Luisa
Lo veo ahí, arrodillado con ese traje tan fino, ese porte tan elegante y esa sonrisa sensual que podría desarma a cualquier persona que la tuviera en frente. Veo el brillante y despanpanante anillo uno que sólo pensé existía en las películas y no sé qué hacer, porque no lo entiendo, sólo sé que debo estar en este momento.
―Luisa, sé que tal vez esto es apresurado y que pienses que tal vez es una locura lo que está pasando en el momento, pero desde que te conocí tuve la increíble corazonada que eras la mujer de mi vida, con la que quiero pasar el resto de mis días, la que me hace reír, suspirar, la que no puedo dejar de pensar a pesar de que lo e intentado. No sé si conocerte fue destino o simplemente una casualidad en la vida pero no quiero cometer el error de dejarte ir. Así que hoy, te he traído a este maravilloso lugar que lleva años firme mostrando su fortaleza y belleza, tal como tú lo has hecho a lo largo de tu vida, sólo para decirte, que jamás había conocido alguien como tú, que estás al filo de la irrealidad, como si fueras sacada de un sueño para mí. Entonces, rodeado de toda esta majestuosidad, yo Carlos, te pregunto ¿quieres casarte conmigo?
Veo el anillo sobre la caja color rojo vino, uno que trae una perla y un diamante a la vez entrelazados como si formaran un infinito, como si estuvieran destinados a no poder vivir uno sin el otro. Mis niveles de emoción han subido hacia el cielo, mi cuerpo tiembla, y creo que he olvidado como respirar porque en cuanto alza la ceja para que le dé una respuesta tomó un poco de aire y exclamo casi al borde de las lágrimas.
―¡Sí! ― y estiro mi mano para que el elegante anillo encaje a la perfección.―¡Sí!
―Sí, ya me lo dijiste una vez.― Contesta cambiando el tono y poniéndose de pie.
―¿Disculpa? ― Pregunto confundida pero su rostro de confusión es peor.
―Si sabes que esto es parte del espectáculo y el engaño ¿cierto? En realidad no, nos vamos a casar.
―¿Qué? ― Trato de ordenar las ideas.
―Seguro alguna de mis hermanas nos preguntara cómo te pedí matrimonio y tenemos que coincidir en el momento, ya sabes, acomodar historias, ahora tenemos detalles, discurso, viaje… puedo decirte que te traje a mi lugar favorito en todo el mundo y te lo pedí ¿no crees? Todos lo creerán ― Me comenta.
Pongo un mechón del cabello detrás de mi oreja y sonrío.― Claro, claro… incluso ese ¡Sí! Tan eufórico fue para que digas que salté de emoción.
―Buen toque.― Me felicita.
―Soy actriz de método, supongo que este anillo también es falso.
―¡Ah no! No, no… claro que no. Esta perla natural con un diamante de dieciocho quilates y el armazón es de oro, es tan real que fue de mi madre.
―¿En serio? ¿De tu madre?
―Sí, digo, si va a ver que estoy comprometido al menos debe saber que eres la indicada.
―¡Ah! Cierto, pensé que sólo me ibas a presentar.― Hablo viendo aún el hermoso anillo sobre mi dedo.
―Hubo un pequeño cambio de planes, no arruina nada, sólo lo afianza. Cuando termine todo me lo regresas y ya, pero al igual que el escudo, cuídalo ¿puedo confiar en ti?
―Sí, sí claro.― Digo haciendo un ademán con la mano mientras el pesado anillo luce.
―Ahora sí, estás perfecta, tenemos la apariencia, la historia, la pedida de mano, todo lo que necesitamos.― Comenta con humor.― Ahora ¿Quieres seguir viendo el lugar? Es en verdad maravilloso y nos faltan otros palacios.
―Sí claro, no me perdería el resto de la Alhambra por nada.
Él me indica con la mano para que sigamos caminando hacia los otros rincones del lugar y mientras lo hacemos no puedo dejar de pensar en lo que acaba de suceder. Todo fue tan real, tan vívido, incluso en lugar de decir “Ana” dijo “Luisa” y lo que me declaró parecía hecho especialmente para mí. De pronto me pongo a pensar en el tipo de situación en la que me metí, soy actriz y sé que lo haré muy bien cuando estemos allá, pero en este momento, no estoy actuando, he sido yo todo este tiempo y lo que hemos convivido juntos ha sido con nuestras verdaderas personalidades o ¿Acaso Carlos piensa que ya estoy en el papel?
Sin embargo, todo se me olvida de pronto, ya que él con gran pasión me explica cada detalles del lugar, me cuenta las preciosas leyendas que se han vivido aquí, los reyes que la han habitado y cuando llegamos al final del recorrido, me toma de nuevo la mano pero esta vez no salto como las otras veces, si no volteo a verlo con una sonrisa.
―¿Quieres ir a comer? Hay un bonito restaurante donde podemos ir.
―Sí, claro, tanto caminar me ha dado hambre.
―Entonces sígueme.― Dice tomando mi mano y jalandome hacia la dirección.
―Pero… ¿Y el chofer? ¿no?
―El chofer nos verá allá, tú no te preocupes, si te cansas con las zapatillas te cargo.―Sonrío, y dejo que mi cuerpo sea guiado por él mientras salimos del lugar y nos alejamos de ahí.
Carlos camina con seguridad, al parecer ha venido muchas veces a esta ciudad por lo que se sabe las calles de memoria. Mientras sigo su paso trato de observar las calles, los edificios, la gente que vive aquí, los turistas que no paran de tomar fotos y después a él, que no deja de sonreír.
Minutos después, llegamos a un bello edificio al cual subimos hasta el último nivel para encontrarnos con un bello y sencillo restaurante muy lejos de los lujos que él me ha mostrado antes, por lo que me viene a la mente, que no lo conozco en absoluto o más bien, no lo entiendo.
―Este es uno de mis restaurantes favoritos, no sólo porque venden la mejor tortilla de sacromonte y otros platillos si no por lo siguiente.
Él me cubre los ojos de inmediato con sus manos y yo automáticamente llevo mis manos hacia las de él para tratar de quitarlas.
―No veo Carlos.―Comento entre risas.
―Venga, es una sorpresa, sólo sígueme.
Paso a paso coordinado lo sigo hasta que siento que el suelo es diferente y el viento roza todo mi cuerpo, no sé si estamos solos o simplemente hay poca gente porque no escucho a nadie a nuestro lado.
―¿Lista?
―Lista.
―Uno, dos y….¡Tres! ― Exclama y me descubre los ojos para ver la vista más hermosa ante mí. Entre las casas, edificios y las calles, yace la Alhambra a lo lejos dándome otra perspectiva―¿Te gusta?
―¡Guau! ― Exclamo.
―Ves, no todos los lugares tienen su valía por sí son elegantes o no, a veces las personas más sencillas son las más sorprendentes.
―¿Personas?
―Digo, lugares.― Corrige y me invita a que me siente en la mesa que nos espera vacía.
Como todo un experto no hace esperar al mesero y ordena por los dos lo que al parecer es el platillo estrella del lugar y la bebida. Yo simplemente observo el paisaje, como lo he hecho desde que pise este increíble lugar.
Sin embargo, no puedo sacarme de la cabeza lo que acaba de pasar hace unos momentos atrás, no lo de la pedida de matrimonio si no que haya dicho mi nombre, y no sé porqué estoy tan obsesionada con ese asunto.
―¿Te puedo preguntar algo?
Él toma un sorbo de vino y asiente.― Lo que sea.
―En la pedida de matrimonio ¿por qué dijiste Luisa en lugar de Ana?
Él levanta la ceja como siempre y suspira.― Estoy acostumbrado a llamarte Luisa, sé que te prometí que te llamaría Ana a partir de ya, pero creo que no me he atrevido.
―¿Atrevido? ¿A qué?
―A hacerme a la idea de que esto será una realidad en unos días y que deseo que todo salga bien, al grado de que cuando termine nadie salga lastimado.
La sinceridad de Carlos me enternece, así que ahora soy yo quien le toma la mano haciendo que el diamante brille con los rayos del sol.
―¡Ey! Todo va a salir bien ¿confiamos uno en el otro no?
―Claro.
―Y no lo hacemos para hacer que una ex se ponga celosa, si no para darle a tu mamá un deseo cumplido y es todo por una buena causa, además haz planeado todo a la perfección, nada puede salir mal, tú lo dijiste allá atrás, así que no te desanimes.
Carlos cubre mi mano con su otra mano y la acaricia, su intensa mirada se cruza con la mía haciendo que mi corazón se salte un latido. Me sonrié.
―Tuve mucha suerte de entrar a ese bar ¿sabes? No sé porque supe que era el correcto y ahora tengo a la mejor aliada a mi lado, a una increíble mujer sé hará el papel de su vida ¿cierto?
―Tenlo por seguro.― Respondo.
―Estoy seguro, es la primera vez que no dudo que esto es lo correcto y también que sé que estoy con la persona correcta.
De nuevo nuestras manos se queda juntas, tal como pasó en el avión, al parecer no somos muy buenos en esto de separarlas de inmediato, hasta que el mesero viene y nos interrumpe poniendo la comida.
―Creo que iré al tocador.― Me excuso tratando de alejarme de la tensión.
―Sí, por supuesto. ― Contesta y me pongo de pie dejando un hilo de romance en el aire.
LuisaDespués del viaje a Granada, nos subimos al avión y regresamos a Madrid, ahora yo llevaba un hermoso anillo en mi dedo que según él es estilo Toi et moi que según Carlos simboliza la unión eterna entre los dos contrayentes, ya que forma un ocho que da imagen a la eternidad.Así que estoy sentada en uno de los tantos sofás de mi habitación viéndolo brillar, a la luz del candelabro que está arriba de mí, mientras sigo pensando que en cualquier momento la alarma sonará y me despertaré de inmediato cayendo al suelo como muchas veces me sucedió.Se escucha el golpe de la puerta. -Parte 2-LuisaConvertirme a Ana de las Casas a la mañana siguiente fue un momento increíble que debo confesar jamás olvidaré. Con ayuda de Helene me vestí con un vestido blanco de un largo un poco abajo de la rodilla, de mangas largas abombadas y un discreto corte en “V” que dejaba ver el dije con el escucho dorado de la familia de Carlos, todo este conjunto acompañado de unos zapatos blancos de tacón bajo y un sombrero de ala ancha que me acomodó un poco de lado.Ella peinó mi cabello, dejándolo suelto, brillante y ondulado, cayendo sobre mis hombros mientras mi maquillaje sumamente sencillo, con nos toques de rubor que hacieron que mi rostro tuviera un poco más de color.Finalmente, me pCAPÍTULO 11: La casa de las Rosas
LuisaResultó ser que la habitación que iba a compartir con el marqués no era como yo esperaba, en primera porque parecía un piso completo en lugar de una normal y porque tendríamos más privacidad de la esperada.El lugar era enorme, entramos a un pequeño recibidor que prácticamente servía para dejar los sombreros, bolsos etc y después a los lados puertas de madera cerradas. Larry abrió las de la izquierda y una cama matrimonial saltó a nuestra vista indicando que era una habitación y cuando abrió la otra fue la misma imagen al parecer, sólo las puertas nos separaban ya que si dormía con las mías abiertas y él también no podríamos ver perfectamente.Dentro de la habitaci&oa
CarlosTengo meses de no ver a mi madre, meses, creo que de los tres hijos he sido el que más tiempo ha estado alejado de este lugar, pero es que la verdad es una mezcla entre querer huir de este encierro y no querer ver a mi madre perderse en la nada mientras su cuerpo va poco a poco apagándose. Así que después de tanto tiempo es momento de volver a verla y esta vez con la mujer que “es mi prometida” y que en unos meses “será mi esposa”, por lo que voy nervioso porque no sé cómo reaccionará.Luisa camina a mi lado, perfectamente arreglada, con un vestido de color azul marino un poco más formal, de cuello tipo joya, con unos adornos de encaje sobre los hombros y con el corte un poco arriba de la rodilla. Lleva un chongo tipo moño, le dije que le di y unos tacones
LuisaPasé una noche fatal, punto, es todo lo que puedo decir y no porque la cama estuviera dura o las sábanas de algodón egipcio no me complacieron, sino porque simplemente mi estómago no dejó de hacer ruidos del hambre que tenía. Resulta ser que Teresa da cenas ligeras, bajas en carbohidratos y al parecer también en comida por lo que morí de hambre hasta que el cansancio me ganó y me quedé dormida, así que ahora mi cuerpo está rendido, tiene hambre, me duele ligeramente la cabeza y según el horario de la casa a las ocho es el desayuno por lo que debo despertarme para arreglarme.Abro los ojos lentamente mientras el cuarto está aún obscuro por las cortinas que tapan las ventanas sin embargo, una ráfaga de luz entra de improviso cegandome y cuando volteo par
Carlos―¡Como te entreviste a decirle eso a mi hermana!―¡Ups! ― Dice Luisa mientras entra a su habitación y yo cierro la puerta atrás de ella.― Todo tiene un motivo.―Y ¿se podría decir cuál es? ― Pregunto enojado― No sé si sabes pero no eres mi prometida en realidad ¡eres una actriz que contraté!―Eso ya lo sé.― Contesta de inmediato.― Pero tu hermana no lo sabe y tuve que actuar así, como una mujer que será la próxima marquesa y llevará las reglas de la casa.―¿Cómo así? ¡Como así! ¡Diciéndole a mi hermana que la correrás cuando nos casemos!
LuisaOtra noche más sin poder dormir en esta casa ya que el hambre es tanta que el sonido de mi propio estómago hace eco en mis oídos ¿cómo es que todos pueden dormir tranquilos? ¿Carlos en verdad se llenará con los tres espárragos que comimos?―Seguro es tan creído que prefiere morir de hambre que enfrentarse a su hermana.― Murmuro a la almohada mientras en posición fetal me tomo el estómago.Después de la discusión con el marqués porque “corrí” a su hermana de la casa, él en lugar de arreglarlo decidió ignorarme por completo lo que se me hizo una actitud muy infantil de su parte. No puedo creer que se haya comportado así, dice que soy sólo una actriz y lo sé, estab
LuisaAl parecer mi pequeña escapada a la cocina no tuvo repercusiones por lo que a la mañana siguiente Helen me esperaba para cambiarme mientras yo trataba de pensar como decirle a Carlos que fuéramos a la ciudad para que Julieta y Felipe pudieran pasar un tiempo a solas sin los ojos de Teresa encima de ellos.Cuando por fin estuve lista y ella terminó de arreglar mi cabello que por el día de hoy ira sobre mis hombros, abrió las puertas y salí acomodandome los últimos botones de la blusa de algodón.―Buenos días, querida.― Escucho la voz de Carlos.―Buenos días.― Contesto, ya que ahora me acomodo el pantalón blanco que escogí para ponerme este día junto con unos zapato