DEREK MAGNANIAunque estaba muy cansado lo comprendí. No quería llegar con olor a sangre a la alcoba con Sloane, no era necesario preocuparla. Me quité los pantalones y el resto de la ropa, y dejé que el agua caliente se escurriera por mi piel y cada cicatriz, porque eso era, un mapa lleno de viejas heridas. Siempre fui el gemelo conflictivo o malvado. Salí del baño arrastrando los pies. Metí mi ropa en una bolsa de basura donde ya estaba mi sudadera vieja y mi playera, y entré a la habitación que compartía con Sloane. Estaba recostada con el celular pegado a su pecho y los lentes aún puestos. Con cuidado le quité todo lo que pudiera incomodarla al dormir y la acomodé sobre la cama. Mi hermoso ángel de cabellos de fuego se veía tan hermosa con ese camisón de seda color azul. Era la mujer más bella que mis ojos habían visto. La arropé antes de acomodarme a su lado. Pese al cansancio que me atormentaba, estando frente a ella no pude dormir de inmediato. Posé mi mano en su vientre y lo
SLOANE D’MARCO—Hay una posibilidad de que esto funcione… —dijo Jimena pasando las páginas del trabajo de Donna—. Podría abrir una carpeta de investigación contra el consejo, pero tomando en cuenta que son bastante «influyentes» y podríamos encontrarnos con muchos obstáculos. —Lo sé… —contesté con un resoplido mientras la seguía con la mirada—, pero el mundo debe de saber lo que ellos quieren hacer. No puedo guardar silencio, no puedo esperar a que Donna regrese.—Si es que regresa —agregó Derek recargado en la pared, de brazos cruzados y con la mirada perdida—. No sabemos si esos enfermos ya la mataron. —Tiene que regresar… —susurré con un nudo en la garganta y mis ojos tristes hicieron que Derek de inmediato se acercara y me abrazara. —He escuchado que La Volpe es muy eficaz en su trabajo, la traerá de vuelta —contestó intentando consolarme, arrepentido de sus primeras palabras. —Solo nos queda esperar lo mejor —dijo Jimena suspirando—. Por mi parte, no dejaré que su trabajo sea
SLOANE D’MARCOSentada en la orilla de la cama, solo veía a Derek caminar de un lado a otro, buscando una camisa limpia y unos pantalones. Desde que supo que Jimena asistiría a un evento por recomendación de Luca, parecía molesto. No tenía motivos para desconfiar de él, pero no pude evitar sentirme… ¿celosa? ¿Por qué se preocupaba tanto por Jimena? ¿En verdad no se había emocionado al verla vestida tan femenina y encantadora? Me acomodé los lentes y volteé hacia un costado, el espejo mostraba a una pelirroja tan redonda como una toronja. No era vanidosa, pero… de pronto descubrí que tenía miedo de que mi embarazo me quitara lo atractiva y por tanto, la atención de Derek. Apreté los labios controlando mis ganas de exigirle respuestas. Dentro de mi cabeza estaba consciente de que solo eran ideas mías, pero ¡cómo me torturaban! Bien dicen que no hay peor enemigo que tú mismo. Entonces me di cuenta de que Derek me estaba viendo fijamente, entornando los ojos como si quisiera entender
CRISTINE FERRERASentada frente al fuego de la chimenea levanté mi copa media llena, ya no sabía cuántas llevaba mientras que el festín que había preparado se enfriaba en la mesa. Intenté sonreír con los ojos llenos de lágrimas y un maldito nudo en la garganta que me asfixiaba y que solo con el alcohol lograba pasar ese trago amargo de mi aniversario. Ni siquiera sabía por qué había preparado la cena si, como el año pasado, comería sola. Me casé joven y llena de ilusión, con un hombre atractivo que me llevaba unos cuantos años de más, pero que… creí que… ya sabes, me amaría cuando me conociera. Era una buena chica, detallista, dulce… me esforzaba por hacer hasta el mínimo esfuerzo para ganarme su corazón, ¡Dios sabe cuánto luché por… solo una sonrisa!, pero nada de lo que hacía era suficientemente bueno. Siempre en esta fecha recordaba lo primero que le dije a mi esposo cuando entramos a esta casa, que sería nuestro hogar. Aún llevaba mi vestido de novia y él no dudó en dirigirse a
CRISTINE FERRERACuando el llanto de mis angelitos por fin cesó, tomé mi computadora portátil y la abrí sobre mis piernas mientras que con un pie seguía meciendo la cuna para que el sueño de mis bebés no fuera perturbado o interrumpido. Comencé a teclear con habilidad; no solo quería el divorcio, necesitaba que Eliot firmara un acuerdo donde me cedía la custodia total de los niños. No me importaba si no recibía ni un solo centavo, incluso estaba dispuesta a renunciar a cualquier beneficio que la separación me pudiera ofrecer. ¡No quería absolutamente nada de él! ¡Podía quedarse con su dinero, con su enorme casa y todas las comodidades! ¡Lo único que necesitaba era poner fin a este calvario y llevarme a mis bebés lejos de él! Dudaba mucho que quisiera quedárselos, era un horrible padre, ¿qué haría con tres niños? ¿Cómo podría cuidar de ellos y cubrir todas sus necesidades si solo tenía tiempo para trabajar e ignorarnos?Estaba dispuesta a llevar los papeles al día siguiente a primera
CRISTINE FERRERANuestro matrimonio no solo era un fracaso, sino que había sido un asunto arreglado entre mis padres y los suyos. Sabía de Eliot mucho antes de saber que me casaría con él y admito de manera vergonzosa que lo admiraba, no solo porque era un hombre que parecía más un actor de películas de acción, con su gran altura, sus espaldas anchas, y ese rostro que era la combinación perfecta entre rasgos finos y angulosos, y masculinidad, sino que estaba fascinada por unirme en matrimonio con un hombre tan inteligente, que era capaz de dirigir una empresa como la que tenía en sus manos. No me sentía a su altura y tenía miedo de no ser suficiente. Tenía razón, no lo fui, por lo menos no para él, porque si de algo estoy segura es que yo no dejé de demostrarle que tenía iniciativa y corazón.Mi primer intento de alejarme de él, el primero golpe en mi corazón, fue cuando descubrí que había otra mujer en el suyo. Aún guardaba fotos y recuerdos que veía cuando se sentía melancólico. Iv
CRISTINE FERRERAMe pasé toda la mañana limpiando el piso de la cocina, la cena ya estaba seca y pegada a la losa. Con tristeza tomé el acta de divorcio sucia que se hizo pedazos en cuanto la alcé, la comida la había arruinado.Recordar el fracaso de anoche solo me hizo sentir furiosa y frustrada. ¡Era imposible hablar con ese hombre! —¡Te odio Eliot Magnani! ¡Te odio! ¡Te desprecio! ¡Te aborrezco! —grité llena de furia, con ganas de voltear la mesa, patear las sillas y salir de esa maldita casa con mis bebés para jamás volver—. Eres un hijo de puta. Maldito el día que mis padres decidieron casarme contigo. »Pero hay un puto karma, imbécil, lo sé… y cuando te llegue espero estar cerca para burlarme en tu cara. Terminarás solo y arruinado porque con el carácter de mierda que te cargas, ni tu madre te soportaba —con cada palabra arrojé con furia a la basura esa masa podrida y asquerosa en la que se había convertido la cena de aniversario. De pronto, cuando sentí que la presión de tod
CRISTINE FERRERA—A veces, cuando nos abandonan, entre más pasa el tiempo el cerebro se vuelve traicionero y comienza a olvidar todo lo malo, haciéndonos extrañar a esa persona por la poca bondad que mostró —contestó el señor Uberto con melancolía. Sabía bien a quién se refería: la zorra asquerosa de Ivette—. Eliot solo cree que fue lo mejor que le pudo pasar en la vida porque no recuerda todo lo malo que le hizo. Entre más le prohibía a esa mujer, más se aferraba a ella. A veces me pregunto si me equivoque… —No piense en eso… —dije con tristeza, manteniendo su mano cálida entre las mías. —No puedo evitarlo, porque en el proceso, arruiné tu vida también. —Sus ojos vidriosos se posaron en mí, parecía luchar con las ganas de llorar. Le sonreí con dulzura y negué con la cabeza. —Me dio a un buen esposo, un hombre inteligente que a su vez me dio tres pequeños angelitos. ¿Cómo puede decir eso? Todo está…—No te divorcies de él. —Mis mentiras no habían sido suficientes. ¿Cómo podía enga