Natasha.
Belial me toma la mano, ayudándome a subir los escalones del jet. Entro y me acomodo el vestido de satén color azul marino antes de sentarme, me sirvo un vaso de gaseosa antes de que Julieta comience a elevarnos por los aires.
En esta misión trabajaremos todos, incluso Júpiter viajará con nosotros, pero obvio sin exponerse.
Catalina está sentada a la derecha unos metros detrás de mí con los audífonos puestos. Belial anda de copiloto y el moreno se sienta frente a mí.
Toma mi mano libre, acariciándole el dorso. Bebo un sorbo de la gaseosa y fijo mi vista en la pequeña ventana, viendo como nos paseamos entre las nubes.
—Tienes que hacerlo— habla serio—. Imagina... Solo imagina a Amelia de pequeña siendo sometida a un calvario como ese donde su destino estaría más que marcado. Habrías hecho cualquier cosa por sacarla de ahí.
—¿Quién te dice que no
Julieta.Le ayudo a Júpiter a colocar la cámara en el cabello de Catalina antes de que se vaya. Subo a mi habitación, reemplazo mi pijama verde por unos shorts de jean y una camiseta gris de tirantes, sin sostén, cosa que en realidad no necesito por mis limones.—Ya despertó— avisa Júpiter y nos dirijimos a la sala de interrogatorios.—¿Como te llamas?— le pregunto para asegurarme de que el golpe no haya dañado su estado mental.—Dorotea Kassabji— contesta con una mueca de dolor.La verdad no entiendo en por qué de la infidelidad del italiano. Dorotea es de cabello corto con flequillo, baja y algo gorda. En cambio su esposa es de cabello pelirrojo hondulado, alta y con las medidas perfectas. Pero ahora entiendo ese dicho de que los hombres son como los perros, por más que les des la mejor carne; irán a revisar a la basura.—¿Recuerdas co
Santorini, Grecia.5:57 am.Logan.Observo el oscuro cielo que se cierne sobre el mundo que se va esclareciendo con el pasar de los segundos. Caliento mis manos con la taza de café humeante que yace entre ellas.Pienso en Natasha, estos últimos días la he echado de menos debido a su repentina llamada... Después de tanto.Soplo el humo y observo la delgada capa de hielo que reposa sobre la piscina, debido a la tormente de ayer. El invierno está llegando, pero no tan fuerte como para bloquear las calles y comenzar a patinar al aire libre. La llamada ronda por mi memoria cada que más nada lo hace, su voz suave y firme, su creencia de que se está comiendo el mundo cuando en realidad el mundo se la come a ella.Timoteo, mi primo y mano derecha sale a hablar por teléfono y le hago una seña, preguntando si ha llamado, a lo
NatashaFinalizo la llamada y busco ropa al azar en mi armario.—¡Julieta!— llamo.La susodicha llega de una vez.—Mande.—En media hora volamos a Cali, prepara lo necesario.Se va sin rechistar. Me decido por un vestido aterciopelado blanco ceñido que me llega un poco más arriba de las rodillas. Escojo una cartera del mismo color, Gucci.Me coloco lentes Rayban y me subo a los tacones de nueve centímetros. Tengo hasta las bragas blancas, voy vestida del color de la pureza, cosa de la que carezco.Dejo que el cabello largo me caiga por la espalda como si de una cascada se tratase.Voy hacia la cama, meto mi baby-glok en la cartera junto con unos veinte fajos de dólares, un paquete de coca, y unas navajas que nunca están demás.—Dorotea se niega a cooperar— recon
Júpiter.La molestia me la notaron todos a leguas, entonces decidí encerrarme en mi oficina para distraerme con dispositivos de rastreo y micrófonos para los operativos. Creo que esta situación me enfurece más a mí que a Natasha.La deseé desde que era novia de Logan, yo era un perro callejero y ella un filete jugoso. No me notaba, para ella era una equis, un cero a la izquiera, un lápiz blanco en la caja de creyones... Todo sinónimo de desimportancia.Cuando se alejó de Logan, busqué una excusa para irme yo también y le pedí trabajar con ella, cosa que claramente aceptó.Al sentirse deprimida por una necesaria decisión que tomó, me tocó estar para ella en toda circunstancia, y de un momento a otro me aproveché de eso para follarmela, obvio.El placer carnal es mutuo y aunque Logan Presley me pagaba el triple de lo que gano ahora, no me arrepiento de ve
Catalina.Avanzo, agarrada del brazo de Graham, quien trae un smoking negro con moño del mismo color y el cabello peinado perfectamente hacia atrás, el color de su vestimenta le resalta las orbes azules.Yo traigo un conjunto de falda y top de seda junto con zandalias romanas y el cabello suelto.La patrona está a mi derecha, luciendo un despampanante vestido de algodón con una avertura triangular que llega hasta la espalda baja, trae botines de tacón y el cabello castaño recogido en una de esas coletas tan perfectas que sientes alivio cuando te las quitas.Julieta está al otro extremo de nosotras, viste con un vestido holgado de manga larga y tacones de plataforma, tiene un reloj de oro blanco adornándole la muñeca y el cabello recogido en un moño simple.Saludamos a todos los demás traficantes que se encuentran esta noche. El traficante de heroína más conocido de La India de
Júpiter.Le doy un largo trago a mi taza de café mientras veo en la cámara ocho que la DHV llegó en el jet. Julieta es la primera en bajar hecha toda una furia, agarra el ascensor y coloco la cámara dos para ver cuando llegue a las celdas del subterráneo.Abre la sexta celda a la izquierda y descuelga una espada de la pared, agarra a la árabe por el nacimiento del cabello y le corta la cabeza sin siquiera pensarlo dos veces.Me levanto de la silla giratoria con toda la tranquilidad del mundo y voy a la habitación de Natasha que está bajándose las copas del vestido para solo quedar en hilo.—Habla, que no han publicado el periódico— le digo.Se rasca la cabeza con un leve desespero y busca algo en la habitación con afán.—Anthoaneth— contesta,
Bombay / La India.Dos días antes del Choegoui him.Anthoaneth.Thaily de Yadav me sirve té en una taza de porcelana para luego colocarla sobre un pequeño plato y tenderme el frasco de la azúcar para yo echarle a gusto.Estamos en el jardín de su rústico hogar, donde solo tienen sembradas plantas medicinales en macetas, La India y sus creencias locas.El nerviosismo de todos fue evidente cuando llegué sin anunciarme, la mayoría de las mafias me tienen miedo, pero a la vez me rinden respeto y glorificación, y por supuesto; yo me vanaglorio de eso.—¿A qué debo tu sorpresiva visita, Anthoaneth?— indaga Jailev, arremangando su camisa de cuadros.—Ho bisogno del vostro aiuto— le hablo
Catalina.Me aseguro de que las niñas de la habitación seis estén arropadas correctamente y apago la luz para ir a la oficina de California.Detesto este trabajo, ni siquiera sé por qué sigo aquí si a Natasha no le interesa destruir el ICF, y pensandolo bien, tampoco lo de Anthoaneth. Aparte de ser mi jefa, es la persona a quien más le tengo confianza, pero ya mató a quien violó a su madre, recuperó el zafiro y se desentendió de los demás criminales.Paso las manos por mi uniforme blanco de enfermera para alizarlo y toco la puerta al escuchar a California hablando con una segunda voz. Mi jefa me dice que entre y giro el pomo de la puerta, me paralizo al ver de quién es la segunda voz.—Ya aseguré las habitaciones, todo en orden— aviso, cerrando la puerta detrás de mí.—Necesito que vayas mañana a la farmacia por más alcohol anticéptico y miel— me dice, sin apartar la mirada de