Huele a leña, a café y a tierra mojada. Es como si la suavidad de la sábana intentara convencerme de quedarme sobre ella, en aquellas sedas de frialdad agradable, me provoca acurrucarme entre el grueso cobertor de la cama y dormir un rato más, cinco minutos más y después me levanto para ir a trabajar. Es que amo amanecer así, en una mañana fresca; no recuerdo haber dejado la ventana abierta, pero me gusta sentir la brisa sobre mi rostro, el cantar de los pájaros y el inconsistente sonido de la llovizna.Después de todo, ¿Por qué huele a leña?… ¿Y ese montón de pájaros cantando?... Maldición, ¿por qué me duele tanto la cabeza?El sol ha llegado resplandeciendo sobre mis parpados y me obliga a abrirlos… ¿Ya salió el sol?... ¡Oh, dios mío, ¿Me quede dormida?!Rápidamente abro los ojos y trato de cubrir la claridad del sol con mi mano, y entre mis dedos veo a un hombre de cabello oscuro y espalda maciza, en una mano sostiene una taza que emana vapor, y con la otra ajusta las cortinas.—¡O
Este sentimiento desgarrador es algo nuevo en mí, y no me gusta, hace que mi corazón se sienta tan blando y deshojante, como una lechuga.Trato de sostener mi fe, pero este presentimiento me hace temer lo peor, aun cuando no debería, no puedo suprimir este sentimiento de haber perdido algo, como si gran parte de mí ya hubiese aceptado que él es alguien sumamente importante en mi vida, y que ya no esté me deja al borde de la desquicie. Esta ansiedad no me da chance de pedir a Dios por su bienestar; es que quiero que esté bien, pero mi cabeza paranoica ha empezado a inventarse tantos posibles escenarios: o murió ahogado, o logro salir vivo de aquel accidente; y ahora mismo, para mí esas dos posibilidades son casi nada.«¿Si no estás… ahora a quien esperaré encontrarme en el camino?».Ya me había acostumbrado a que me sorprendiera como solo él sabes hacerlo; incluso, aún creo escucharle decir mi nombre, como si me llamara a la distancia.—¡Inocencia! —Marco me grita y así me trae de vuel
Que pueda amar tantas cosas en este mundo me ayuda a entender que contigo es diferente, pues el amor que llegué a conocer jamás se sintió así, tan intenso, desestabilizador, como si el armazón de mi alma se hubiese desprendido, dejándome así…, tan vulnerable.Nuestra forma de besar es intensa y liberal, nos separa de la realidad y nos lleva a un mundo donde solo existimos ambos, es como si cada uno intentara succionar el alma del otro, como si nuestros labios intentaran dejar una marca de propiedad imborrable; puedo leerlo claramente en mis labios, es como si sus labios escribieran su nombre sobre los míos.—Inocencia —su respiración se escucha agitada—, que vinieras corriendo desnuda hacia mí supera cualquiera de las fantasías sexuales que he tenido.¡¿Desnuda?!...¡Oh, por Dios!... Fue tanta la emoción de verle que hasta olvide ese detalle… Maldición, me estoy sonrojando horriblemente.—¡Qué pena!... Debería vestirme —digo sintiéndome súper avergonzada.—¡No, no, no! —reacciona a la
Luego de aquel encuentro desenfrenado y pasional, hemos quedado sentados sobre las piedras que están dentro de las aguas termales. Estamos desnudos y acurrucados, Dimitri me tiene abrazada tras mi espalda, con sus manos rodean mi cintura mientras su barbilla reposa sobre mi hombro, en ciertos momentos juega a hacerme cosquillas rozando su barba sobre mi cuello y yo respondo tocando bajo su rodilla, ya que hace un rato descubrí que esa es una de sus zonas cosquillosas. Me gusta estar así con él, porque me hace sentir completa, como si esto fuese lo único que necesitara en la vida. —Tengo que regresar con mi familia —le digo con un tono suave y bajo—, de seguro están preocupados por mí. —Lo sé. —No solo mi familia está preocupada, tu papá también lo está. Él te está esperando, fue el único en estar seguro de que aún seguías con vida; sin embargo, eso no le quita el hecho de que tu padre siga preocupado… Todos deben estar preocupados por nosotros, Dimitri. —Y nosotros aquí divirtiénd
«Maldición… ¿Por qué me duele la pompi derecha?»Me voy despertando con la claridad del día allanando sobre mis párpados, y también algo asqueada al sentir un mechón de cabellos dentro de mi boca, empiezo a sacar todo ese pelo a punta de escupitajos y, mientras me voy levantando lentamente de la cama, con mis ojos entrecerrados intento distinguir a la chica que está acostada a un lado mío.—Lottie, despierta —mi voz aún es soñolienta—… Lottie —la llamo mientras aparto el ondulado y desordenado cabello que cae sobre su rostro.Empiezo a hamaquear su hombro, pero la mujer tiene el sueño muy pesado.—¡Lottie, despierta!Lottie abre los ojos notándose muy espantada, sus ojos rojos encuentran los míos e inmediatamente queda sentada sobre las almohadas.—¡Ino, ¿Cómo te sientes?! —Mi hermanita me toma de la mano—. ¿Estás bien?—Pues…, no sé. Me duele la pompi derecha. ¿Qué fue lo que me pasó?—Anoche te desmayaste y tuvimos que llamar a un doctor para que te atendiera, nos dijo que tenías fi
Narrado desde la perspectiva de Richard Kross. —Por cierto, ¿por qué me has llamado desde ese número? ¿Qué paso con el que yo te regalé? —le pregunto a la mujer más testaruda que he conocido: Inocencia Trevejes. Ya no sé qué hacer para que siga usando el maldito celular que le regalé. —Es que el celular se me quedó en el auto, y, bueno…, Ermac se fue esta mañana en él y se lo llevó. El pececito a mordido el anzuelo. —Oh, ya veo —digo en un falso tono deprimente. —Sí. —Bueno, te dejo para que descanses. Te llamo más tarde, ¿Ok? No creo que haga falta llamarle, no después de lo que voy a hacer. —Ok, que tengas buen día. Rápidamente cierro la llamada y salgo de mi oficina a pasos rápidos, rumbo a la oficina del jefe de policías: el sargento Jones. Abro la puerta de la oficina y, al entrar, la tranco al instante. Me encuentro al sargento sentado frente a su escritorio, estaba escribiendo en su computadora, pero al verme entrar ha detenido su escritura; el sargento desvía sus ojos
Todos saltamos por la ventana que está en el salón de la chimenea. Luego empezamos a correr hacia la parte trasera de la mansión. Delante de mí va Sebastián, quien lleva a Marisol en brazos; la pequeña se ve muy asustada, le abraza con un pánico que nunca había visto en ella, su llanto es combustible para mi cólera y razón para desatar mi locura, pero sé que debo controlarme, justo ahora siento ganas de desprender la cabeza del cuerpo de Richard, y este sentimiento no es propio de mí, yo no soy así.—¡Voy a llamar a Alexis! —dice Jennifer, quien va adelante de Sebastián—, esperemos y aún siga libre.Mientras seguimos corriendo, le pregunto entre jadeos:—¿Alexis… no estaba aquí? —Mi respiración no es muy buena, el resfriado ha complicado aún más mi condición.—No, le vi salir muy temprano.Jennifer saca su celular del interior del bolsillo del uniforme y luego empieza a marcar a Alexis; mientras tanto, Sebastián se le adelanta y nos conduce hacia el cementerio de la familia.—Alexis n
Creí que sería lindo darle alas de esperanzas a mis sueños, lo que no sabía era que con esas mismas alas podrían salir volando y perderse de mí… Cuando los vuelva a atrapar me aseguraré de encerrarlos en una jaula.Luego de mi deprimente charla con Jennifer, hemos regresado a la sala de la casa. Marisol está sentada viendo televisión y a un lado de ella está Sebastián. Tengo que hablar con ella, así que necesitare verme fuerte.Tomo un gran respiro y luego voy hasta donde está Marisol, me agacho frente a ella, y así consigo su atención.—Pequeña, voy a llevarte a casa de tu abuelito Frank. Necesito que te quedes un tiempo por allá.—¿Tú también vienes conmigo, tita?—No, amor, pero prometo ir a visitarte.—Ok —Marisol me empuja hacia un lado del hombro para que le permita ver la televisión.Qué carajos…¡¿Acaso esta niña no tiene corazón?!¡He derramado un río de lágrimas por ella y parece no importarle!... Bueno…, creo que es mejor que sea así.—Genial —reacciono consternada.Levanto