Luego de aquel encuentro desenfrenado y pasional, hemos quedado sentados sobre las piedras que están dentro de las aguas termales. Estamos desnudos y acurrucados, Dimitri me tiene abrazada tras mi espalda, con sus manos rodean mi cintura mientras su barbilla reposa sobre mi hombro, en ciertos momentos juega a hacerme cosquillas rozando su barba sobre mi cuello y yo respondo tocando bajo su rodilla, ya que hace un rato descubrí que esa es una de sus zonas cosquillosas. Me gusta estar así con él, porque me hace sentir completa, como si esto fuese lo único que necesitara en la vida. —Tengo que regresar con mi familia —le digo con un tono suave y bajo—, de seguro están preocupados por mí. —Lo sé. —No solo mi familia está preocupada, tu papá también lo está. Él te está esperando, fue el único en estar seguro de que aún seguías con vida; sin embargo, eso no le quita el hecho de que tu padre siga preocupado… Todos deben estar preocupados por nosotros, Dimitri. —Y nosotros aquí divirtiénd
«Maldición… ¿Por qué me duele la pompi derecha?»Me voy despertando con la claridad del día allanando sobre mis párpados, y también algo asqueada al sentir un mechón de cabellos dentro de mi boca, empiezo a sacar todo ese pelo a punta de escupitajos y, mientras me voy levantando lentamente de la cama, con mis ojos entrecerrados intento distinguir a la chica que está acostada a un lado mío.—Lottie, despierta —mi voz aún es soñolienta—… Lottie —la llamo mientras aparto el ondulado y desordenado cabello que cae sobre su rostro.Empiezo a hamaquear su hombro, pero la mujer tiene el sueño muy pesado.—¡Lottie, despierta!Lottie abre los ojos notándose muy espantada, sus ojos rojos encuentran los míos e inmediatamente queda sentada sobre las almohadas.—¡Ino, ¿Cómo te sientes?! —Mi hermanita me toma de la mano—. ¿Estás bien?—Pues…, no sé. Me duele la pompi derecha. ¿Qué fue lo que me pasó?—Anoche te desmayaste y tuvimos que llamar a un doctor para que te atendiera, nos dijo que tenías fi
Narrado desde la perspectiva de Richard Kross. —Por cierto, ¿por qué me has llamado desde ese número? ¿Qué paso con el que yo te regalé? —le pregunto a la mujer más testaruda que he conocido: Inocencia Trevejes. Ya no sé qué hacer para que siga usando el maldito celular que le regalé. —Es que el celular se me quedó en el auto, y, bueno…, Ermac se fue esta mañana en él y se lo llevó. El pececito a mordido el anzuelo. —Oh, ya veo —digo en un falso tono deprimente. —Sí. —Bueno, te dejo para que descanses. Te llamo más tarde, ¿Ok? No creo que haga falta llamarle, no después de lo que voy a hacer. —Ok, que tengas buen día. Rápidamente cierro la llamada y salgo de mi oficina a pasos rápidos, rumbo a la oficina del jefe de policías: el sargento Jones. Abro la puerta de la oficina y, al entrar, la tranco al instante. Me encuentro al sargento sentado frente a su escritorio, estaba escribiendo en su computadora, pero al verme entrar ha detenido su escritura; el sargento desvía sus ojos
Todos saltamos por la ventana que está en el salón de la chimenea. Luego empezamos a correr hacia la parte trasera de la mansión. Delante de mí va Sebastián, quien lleva a Marisol en brazos; la pequeña se ve muy asustada, le abraza con un pánico que nunca había visto en ella, su llanto es combustible para mi cólera y razón para desatar mi locura, pero sé que debo controlarme, justo ahora siento ganas de desprender la cabeza del cuerpo de Richard, y este sentimiento no es propio de mí, yo no soy así.—¡Voy a llamar a Alexis! —dice Jennifer, quien va adelante de Sebastián—, esperemos y aún siga libre.Mientras seguimos corriendo, le pregunto entre jadeos:—¿Alexis… no estaba aquí? —Mi respiración no es muy buena, el resfriado ha complicado aún más mi condición.—No, le vi salir muy temprano.Jennifer saca su celular del interior del bolsillo del uniforme y luego empieza a marcar a Alexis; mientras tanto, Sebastián se le adelanta y nos conduce hacia el cementerio de la familia.—Alexis n
Creí que sería lindo darle alas de esperanzas a mis sueños, lo que no sabía era que con esas mismas alas podrían salir volando y perderse de mí… Cuando los vuelva a atrapar me aseguraré de encerrarlos en una jaula.Luego de mi deprimente charla con Jennifer, hemos regresado a la sala de la casa. Marisol está sentada viendo televisión y a un lado de ella está Sebastián. Tengo que hablar con ella, así que necesitare verme fuerte.Tomo un gran respiro y luego voy hasta donde está Marisol, me agacho frente a ella, y así consigo su atención.—Pequeña, voy a llevarte a casa de tu abuelito Frank. Necesito que te quedes un tiempo por allá.—¿Tú también vienes conmigo, tita?—No, amor, pero prometo ir a visitarte.—Ok —Marisol me empuja hacia un lado del hombro para que le permita ver la televisión.Qué carajos…¡¿Acaso esta niña no tiene corazón?!¡He derramado un río de lágrimas por ella y parece no importarle!... Bueno…, creo que es mejor que sea así.—Genial —reacciono consternada.Levanto
Al llegar a la casa de Chitsen, todos nos bajamos del auto, menos Marco, él da la vuelva en el auto y se aleja conduciendo por la misma calle que nos trajo.—Permítame ayudarle con los maletines.—Gracias, Sebastián. —Le doy ambas maletas.Caminamos hasta la entrada de la casa, me paro frente a la puerta, doy tres toques sobre la madera y a los segundos se logra escuchar cómo, desde adentro, alguien empieza a quitar las cerraduras de la puerta. La puerta se abre y tras ella mis ojos encuentran el rostro pálido de una mujer que logro recordar a la perfección, yo misma agarré aquella ondulada cabellera oscura y la arrastré por todo el bar de la discoteca.—Perra malparida… —Bárbara me agarra del cabello y me adentra a la casa con fuertes jalones—. ¡Hoy te mato!—¡Bárbara, cálmate por favor! —suplico, pero es en vano, Bárbara me jala aún más fuerte y me hace arrodillarme frente a ella.—¡¿Crees que por ser una Hikari debería temerte?! —Se inclina y acerca su rabioso rostro frente al mío—
No creo que le llegue a pesar el remordimiento, este traidor es peor que Judas, él no se ahorcaría solo. Richard me ha mostrado su verdadero rostro, un hombre capaz de lastimar a inocentes con tal de alcanzar sus cometidos. Él piensa que ha ganado, con esa sonrisa equivocada supone que mi familia está acabada… ¿Acaso no ve que estoy frente a él? —La reina apenas ha sido coronada, Richard. El verdadero reinado será… algo despiadado. Me levanto del borde de la cama y, luego de una cínica sonrisa, le doy la espalda y salgo de la habitación. Espero y no haya escuchado lo fuerte que ha estado latiendo este corazón lleno de ira, estoy próxima a estallar en cólera. Rápidamente me voy hasta donde está el ascensor, presiono el botón de bajada y espero a que este venga por mí. Al llegar a planta baja acelero mis pasos y, cuando Sebastián se percata de mi llegada, le hago señas indicándole que se levante de la silla para irnos. —Señorita, ¿pudo visitar a su amigo? Respondo asintiendo repeti
Todo cambió desde aquel momento en el que mi corazón escogió su destino, comportándose como un órgano autónomo, ha marcado la ruta y me ha conducido hasta él.Aquella mujer religiosa y de exagerada pureza se está desvaneciendo, trato de buscar de aquella ingenuidad y no logro encontrar ni siquiera una pizca. Yo… estoy cambiando, es como si aquella monja ya hubiese dejado de existir.Han pasado varios minutos desde que tuvimos revolcándonos en el suelo, que, por cierto, no estaba sucio, todo aquí está muy limpio. Justo ahora me encuentro sentada frente a la mesa, luzco el hermoso vestido turquesa que Dimitri me regaló, y unos hermosos tacones negros que él también escogió para mí. Estoy acicalando mi cabello mientras espero a que Dimitri termine de servir la comida en los platos, yo traté de ayudarle, pero él insistió en hacerlo solo, disque que todo esto es para que yo lo disfrute.—Espero y te guste el pavo horneado —dice en tono bajo y ronco sobre mi oído, mientras pone un plato con