El aroma tentador de la pizza recién horneada llena el elegante comedor de la mansión Paussini. Me siento en la silla que él ha elegido para mí, frente a una mesa impecablemente preparada. La luz tenue de las lámparas destaca la belleza de la sala, pero mis ojos no pueden apartarse de la obra maestra que yace ante nosotros.Giovanni, con su característica elegancia, sirve una porción generosa de la «italianísima» pizza que ha mandado preparar con la cocinera. Me maravillo ante la vista de los ingredientes frescos, la masa fina y crujiente, y la mezcla perfecta de quesos derretidos. La pizza parece un lienzo culinario, una obra de arte que refleja la pasión por la auténtica cocina italiana.—Miriam, te presento la verdadera essenza de la pizza italiana. —Su voz, suave y persuasiva, me saca de mi trance.Tomando un bocado, mis papilas gustativas bailan de felicidad. No puedo evitar cerrar los ojos por un momento, saboreando cada detalle. La mezcla de sabores es increíblemente intensa y
Narrado desde la perspectiva de Giovanni Paussini.Desde el primer año en la universidad, Miriam se convirtió en un enigma fascinante. Su presenza era un desafío constante para mí, un desafío que acepté con gusto. Aquel interés inicial surgía no solo por su belleza evidente, sino por algo más profondo, algo que no podía comprender. ¿Cómo alguien como ella podría superarme académicamente?En aquellos días de primer año, la percibí como una mujer presuntuosa, alguien que disfrutaba presumir de algo que no poseía, especialmente dinero. Odiaba ver cómo se vestía con réplicas de marcas, como si necesitara aparentar algo que no era. Sin embargo, detrás de esa facciata, intuía que había mucho más, una complejidad que me atraía y me desafiaba a comprenderla.Recuerdo la primera vez que la vi. Aquella cabellera risada di colore negro azabache caía sobre sus hombros, un contraste único con sus amplios ojos grises, bordeados por un tono más oscuro que resaltaba su mirada intrigante. Su cuerpo, d
La mañana se despierta en matices dorados y fríos, un otoño que parece desangrarse a través de las ventanas de las aulas de la universidad. Me encuentro de pie frente al verde pizarrón, mientras el bullicio de mis compañeros anticipa una jornada que promete ser intensa. A mi lado, Giovanni Paussini revisa sus apuntes, sus ojos cargando con unas evidentes ojeras, pero brillantes de determinación.—Buenos días a todos —anuncio, proyectando la energía que solo la cafeína puede brindarme a estas horas.Las miradas se centran en mí y en Giovanni mientras nos preparamos para guiar el barco de nuestro proyecto trimestral. Creamos una empresa ficticia en la que cada estudiante desempeñará un rol crucial. Giovanni y yo, como capitanes de esta travesía académica, distribuimos los puestos y detallamos las responsabilidades de cada departamento.Danna, mi fiel compañera de travesía, respira aliviada al descubrir que no la he destinado a tareas de limpieza. Una sonrisa agradecida ilumina su rostro
Aquí estoy, en la sala de reuniones del club, esperando a Madame Esther, porque dice que tiene que decirme algo muy importante antes de iniciar la noche. Mientras aguardo, mi mente divaga hacia el terreno de la sexualidad. Y es que, de cierto modo, las palabras de Gabriel cavaron groseramente en lo más profundo de mi mente.No estoy de acuerdo en cómo Gabriel ve la sexualidad, para él, el hacer el amor es compartir algo especial con nuestra persona especial, es conectar con la parte más sensible de nuestro ser, un intercambio de emociones románticas. Dejando a un lado las sensaciones físicas y la necesidad de darle gusto al cuerpo.Para mí, es como una forma de conectar con la vida. La gente siempre pone reglas y etiquetas a todo esto, pero yo creo que el sexo es algo natural, algo que nos hace humanos. Es perseguir el placer y la diversión, una búsqueda constante de sentirme viva y libre. Cada encuentro es como una película diferente, con su propio guion y escenas únicas, una aventur
Estoy de pie frente a la puerta, mi corazón late con fuerza, y la tensión se aferra a mis músculos. No estoy lista para recibir a mi segundo cliente de la noche, no después de la discusión con Giovanni. Aun siento la furia en mis venas, la humillación y la vergüenza que me invadieron cuando él descubrió mi secreto.Respiro profundamente, tratando de liberar la ansiedad que me consume. No puedo permitir que mis emociones afecten mi desempeño esta noche. Cierro los ojos por un momento, centrándome en el siguiente servicio de la noche.Al abrir la puerta, me encuentro con un hombre joven, alto y apuesto. Menos mal que es atractivo, parece que apenas ronda los 18 o 19 años. En su mirada puedo leer: miedo e inseguridad.Maldición…«Bueno… Ya sé cómo tratarte».—Hola, bienvenido —mi voz suena amable, intento mostrar más ánimo de lo que realmente siento. Lo invito a entrar, y, al tomarlo de la mano, lo noto tembloroso. Al fijarme en su semblante, lo encuentro un poco angustiado.Llevándolo d
Cruzo la puerta de servicio, esa entrada discreta al club que se esconde en el callejón lateral. Al atravesarla, me sumerjo en el pasillo que conecta la cocina y el camerino. Es entonces cuando la figura de Murgos captura mi atención: sola, inmersa en sus pensamientos, disfrutando de una copa en medio de la tranquilidad y la soledad momentánea de la cocina. Mi curiosidad me guía hacia ella, cambio mi ruta para acercarme y descubrir qué puede estar pasando con la dueña del club. —Hola… —saludo en tono suave mientras tomo asiento en el mueble cercano. Murgos levanta la vista de su copa y me sonríe con complicidad. —Hola, Miriam. —¿Por qué tan sola? —Porque intento enamorarme de la soledad. —¿Crees que sea una buena amante? —Por supuesto, la soledad siempre está esperando por mí, y lo mejor de todo es que nunca traiciona. Su comentario me roba una sonrisa. —Solo alguien muy estúpido dejaría que se le cambie por la soledad —digo al recordar lo distante que puede ser Gabriel frent
Nota del autor: Antes de que se sumerjan en la lectura de este capítulo, quiero aclarar que los pensamientos y las opiniones de la protagonista no reflejan las del autor.Siento que hay personas que se nutren del tormento y la irritación ajenos, dedicándose exclusivamente a perturbar la vida de los demás para luego saborear los malos momentos que causan. Es como su pasatiempo favorito, y Giovanni Paussini parece ser un maestro en ello. Su diversión y camaradería con sus amigos se basan en mí; soy su centro de entretenimiento. No puedo evitar sentirme incómoda y observada, esas miradas intensas y sonrisas burlonas hacen que mi piel se erice y mi cuerpo se tense.—Amore mio, nos han descubierto. —Giovanni, con una sonrisa que mezcla burla y malicia, extiende sus brazos como si esperara que saliera corriendo hacia él.Apenas lo dice, todas las chicas emiten chillidos, se oyen aplausos y el bullicio de todos los asistentes a esta fiesta de Halloween. Es como una declaración de amor en púb
Aunque pueda parecer apasionado, mi beso no es más que un «¡Sálvame!» que intento transmitir sobre los labios de Giovanni. Esa sonrisa que puedo sentir curvándose en sus labios, seguro es un «Te tengo en mis manos» que Giovanni está saboreando. Ni siquiera con los clientes del club había dado un beso tan fingido y que al mismo tiempo significara tanto para mí. Porque este es el ultimátum definitivo para mi amistad con Danna; es un «Prefiero estar con la persona que odias» que probablemente esté lacerando su corazón como lija.Cuando nos separamos de esa falsedad, observo fijamente los ojos de Giovanni, esperando una señal que me indique que ya no hay peligro.—Se ha ido, y por la cara que tenía, spero y no esté pensando al suicidio.—No, ni lo menciones.Aunque no me agrade la compañía de Danna en este momento, tampoco deseo que alguien se quite la vida por mi culpa... ¿Será capaz de hacerlo? No, no creo.Y aquí estábamos de nuevo, ambos, bajo las miradas de todo el mundo. Todos nos o