SLOANE D’MARCO—Sloane… no puedes hacerme esto —susurró mi padre horrorizado y de nuevo sacó su mano a través de los barrotes, esta vez de manera más gentil—. Canelita, por favor, sácame de aquí.Cuando dijo ese apodo mi cabeza comenzó a punzar, retrocedí temblorosa y horrorizada, tragando saliva con dificultad y dedicándole una mirada cargada de horror a Derek, quien estiró sus brazos hacia mí, desconcertado. Sabía que era la palabra mágica para que yo sucumbiera, la que había escogido para que yo lo obedeciera. Se repetía en el centro de mi cabeza, causando un eco doloroso, era como si de pronto mi cráneo fuera a explotar. Apreté mis sienes con todas mis fuerzas mientras Derek me sostenía por la cintura.—¡Canelita, sácame de aquí! —gritó aún más fuerte mientras yo me hacía pedazos entre los brazos de Derek, quien me apoyó en la pared antes de voltear hacia mi padre. Metió la mano a través de los barrotes atrapándolo del cuello y apretando con fuerza.—¡Vamos, hijo de puta! ¡Vamos!
DEREK MAGNANISloane me dedicó una mirada derrotada y posó ambas manos en mi pecho. Sabiendo que tenía que entregar las bitácoras de su padre. Era «lo justo».—Las usarás para seguir con su proyecto, ¿cierto? —dijo en voz baja y con los ojos llorosos—. No solo las quieres para destruir la evidencia, quieres seguir sus pasos.—Eso no es algo que te interese… —dijo Jonathan estirando la mano hacia nosotros—. Cumplan si no quieren más problemas.—Si no quieres entregarlas… solo dilo —intervine tomando su hermoso rostro entre mis manos—. Si no quieres que se las dé, no lo haré. Encontraré la forma…—Sloane… si no me das esas malditas bitácoras… —Jonathan comenzaba a perder la paciencia y yo no estaba dispuesto a dejar que le hablara así a
DEREK MAGNANIA mi andar, todos los prisioneros comenzaron a gritar y agitarse dentro de sus celdas. Agarrándose de los barrotes y sacudiéndose como si fueran simios. Sabían que hoy tendrían un poco más de diversión.Llegué hasta la celda que una vez fue mi hogar y me planté del otro lado. El doctor D’Marco permanecía sentado en la orilla de su catre, esperando. Sabía que no pasaría de esta noche.—Así es como te recompensan por años de trabajo duro —susurró con resentimiento. En ese momento un zumbido me avisó de que la puerta estaba abierta—. ¿Crees que esto te hará sentir mejor? ¿Crees que harás que Sloane te ame de manera sincera? DEREK MAGNANISalí de la celda con los brazos y el pantalón llenos de sangre, arrastrando la motosierra mientras la fiesta seguía dentro. Los presos en su locura estaban aprovechando los recursos y pasando por una faceta creativa donde los restos de D’Marco de seguro terminarían decorando las paredes. Nadie me detuvo, nadie me enfrentó, incluso pude ver en los ojos de cada enfermo ese brillo de familiaridad. Me identificaban como uno más de ellos y tenían razón, incluso podía decir que D’Marco también la tenía. ¿Qué persona, por muy molesta que estuviera, era capaz de matar de esa forma?Después de veinte años de encierro, de soledad y humillaciones, ya no era el mismo chico enamorado que soñaba con fugarse con su amada pelirroja y formar una familia lejos de los problemas. Simplemente algo se había podrido dentro de mí. Llegué hasta la puerta de entrada, del otro lado me veía con atención Jonathan, paseando la mirada de arriba abajo. —Vaya que te divertiste, ¿verdad? —dijo con desCapítulo 260: La psicopatía es de familia
DEREK MAGNANIAunque estaba muy cansado lo comprendí. No quería llegar con olor a sangre a la alcoba con Sloane, no era necesario preocuparla. Me quité los pantalones y el resto de la ropa, y dejé que el agua caliente se escurriera por mi piel y cada cicatriz, porque eso era, un mapa lleno de viejas heridas. Siempre fui el gemelo conflictivo o malvado. Salí del baño arrastrando los pies. Metí mi ropa en una bolsa de basura donde ya estaba mi sudadera vieja y mi playera, y entré a la habitación que compartía con Sloane. Estaba recostada con el celular pegado a su pecho y los lentes aún puestos. Con cuidado le quité todo lo que pudiera incomodarla al dormir y la acomodé sobre la cama. Mi hermoso ángel de cabellos de fuego se veía tan hermosa con ese camisón de seda color azul. Era la mujer más bella que mis ojos habían visto. La arropé antes de acomodarme a su lado. Pese al cansancio que me atormentaba, estando frente a ella no pude dormir de inmediato. Posé mi mano en su vientre y lo
SLOANE D’MARCO—Hay una posibilidad de que esto funcione… —dijo Jimena pasando las páginas del trabajo de Donna—. Podría abrir una carpeta de investigación contra el consejo, pero tomando en cuenta que son bastante «influyentes» y podríamos encontrarnos con muchos obstáculos. —Lo sé… —contesté con un resoplido mientras la seguía con la mirada—, pero el mundo debe de saber lo que ellos quieren hacer. No puedo guardar silencio, no puedo esperar a que Donna regrese.—Si es que regresa —agregó Derek recargado en la pared, de brazos cruzados y con la mirada perdida—. No sabemos si esos enfermos ya la mataron. —Tiene que regresar… —susurré con un nudo en la garganta y mis ojos tristes hicieron que Derek de inmediato se acercara y me abrazara. —He escuchado que La Volpe es muy eficaz en su trabajo, la traerá de vuelta —contestó intentando consolarme, arrepentido de sus primeras palabras. —Solo nos queda esperar lo mejor —dijo Jimena suspirando—. Por mi parte, no dejaré que su trabajo sea
SLOANE D’MARCOSentada en la orilla de la cama, solo veía a Derek caminar de un lado a otro, buscando una camisa limpia y unos pantalones. Desde que supo que Jimena asistiría a un evento por recomendación de Luca, parecía molesto. No tenía motivos para desconfiar de él, pero no pude evitar sentirme… ¿celosa? ¿Por qué se preocupaba tanto por Jimena? ¿En verdad no se había emocionado al verla vestida tan femenina y encantadora? Me acomodé los lentes y volteé hacia un costado, el espejo mostraba a una pelirroja tan redonda como una toronja. No era vanidosa, pero… de pronto descubrí que tenía miedo de que mi embarazo me quitara lo atractiva y por tanto, la atención de Derek. Apreté los labios controlando mis ganas de exigirle respuestas. Dentro de mi cabeza estaba consciente de que solo eran ideas mías, pero ¡cómo me torturaban! Bien dicen que no hay peor enemigo que tú mismo. Entonces me di cuenta de que Derek me estaba viendo fijamente, entornando los ojos como si quisiera entender
CRISTINE FERRERASentada frente al fuego de la chimenea levanté mi copa media llena, ya no sabía cuántas llevaba mientras que el festín que había preparado se enfriaba en la mesa. Intenté sonreír con los ojos llenos de lágrimas y un maldito nudo en la garganta que me asfixiaba y que solo con el alcohol lograba pasar ese trago amargo de mi aniversario. Ni siquiera sabía por qué había preparado la cena si, como el año pasado, comería sola. Me casé joven y llena de ilusión, con un hombre atractivo que me llevaba unos cuantos años de más, pero que… creí que… ya sabes, me amaría cuando me conociera. Era una buena chica, detallista, dulce… me esforzaba por hacer hasta el mínimo esfuerzo para ganarme su corazón, ¡Dios sabe cuánto luché por… solo una sonrisa!, pero nada de lo que hacía era suficientemente bueno. Siempre en esta fecha recordaba lo primero que le dije a mi esposo cuando entramos a esta casa, que sería nuestro hogar. Aún llevaba mi vestido de novia y él no dudó en dirigirse a