Aquí estoy, en la sala de reuniones del club, esperando a Madame Esther, porque dice que tiene que decirme algo muy importante antes de iniciar la noche. Mientras aguardo, mi mente divaga hacia el terreno de la sexualidad. Y es que, de cierto modo, las palabras de Gabriel cavaron groseramente en lo más profundo de mi mente.No estoy de acuerdo en cómo Gabriel ve la sexualidad, para él, el hacer el amor es compartir algo especial con nuestra persona especial, es conectar con la parte más sensible de nuestro ser, un intercambio de emociones románticas. Dejando a un lado las sensaciones físicas y la necesidad de darle gusto al cuerpo.Para mí, es como una forma de conectar con la vida. La gente siempre pone reglas y etiquetas a todo esto, pero yo creo que el sexo es algo natural, algo que nos hace humanos. Es perseguir el placer y la diversión, una búsqueda constante de sentirme viva y libre. Cada encuentro es como una película diferente, con su propio guion y escenas únicas, una aventur
Estoy de pie frente a la puerta, mi corazón late con fuerza, y la tensión se aferra a mis músculos. No estoy lista para recibir a mi segundo cliente de la noche, no después de la discusión con Giovanni. Aun siento la furia en mis venas, la humillación y la vergüenza que me invadieron cuando él descubrió mi secreto.Respiro profundamente, tratando de liberar la ansiedad que me consume. No puedo permitir que mis emociones afecten mi desempeño esta noche. Cierro los ojos por un momento, centrándome en el siguiente servicio de la noche.Al abrir la puerta, me encuentro con un hombre joven, alto y apuesto. Menos mal que es atractivo, parece que apenas ronda los 18 o 19 años. En su mirada puedo leer: miedo e inseguridad.Maldición…«Bueno… Ya sé cómo tratarte».—Hola, bienvenido —mi voz suena amable, intento mostrar más ánimo de lo que realmente siento. Lo invito a entrar, y, al tomarlo de la mano, lo noto tembloroso. Al fijarme en su semblante, lo encuentro un poco angustiado.Llevándolo d
Cruzo la puerta de servicio, esa entrada discreta al club que se esconde en el callejón lateral. Al atravesarla, me sumerjo en el pasillo que conecta la cocina y el camerino. Es entonces cuando la figura de Murgos captura mi atención: sola, inmersa en sus pensamientos, disfrutando de una copa en medio de la tranquilidad y la soledad momentánea de la cocina. Mi curiosidad me guía hacia ella, cambio mi ruta para acercarme y descubrir qué puede estar pasando con la dueña del club. —Hola… —saludo en tono suave mientras tomo asiento en el mueble cercano. Murgos levanta la vista de su copa y me sonríe con complicidad. —Hola, Miriam. —¿Por qué tan sola? —Porque intento enamorarme de la soledad. —¿Crees que sea una buena amante? —Por supuesto, la soledad siempre está esperando por mí, y lo mejor de todo es que nunca traiciona. Su comentario me roba una sonrisa. —Solo alguien muy estúpido dejaría que se le cambie por la soledad —digo al recordar lo distante que puede ser Gabriel frent
Nota del autor: Antes de que se sumerjan en la lectura de este capítulo, quiero aclarar que los pensamientos y las opiniones de la protagonista no reflejan las del autor.Siento que hay personas que se nutren del tormento y la irritación ajenos, dedicándose exclusivamente a perturbar la vida de los demás para luego saborear los malos momentos que causan. Es como su pasatiempo favorito, y Giovanni Paussini parece ser un maestro en ello. Su diversión y camaradería con sus amigos se basan en mí; soy su centro de entretenimiento. No puedo evitar sentirme incómoda y observada, esas miradas intensas y sonrisas burlonas hacen que mi piel se erice y mi cuerpo se tense.—Amore mio, nos han descubierto. —Giovanni, con una sonrisa que mezcla burla y malicia, extiende sus brazos como si esperara que saliera corriendo hacia él.Apenas lo dice, todas las chicas emiten chillidos, se oyen aplausos y el bullicio de todos los asistentes a esta fiesta de Halloween. Es como una declaración de amor en púb
Aunque pueda parecer apasionado, mi beso no es más que un «¡Sálvame!» que intento transmitir sobre los labios de Giovanni. Esa sonrisa que puedo sentir curvándose en sus labios, seguro es un «Te tengo en mis manos» que Giovanni está saboreando. Ni siquiera con los clientes del club había dado un beso tan fingido y que al mismo tiempo significara tanto para mí. Porque este es el ultimátum definitivo para mi amistad con Danna; es un «Prefiero estar con la persona que odias» que probablemente esté lacerando su corazón como lija.Cuando nos separamos de esa falsedad, observo fijamente los ojos de Giovanni, esperando una señal que me indique que ya no hay peligro.—Se ha ido, y por la cara que tenía, spero y no esté pensando al suicidio.—No, ni lo menciones.Aunque no me agrade la compañía de Danna en este momento, tampoco deseo que alguien se quite la vida por mi culpa... ¿Será capaz de hacerlo? No, no creo.Y aquí estábamos de nuevo, ambos, bajo las miradas de todo el mundo. Todos nos o
Claramente puedo leer en sus ojos: deseo urgente, lujuria mezclada con demencia y unas ganas insaciables de devorar mis labios. Las señales son claras, puedo sentir la tensión sexual que lo consume.«Bien, ya sé cómo tratarte…, como Miriam lo haría».—Ni siquiera te pregunto qué haces aquí, de seguro vienes a terminar lo que yo empecé, ¿cierto? —Me cruzo de brazos y me recuesto al marco de la puerta.Giovanni permanece serio, con una mirada que viaja sobre cada curvatura de mi cuerpo, desde el norte hasta el sur. Su mirada es tan intensa que hasta le delata lo ansioso que está.—¿Giovanni?—Volví a pagato para tener sexo contigo, así que non pensare devolverme el dinero —dice entre dientes, sonando a amenaza.Sé que debería tener un poco de dignidad y patearle el culo, pero; primero: este es mi trabajo; segundo: hay un sueño que quiero ver si se vuelve realidad.Con Hard to say I'm sorry sonando en la habitación y la tenue luz iluminando el lugar, respiro hondo y decido abordar la situ
Tengo un par de tetas saltando sobre mí, y otra, ubicada detrás de mi cabeza, esparce aceites sobre mi pecho mientras complementa con deliciosos masajes. He probado todas las variantes, he recurrido a numerosas prostitutas, ninguna repetida, porque en el ámbito sexual, la repetición no me atrae. He permitido el látigo, la penetración anal, la electrocución, y siempre termino insatisfecho. Ninguna otra prostituta ha logrado proporcionarme un sexo tan desenfrenado y sádico como Mimarie. Recuerdo salir del club y, en el auto, repasaba cada palabra, cada susurro. No tengo imágenes porque en ese momento Mimarie me tenía los ojos vendados; solo recuerdo sensaciones, el tono de su voz y su sonrisa perversa. Incluso recuerdo la temperatura de su cuerpo. Esa desgraciada me dejó trastornado; ya no disfruto de esto como antes.—¡Ya, deténganse! —ordeno a las chicas.Ambas abandonan la cama con expresiones de asombro y susto. Se quedan paradas, desnudas, a un metro de distancia, esperando mi próx
Temo que alguno de esos individuos perturbados, que considero como clientes, lleguen a verme como un objeto de su propiedad en algún momento de sus vidas. Por eso, ayer, cuando Giovanni afirmó que en esa noche solo sería para él, una sensación de inquietud me invadió. No deseo ser la esclava sexual de nadie. Se ofreció a llevarme a casa, como si necesitara asegurarse de que no estaría con nadie más durante esa noche. Me sentí atada, de tal manera que la conversación no fluyó en absoluto en nuestro camino de regreso. El trayecto en su auto resultó sumamente incómodo, especialmente al recordar cómo me había tratado en los últimos días. Para él, sigo siendo la mujer que desperdicia su inteligencia en un trabajo tan degradante como la prostitución. El hecho de que sintiera el deseo de tener sexo conmigo no altera en absoluto su percepción: sigo siendo para él una asquerosa puta. Al descender del edificio de mi departamento, lo primero que hago es verificar si Giovanni cumplió su promesa.