La cabeza me da vueltas, a penas puedo abrir los ojos, siento un dolor penetrante en la nuca, y hasta un poco de líquido en esa zona.
El olor de moho invade mis fosas nasales.
Y por un momento puedo notar un rayo de luz de neón roja, para luego darme cuenta de que me encontraba en la famosa sala de espera.
Era como sentir de nuevo la misma pesadilla que sentí hace años.
Toda la sala está oscura pero algo me dice que no ha cambiado nada.
La misma salita oscura, con dos sofás de cuero viejos negros, un botiquín con condones, y algodón para las vírgenes, y con tan solo un foco, en mal estado, de luz neón roja alumbrando, dándole un toque de infierno.
Que básicamente lo era.
Al menos para todos las que hemos sufrido en este local, una auténtica tragedia se abre cada vez que una joven o niña entra en este antro porque al salir ya nada sería lo mismo, aquella dulce inocencia se convertirá en puro daño, sea para si misma, sea para los demás.
La sala de espera era donde las más jóvenes bailarinas atendíamos a los clientes más ricos y peligrosos, nadie entraba ahí. La mayoría de estos tan solo querían vernos bailar, que los tocásemos, y podernos mirar de modo lascivo mientras se hacían pajas. Lo cuál dentro de lo que cabe no deja de ser igual de traumático pero menos asqueroso.
La sala de espera era solo una de las piezas del rompe cabezas.
Abro los ojos, rápidamente encojo mi cuerpo, al notar una mano.
—¿Quién eres? - pregunto con el corazón en la mano queriendo atacar en cualquier momento.
Y de nuevo, su olor, su presencia me invade, y se que es Terrance.
Mí Terrance.
Los latidos aumentan.
La saliva escaquea.
—Terrance, y tú eres la pesada del ring…¿También eres streaper? Porque yo sigo queriendo mi baile.
—Mira que eres idiota…-Blanqueo los ojos cansada.
No podía ser que esta fuera la manera en la que volviéramos a ser uno.
¿No se daba cuenta de que yo no era una streaper más? ¿Qué clase de streaper se duerme en su trabajo, lleva ropa de hombre, y seguramente lleva heridas por todo el cuerpo?
El castaño se lleva una mano a la nuca, confundido, rascándose la sin entender muy bien que estaba pasando ni quién era yo.
—Oye, que tampoco es para tanto…Solo estoy aquí para perder el tiempo, no me gusta este tipo de sitios, ni de actos, no me gusta obligar a una mujer ni pagarla a cambio de que me ofrezca un servicio sexual…Ahora soy padre- declara él mirándome de mala manera, como si de repente estuviera presumiendo de cromos en un patio de colegio.
Ignoro totalmente lo que dice, sería alguna de sus nuevas tonterías.
Me levanto del sofá seria mientras me pongo a buscar algo con lo que poder defenderme, olvidándome de mi estado, caigo mareada de nuevo, y esta vez es encima de Terrance.
—¿No te das cuenta de quién soy? - Pregunto incrédula.
No puedo evitar perderme en sus ojos de nuevo.
Y se que el también está sintiendo algo en estos instantes.
Trago saliva. Sus labios se centran en los míos.
—¡Phoebe, ya estás zorreando de nuevo! ¡Desnúdate para él, no te he pedido que lo beses! ¡Siempre igual contigo eh!- la voz de mi padrastro interrumpiendo el momento hace que volvamos a la realidad.
—¿Phoebe?—pregunta él aún más confundido.
No tardo en correr hacia la puerta dar una patada en la entrepierna a el viejo, luego rematar lo con un puñetazo en el pecho, mirar por última vez a Terrance antes de marcharme.
—Adiós, Terrance…- Susurro antes de echar a correr por el pasillo.
La parte positiva de haber estado atrapada aquí durante muchas partes de mi adolescencia, era que me conocía de memoria, cada camino.
Camino por el pasillo completamente oscuro hasta llegar a la sala de las pesadillas, el hecho de que todo siguiera igual que como lo deje, no hacía más que romper todas mis defensas. Quería llorar…Quería olvidarme de todo esto…Ya en mi mente ni aparecía Luke, tan solo aparecía la adolescente que iba de chica dura y madura, yo, salvada por el joven delincuente de su instituto, Terrance.
Me paro en la puerta de la sala encontrándome con tres chicos acompañados de tres mujeres de media edad que los miraban deleitándose. Entonces, me doy cuenta, de que todas sus caras me suenan, me suenan de lo del ring de la otra vez.
Se produce un intenso silencio acompañado de furtivas miradas entre esos chicos y yo.
—Esta es mucho más guapa que las otras, aunque va un poco tapada para ser puta…-declara con sorna el moreno mirando al hombre que estaba a su lado, tatuado hasta los dientes, por así decirlo, y con una mirada, que ni el diablo, pudiese mirar de esa manera.
Su comentario no llega ni a ofenderme, y entonces es cuando me doy cuenta de que ellos son los hermanos Black, los tres delincuentes y familiares más cercanos de Terrance. Solo conocí a Kendall, y un poco a Jared – lo suficiente para saber que era un mujeriego sin remedio- a Caleb, a ese si que no lo conocí porque estaba en la carcel o eso fue lo que me dijo Terrance.
—¡Cogedla, que se escapa! - la voz de mi padrastro corriendo detrás mío, junto al sonido de un disparo, hace que mi cerebro vuelva a pensar, decido subir unas escaleras, estas daban hacia un tejado.
—No le digáis nada, por favor. Un placer volver a veros, Black. —sonrío con sorna y corro subiendo las escaleras.
Al subir puedo oír los gritos de a bajo.
—¡Como vuelvas a disparar ante mi hijo, juro que te pego un tiro! - el grito de Terrance hace que mi corazón acelere más de lo que ya estaba por si.
Entonces es cuando me doy cuenta de que ese hijo es mi Luke.
No entiendo nada…
¿Qué hacía Luke con Terrance si se supone que mi padrastro era su secuestrador?
No me digas que…
“Ahora soy padre”…
Se refería a que conocía a Luke.
No, dios mío, cualquier cosa menos esa.
Mi móvil suena interrumpiendo el magnifico y siniestro silencio que me rodeaba. Que idiota que era ese viejo, me golpea inconsciente, pero no se lleva mi móvil.
—¿Hola?
—Al habla Hannah…
—Dime Hannah…-susurro volviendo a ponerme en la posición de antes para poder escuchar lo que estaba pasando a bajo.
—La poli ha dicho que ya ha cerrado el caso porque se da por muerto a Luke oficialmente…¿Phoebe…Estás ahí? — sus palabras son como pequeñas balas en el corazón, letales, y desesperantes.
No podía creérmelo.
De nuevo siento que pierdo el equilibrio.
—¿Por ciero, y Luke? Vayámonos de aquí…Será mejor que me lo lleve y vosotros os quedéis aquí. Mañana tendrá colegio…- la voz de Kendall hace que mi corazón pare por un segundo.
—¡He dicho que el niño se queda aquí, con su madre, ella trabaja aquí!- grita el monstruo mientras dispara al suelo, las prostitutas empiezan a chillar, y ya pierdo el contacto con ellos.
No tardo en abrir la puerta, bajar las escaleras, encontrándome con un caos, hombres disparando y otros hombres luchando como si no hubiera mañana.
—¡PARAD YA!- La voz de un hombre de mediana edad hace que todo pare, y al ver su rostro lo reconozco, es George Black, la peor pesadilla de las pesadillas de lo ilegal, un dios del crimen, dueño del mundo corrupto.
Todos paran de la mano lleva a mi hijo, no tardo en esconderme detrás de un sofá.
—Terrance como veo que eres un padre irresponsable me llevaré a mi nieto, no quiero que me salga como vosotros. Y tú, te vuelves a acercar a mi familia, y es que directamente, te mando al mismísimo infierno de un tiro. Los Black no nos andamos con juegos, nuestra sangre es más importante que cualquier otra…- Declara el hombre con frialdad, haciendo que todos los valientes que estaban ayudando al monstruo de mi padrastro se echen atrás mientras, el mafioso se acerca lentamente, con un vaso de whisky en la mano. Mira de reojo a Luke y luego mira a uno de sus hombres. Estos se voltean hacia Luke ofreciéndole chuches a cambio de marcharse hacia la limusina, y mi hijo mirando por última vez a su padre accede.
El mafioso se para justo en frente del delincuente borracho pederasta…Deja caer el vaso de cristal, haciendo que los trozos se escampen por el lugar, se arrodilla para coger un trozo grande. Lo observa deleitándose.
—Acuérdate de esto, bueno…Tú cuerpo lo hará…Por cada menor que tienes en este antro, cristal que te meteré en el cuerpo. - Dice antes de proceder a arrañarle con el cristal hacia la barbilla. El chorro de sangre no tarda en aparecer…Y el borracho no puede ni gemir de dolor, porque con George Black, no puedes ni respirar sin su permiso.
Acto seguido da media vuelta y mira a sus hijos.
—¿Estáis seguros que no queréis ir a casa? Hace años que os espera…
—¿Sabes qué? Me apunto…- Declara Jared serio, intentando ocultar el horror que estaba sintiendo en esos instantes.
—Esto no significa que te vaya a perdonar nada, padre. - Ahora es Kendall quien habla.
Caleb tan solo sonríe amplio. Todos se acercan al hombre que les dió la vida menos Terrance.
—Terrance, hijo…La única manera de que tu hijo crezca bien es rodeado de su familia.
—Su familia era su madre…No podemos hacerle esto a ella, ni tampoco a él.
—Su madre ha sido una incompetente al no poder cuidar bien de su hijo. Además debe conocer a sus raíces, a la familia Black al completo, igual que vosotros. Terrance esto es sencillo, si vives en la mansión Black, podrás ver a tu hijo, sino me lo quedo y punto, madura ya.
—Está bien. Iré contigo.
—Te lo suplico, por favor, de rodillas si hace falta, llorando, Terrance que no me abandones de nuevo, ayúdame a recuperar a mi hijo por lo que más quieras…—mi voz desgastada arrastra cada palabra con desesperación, me limpio las lagrimas como puedo mientras hago justo lo que dicen mis palabras—Por favor, si en tu memoria guardas un último sentimiento de amor hacia mi, por favor, úsalo, ayúdame—vuelvo a sollozar— Sabes que no volveré a ver a mi hijo, eso significa que no volveré a sentir a mi corazón latir de nuevo…¿Sabes qué es respirar y no sentir la sangre bombear por tus venas?¿Respirar sintiendo asfixia?— vuelvo a declarar con la voz rota, vuelvo a caer de rodillas frente a el, todos los hombres miran expectantes la escena. Mientras yo…Me limito a centrarme en Terrance, era mí única salida, mi única vía de escape. Seguía odiándolo con toda mi alma pero aún así, no podía simplemente no intentarlo sabiendo que su fuerza era mayor que la mía en este mundo. No quería preguntar nada
— ¿Dónde has estado? — pregunta seria Hannah al verme después de correr prácticamente hacia mi.Veo en su rostro la preocupación, mi estado probablemente era peor de lo que siquiera yo podía imaginarme. ¿Y cómo no? Acto seguido me derrumbo en la puerta tapando mi rostro con mis manos al caer, ella se arrodilla ante mi preocupada.Las lagrimas salieron y ya no eran pocas ni silenciosas. Estaba jodidamente rota.De nuevo. Era débil…Demasiado.Sin mi hijo no era capaz de continuar.Sin mi hijo nada valía la pena. Fue él el que me impulsó a salir adelante, a querer luchar, a poder hacer lo que estuviera en mis manos para sacarnos del agujero donde nos habíamos metido sin la ayuda ni protección de nadie excepto de mi amor por mi hijo.La necesidad de cuidar de lo único que daba sentido a mi existencia en momentos dónde todo el mundo iba mal. La verdad es que no se si voy a ser capaz de perdonarme.— Lo he tenido tan cerca que parece imposible que no lo vuelva a ver nunca… — susurro mie
—Fuera de aquí, Black —Declaro tajante mientras él me hace ojitos de oveja a punto de ser sacrificada.Lo miro de mala manera.—Me habéis quitado a mi hijo, sabéis que ni con toda la ley a mi lado, podré luchar con vuestro padre. Eso no se hace hombre. ¡Fuera de aquí, ahora mismo! O les diré a todos que apellido tienes. —Las palabras salen de mi garganta a toda mecha, asperas contra mi cuello.—Oh, vamos…Phoebe, por favor. Soy tu Kendall. El universitario inocente. El mejor de los Black. Tu cuñado favorito. Hazme este favor, y durante la cena te traeré a tu hijo. Solo una cena. Es todo lo que te pido. —Argumenta él con una sonrisa sincera al ver mi cara de dolor y rabia.—Maldito Kendall. Siempre te he querido como un hermano. Esa chica, Arabella, es importante para ti ¿cierto?—Pregunto arqueando ambas cejas con sorna.Él me da un golpe en el hombro.—Es mi mejor amiga.—Aclara él convencido, como si estuviese afirmandose la respuesta a si mismo también.—Ehem…Claro…Ahora señorito univ
TERRANCE—Oh, venga tío—gimotea molesto Jared.—Ni hablar. Ves tu solito. No pienso perder mi pasta y mi noche en una basura de club para streapers—refunfuño yo mientras le doy un golpe de nuevo, ahora en la nariz.Aún no me acostumbro con los guantes de la casa de George. Son tan cómodos. Parecen hechos a mi medida. Son grises y había bordado mi nombre con una tela fina. Todos mis hermanos tenían el suyo pero de colores diferentes. Jared los tenía color azul. Kendall, que nunca los usa ni los usará, rojo carmesí. Caleb, por su parte, negros. —Auch, hermano. Tu traición me duele—declara él mientras me intenta coger por el codo para hacerse con mi brazo y doblegarme así para caer rendido.Lo miro con sorna sabiendo sus intenciones.—Está bien…Veo que quieres hacerlo a la vieja usanza. Cuerpo a cuerpo. Hace tiempo que no lo hacemos.—Sonrío de nuevo mientras le cojo de la mano y tiro de ella hasta que queda en el suelo, una vez ahí le doy una patada en el estomago, el intenta defenderse
La noche en la que Kendall me pidió que finja ser un esposo feliz fue un desastre desde el principio. Phoebe y yo nos mantuvimos en personaje durante todo el tiempo, pero algo en mi interior no podía soportar la situación. Ver a Phoebe haciendo como si nada hubiera pasado entre nosotros fue más difícil de lo que esperaba.Mientras Luke y yo nos aburríamos en el salón, Phoebe se dedicaba a la cocina. Su voz dulce y melodiosa llenaba el apartamento mientras ella canturreaba junto a Beyoncé. No pude evitar sonreír al verla tan feliz, aunque sabía que no era gracias a mí.Cuando Kendall nos pidió ayuda, no pude negarme. A pesar de que habíamos pasado por momentos difíciles, siempre había un lugar especial en mi corazón para Phoebe y nuestro hijo. Pero el fingir que éramos una familia feliz y normal era un acto demasiado doloroso para mí.Luke, sin embargo, parecía estar disfrutando de la situación. El mocoso había heredado mi sentido del humor y se aseguraba de añadir comedia a la cena ca
De repente, me di cuenta de que había echado a Terrance justo antes de que los atacantes aparecieran en mi departamento. Me quedé sin aliento al verlos entrar.Uno de ellos me agarró por detrás, cubriendo mi boca para evitar que gritara. Me retorcí y luché, tratando de liberarme de su agarre.Terrance apareció de repente, enfrentándose a los atacantes. Escuché el sonido de los golpes y los gritos mientras luchaban. Estaba aterrorizada, pero al mismo tiempo me sentía agradecida por tener a Terrance allí para protegerme.—¡Sal de aquí, Phoebe! —gritó Terrance mientras luchaba contra los agresores.—¡Llama a la policía y no te preocupes por mí!Corrí hacia la puerta y salí corriendo al pasillo, tratando de encontrar a alguien que pudiera ayudarme. Mis manos temblaban mientras marcaba el número de emergencia de la policía.Finalmente, escuché sirenas de la policía en la distancia. Sabía que Terrance estaba peleando por su vida, pero confiaba en que podría defenderse.Después de unos minu
HANNAHJared y yo entramos en un bar ruidoso y lleno de gente. Inmediatamente, me pongo tensa.—¿Realmente crees que este es un lugar apropiado para un niño?— le pregunto, mirando a Luke, quien está sentado a mi lado, jugando con sus juguetes.—Relájate, Hannah— dice Jared con una sonrisa. —Luke está seguro conmigo.—No estoy segura de eso—respondo, mirando a mi alrededor con desconfianza. —Soy policía, ¿recuerdas? Si veo algo sospechoso, tendré que intervenir…Sonó como una advertencia seria y a él le dió igual.Jared parece divertido por mi reacción y se inclina hacia mí. —Estoy seguro de que podemos resolver cualquier problema juntos— dice, y me guiña un ojo.De repente, siento una punzada en el estomago al pensar en Jared coqueteando conmigo y me aparto de él. No debía hacerme muchas ilusiones, era un mujeriego de manual. Esa aura de boxeador roto atraía un montón de mujeres pero a mi no.—No seas tan presumido— respondo con una risa forzada.Luke nos mira con curiosidad, ajeno a
EDUARDODesde mi posición en el centro de la habitación, observo a mis secuaces mientras conversamos sobre nuestros intentos fallidos de acabar con Phoebe. —¿Cómo es posible que no hayamos podido eliminarla aún?— les pregunto con una mezcla de frustración y enojo en mi voz.Uno de ellos se encoge de hombros. —Hemos estado haciendo lo que nos has pedido, jefe. Pero ella siempre parece estar un paso por delante de nosotros— admite.—Es una verdadera lástima—murmuro, mientras me siento en mi silla y me paso la mano por el mentón. —Necesito recuperar a Phoebe a toda costa. No puedo permitir que se aleje de mí de nuevo.Mis secuaces asienten en silencio, sabiendo que no deben contradecirme. —¿Qué vamos a hacer ahora?—, pregunta uno de ellos.—Voy a contactar a algunos contactos que tengo en la ciudad—, les respondo. —Necesito saber qué está haciendo Phoebe, y cómo podemos llegar a ella antes de que sea demasiado tarde.Mientras hablo, siento una ira creciente dentro de mí. Phoebe ha es