Cuando Marcos se unió a Samantha en el comedor un rato después Benjamín estaba también y por lo que podía vislumbrar los ojos color miel de Sam brillaban. Señal fidedigna de que su hermano pequeño había hecho otra de las suyas. Cuando había que ser serio lo era pero bromear era algo que iba ligado a su genética. —Todavía me duele el pisotón, rubia. Te esmeraste bastante. —fueron las palabras de Benjamín cuando Marcos se sentó a su lado en la mesa.—Te lo merecías por sobón. Un pequeño consejito Ben, puedo llamarte Ben cierto —Samantha esperó que confirmara para continuar—, mi hermana es algo cuadriculada en muchos aspectos. Si pretendes conquistarla, vas por mal camino. Y si tu interés es sólo para un revolcón, déjalo ya, porque si no, te voy a dejar sin dientes. Mi hermana ha sufrido mucho para que ahora un pelele venga a lastimarla. Sin ofender. Sam vio como la mirada azul de ese hombre tan guapo pero tan parecido a su hermano perdía un poco de brillo ante la veracidad de sus pa
Ese había sido un fin de semana diferente. Uno como hacía tiempo Samantha no vivía. Y nada tenía que ver con los nuevos integrantes que las acompañaron durante otro día más, o bueno, casi. Estar rodeada de su familia era algo que necesitaba. No se había dado cuenta, cuanto falta le hacía estar entre los suyos. Ver las sonrisas en las caras de sus padres por todas las preguntas y bromas que Thomas decía, era algo que hacía que su corazón creciera. No se había percatado, de cuanto anhelaba la compañía de esas personas que la amaban tanto sin tener encima la sombra de que se iba a marchar a los quince días. Inglaterra le había dado muchas cosas buenas, pero sin dudar, su hogar siempre estuvo en Estados Unidos. No se arrepentía de haberse marchado. Había aprendido desde pequeña, que de nada valía lamentar las decisiones que uno tomaba en determinado momento, cuando en ese momento resultaron útiles. El país que la vio convertirse en mujer había quedado atrás y Sam esperaba que esa vez
Esas palabras fueron suficientes para que Samantha mirara a su alrededor y comprobara efectivamente, que estaban solos en esa caja metálica. Y aunque sabía que solo tendrían escasos segundos antes de que las puertas cedieran al impulso de abrirse, un escalofrío recorrió su espina dorsal. Un escalofrió que no tenía nada que ver con el aire acondicionado y sí mucho con estar frente a ese espécimen.“Por Dios, era casi imposible que ese hombre tuviera tanta perfección” fueron los pensamientos de Sam mientras sus ojos se volvieron a cruzar con la mirada devoradora de Marcos. Al parecer ella no era la única hambrienta y no precisamente de comida.El “Ay joder” que salió de Marcos ante el pellizco que Sam le dio en el interior de su brazo izquierdo, mientras se pensaba que lo iba a abrazar, fue suficiente para que las manos que estaban tan cómodamente posicionadas en sus nalgas se aflojaran para después soltarse.—Cuidado tus manitos lo que agarran, cariño. Hay cosas que solo se pueden adm
Marcos caminaba con la mente en otra parte. Ese beso que le había dado a Samantha, no entraba en los planes. Pero un genio primario invadió sus sentidos cuando vio la sangre que esa mujer le había hecho con las uñas y la sonrisa descarada que le había dado. Era cierto, que ese abuso estaba justificado. En ese momento, como nunca antes, entendió lo que sintió Benjamín cuando se había lanzado por Alejandra en el aeropuerto. Si ambas hermanas compartían además del color del cabello, las curvas del cuerpo, ellos estaban perdidos, pues sus manos no podrían evitar tocarlas. Cuando la había besado, con grandes ganas de castigarla no esperaba que ese cuerpo se amoldara al suyo como si perteneciera a ese lugar. El beso había cambiado porque él no era ningún abusón. Pero no pudo evitar pellizcar esos labios tan apetitosos. No había mentido en lo que había dicho. Le devolvería todo lo que le diera. Y lo haría con creces. Sobre todo ahora que le había encantado lo que había probado. No estaba
— ¿Está bien? —preguntó la voz del teléfono—, se golpeó con la silla al caer.— ¿En la cabeza? ¿Se golpeó en la cabeza? —No lo sé. No vi bien la dirección, pero creo que fue en el hombro ¿Quién eres?—Marcos Lockheart. Un placer.—El patán, cierto —La chica detrás de la pantalla esperó que Marcos asintiera para continuar— .Lamentablemente no puedo decir lo mismo, guapo. El estado en que está mi mejor amiga, en parte es culpa tuya. Soy Gina. Pero para ti, Georgina por el resto de tu vida. Marcos se guardó una sonrisa, mientras esa pelirroja espectacular de increíbles ojos verdes, lo miraba como si quisiera descuartizarlo y tirar sus cenizas al viento para que nunca más fuera recordado. Solo habían pasado algunos segundos pero cuando volvió la mirada a la mujer inconsciente que estaba a su lado su corazón dio un vuelco.— ¿Qué haces? —Volvió a preguntar Gina mientras veía como el tal Marcos buscaba en su teléfono mientras no le quitaba la vista de encima a su amiga.—Llamar a un amig
Cuando Samantha despertó vio unos grandes ventanales que dejaban paso a una terraza amplia y una preciosa noche con algunas estrellas detrás. También se fijó que estaba acostada en una impresionante cama con la lamparita de noche encendida. Cama que no era la suya y tampoco la habitación. Rápidamente se fijó en su cuerpo y suspiró cuando vio que estaba en ropa interior. ¿Un violador no la habría vestido de nuevo o sí?Cuando vio a Marcos entrar en la habitación se regocijó en su presencia. Por alguna extraña razón se sentía a salvo junto a él. — ¿Cómo te encuentras? Llevas durmiendo casi doce horas. —Mejor. Estoy mejor, muchas gracias. —respondió Samantha mientras se arrebujaba en la sábana. Sabía que Marcos había sido quien la había desvestido. Pero una cosa era estar en los brazos de la inconsciencia y otra muy diferente estar alerta y completamente despierta.—Sabes que no voy a ver nada nuevo ¿verdad? —dijo Marcos socarrón— .Te desnudé en dos ocasiones. En tu oficina y aquí. En
La cordialidad que Marcos y Samantha sintieron en ese desayuno solo duró algo más de un día. Volvieron a lanzarse los platos y cuchillos en la primera junta que asistieron juntos.—Está mal, Marcos. ¿Cómo rayos quieres que te lo explique? Joder, pareces lelo. Llevan un año teniendo pérdidas porque el balance tiene un error. Pequeño, pero error al fin y al cabo.—Esos documentos han sido revisados un centenar de veces por un comité de expertos. ¿No me vengas a decir que en cuestión de horas tú realizaste semejante proeza?—Sabes idiota, si la empresa fuera tuya me importaría un pepino todo esto. Pero la gran cuestión es exactamente esa. Tú aquí no pintas ni das color.—Mira, niña...—Marcos —interrumpió Eduardo. Hacía un cuarto de hora que el presidente de Montenegro Co. había vaciado el salón al ver que el ambiente se estaba caldeando dejando adentro solo los jefes principales. Los presentes mostraban diferentes expresiones: Una Alejandra totalmente confiada en el criterio de su herman
El sol estaba despuntando por el horizonte cuando Marcos parqueó su deportivo plateado frente a la mansión de los Montenegro para recoger a Samantha. Sus ojos expresaron sorpresa cuando esa rubia que lo traía descoordinado desde hace días se bajaba de un auto totalmente desmoralizada. Y en pijama. — ¿Todavía no estás lista? Necesitamos irnos ya, sino perderemos el avión. Sam levantó la cabeza al escuchar esa voz. La reunión se le había olvidado por completo después de la nochecita que había pasado. Hubiera preferido estar de juerga en vez de haberla pasado en el cuerpo de guardia del hospital.—Tendrás que darla solo, Marcos. Y mi padre me dijo que iba a comunicarse contigo pero te lo digo yo —Su voz pesaba a cada palabra. El temor que todavía albergaba su cuerpo, no se había marchado— .No iremos en unos días a trabajar. Ninguno de nosotros. Marcos iba a contestar de mala manera. Iba a decirle que ella era bastante mayorcita para mentir de esa forma. Que creciera. Que esos no e