Al día siguiente.
Graham.
Júpiter vuelve a ceciorarse de que los micrófonos funcionen y nos da el visto bueno. Julieta y yo nos vamos en uno de los jets mientras que Catalina llegará en su camioneta cuando le avisemos.
Comenzamos a despegar, teniendo completamente en claro lo que hay que hacer. Luego de asegurarnos de que mis sospechas fueran ciertas, le hablamos a Júpiter, quien dio la órden de capturar a la mujer hoy mismo. Según la investigación de Julieta, hoy la mujer irá Los Robles.
Sospecho que tiene que ver con Anthoaneth y su red de mandaderos que hacen el trabajo de raptar a los infantes para ella concluír sus fines comerciales e impropios, pero Catalina piensa que es algo más, algo completamente distinto.
Son pocos minutos los que tardamos en el aire, Julieta aterriza el jet en el estacionamiento que ocupamos del aeropuerto privado y caminamos veinte minutos para llegar al colegio.
Me aseguro de la hora mientras nos adentramos a los arbustos de la plaza de a lado, Julieta prepara la mordaza con el líquido para adormecer a la mujer y yo saco los vinoculares, comenzando a obsevar desde ya. Son las once treinta, no hay que esperar mucho.
Nos quedamos en silencio hasta que se hace la hora y tal y como lo dijo la venezolana, la mujer de las grabaciones hace acto de presencia. Trae puesta su ropa negra habitual, las manos dentro de los bolsillos del sueter y la capucha sobre su cabeza, camina cabizbaja y con lentitud. No juzgo a Julieta por haberse equivocado, de verdad luce como una infante.
Esperamos cinco minutos más y Julieta le coloca el trapo en la naríz cuando intenta regresarse, la adormece, le da un cachazo con la pistola. Yo le ato las manos tras la espalda.
Llamamos a Catalina y llega en menos de tres minutos, alzo a la mujer de negro, la lanzo en el asiento trasero, Julieta se sienta a un lado de ella y yo me subo al asiento de copiloto.
La mexicana conduce al aeropuerto sin concentrarse en nada más, subimos a la tipa al jet y ella se devuelve a la mansión en su vehículo terrestre.
—Misión concluida— le aviso a la patrona apenas llegamos.
—Llevenla a la sala de interrogatorios y avisadme cuando despierte— ordena.
—Sí, señora— contesta Julieta.
Volvemos al ascensor para no tener que subirla por las escaleras, le quitamos la soga para atarla mejor a la silla y la dejamos ahí para dar tiempo a que despierte.
⚠
Entro a la sala de interrogatorios para guardar algunas navajas nuevas en el estante. Me encuentro a Júpiter metiendo una carpeta en el archivero. Está de espaldas, dejo las navajas en la mesa con cuidado de no hacer ruido y le meto las manos por debajo de la camisa, sintiendo sus cuadros. Se va media vuelta, llevando una de sus manos a mi espalda, comienza a descender y me da una nalgada.
Le araño la espalda y alzo el rostro en señal de una petición bastante clara, succiona mis labios con rudeza y me magrea las nalgas. Me hala del cabello, haciendo que eche la cabeza hacia atrás y pasa la lengua por mi tatuaje, busco desabrocharle el pantalón, pero me aparta con cuidado, caminando detrás de mí.
Me volteo, encontrándome con que la mujer ha despertado, la trajeron hace una hora. El moreno le quita la mordaza.
—Estamos claros que no son policías, dejenme ir y nadie tendrá problemas— dice la mujer.
—¿Para quién trabajas?— inquiere Júpiter con un aire sereno.
—Están muy equivocados si creen que revelaré algo. No nos compliquemos, les puedo dar una gran suma de dinero a cambio de mi libertad.
—¿De quién es el rostro que estais usando?— pregunto.
Se queda callada y la adofeteo dos veces, dejándole roja la mitad de la cara.
—Contestadme cuando te hablo— me cruzo de brazos—. ¿Quién eres?
No dice nada y Júpiter trae una caja del estante. Saco un catéter de su empaque y le traspaso la mejilla a la mujer.
—¿Quién eres?— pregunto otra vez.
—Matenme de una vez, pero no le hagan nada a mi rostro— pide.
Chasqueo la lengua, sacando otro cateter del empaque. Se lo entierro justo a un lado del otro.
—¡NO!— grita.
Agarro unas tijeras y le corto el cabello por las orejas.
—¿Quién eres?— pregunta Júpiter.
—¡Matenme!— implora— ¡Prefiero morir que volver a ser fea!
—¡¿Quién eres?!
Solloza y saco un frasco con un ácido que le desfigurará la cara en un santiamén.
—¡No, no, no!
—¡Entonces decidme quien m****a eres!— se me agota la paciencia.
El pecho se le agita.
—Te digo todo lo que quieras, pero ya no le hagas nada a mi rostro— suplica.
Dejo el frazco en la mesa.
—S-soy Dalila Johnson— dice—, trabajo para el ICF.
Júpiter y yo cruzamos miradas y negamos, asegurandonos de que no entendemos lo que dice.
Nos sentamos a cada lado de ella.
—¿Qué es el ISF?— cuestiona Júpiter.
—ICF— corrige la mujer—. Significa Internado de cuidado femenino— pasa saliva—, es una organización clandestina que rapta niñas desde pequeñas para vender su rostro o cabello, depende de lo que necesita el ciente— exhala con rendición—. Es demasiado secreta, por eso son pocos los que saben de ella. Hacemos tratos con multimillonarios que firman un contrato de confidencialidad luego del transplante.
—¿Donde se ubican?
No me contesta.
—¡Que donde se ubican!— le saco un catéter y se lo entierro en la otra mejilla.
—¡Está subterráneo!— le salen lágrimas— La entrada está en uno de los callejones después del colegio Los Robles.
—Mientes— Júpiter se cruza de brazos—. Ya mandé a alguien para allá y no hay nada.
—No miento— asegura.
Nos dice como llegar a la entrada y qué hay que hacer. Nos da un número telefónico y Júpiter sale a llamar para ver si lo de la asociación es verdad, regresa asintiendo.
Abandono la sala para que el moreno termine de interrogarla. Bajo en el ascensor a la segunda planta y me meto a la piscina cuando veo que Catalina está sentada en una de las orillas.
—Mañana solicitarás un nuevo rostro— le digo cuando emerjo del agua. Me ve confundida—. Más tarde Júpiter y yo te explicaremos.
Catalina.Aparco la merú unas cuadras antes del callejón. Tengo los pelos de punta porque realmente no sé a qué me estoy enfrentando. No tengo armas, ni manera de pedir refuerzos, solo somos las pacas de dólares que traigo en el bolsillo y yo.Júpiter me colocó una cámara que diseñó con forma de lente de contacto, que le permitirá ver lo mismo que yo. Tengo un GPS escondido en el nacimiento del cabello y ya, los dos aparaticos no son muy útiles que digamos.Apago el motor, me guardo las llaves en el bolsillo del pantalón de lana y comienzo a caminar, recordándome mantener la mente abierta porque no sé con qué cosas podría encontrarme.El aire es fresco, apenas son las siete de la noche, pero las calles están solitarias. Las luces naranjas de los faroles son la poca iluminación con que cuenta la calle.El cielo azul marino está repleto solo de nubes, es
Horas antes.Natasha.Le hago un lazo a las tiras de mi vestido blancoy me ato el cabello en una cebolla, acostumbro a vestir del color de la paz y la pureza cuando espero recibir buenas noticias y así; confundir a Dios con que soy una buena samaritana y no una princesa del averno.Le coloco la clave a la caja fuerte que tengo oculta detrás del cuadro de El Grito de Van gogh.Acuno entre mis manos la reliquia descendiente de mi familia materna, pienso en toda la sangre que he tenido que lavar de mis manos para recuperarla y no me pesa, porque es algo que me pertenece.Se ha vuelto un hábito sacarla de vez en cuando para verla, actúo como si fuera a llenarse de polvo y telas de araña si no es contemplada con frecuencia. Cada vez que paso las yemas de mis dedos por su cadena siento que cometo un acto impetuoso... La vuelvo a guardar en
Natasha.Belial me toma la mano, ayudándome a subir los escalones del jet. Entro y me acomodo el vestido de satén color azul marino antes de sentarme, me sirvo un vaso de gaseosa antes de que Julieta comience a elevarnos por los aires.En esta misión trabajaremos todos, incluso Júpiter viajará con nosotros, pero obvio sin exponerse.Catalina está sentada a la derecha unos metros detrás de mí con los audífonos puestos. Belial anda de copiloto y el moreno se sienta frente a mí.Toma mi mano libre, acariciándole el dorso. Bebo un sorbo de la gaseosa y fijo mi vista en la pequeña ventana, viendo como nos paseamos entre las nubes.—Tienes que hacerlo— habla serio—. Imagina... Solo imagina a Amelia de pequeña siendo sometida a un calvario como ese donde su destino estaría más que marcado. Habrías hecho cualquier cosa por sacarla de ahí.—¿Quién te dice que no
Julieta.Le ayudo a Júpiter a colocar la cámara en el cabello de Catalina antes de que se vaya. Subo a mi habitación, reemplazo mi pijama verde por unos shorts de jean y una camiseta gris de tirantes, sin sostén, cosa que en realidad no necesito por mis limones.—Ya despertó— avisa Júpiter y nos dirijimos a la sala de interrogatorios.—¿Como te llamas?— le pregunto para asegurarme de que el golpe no haya dañado su estado mental.—Dorotea Kassabji— contesta con una mueca de dolor.La verdad no entiendo en por qué de la infidelidad del italiano. Dorotea es de cabello corto con flequillo, baja y algo gorda. En cambio su esposa es de cabello pelirrojo hondulado, alta y con las medidas perfectas. Pero ahora entiendo ese dicho de que los hombres son como los perros, por más que les des la mejor carne; irán a revisar a la basura.—¿Recuerdas co
Santorini, Grecia.5:57 am.Logan.Observo el oscuro cielo que se cierne sobre el mundo que se va esclareciendo con el pasar de los segundos. Caliento mis manos con la taza de café humeante que yace entre ellas.Pienso en Natasha, estos últimos días la he echado de menos debido a su repentina llamada... Después de tanto.Soplo el humo y observo la delgada capa de hielo que reposa sobre la piscina, debido a la tormente de ayer. El invierno está llegando, pero no tan fuerte como para bloquear las calles y comenzar a patinar al aire libre. La llamada ronda por mi memoria cada que más nada lo hace, su voz suave y firme, su creencia de que se está comiendo el mundo cuando en realidad el mundo se la come a ella.Timoteo, mi primo y mano derecha sale a hablar por teléfono y le hago una seña, preguntando si ha llamado, a lo
NatashaFinalizo la llamada y busco ropa al azar en mi armario.—¡Julieta!— llamo.La susodicha llega de una vez.—Mande.—En media hora volamos a Cali, prepara lo necesario.Se va sin rechistar. Me decido por un vestido aterciopelado blanco ceñido que me llega un poco más arriba de las rodillas. Escojo una cartera del mismo color, Gucci.Me coloco lentes Rayban y me subo a los tacones de nueve centímetros. Tengo hasta las bragas blancas, voy vestida del color de la pureza, cosa de la que carezco.Dejo que el cabello largo me caiga por la espalda como si de una cascada se tratase.Voy hacia la cama, meto mi baby-glok en la cartera junto con unos veinte fajos de dólares, un paquete de coca, y unas navajas que nunca están demás.—Dorotea se niega a cooperar— recon
Júpiter.La molestia me la notaron todos a leguas, entonces decidí encerrarme en mi oficina para distraerme con dispositivos de rastreo y micrófonos para los operativos. Creo que esta situación me enfurece más a mí que a Natasha.La deseé desde que era novia de Logan, yo era un perro callejero y ella un filete jugoso. No me notaba, para ella era una equis, un cero a la izquiera, un lápiz blanco en la caja de creyones... Todo sinónimo de desimportancia.Cuando se alejó de Logan, busqué una excusa para irme yo también y le pedí trabajar con ella, cosa que claramente aceptó.Al sentirse deprimida por una necesaria decisión que tomó, me tocó estar para ella en toda circunstancia, y de un momento a otro me aproveché de eso para follarmela, obvio.El placer carnal es mutuo y aunque Logan Presley me pagaba el triple de lo que gano ahora, no me arrepiento de ve
Catalina.Avanzo, agarrada del brazo de Graham, quien trae un smoking negro con moño del mismo color y el cabello peinado perfectamente hacia atrás, el color de su vestimenta le resalta las orbes azules.Yo traigo un conjunto de falda y top de seda junto con zandalias romanas y el cabello suelto.La patrona está a mi derecha, luciendo un despampanante vestido de algodón con una avertura triangular que llega hasta la espalda baja, trae botines de tacón y el cabello castaño recogido en una de esas coletas tan perfectas que sientes alivio cuando te las quitas.Julieta está al otro extremo de nosotras, viste con un vestido holgado de manga larga y tacones de plataforma, tiene un reloj de oro blanco adornándole la muñeca y el cabello recogido en un moño simple.Saludamos a todos los demás traficantes que se encuentran esta noche. El traficante de heroína más conocido de La India de