Narrado desde la perspectiva de Doña Murgos.¿Quién dice que las viejitas no vemos porno?... Este calor incita al pecado... ¡Anda suelto Satán!Elevemos una plegaria al cielo para que cada actor porno conserve su fornido cuerpo y para que sus troncos permanezcan así de vigorosos. Nunca había visto tanta salvajeza concentrada en un solo video. Espero que a Delancis no se le ocurra regresar a su cuarto; mira las cochinadas que se pone a ver cuándo nadie la está observando… Salió igual de traviesa que su madre.—¡In your face, baby! —escucho decir a uno de los actores porno, su tono de voz es tan excitante y varonil…¡Oh, santo cielo! Esto está más caliente que un verano en el trópico. La juventud... cuántos litros de colágeno y energía pura en esos hombres. Y es que son tan buen mozos que parecen esculpidos por dioses.Si yo tuviera la frescura de aquella actriz, tendría la vieja coneja completamente babeada; tanto, que podría deslizarme sobre esta silla plástica sin esfuerzo. Pero no. L
Minutos antes de la cena navideña.Algo no anda bien conmigo. Todos los sonidos a mi alrededor parecen haberse amplificado de golpe: el estruendo que hace la chef al acomodar las cacerolas, el ritmo monótono de Jennifer cortando zanahorias, el crujido insistente de Marisol masticando snacks. Incluso puedo escuchar y sentir cada latido de mi corazón como si resonara en mi cabeza. Mi mente está inquieta, atrapada en un torbellino de sensaciones extrañas. No me estoy sintiendo bien.—Jen, voy a salir a tomar un poco de aire —digo, tratando de mantener la calma—. Creo que el calor de la cocina me está afectando.—¿Quieres que te acompañe al jardín? —pregunta Jennifer con preocupación evidente.—No, no… Yo puedo ir sola.—Ok, cualquier cosa me avisas.Asiento y, sin perder tiempo, salgo de la cocina. Pero conforme avanzo, la sensación empeora. Me estoy asustando. Esto no es normal. Nunca me había sentido así antes.Es como si la oscuridad se cerrara sobre mí, cargada con un peso invisible q
Hay una parte dentro de mí que se revuelca y trata de tomar nuevamente el control, mas no puedo permitirlo, pues el mundo que nos rodea es demasiado siniestro como para permitir tanta debilidad.Lo que se viene no es fácil, necesito una dosis de demencia.Esta vez me han enseñado a inhalar aquel potente polvito blanco, su efecto es inmediato. Todo se vuelve a intensificar.—Mucho mejor, ¿no? —Muto pregunta mientras pasa un mechón de mi cabello tras mi oreja.—Sí, me siento fantástica.Le veo reír mientras acerca sus labios a mi oreja.—Entonces, oficialmente tenemos a un nuevo consumidor en la familia Hikari.—Eso parece. —Puedo disfrutar de la música sin miedo o vergüenzas a que alguien me vea, me siento tan liberada.Nada me resulta tan importante como para sacarme de este estado de sosiego, las luces que destellan por todas partes de pronto se han vuelto tan intensas que hasta me impiden enfocar la visión hacia el fondo de la discoteca, solo puedo apreciar el delicado rostro de Muto
Desde el principio, he culpado a un solo hombre por mis desgracias, pero la verdad siempre ha estado frente a mí: soy yo quien ha llevado la perdición adherida a la suela de mis zapatos.Solo hizo falta la presencia de mi ángel guardián, un instante en el que su mirada me alcanzó, para que esa oscuridad que me envolvía se replegara, humillada ante su luz. Como si su sola existencia fuera capaz de exponer lo que soy y lo que me temo: mi mayor enemiga.Todo esto es mi culpa. Me dejé llevar por esa oscuridad que juré dominar. No fui lo suficientemente fuerte, y ella tomó control absoluto de mis acciones. Ahora estoy aquí, perdida en mis propios errores, enfrentando las consecuencias de lo que jamás debí permitir.No sé en qué momento la música de la discoteca se detuvo. Ahora, el lugar está lleno de murmullos, gritos lejanos y el eco de las órdenes que los policías lanzan para desalojar a la multitud. Todo parece un caos, un reflejo de mi interior.—Detective Kross —la voz de Delancis res
Todo sucedió tal como mi hermana lo había planeado: mentí al decir que alguien me había drogado, y terminé quedando como la víctima. Mi caso encajaba perfectamente en esos escenarios comunes de discotecas, lo que hizo que resultara sorprendentemente sencillo engañarlo. Sin embargo, ahora que la mentira ha salido de mis labios, un temor frío se instala en mi pecho: esa falsedad puede crecer, alimentándose de otras desgracias, hasta convertirse en algo imposible de detener.¿Por qué una mentira parece siempre más fácil de creer que la verdad?Un oficial de policía me escolta hasta la salida de la jefatura. El frío exterior me golpea de inmediato, helado y despiadado, o quizá soy yo, agotada y con las fuerzas al límite, quien lo siente más intenso de lo que realmente es. Necesito llegar al auto cuanto antes; este frío cortante me tiene temblando y parece clavarse en lo más profundo de mis huesos.Con pasos apresurados y los hombros encogidos, mis ojos recorren la calle envuelta en la nebl
Antes de que la oscuridad me envolviera por completo, encontré a Dios. Me recibió con los brazos abiertos y trazó un camino hecho a la medida de mi alma, un sendero de luz y esperanza. Si hubiese permanecido allí, tal vez mi vida estaría hoy resguardada en el bien, lejos de esta tormenta que ahora me consume.Pero el destino, siempre terco y desafiante, no sabe ceder. Con una necia insistencia, se negó a aceptar cambios y se las ingenió para arrancarme de aquel camino. Ahora, perdida en esta encrucijada, siento que me desvanezco, que cada paso me lleva más lejos de esa paz que una vez abracé por completo.¿Por qué fui abandonada en un monasterio? ¿Sabía mi madre de esta oscuridad que dormía en mí?La habitación es amplia y bien iluminada. Las delgadas cortinas translúcidas permiten que la luz del sol se filtre con suavidad, llenando el espacio de una calidez agradable. Estoy sentada sobre una silla de madera blanca, frente a un pequeño televisor que cuelga en una pared empapelada con u
Aun acostada en la cama y con el celular en las manos, comienzo a buscar el número de contacto de Dimitri. Entre uno, dos, tres intentos fallidos por sostener el teléfono, este se me resbala de las manos y termina cayendo sobre mí.—¡Ay, Jesucristo¡ —exclamo, masajeándome mientras trato de no perder la paciencia—. Esto casi me revienta un seno.Finalmente, consigo agarrar el celular con firmeza y retomo mi búsqueda. Ahí está su número. Marco y llevo el teléfono al oído. Apenas pasan un par de tonos cuando Dimitri responde con su acostumbrado dramatismo.—¡Flor de jazmín! Es un milagro recibir tu llamada. ¿A qué se debe esta sorpresa?—¡Dimitri, borraste el número de Richard!—¿Eh?—Sí, la vez que regresábamos de la casa hogar estabas trasteando mi celular. ¡Y resulta que borraste su número!—Ah, sí, claro. Borré el número de Elmo.—¡¿Elmo?! —Me levanto un poco, indignada—. ¡¿Ya le pusiste un sobrenombre?!—Sí. Él es Elmo. Elmorrinoso. —Su risa se escucha a través del teléfono, y eso no
Hoy usaré mi sonrisa más bonita y rociaré tras mi oreja la mejor fragancia, esa que me hace ver el mundo de manera positiva.Sacó del clóset la mejor ropa que tengo hasta ahora. El invierno aún se siente en el aire, así que elijo unos jeans ajustados que marcan perfectamente la silueta de mis piernas. Me pongo una blusa de lana blanca y, como me enseñó Lottie, me envuelvo una bufanda gris alrededor del cuello, asegurándome de que quede justo como me indicó. Mis botas negras completan el look, y con algo de dificultad, me paseo por la habitación para practicar mi taconeo. Las botas no tienen un tacón demasiado alto, pero no quiero quedar en ridículo, y mucho menos avergonzar a Richard. A ningún chico le gustaría salir con una chica que camina como borracha desequilibrada.—Bien, no es tan difícil... puedo moverme bien con esto.Me detengo frente al espejo y agarro el jacket negro que está sobre el perchero. Al ponérmelo, me observo de arriba abajo. Acicalo mi cabello y reviso mi maquill