SAFRA

-Solo tiene que hacer un esfuerzo más...y va a tener su recompensa…

La obesa mujer apretó con fuerza la mano de la doctora, y la de su marido, cerró los ojos, apretó los dientes, y emitió un grito desgarrador que aturdió a los presentes.

-¡Ya sale! ¡Ya sale!

Las fuerzas que estaba haciendo eran inhumanas. El sudor empapaba las sábanas, las ramificaciones de venas se le marcaban en todo el rostro, en los brazos, en el cuello. 

Exhalando el último suspiro, un lloriqueo de bebé inundó la sala, enmudeciendo a todos.

-¡Nació, nació!-gritó el padre con lágrimas en los ojos.

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