Ante mi abrazo repentino, Sergio se quedó paralizado al instante. Después de un momento, murmuró: —¿Me tienes lástima?—Me duele verte sufrir —corregí.Sergio se quedó callado y no me devolvió el abrazo, lo que me hizo sentir incómoda.Estaba por soltarlo en ese momento cuando levanté la vista y vi justo a Carlos no muy lejos.¿También había venido hoy?Y Marta, que siempre anda de chismosa, ni siquiera me avisó.Cuando iba a soltar a Sergio, apreté más fuerte. Él intentó apartarse, pero lo sujeté con fuerza. —No te muevas.Se quedó quieto y seguí abrazándolo. —¿Hoy también trabajas hasta tarde?Sergio: —¿Mmm…?Me puse de puntillas, pegada a su oído: —Extraño tu comida.Sentí su nuez de Adán moverse junto a mi oído, y un suave: —Mmm….Todo mi cuerpo se estremeció, y mis ojos se desviaron directo hacia Carlos. Lo vi apretar los puños, su rostro paso de estar pálido a estar rojo al instante, hasta que, con una mirada sombría, se marchó.Solté a Sergio y cuando iba a decir algo, se oyó a
Marta afirmó. —Sí pienso en otras cosas: en nuestro parque de diversiones y estas hermosas luces.Se rio y me abrazó más fuerte. —Y en ti, hermanita.Qué amable eres.Llegamos al área del accidente. Sergio subió con agilidad a inspeccionar, tomando notas mientras revisaba.—Se dañaron dos grupos, cada uno con veintidós luces pequeñas de trece colores diferentes —dijo Sergio mientras examinaba en detalle los daños y miraba la grúa que trabajaba cerca.Luego se dirigió a Marta. —Contacta al supervisor, hay que determinar responsabilidades y daños.Marta obedeció y llamó a Alejandro, quien llegó en breve. Se sorprendió al verme.Pareció no esperar mi presencia, pero después sonrió. —¿Sara vino a hacer una inspección anticipada?Ya no era la encargada aquí, así que sonaba a burla.Pero sabía que bromeaba, así que sonreí suavemente. —No, vine a ver a Sergio.Al decir esto, noté algo momentáneo en los ojos de Alejandro antes de que mirara a Sergio. —Los contratistas ya me explicaron lo del a
Me sujetó la mano.Al voltear, vi a Sergio. Me miró con dulzura antes de enfrentar a Carlos, y con un tono de voz profunda y segura dijo: —No me iré hasta que la inspección final esté completada.Era su carácter.Cuanto más querían que se fuera, más se resistía, igual que antes lo hacían.Esperaba la respuesta de Carlos cuando Sergio apretó mi mano con fuerza y añadió: —Se lo prometí a Sasa.Ese "Sasa" y mencionar que me lo había prometido me hizo estremecer, mientras el rostro de Carlos se ensombrecía y Alejandro también se veía molesto.Todos se quedaron callados, con una fuerte tensión que apenas dejaba respirar.Respiré profundo y hablé: —Señor Carlos, supervisor, aunque ya no trabajo aquí, recuerdo bien una regla de la empresa: los intereses de la compañía están por encima de todo, y nadie puede dañarlos por ningún motivo.Le recordaba a Alejandro que debía asumir por completo su responsabilidad y si quería proteger a alguien, tendría que hacerse cargo.Si hasta en las antiguas di
Lo miré fijamente, pensando en su padre, que era el señor Martín a quien tanto llamaba de niña, y pensando en cómo Sergio se me acercaba, no pude evitar preguntar en se instante: —Sergio, ¿me coqueteas porque te gusto?—¿Por qué más sería, por jugar? —me miró directamente a los ojos, sin ninguna expresión de su parte.—¿Hay algo que me ocultas? ¿Verdad? Por ejemplo... ¿que nos conocemos desde hace mucho? —durante el regreso, o más bien desde que supe la identidad de su padre, esta pregunta me daba vueltas y vueltas.Sus ojos temblaron. —Te cargué en mi espalda cuando eras pequeña, y.… me besaste.Sergio siempre me tomaba desprevenida. Si no tuviera experiencia alguna en el amor, si aún fuera una chica tímida, sus palabras me habrían hecho sonrojar completamente.—¿Ah sí? ¿Dónde te besé? —fui igual de directa.Sergio dio un paso hacia mí. Ya estábamos cerca, y ese paso nos acercó aún más.Mi corazón se aceleró, pero no retrocedí.Sergio me miraba fijamente, y se dio media vuelta, su ali
Miguel no me dio opción alguna a negarme, y sabía lo que eso significaba.Sujetando el teléfono con fuerza, miré a Sergio y me acerqué. Antes de que pudiera hablar, dijo: —Me voy pasado mañana.¿Se iba?Me quedé asombrada. —¿A dónde?Sergio caminó hacia adelante. —De regreso. ¿De regreso a Valle Sereno?Pero había dicho que se quedaría, incluso había rentado una casa.Pensando en la casa rentada, recordé lo de la demolición y el favor de la casera, que aún no le había comentado.Quería preguntarle por qué se iba, pero su distanciamiento me intimidó muchísimo, así que solo dije: —Vendré mañana en la noche a ver las pruebas.Sergio me miró como diciendo que cuando yo tuviera tiempo, él no lo tendría.Esperaba que me rechazara, pero después de mirarme fijamente por unos segundos, dijo: — Muy bien.Sabía que se había reservado al decirlo.Aunque estaba molesto, no quería ponerme en una situación difícil.Se sacrificaba demasiado por mí.En ese momento, me sentí terrible.Abusaba de su
En ese momento, solo pude mantener la compostura mientras la veía acercarse angustiada hacia mí.—Sara —pronunció Beatriz cuando estuvo frente a mí, con lágrimas en los ojos.Entrecerré los ojos sin decir nada, esperando a que continuara. No quería interrumpir el momento emotivo que estaba preparando.—¿Podrías mantenerte alejada de Carlos? —finalmente preguntó.Me quedé pensativa. —¿Mmm?—Ustedes ya terminaron y ahora él está conmigo. Son cosa del pasado, y no quiero que aparezcas frente a él sin motivo aparente y afectes su estado de ánimo —dijo Beatriz con ojos temblorosos, conteniendo las lágrimas.¡Jajaja! Me reí, al darme cuenta de que me culpaba por el castigo que anteriormente Carlos le había impuesto. —¿Acaso la señorita Hernández no puede pagar la compensación y quiere pues que yo asuma una parte? —me burlé.El rostro de Beatriz palideció al instante, ya que antes había mostrado su pobreza frente a mí y pensó que me burlaba de eso. Pero no me reía de su situación económica,
Esta respuesta me tomó por sorpresa y me impactó al instante. Miguel siempre me había tratado como una hermana menor, y aunque ocasionalmente bromeaba, nunca cruzaba límites. Esta broma de hoy parecía haberse pasado un poco.Dylan me miró sorprendido, evaluándome detenidamente con la mirada. Miguel se paró frente a mí y sin mirar a Dylan, me dijo: —Entremos.Me despedí de Dylan y seguí a Miguel. Mientras nos alejábamos, vi que Dylan abría la boca y extendía la mano, como queriendo decir algo o detenerme.—Miguel dijo eso para espantar a mi pretendiente, ¿verdad? —después de pensarlo brevemente, adiviné su oscura intención.—Sí, ese tipo parece poco confiable, no me gusta —el juicio de Miguel sobre Dylan me hizo reír.Me miró de reojo. —Tengo buen ojo para juzgar a la gente, nunca me equivoco. Mantente alejada de él.—De acuerdo —acepté sonriendo.—Hablo en serio, no lo tomes como broma —insistió Miguel.Acepté enfáticamente. —Yo también hablo en serio, no bromeo. No me interesan los ho
Cuando se abrió la puerta, escuché una risa estridente y vi al instante a la persona sentada en el lugar principal. Este hombre... me resultaba familiar.Miguel ya había empezado a presentarlo: —Mario, mi compañero de billar y buen amigo.Mientras observaba con detenimiento el rostro de aquel hombre, recordé su nombre: Mario Montenegro, hijo de Leonardo Montenegro y actual director del Grupo Montenegro. Había investigado sobre él en internet, era un aficionado al snooker y campeón de torneos amateur. En ese preciso momento, no había considerado su conexión con Miguel, y menos que fueran tan cercanos.—¿Así que esta es nuestra hermanita? —sonrió Mario.Aunque el término "hermanita" sonaba afectuoso, me dio fuertes escalofríos. A pesar de que su historial parecía limpio, con un padre turbio, él tampoco podía ser tan inocente. Ya que, las apariencias engañan.—Sara, puedes llamarlo Mario simplemente. Si necesitas algo o tienes problemas, puedes acudir a él —dijo Miguel mientras me apartab