Todos saltamos por la ventana que está en el salón de la chimenea. Luego empezamos a correr hacia la parte trasera de la mansión. Delante de mí va Sebastián, quien lleva a Marisol en brazos; la pequeña se ve muy asustada, le abraza con un pánico que nunca había visto en ella, su llanto es combustible para mi cólera y razón para desatar mi locura, pero sé que debo controlarme, justo ahora siento ganas de desprender la cabeza del cuerpo de Richard, y este sentimiento no es propio de mí, yo no soy así.—¡Voy a llamar a Alexis! —dice Jennifer, quien va adelante de Sebastián—, esperemos y aún siga libre.Mientras seguimos corriendo, le pregunto entre jadeos:—¿Alexis… no estaba aquí? —Mi respiración no es muy buena, el resfriado ha complicado aún más mi condición.—No, le vi salir muy temprano.Jennifer saca su celular del interior del bolsillo del uniforme y luego empieza a marcar a Alexis; mientras tanto, Sebastián se le adelanta y nos conduce hacia el cementerio de la familia.—Alexis n
Creí que sería lindo darle alas de esperanzas a mis sueños, lo que no sabía era que con esas mismas alas podrían salir volando y perderse de mí… Cuando los vuelva a atrapar me aseguraré de encerrarlos en una jaula.Luego de mi deprimente charla con Jennifer, hemos regresado a la sala de la casa. Marisol está sentada viendo televisión y a un lado de ella está Sebastián. Tengo que hablar con ella, así que necesitare verme fuerte.Tomo un gran respiro y luego voy hasta donde está Marisol, me agacho frente a ella, y así consigo su atención.—Pequeña, voy a llevarte a casa de tu abuelito Frank. Necesito que te quedes un tiempo por allá.—¿Tú también vienes conmigo, tita?—No, amor, pero prometo ir a visitarte.—Ok —Marisol me empuja hacia un lado del hombro para que le permita ver la televisión.Qué carajos…¡¿Acaso esta niña no tiene corazón?!¡He derramado un río de lágrimas por ella y parece no importarle!... Bueno…, creo que es mejor que sea así.—Genial —reacciono consternada.Levanto
Al llegar a la casa de Chitsen, todos nos bajamos del auto, menos Marco, él da la vuelva en el auto y se aleja conduciendo por la misma calle que nos trajo.—Permítame ayudarle con los maletines.—Gracias, Sebastián. —Le doy ambas maletas.Caminamos hasta la entrada de la casa, me paro frente a la puerta, doy tres toques sobre la madera y a los segundos se logra escuchar cómo, desde adentro, alguien empieza a quitar las cerraduras de la puerta. La puerta se abre y tras ella mis ojos encuentran el rostro pálido de una mujer que logro recordar a la perfección, yo misma agarré aquella ondulada cabellera oscura y la arrastré por todo el bar de la discoteca.—Perra malparida… —Bárbara me agarra del cabello y me adentra a la casa con fuertes jalones—. ¡Hoy te mato!—¡Bárbara, cálmate por favor! —suplico, pero es en vano, Bárbara me jala aún más fuerte y me hace arrodillarme frente a ella.—¡¿Crees que por ser una Hikari debería temerte?! —Se inclina y acerca su rabioso rostro frente al mío—
No creo que le llegue a pesar el remordimiento, este traidor es peor que Judas, él no se ahorcaría solo. Richard me ha mostrado su verdadero rostro, un hombre capaz de lastimar a inocentes con tal de alcanzar sus cometidos. Él piensa que ha ganado, con esa sonrisa equivocada supone que mi familia está acabada… ¿Acaso no ve que estoy frente a él? —La reina apenas ha sido coronada, Richard. El verdadero reinado será… algo despiadado. Me levanto del borde de la cama y, luego de una cínica sonrisa, le doy la espalda y salgo de la habitación. Espero y no haya escuchado lo fuerte que ha estado latiendo este corazón lleno de ira, estoy próxima a estallar en cólera. Rápidamente me voy hasta donde está el ascensor, presiono el botón de bajada y espero a que este venga por mí. Al llegar a planta baja acelero mis pasos y, cuando Sebastián se percata de mi llegada, le hago señas indicándole que se levante de la silla para irnos. —Señorita, ¿pudo visitar a su amigo? Respondo asintiendo repeti
Todo cambió desde aquel momento en el que mi corazón escogió su destino, comportándose como un órgano autónomo, ha marcado la ruta y me ha conducido hasta él.Aquella mujer religiosa y de exagerada pureza se está desvaneciendo, trato de buscar de aquella ingenuidad y no logro encontrar ni siquiera una pizca. Yo… estoy cambiando, es como si aquella monja ya hubiese dejado de existir.Han pasado varios minutos desde que tuvimos revolcándonos en el suelo, que, por cierto, no estaba sucio, todo aquí está muy limpio. Justo ahora me encuentro sentada frente a la mesa, luzco el hermoso vestido turquesa que Dimitri me regaló, y unos hermosos tacones negros que él también escogió para mí. Estoy acicalando mi cabello mientras espero a que Dimitri termine de servir la comida en los platos, yo traté de ayudarle, pero él insistió en hacerlo solo, disque que todo esto es para que yo lo disfrute.—Espero y te guste el pavo horneado —dice en tono bajo y ronco sobre mi oído, mientras pone un plato con
Dimitri agarra la manija de la puerta principal del hotel, la abre para mí y me permite pasar; el lobby está muy solitario, mi mirada va directo hacia donde está el recepcionista, este nos sonríe con cortesía y, después de asentirle a Dimitri, nos permite pasar a los ascensores sin tan siquiera pedir identificaciones… Dimitri me comentó que el dueño del hotel es uno de sus mejores clientes, y que solo nos permitió quedarnos una semana. También me dijo que no podríamos regresar a la cabaña porque su padre sigue escondido ahí y no quiere ponerlo en riesgo, que siempre ha evitado estar entrando y saliendo de aquel bosque porque podrían encontrar su escondite.Al entrar a la suite, Dimitri empieza a buscar los interruptores para encender las luces, no demora mucho en encontrarlo.—¡Wow! Es tan hermoso y elegante —digo mientras contemplo todo el lugar.—Gracias, y eso que me dejaste un poco destartalado —responde mientras se dirige hacia el fondo de la suite, yo le sigo atrás.Dimitri abre
¿Por qué debería tener miedo de lo que podría hacer Dimitri?, si le conozco bien, le he visto matar personas y en ningún momento encontré en él alguna expresión de compasión, él es así y no creo que eso llegue a cambiar ahora que está conmigo, él seguirá matando y cometiendo crímenes…, lo que me aterra es que pueda hacer cosas peores.¿Que acepte sus crímenes me hace mala persona? Supongo que sí.El elevador no tarda mucho en llegar y abrir sus puertas, Marco me permite pasar primero y, luego de entrar él, presiona el botón que da a los estacionamientos subterráneos. De inmediato, el elevador empieza a bajar e inicia un largo recorrido desde el piso más alto del hotel; solo estamos nosotros dos en medio de un silencio que se siente pesado.Con cierto disimulo intento descifrar la expresión amarga de Marco, tal vez en su5 rostro pueda encontrar pistas de aquello que estuvieron hablando hace un rato: su entrecejo está sumamente arrugado, tiene una mirada perturbada y perdida de la reali
—Señorita Hikari, cuéntenos, ¿dónde estuvo todo este tiempo? ¿Por qué nadie ha sabido de usted hasta ahora?—Ino, no tienes que responderles —Alexis me susurra—, mejor espera hablar con el abogado.No hago caso al consejo de Alexis y tomo un gran respiro antes de responder las preguntas.—Toda mi vida se dio dentro de un monasterio, fui una monja de clausura, lo que significa que viví lejos de mi familia.—¿Por qué salió del monasterio? ¿La expulsaron?Aquella pregunta me hace recordar como perdí la serenidad de mi vida; todo fue por culpa de Dimitri Paussini, el apareció y todo mi mundo se derrumbó.—No pienso hablar de mi vida privada.—Señorita Hikari, ¿usted cree en la inocencia de su familia? ¿Qué tanto sabe del caso de la granja?Y aquí vamos, directo a la candela, llegó la hora de hablar del tema del momento.—Sé que mi familia es inocente, todos ellos están tras las rejas de manera injusta, aun cuando Dimitri Paussini ha aceptado sus crímenes, él ha confirmado frente a toda In