me alegra que te guste, porque aquí empieza tu cambio de imagen.
Entonces sin que yo pueda prevenirlo una chica me toma de la mano y me lleva a un pequeño cuarto donde me pide que me quite la ropa que traigo y me ponga una bata blanca encima. Cuando termino de hacerlo, salgo para pasar de un lugar a otro como si fuera toda una muñeca. Carlos se encuentra sentado sobre uno de los sofás mientras observa cómo toman mis manos y pies para hacerme manicure y pedicure y un diseñador de imagen comienza a jugar con mi cabello.
―La realeza tiene protocolos para todos Luisa.― Habla Carlos.― Deben tener un peinado apropiado que sea favorecedor para sus rostros, maquillaje ligero incluso si el evento es de noche, el esmalte debe ser tenue o incluso transparente, no se pueden poner uñas postizas ni nada por el estilo.
―Vale.― Contesto tratando de poner atención mientras siento que me jalan por todos lados.
―Ahora, escuchamos tu risa.
―¿Mi risa?
―Sí ¿cómo te ries? O mejor aún dame tu mejor risa sofisticada.
Me quedo en silencio mientras veo a Larry que me hace un ademán con la mano para que lo haga.
¡Ohjajajajajá! ― Hago una risa tan fingida que hace que todos nos vean.
―¿Esa es tu risa? ¿De dónde la sacaste? ¿De una película de Julia Roberts?
―¿Sabes quién es Julia Roberts? ― Pregunto sorprendida y sarcástica.
―Sí claro, de vez en cuando vamos al cine, no vivimos en la edad media.― Me dice en el mismo tono, haciéndome sonreír.―Tienes que practicar tu risa es algo más como… Hmmmmjajajaja― Y hace una risa tenue y elegante.
―Hmmmmjajajajaa.― Imito y Larry hacen una mueca de que lo hice más o menos.
―Debes practicar más, es todo. Y por cierto, a partir de este momento ya no te llamaré Luisa si no Ana, para que te acostumbres al nombre.
―Lo sé, soy actriz ¿recuerdas?
―Pues espero que te metas a lleno en el rol.
―Lo haré, por lo que tengo unas preguntas que hacerte.
―Dime...
―¿Puedo usar tiaras?
―No.
―¿Collares de diamantes?
―No.
―¿Conocer al príncipe William?
―No.
―No me das muchas opciones, así que dime ¿Qué es lo que puedo hacer?
―Nada que no sea aprobado por nosotros.― Responde Carlos seguro.
―¡Vaya! Pensé que ser de la realeza era más emocionante.
―Créeme, no lo es, pero uno encuentra como divertirse.― Habla suave y se acerca a mí mientras el estilista da los últimos toques a mi cabello que ahora es completamente rubio y se siente más sedoso que nada. Carlos me mira de frente y acomoda mi cabello que cae cómodamente sobre mis hombros.
―¿Cómo me veo? ― Pregunto.
Él clava sus hermosos ojos miel sobre los míos y me sonríe.― Hermosa, pero falta algo.
―¿Qué?
Él estira la mano y enseguida Larry le da una caja de terciopelo que al abrir muestra un hermoso y sencillo dije de un escudo real. Él se pasa por atrás mío y haciendo que yo tome mi cabello un momento me lo pone sobre el cuello, dejándolo colgado ahí.
―La tradición en mi casa es que cuando una mujer está comprometida con uno de nosotros es que lleve en un dije el escudo de mi casa real.
Lo tomo con la punta de los dedos y lo observo.― Es, precioso.
―Cuídalo, este fue de mi madre, prometí que se lo daría a la mujer de mi vida, y pues, aquí está.―Carlos vuelve a acomodar mi cabello y regresa al frente para verme toma con cuidado el escudo y lo acomoda.―Es lo más valioso que tengo, te lo encargo ¿quieres?
―Sí, claro.― Menciono nerviosa ya que tenerlo tan cerca me pone así.
Él me voltea frente al espejo y al reflejarme sonrío. Me veo tan diferente, cambiada, en pocas palabras irreconocible. Carlos pone la fotografía de su ex prometida a mi lado y murmura.― Perfecta ¿ves? Y al verla a través del cristal me doy cuenta que si, no se equivocaba, en verdad quede perfecta. Admiro la sonrisa de Carlos que no deja de verme y contemplarme como si fuera una obra maestra, se muerde los labios y sonríe.
―¿Qué pasa?
―Ahora, sigue la parte que a ti te va a divertir y a mi me va a doler Luisa, tu guardarropa.
Ahora, soy yo quien se muerde los y sonríe.― No sé quién es esa Luisa, yo soy Ana de las Casas.― Pronuncio segura bajo la mirada de todos.
Carlos―¡Definitivamente Chanel es mi color! ― Expresa mientras se ve un conjunto frente al espejo.―Eso dijiste cuando te pusiste tus otros colores que se traducen en Alexander McQueen y Prada.―Me gusta una amplia gama de colores ¿qué puedo hacer? ― Contesta coqueta mientras se acomoda la falda tableada.― Me gusta este color, es muy formal.―Esa será parte de tu ropa del día.―De noche tendrá que ser un vestido más formal y largo, de colores rojo, azul, negro.―Me encanta.― Se acomoda la blusa.Me pongo de pie y escojo un vestido largo de color rojo.― Ponte &eacut
Luisa Ver el montón de bolsas que han entrado a la elegante habitación de hotel me hacen pensar que estoy en cielo, no puedo creer que todo eso se haya comprado simplemente para una farsa de dos semanas y que prácticamente la mitad de mis deudas esté pagada, en verdad es un milagro. Carlos entra con la última ronda de bolsas y me sonríe, al parecer he quedado perfecta para la actuación y él está listo para el engaño. ―¿Cuándo nos iremos? ― Pregunto. ―En unos días, todavía faltan cosas por hacer, pero al menos ya estás lista en lo que queda de ropa, accesorios y sobre todo en la apariencia. Vuelvo a verme en el espejo y suspiro, en verdad me veo muy diferente, pareciera como si una Luisa se hubiese despertado y otra es la que se acostara a dor
Carlos Luisa, para este día, escogió un vestido de color rojo ligeramente por debajo de la rodilla, sin mangas, con un lazo negro que le hace cintura y se peinó con un chongo bajo de lado que la hace ver muy elegante, sobre su cuello trae el escudo brillante de mi familia y su aroma es un perfume ligero que huele de una forma exquisita y que le da un toque de feminidad muy apropiado, al parecer, sabe que ponerse para verse exacto como la imagino y eso me gusta. Después de un tiempo manejando, llegamos al aeropuerto y al entrar sobre la pista ella voltea a verme un poco preocupada.. ―¿No me digas que ya vamos a ver a tu familia?― Pregunta. ―No, aún no, hay una última cosa que debemos hacer, no te preocupes, cuando llegue la hora te avisaré con tiempo.
LuisaLo veo ahí, arrodillado con ese traje tan fino, ese porte tan elegante y esa sonrisa sensual que podría desarma a cualquier persona que la tuviera en frente. Veo el brillante y despanpanante anillo uno que sólo pensé existía en las películas y no sé qué hacer, porque no lo entiendo, sólo sé que debo estar en este momento.―Luisa, sé que tal vez esto es apresurado y que pienses que tal vez es una locura lo que está pasando en el momento, pero desde que te conocí tuve la increíble corazonada que eras la mujer de mi vida, con la que quiero pasar el resto de mis días, la que me hace reír, suspirar, la que no puedo dejar de pensar a pesar de que lo e intentado. No sé si conocerte fue destino o simplemente una casualidad en la vida pero no quier
LuisaDespués del viaje a Granada, nos subimos al avión y regresamos a Madrid, ahora yo llevaba un hermoso anillo en mi dedo que según él es estilo Toi et moi que según Carlos simboliza la unión eterna entre los dos contrayentes, ya que forma un ocho que da imagen a la eternidad.Así que estoy sentada en uno de los tantos sofás de mi habitación viéndolo brillar, a la luz del candelabro que está arriba de mí, mientras sigo pensando que en cualquier momento la alarma sonará y me despertaré de inmediato cayendo al suelo como muchas veces me sucedió.Se escucha el golpe de la puerta. -Parte 2-LuisaConvertirme a Ana de las Casas a la mañana siguiente fue un momento increíble que debo confesar jamás olvidaré. Con ayuda de Helene me vestí con un vestido blanco de un largo un poco abajo de la rodilla, de mangas largas abombadas y un discreto corte en “V” que dejaba ver el dije con el escucho dorado de la familia de Carlos, todo este conjunto acompañado de unos zapatos blancos de tacón bajo y un sombrero de ala ancha que me acomodó un poco de lado.Ella peinó mi cabello, dejándolo suelto, brillante y ondulado, cayendo sobre mis hombros mientras mi maquillaje sumamente sencillo, con nos toques de rubor que hacieron que mi rostro tuviera un poco más de color.Finalmente, me pCAPÍTULO 11: La casa de las Rosas
LuisaResultó ser que la habitación que iba a compartir con el marqués no era como yo esperaba, en primera porque parecía un piso completo en lugar de una normal y porque tendríamos más privacidad de la esperada.El lugar era enorme, entramos a un pequeño recibidor que prácticamente servía para dejar los sombreros, bolsos etc y después a los lados puertas de madera cerradas. Larry abrió las de la izquierda y una cama matrimonial saltó a nuestra vista indicando que era una habitación y cuando abrió la otra fue la misma imagen al parecer, sólo las puertas nos separaban ya que si dormía con las mías abiertas y él también no podríamos ver perfectamente.Dentro de la habitaci&oa
CarlosTengo meses de no ver a mi madre, meses, creo que de los tres hijos he sido el que más tiempo ha estado alejado de este lugar, pero es que la verdad es una mezcla entre querer huir de este encierro y no querer ver a mi madre perderse en la nada mientras su cuerpo va poco a poco apagándose. Así que después de tanto tiempo es momento de volver a verla y esta vez con la mujer que “es mi prometida” y que en unos meses “será mi esposa”, por lo que voy nervioso porque no sé cómo reaccionará.Luisa camina a mi lado, perfectamente arreglada, con un vestido de color azul marino un poco más formal, de cuello tipo joya, con unos adornos de encaje sobre los hombros y con el corte un poco arriba de la rodilla. Lleva un chongo tipo moño, le dije que le di y unos tacones