-¿Y cómo pensás llevar a cabo tu plan?
-Por empezar, cuento con vos. Es el inicio del plan.
-Ay, Sacerdotisa…¿usted sabe que puedo detenerla por traición?
-Mi querida Zafra, lo podrías haber hecho hace tiempo ya, cuando vos quieras lo podés hacer. Cuando salimos de Terrazas, e insinué lo que insinué. Lo que me motiva es el por qué no me detuviste, porque no reaccionaste con sentimiento matriota. ¿Sabés lo que pienso?
Zafra pasó una mano por sobre la estatua de Asera.
Se sentía intrigada, y hasta fascinada por las palabras que estaba escuchando.
-¿Qu&eac
-Han pasado algunos días desde que tu hermana llegó al campamento.Reynaldo tomó nuevamente el fusil en sus manos. Lo observó con paciencia, le dio unas vueltas, y luego le introdujo algunos cartuchos.-Si…¿qué tiene que ver eso con el fusil?Matute acomodó su fusil. Le pasó el puño de su camisa cuadros para sacarle un poco de brillo al negro metal. Le gustaba que brillara.-En realidad...nada. Solo fue un pensamiento que cruzó por mi mente. Solo eso. Hace varios días que está acá y no hubo ningún incidente.-¿Esperabas alguno?-Si. Lo esperaba. Esperab
Papas fritas.Gaseosas.Sandwich de miga.Muchos.Demasiados.Lo suficiente como para engordar casi 40 kilos en los últimos diez meses.A finales de octubre, Betiana pesaba unos 120 kilogramos, aproximadamente.Pasaba las horas, después de su jornada de trabajo, mirando televisión, comiendo y dando órdenes al inútil de su hermano varón.Un inservible. Un protegido que es una carga, solo eso, una carga molesta.Había días en los que la comida se transformaba
-¿Quién habla?-¿No reconocés mi número? Soy la Regente Umha…-¡Umha! Perdón, ni siquiera miré quien llamaba…-¿No me tenés agendada?-¡Si, si! Lo que pasa es que ni miré la pantalla para verificar…-Está bien. Te creo. Prestá atención. Es importante.-Soy toda oídos.-Zafra.-¿Qué pasa con la capitana?-Quiero que deje de serlo.-¿Qué?
Rambo…-¿Rambo? ¿Qué nombre es ese?-Es un nombre. Así se llamaba un personaje de ficción del siglo pasado, del siglo 21.-No escuché nunca. ¿Y por qué te vas a llamar así?-Me siento identificado. Rambo era un soldado, fibroso, hábil en las armas, preparado para el combate. Yo quiero convertirme en eso, un soldado...un guerrero.Ella se echó a reír.-¿Vos, soldado? ¡Nunca viste de cerca un arma!-Te equivocás, Bety...desde que llegué que conozco las armas. Ellos me están enseñando todo: cómo dispar
Una tal profeta Ana Duarte, allá por mediados o principio del siglo 21, tuvo un sueño. En ese sueño tuvo la visión de la diosa Asera, la reluciente estrella de las mujeres que le seguían. Esta profeta anunciaba que le rendirían culto a la diosa, pero no en un sentido espiritual, sino más bien físico.Con el paso de los años el culto a Asera creció, y luego de la proliferación de cultos a distintas deidades femeninas, se localizó.En la región centro, Asera consistía en algo más que una representación de la raza superior imperante. Ella arrojaba la imagen de lo supremo. De lo sublime.En La Punta se le rendía culto de manera extrema. Se le ofrecían sacrificios humanos: varones que
La mayoría de las tiendas del campamento eran de lonas. Lonas gastadas, las que se usan para tapar camiones. Las consiguieron en varios asaltos a camiones que provenían de La Mendoza. Eso fue hasta que empezaron a venir escoltados por cuadrillas de Perséfones.Las lonas estaban armadas sobre estructuras de hierro, que también consiguieron de camiones robados. Los desmantelaban y los reutilizaban. Muchas partes las convirtieron en armas. Otras herramientas.Más allá de las tiendas, por un sendero angosto escondido entre matorrales, se escondía de la vista una enorme granja con todo tipo de verduras y frutas: melones, sandías, árboles frutales, lechugas, tomates, papas...La granja estaba cuidada permanentemente por unos diez o quince soldados armados. De allí se proveía el campamen
Cuando Reynaldo despertó por la mañana, Matute estaba sentado al borde de su cama.Llevaba un fusil en una mano, y una taza en la otra. Alguna bebida caliente que humeaba, y cuyo vapor formaba una pequeña nube densa en el centro de la tienda.Las bolsas cargadas debajo de sus ojos revelaban que no hacía mucho que despertara. El cabello desgreñado, y los cordones de sus botas sin atar completaron el cuadro.Reynaldo abrió los ojos en un acto tan silente, que parecía estar espiando. Su amigo ni siquiera se percató de que había despertado, por ello quiso llevar la situación un poco más allá.Simuló seguir dormido. Hizo un movimiento agresivo con los pies, lo que prov
Al salir de la tienda, el sol le dio de lleno en el rostro. De manera automática se puso los lentes negros.Aún no soportaba el resplandor del día.Observó a su alrededor.En cada tienda grupos de varones estaban ensimismados en sus tareas. Algunos afilando cuchillas, otros remedando sus ropas, otros preparándose para partir a la granja.Algunas tiendas estaban vacías.A medida que avanzó hacia la de su hermana, saludó a todo el que se cruzó en el camino.Antes de llegar arrojó una mirada al cuartel central. El Falcón estaba estacionado, a la par de otra camioneta enorm