Dos minutos después de que Reynaldo ingresara al túnel, las Persefones descendieron por la escalera al sótano.
Era una cuadrilla de cinco de ellas, equipadas para la situación con sus pistolas Taser y los bastones.
“Sexual” estaba detrás del mostrador. Tenía la mirada puesta en una carpeta de anotaciones y una birome en la mano. A los ojos de las uniformadas parecía muy concentrado. Debajo del mostrador escondía una ametralladora Uzi japonesa, cargada, lista para usar.
No había tenido tiempo de esconder a Zafra. Esos breves instantes los aprovechó para cargar la Uzi.
Cuando las Persefones vieron en el suelo, en un charco de sangre a su capitana, inmediatamente
Reynaldo vomitó dos veces mientras avanzaba por el oscuro túnel hacia la escalera que, de seguro, chocaría con la cabeza.En las penumbras había aplastado con sus manos lo que parecían ser cucarachas, y sintió el cosquilleo de lo que, para su primeras náuseas, resultaba ser una rata pequeña.Los sonidos que emitía el pequeño roedor alimentaron la sensación de sofocamiento, por lo que aceleró sus movimientos a la par que maldecía en silencio.Solo podía avanzar gateando, sin ninguna coordenada que le indicase cuánto más tenía que soportar el aroma fétido a podredumbre.Cuando chocó con el final del túnel, asfixiado por el encier
Unas 6 patrullas de Persefones llegaron a la casa de Eduardo.Fue una carnicería.Arrojaron una bomba de gas por las escaleras del sótano. Cortaron el suministro eléctrico y descendieron 8 de ellas, cubiertas con una máscara de visión nocturna y para evitar la inhalación de gases tóxicos.Eduardo, confundido, quiso meterse por el pequeño túnel, pero fue imposible. Era como intentar sacar un elefante por una canilla.Las Persefones vieron el reguero de cuerpos, y entre ellas el de Zafra, aún con vida, moviendose lentamente. Ante esta situación, el furor se adueñó de ellas, y abrieron fuego sin miramientos, a todo lo que estaba delante de ellas. El día avanzaba a pasos agigantados. Como pocas veces la ciudad estaba conmocionada por un tremendo ataque a la seguridad, a la armonía, a la paz.La puerta del frente de la casa tenía marcado el número 5 en un fuerte rojo brillante.La uniformada, acompañada de tres compañeras más, golpeó a la puerta, con fuerza.Una vez que se abrió desde dentro, su rostro se volvió una piedra durísima, sin expresiones registrables.-¿Usted es Betiana Partava?Ella disimuló la sorpresa.-Si...si...soy yo...no me digan que…-Su hermano, estaba en laResultados inesperados
-Debemos decirle que es hijo de él. Nos va a costar caro esta jugada.-¿Y después qué? ¿Qué hacemos? ¿Vos le vas a impedir que se vaya?Barba blanca tiró el habano al piso con fuerza.-¡Hubiéramos sabido que estaba en esta ciudad…!-Lo que pasó no se puede cambiar. Ya está. Ahora hay que tratar de encontrar la manera de cuidarlo y de que no se entere, por lo menos por ahora…-¿Quién le va a decir?“Matute” abrió los ojos bien grande.-¿Qué te parece si yo le digo?
-Es simple-encendió otro cigarrillo.-¿Qué es simple?-El asunto. Es simple. Tanto vos, como tu amiga Pavla, ambas, están vinculadas a los rebeldes. Revisamos los expedientes de tu padre. Fue exiliado antes de que se decretaran las leyes de condenas radicales. Se salvó con lo justo. Nunca mandó a tu hermano a las Sesiones obligatorias en Formación experiencial de Género. Es un traidor declarado.-Zafra...yo…-¿Vos qué, Pavla? ¿Vos qué? Me llamás a mi número, me mandás a un lugar en el que estaban avisados que iba a ir, soy atacada. ¡CASI MUERO! ¿Qué vas a decir? ¿Que no sabías? Encima, el gordo de la pocilga esa es amigo
El campamento de los rebeldes, como los etiquetaban en el Régimen, estaba conformado por un grupo de instalaciones precarias, tiendas, grandes carpas donde se apilaban cientos de hombres, quienes permanecían ajenos a las leyes.Muchos de ellos incursionaban en la ciudad para robar por las noches, a veces por el día. Muy pocos habían sido atrapados.Una de las características del campamento residía en la disciplinada vigilancia que lo mantenía seguro. Y el orden de rangos que se respetaba con lealtad y armonía.Reynaldo empezó a notar un sentimiento de unidad y compañerismo que jamás experimentó. Sintió fuertes emociones al notar las risas, los gestos corporales, como abrazos o palmadas en las espalda. Movimie
-Klanhoos no se va a rendir. Klanhoos va a mantenerse en pie, aún cuando perdamos la primera batalla.-Mario...vos sabés contra quien luchamos. Ellas son simples marionetas. Klanhoos lo sabe, y no va a dejar que esto arruine nada.-Por supuesto que sé contra quien luchamos. Lo vi con mis propios ojos, hace diez años atrás. No me hace falta más. Mandale saludos a “Lobo”.-Por supuesto...y ¡fuerza!-¡Fuerza!Cuando Reynaldo ingresó, acompañado de Sócrates, la transmisión se terminaba. El amplio televisor, convertido en el medio de transmisiones clandestinas quedó todo negro.Ma
-Lo único que pido es que me den la oportunidad de demostrar mi lealtad. Es lo único que quiero hacer.Safra estaba de pie, pero apoyada a la pared. Sostenía una compresa de hielo sobre la nuca. Los dolores de cabeza le habían asaltado en la última hora. Si bien el golpe que recibió de “Sexual” con un matafuego fue fuerte, no logró abrir una herida, pero si le causó un gran chichón.Betiana se jugaba su última carta. Era eso o ser sentenciada a muerte pública.La jueza estaba delante de ella, con rostro pétreo, sin emociones.No quitaba sus ojos del dispositivo que llevaba en la mano. En él estaba comunicada con la Regente Regional, también especialis