En esos días que Marcos había interactuando con Samantha había conocido varias facetas de su personalidad, la encantadora, la helada, la de que todo le resbalaba como la mantequilla, la de la serpiente y muchas otras. Nunca la había visto con miedo. Un miedo de esos que hacen que la sangre te corra más rápido y que sientas el retumbar de tu corazón en los oídos. Pues sabía perfectamente sin tener que mirarla, que el temblor casi imperceptible que mostraba el cuerpo que tenía agarrado de la cintura era miedo. Puro miedo. Solo por ese motivo se colocó a su lado y con un paso al frente como queriendo protegerla. Sabía que a Sam no le gustaría que la pusiera detrás de su espalda como si fuera una princesa en apuros como eran sus intenciones originales. Sin embargo la mano que tenía en su cintura se había mantenido en su lugar. Dándole apoyo. Reconfortándola. Cuando clavó la mirada al frente vislumbró un hombre de unos treinta años. Con un traje negro pero tan delgado que la ropa de dis
—Veo que me estás juzgando, Marcos. ¡Qué novedad! —dijo Sam irónica.—Lo estoy haciendo. Pero no quiero. Así que me gustaría que me explicaras.—Mis acciones no le están haciendo daño a nadie. Solo intento proteger a mi familia. Sobre todo a Tom."Pero hubo una ocasión que si hicieron daño. Y mucho. Hubo una vez que tus acciones tuvieron consecuencias nefastas" pensó Marcos. Pero sus palabras contradijeron sus pensamientos. —Estoy esperando, gatica. Convénceme.—Arthur y Alejandra se casaron hace seis años en una boda de ensueño. Su carácter y buen corazón tuvieron a todos los miembros de mi familia comiendo de su mano en poco tiempo. Incluso mi padre, con lo celoso que es con nosotras, no puso pegas a ese matrimonio. Arthur era el hombre ideal. Gin y yo muchas veces dijimos que ese era nuestro modelo de hombre. Atento, caballeroso, amoroso y dispuesto a brindar su ayuda sin esperar nada a cambio. Sam hizo una pausa perdida en sus pensamientos. Recordando los momentos tan felices qu
Eran cerca de las cuatro cuando Sam salió de la oficina con unos expedientes en los brazos, el bolso en el hombro y el móvil entre la cabeza y el cuello.—No, nana. No quiero que te preocupes. Doy el aviso y me marcho. No pienso quedarme ahí más de quince minutos. Incluso le pediré al botones que me acompañe a su habitación. La opaca luz que entraba por la salida del garaje mostraba un cielo colmado de nubes negras. Con un poco de suerte llegaría a su casa antes de que la tormenta azotara la Tierra. Sin embargo ese día la el universo no estaba de su lado. Estaba empeñado en demostrarle que seguro no había nada, solo la muerte. El neumático delantero de su coche estaba desinflado.—Ay, ay —dijo Sam como una niña después de darle patadas a la rueda partiéndose el tacón del zapato. "Es que era el colmo, joder" pensó irritada. Ese día no podía ir peor. Había empezado de mala manera y había acabado con toda su paciencia. Un trueno resonó en la calle como contradiciendo su afirmación ant
El sábado en la mañana había un sol que rajaba las piedras. Un día especial para un encuentro anhelado pero inesperado. Cuando Sam se levantó media dormida pues hacía noches que no descansaba bien debido a los problemas de la empresa, Marcos estaba desayunando en el comedor. Estaba tan entretenida que le pasó por el lado y ni lo vio. Solo cuando el jugo de naranja bajó por su garganta fue que Marcos habló.—Buenos días, gatica ¿Dormiste bien? La bebida a Sam se le fue por otro lado y abrió grandemente los ojos cuando trató de respirar y no pudo. El aire había escapado de sus pulmones con una facilidad sorprendente. Marcos estuvo a su lado al instante. Le dio una mano y la otra se la pasó continuamente por la espalda, dándole fuertemente hasta que comprobó que Samantha respiraba de forma normal. Se había puesto roja del esfuerzo. —Tú quieres matarme... o qué. Casi me ahogo... por tu culpa. —dijo Sam entre jadeos.—No pretendía eso. —dijo Marcos arrepentido. —Me la vi... cerquita.
—Resolviste los conflictos de forma digna, gatica —dijo Marcos cuando Sam se unió a su lado después de despedir a Arthur— .Nadie salió lastimado. Y todos los involucrados quedaron satisfechos.—Entonces por qué siento como si hubiera perdido a parte de mi familia. —Es normal. Era tu cuñado. Lo fue por un tiempo. Vivieron muchas cosas juntos. Buenas y muy malas. Dale tiempo al tiempo y pasa página. Todo regresará a su cauce. Sam le mostró una pequeñita sonrisa que no le llegó a los ojos. Ella misma había hablado con el doctor de Inglaterra. Había comprendido perfectamente la gravedad del asunto. Y lamentaba en lo profundo de su alma, que Arthur hubiera pasado por esas dificultades solo. Sus padres ya eran mayores cuando lo tuvieron y ambos eran hijos únicos. Habían fallecido uno detrás del otro. Su mamá no había aguantado estar sin la pareja con la que compartió sesenta y cinco años de su vida, a pesar de que su Arthur era la luz de sus mañanas grises. Sam solo esperaba que los amigo
— ¡Joder! Esto es un laberinto. Cada vez que pienso que puedo encontrar algo hay un dichoso cortafuego o una puerta sin salida. —expresó Samantha airada.—Hay que admitir que se esmeraron en el robo. —confirmó Marcos.—Esmeraron, en plural. Piensas que es más de uno.—Vamos, gatica. Eres muy inteligente. No me digas que pensaste que era una sola persona. No puede con todo. Tiene que haber alguien que se encargue de la parte informática y alguien más de los papeles. —Y tiene que tener un alto rango. No cualquiera puede navegar por los sistemas como si fuera los pasillos de su casa. —Marcos afirmó ante de los pensamientos de Samantha. Él había pensado exactamente eso. Pocas personas tenían acceso a todas las áreas, eso reducía la lista. A no ser que contaran con un hacker. De ser así, que era lo más probable, no podían hacer mucho.—Necesitamos a Gin, Marcos. Sé que acordamos que mientras menos personas supieran lo que estaba pasando, mejor y así, había más oportunidades de atrapar al
Sam estaba terminando de recoger unos documentos el viernes por la tarde, para irse a su casa y tomarse un merecido descanso, cuando Marcos entró sin llamar a la oficina. —Ahora no, Marcos. Me voy a casa. Estoy que me caigo del cansancio. — ¿A qué hora quieres que te recoja? —La mirada que Samantha le dirigió le hizo comprender que la rubia no tenía ni pajolera idea de lo que estaba diciendo— .La reunión con los alemanes, gatica. La que suspendí porque Thomas estaba malito. toca mañana. Si no vamos, perderemos un contrato de 10 millones. —Lo siento, Marcos. Lo había olvidado. Estoy un poco despistada estos días. No han sido buenos. Marcos se habia dado cuenta. Y no solo ella. Eduardo y Alejandra estaban medio perdidos también. Y si no fuera por la tristeza que pudiera ver en sus miradas, hubiera indagado más. Sabía que por esas fechas la familia Montenegro había vivido un suceso trágico. Casi que al mismo tiempo que su familia. "Es que era una ironía de la vida" pensado. Cuando
Cuando Marcos fue a recoger a Samantha las calles lucían húmedas de la lluvia del día anterior, sin embargo había una neblina en el horizonte que demostraba que ese día haría un potente sol.Sam estaba con Thomas esperándolo en la escalera de la entrada. Lucía un vestido veraniego blanco con grandes flores rojas. Una pequeña maleta estaba a su lado. Cuando Marcos cerró la puerta del coche, Thomas enseguida corrió a saludarlo. — ¿Cómo estás hombretón? Un poco temprano para estar levantado ¿no?—Quería despedirme de mi tía. —Ante sus palabras Sam viró los ojos en blanco. —No la vas a ver por tan solo tres noches. Estamos casi aquí al lado, no en el cosmos.—Pero voy a dormir solito. Cuando truena no me gusta dormir en mi cama.—Y se mete en la primera que encuentra. Ayer el trueno lo cogió a un paso del baño. —dijo Sam divertida. Marcos sonrió y miró a Samantha detenidamente. Era de esas mujeres que se veían bien con cualquier cosa. Apostaba su billetera completa, que hasta en un sa