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CAPÍTULO 7: Conociéndolo un poco más

Luisa

Ver el montón de bolsas que han entrado a la elegante habitación de hotel me hacen pensar que estoy en cielo, no puedo creer que todo eso se haya comprado simplemente para una farsa de dos semanas y que prácticamente la mitad de mis deudas esté pagada, en verdad es un milagro. 

Carlos entra con la última ronda de bolsas y me sonríe, al parecer he quedado perfecta para la actuación y él está listo para el engaño. 

―¿Cuándo nos iremos? ― Pregunto. 

―En unos días, todavía faltan cosas por hacer, pero al menos ya estás lista en lo que queda de ropa, accesorios y sobre todo en la apariencia.  

Vuelvo a verme en el espejo y suspiro, en verdad me veo muy diferente, pareciera como si una Luisa se hubiese despertado y otra es la que se acostara a dormir. 

―De verdad, gracias. ― Contesto. 

―De nada, es parte de esto. 

―No, por lo del pago de mi deuda, por primera vez en mi vida me voy a dormir un poco menos preocupada.

Sonríe.― Me alegra.―Por un momento nos quedamos en silencio, esta vez es un poco incómodo porque no sabemos qué decir, hasta que Larry interrumpe entrando con las maletas que recién compramos para empacar todo. 

―Listo señor. 

―Gracias Larry.― Contesta.― Bueno Luisa, te dejo instalarte y hacer lo que tengas que hacer.

―Sí, claro. 

―Buenas noches. 

―Buenas noches.― Respondo y él sale por la puerta. 

Larry toma el picaporte y está a punto de cerrarla cuando voltea y me dice.― Señorita de las Casas, el Marqués se encuentra en la habitación de  al lado, si necesita algo, sólo toque esa puerta.― Y me señala una puerta que al parecer divide la enorme habitación. 

―Gracias Larry. 

―Un placer. 

Él cierra la puerta dejándome sola y de pronto una sonrisa nace en mí, me veo rodeada de cosas que jamás en mi vida había soñado. Comienzo a explorar la habitación pasando de un lugar a otro, entrando y saliendo del baño donde veo que prácticamente es más grande que mi habitación. Abro el hermoso ventanal que da a un balcón donde puedo ver toda la ciudad cubierta por la noche y me siento en una fantasía. 

―De verdad que tienes suerte Luisa, mucha suerte.― Murmuro. 

Vuelvo a meterme y tomo de una bolsa de papel de color verde varios productos para el cabello y la piel y entro al baño, es hora de estrenar esa increíble bañera y quitarme el cansancio de estar caminando todo el día. Me quito la ropa, espero que las burbujas cubran toda el agua y luego me meto con cuidado sintiendo el agua caliente sobre mi cuerpo relajándome por completo. En mi momento, de pronto recuerdo a mis amigos, que para esta hora debería de estar preguntándose dónde estoy y porque no contesto mi móvil y una ola de preocupación me invade lo que hace que mi baño perfecto se convierta en algo no tan agradable. 

―Sólo espero que todo esté bien.― Trato de convencerme y vuelvo a cerrar los ojos para disfrutar de mi suerte. 

Después de mi largo baño, de secarme, encontrar la bolsa donde vienen mis nuevas pijamas y accesorios para dormir y de quedarme viendo televisión por un rato, vuelvo a salir al balcón para sentir un poco del aire del verano y de la preciosa vista que hay de la ciudad. Me pongo un elegante albornoz de seda de color blanco y camino hacia afuera sintiendo inmediatamente el aire que me refresca de inmediato. 

―¿Bonita vista no? ― Escucho y al voltear veo a Carlos igual en pijama tomado un té.― o ¿Has visto mejores? 

Sonrío.― La verdad no he visto mucho en mi vida así que puedo decir que es muy bonita. 

―¿Quieres un té? Puedo llamar a Larry para que te lo haga. 

―No, no… está bien, no lo molestes, creo que él es quién necesita descansar más. 

A lo lejos escuchamos el claxón de varios autos y luego las sirenas de alguna patrulla al otro lado de la ciudad. Ambos nos quedamos admirando la luna de verano, las luces y la gente que pasa. 

―Me gusta venir a este hotel, siempre que vengo a Madrid me hospedo aquí. 

―Sí, ya vi queres cliente. 

―Sí, el campo es bonito, pero la ciudad es lo mío, me gusta el ambiente, el ruido… 

―Cuéntame más de tu casa ¿cómo es? De tu familia, creo que necesito saber un poco más antes de llegar de sorpresa. 

Carlos baja el té y lo pone sobre una mesa que hay al lado y regresa a mí, se recarga sobre el baradal que hay de su lado y me ve. 

―Bueno, ¿qué quieres saber? ― Me dice con su voz sensual. 

―Dijiste que tenías una hermana. 

―¡Ah sí! Teresa, es mi hermana mayor y tengo una mejor que se llama Julieta, mi hermana Teresa está casada con un Italiano llamado Guiseppino y ambos tienen a mi sobrino Pino. ― Y sonríe a recordarlo.― Es un buen niño. 

―Y ¿Cómo te llevas con ellos? 

―Bueno con Teresa mal, pero siempre ha sido así, es envidiosa y posesiva. 

―Suena como un extraordinario catch para Guiseppino. 

―No te creas, son uno para el otro, Dios los mandó para que estuvieran juntos tanto en la tierra como en el lugar donde vayan, yo sospecho que al inferno. 

Me río un poco.― Pero Pino te agrada ¿no es así? 

―Sí, el niño es inteligente y no se deja llevar por sus padres, aunque para ser honesto lo cría la niñera, es muy buena. Guiseppino sólo tiene tres intereses, cazar, dormir y comer. 

―Suena a que Guiseppino es un gato. 

Él se ríe, lo hace con tanta libertad que me hace reir a mí y juntos caemos en este momento de carcajadas sin fin. 

―Podría ser.― Dice sin poder controlarse.― Es igual de peludo y gordo. 

Seguimos riendo, hasta que el abdomen se cansa y las lágrimas salen. 

― Y ¿Tú madre? 

― Ella es, toda una dama, aún no entiendo como le hizo, yo tenía quince años cuando mi padre murió y mi hermana Julieta diez. Ella se hizo cargo de todo, sin cometer un error y logró establecer todo y hacer que no nos quitaran lo que es nuestro, ahora me toca a mí heredarlo y si te soy sincero, no sé si lo lograré. 

—Claro que lo harás, no estás solo.

—Creéme, estoy más solo que nada. 

—Al menos tienes a Larry.— Comento y él sonríe. 

Suspira—¿Cómo lo hiciste tú? — me pregunta pensativo.—¿Cómo le hiciste para no huir? 

—La palabra huir no existe en mi vocabulario, sobre todo desde que mi madre lo hizo cuando yo nací, siempre me he quedado al frente de todo. Mi padre me crió con la idea de que puso ser quién yo quiera. 

—¿Por eso decidiste ser actriz?

—No precisamente, pero creo que algo tiene que ver por ahí.— Carlos con su mirada profunda se me queda viendo por unos segundos y siento como si tratara de leer mi mente. Me acomodo poco el albornoz a la altura del escote y la trenza que me he hecho de lado para dormir. 

—Gracias en verdad Luisa, de verdad que me haz salvado la vida como no tienes idea, a veces es muy difícil para mi conseguir aliados, sobre todo cuando tus amigos deben ser de cierta clase y hay reglas que seguir. 

—Todo va a salir bien, no te preocupes, todo esto se resolverá y le darás a tu madre una alegría y bueno, te dará la oportunidad de que evites que alguien decida por ti en eso de compartir tu vida, debe ser un poco doloroso saber que puedes caer con alguien que no es para ti. 

—Sí como la prima de Guissepino.— Bromea. 

Sonrío, y me alejo un poco de su balcón.

—Me gustó platicar contigo, que tengas buenas noches. 

—Igualmente Luisa, sueña bonito.—Contesta en un tono bajito y se aleja del balcón para entrar a su habitación.

****

Despertar a la mañana siguiente en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad es de verdad algo que no está para creerse, sobre todo cuando a tu puerta llega una chica para decirte que será tu valet y te ayudará a vestirte y arreglarte. 

—Me siento como en Downtown Abbey.— Le comento a Carlos en el desayuno, que por cierto se sirvió en una terraza privada. 

—Helen es la sobrina de Larry, ella será nuestra aliada en este juego, así que puedes confiar en ella, cualquier situación que necesites expresar le puedes decir, así como ella nos comunicará si algo pasa. 

—Bien, al parecer lo tienes todo bien calculado. 

—Sólo deseo que salga bien.— Se excusa.

Desayunamos en silencio mientras veo a lo lejos la hermosa ciudad alumbrada por los rayos de sol de la mañana, estamos en este momento cuando todo parece perfecto antes del caos del mediodía. 

—El carro está listo señor.— Escucho alguien del staff. 

—Perfecto, en seguida bajamos. 

—Bajamos ¿A dónde? — Pregunto y él deja la taza de té y me ve. 

— A un lugar que te encantará. Así que te recomiendo que termines de desayunar para que nos pongamos en marcha. 

No sé porque de pronto la emoción me invade, a lo mejor porque me siento por primera vez despreocupada, llena de esperanza, como si me hubiesen dado una píldora para hacer que todo esté bien. 

Terminamos de desayunar para después arreglarme un poco más, sintiéndome tan diferente frente al espejo y así bajar hacia el auto donde Larry me abre la puerta. 

—¿Cómo me veo Larry? — Pregunto. 

—Muy bien señorita de las Casas, parece que nació para este papel.— Responde. 

Me acomodo en al auto y Carlos entra atrás mío como ya es costumbre. 

—Lista para lo que viene ¿Me pregunta? 

—Lista. 

—Perfecto, entonces Larry, ya sabes a dónde llevarnos. 

—Con gusto señor.—Contesta y diciendo esto arranca el auto. 

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