Mi debilidad tiene unos hermosos ojos, una labia magistral y una virtud excepcional en sus manos. Con sus dedos fue capaz de convertirme en un ser sin voluntad propia.Aún no comprendo qué rayos ha pasado conmigo. ¿Cómo pude caer tan bajo? Esa parte de mí que desconocía, la misma que emergió aquel día en las aguas termales, ha vuelto a aparecer, libre y desinhibida, apoderándose de cada uno de mis sentidos sin que yo opusiera resistencia alguna. Fue exactamente como lo advirtió Lottie: solo bastó con que me tiraran al suelo para abrirme al instante… Esta debilidad me hace ver como una mujer fácil, ¿o realmente lo soy? No estoy segura de si reaccionaría igual con otro hombre, y esta duda me hace sentir como una mujerzuela. Me hace sentir terrible.La puerta del maletero se cierra con un leve golpe, resonando con una vibración que recorre toda la carrocería de la camioneta. Parece que Dimitri ha terminado de cargar los regalos que más tarde entregaremos. Sí, al parecer tendré que estar j
A través de los cristales empañados de una ventana rústica, se extiende un bosque cubierto por un manto grueso de nieve, cada árbol decorado de blanco como si la noche misma lo hubiera vestido en silencio. Dentro de la cabaña, el calor de la chimenea inunda cada rincón, proyectando un resplandor anaranjado que danza sobre las paredes de madera, iluminando las decoraciones navideñas y las luces parpadeantes que cuelgan de las vigas. En el centro, una mesa dispuesta para la celebración: un pavo dorado y humeante, ensalada de papas y verduras, pudín navideño, “pigs in blankets”, una botella de vino tinto, latas de vodka sabor maracuyá y unos mince pies tentadores completan el banquete.—Inocencia, me alegra que te decidieras a pasar la Navidad conmigo. —Mi padre me está sonriendo desde la cabecera de la mesa.—¿Es necesario que cenes usando el uniforme de Santa Claus? —pregunto desde el otro extremo, observando su traje rojo y blanco, perfectamente ajustado.—Por supuesto. A medianoche, t
Apenas salimos del salón de estar, un agudo grito de emoción proveniente del vestíbulo nos llama la atención. Es Marisol, y su entusiasmo nos arranca una sonrisa. Al parecer, se acaba de despertar y la emoción de la mañana de Navidad se desborda en ella.—¡Los regalos, los regalos! —grita mientras baja las escaleras dando saltos, como si el simple hecho de pisar cada escalón fuera una espera innecesaria entre ella y sus regalos.—¡Cuidado, Marisol! ¡Te puedes caer! —le advierte Delancis, siguiéndola de cerca, aunque con un paso más sosegado. Ambas llevan el mismo diseño de pijama navideña, un conjunto rojo y blanco que hace juego con sus lazos en el cabello. La imagen es tan adorable que es difícil no detenerse a observarlas un instante.Henry, por su parte, se sobresalta y susurra con un miedo apenas contenido:—¡El Diablo! —Su voz apenas es audible, pero se escuda detrás de su hermana, usando su figura como una barrera. Antonella, manteniendo la calma, le da un leve codazo en el cost
El área social de la mansión parece estar inspirada en locaciones propias del paraíso. La piscina, con su arquitectura ovalada y sus baldosas de un delicado tono celeste, es un espectáculo en sí misma. Desde un extremo, el agua fluye en un desbordamiento suave, formando una cascada que cae hacia un nivel más bajo, probablemente diseñado para niños. Allí, un pequeño tobogán termina en aguas poco profundas, creando un espacio seguro y divertido.Me encuentro sentada en una hamaca colgante de bambú y nailon, cuyos suaves cojines invitan a entregarse a una siesta reparadora, aunque ahora no es el momento para eso. Estoy en compañía de mi hermano menor, Ermac; ambos nos relajamos en un par de hamacas bajo un techo translúcido de PVC, mientras una pequeña chimenea portátil nos mantiene cálidos. Desde nuestras hamacas, observamos a Marisol, quien está concentrada en su nuevo caballete, plasmando en su lienzo el paisaje invernal que se extiende frente a nosotros. La quietud del ambiente y el l
Y un día llegará alguien que, a pesar de sus celos, te hará sentir verdaderamente importante.Durante el viaje, apenas terminé mi llamada con Richard, Dimitri buscó mi mano y la sostuvo con una firmeza inquebrantable, como si temiera que en cualquier momento algo o alguien pudiera arrancármela de su alcance. Intenté soltarme en varias ocasiones, pero él insistía, entrelazando sus dedos con los míos de forma casi desesperada, como quien se aferra a un último respiro de aire.Finalmente, llegamos a la casa hogar New Hope. Este es el lugar que siempre he considerado un refugio, el sitio que ansío visitar una y otra vez, donde cada sonrisa y mirada de los niños me llena de una paz profunda. ¿Habrá sido pura casualidad que Dimitri eligiera precisamente este lugar? Lo dudo mucho. Es evidente que ha investigado mi pasado a fondo, cada rincón de mi vida hasta lo más profundo de mis afectos.—Sor Inocencia, es un gusto volver a verla —me saluda la monja encargada del hogar, una anciana de arrug
He hecho una promesa, y ahora debo encontrar la manera de cumplirla. No pienso jugar con las ilusiones de Liam como Dimitri lo hizo. Sin embargo, adoptar no es tan sencillo: para hacerlo, debo estar casada legalmente y cumplir con una serie de requisitos. Y, lamentablemente, ser parte de una familia mafiosa no es precisamente algo que facilite el proceso; si eso saliera a la luz, rechazarían la solicitud sin pensarlo. Por eso, Dimitri no puede casarse conmigo.Todavía está por confirmar si mi familia realmente está involucrada en el crimen organizado, pero las probabilidades son altas, y si resulta ser cierto, solo complicaría todo... Aun así, quiero adoptar a Liam, necesito hacerlo. Su bienestar ahora se ha vuelto una prioridad, y me duele pensar que las circunstancias puedan separarnos de ese objetivo.Me pregunto qué tiene planeado Dimitri en relación con Liam. Me dijo que intentaría remediar su error, ¿habrá sido en serio? Lo miro de reojo y lo veo absorto en su celular, con una ex
Narrado desde la perspectiva de Doña Murgos.¿Quién dice que las viejitas no vemos porno?... Este calor incita al pecado... ¡Anda suelto Satán!Elevemos una plegaria al cielo para que cada actor porno conserve su fornido cuerpo y para que sus troncos permanezcan así de vigorosos. Nunca había visto tanta salvajeza concentrada en un solo video. Espero que a Delancis no se le ocurra regresar a su cuarto; mira las cochinadas que se pone a ver cuándo nadie la está observando… Salió igual de traviesa que su madre.—¡In your face, baby! —escucho decir a uno de los actores porno, su tono de voz es tan excitante y varonil…¡Oh, santo cielo! Esto está más caliente que un verano en el trópico. La juventud... cuántos litros de colágeno y energía pura en esos hombres. Y es que son tan buen mozos que parecen esculpidos por dioses.Si yo tuviera la frescura de aquella actriz, tendría la vieja coneja completamente babeada; tanto, que podría deslizarme sobre esta silla plástica sin esfuerzo. Pero no. L
Minutos antes de la cena navideña.Algo no anda bien conmigo. Todos los sonidos a mi alrededor parecen haberse amplificado de golpe: el estruendo que hace la chef al acomodar las cacerolas, el ritmo monótono de Jennifer cortando zanahorias, el crujido insistente de Marisol masticando snacks. Incluso puedo escuchar y sentir cada latido de mi corazón como si resonara en mi cabeza. Mi mente está inquieta, atrapada en un torbellino de sensaciones extrañas. No me estoy sintiendo bien.—Jen, voy a salir a tomar un poco de aire —digo, tratando de mantener la calma—. Creo que el calor de la cocina me está afectando.—¿Quieres que te acompañe al jardín? —pregunta Jennifer con preocupación evidente.—No, no… Yo puedo ir sola.—Ok, cualquier cosa me avisas.Asiento y, sin perder tiempo, salgo de la cocina. Pero conforme avanzo, la sensación empeora. Me estoy asustando. Esto no es normal. Nunca me había sentido así antes.Es como si la oscuridad se cerrara sobre mí, cargada con un peso invisible q