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Cap:2. Un regalo más.

El cuerpo de Isabella se tornaba cada vez más frío al pasar los segundos y al seguir escuchando la conversación de los amantes.

En ocasiones quería entrar y confirmar sus sospechas y darles unas buenas bofetadas, pero no podía moverse. Era como si sus pies estuvieran congelados en ese m4ldito lugar impidiéndole avanzar. Y tampoco tenía las fuerzas suficientes para ingresar.

── Cariño, yo… ── . Se escuchó la suave voz de la mujer, pero callando a los segundos.

──¿Qué pasa cariño?. ¿Te sientes incómoda en algún lugar?.

La mujer negó con la cabeza, a su vez que se mordía ansiosamente el labio inferior.

── Si tienes algo que decir, dilo ──. La persuadió con voz suave James.

── Es-estoy embarazada ──. Soltó la chica bajando la mirada mientras sujetaba fuertemente el borde de la cobija que estaba sobre sus muslos.

Después de unos segundos sin reaccionar a lo que acababa de escuchar, James la abrazo felizmente, escuchando la voz de la mujer al preguntar: ──¿Estás feliz?.

── ¡Por supuesto qué lo estoy!. ¡Me has hecho muy feliz!. Te amo ──. Manifestó con emoción al acunar su rostro y besarla.

El frágil corazón de cristal de Isabella se congelo hasta dejar de latir al escuchar tal noticia. Y a la ves que miraba a su hermana menor y a su esposo besarse.

Sin poder contenerlas, las nefastas lágrimas empezaron a fluir de sus ojos sin control. Su cuerpo empezó a caer por debajo del punto de congelación, al igual que su corazón. El cual empezó a tener grietas hasta partirse en miles de fragmentos.

Apoyándose de la pared con su helada y temblorosa mano, empezó a caminar con pasos inestables hacía la salida. Con cada paso que daba, sus piernas iban perdiendo fuerzas amenazándola con dejarla caer en cualquier momento.

Su hermoso rostro no tenía ni una sola gota de color. Sus claros ojos color avellanas se veían vacíos mientras seguía derramando lágrimas.

Finas capas de gotas translúcidas adornaban su frente y su espina dorsal. Todo su cuerpo seguía por debajo del punto de congelación sin una pizca de calor en el.

── Señorita, ¿se encuentra bien? ──. Indagó una enfermera al verla trastabillar y casi caer. Pero Isabella no respondió y siguió caminando.

En esos momentos, su mente estaba en trance y no escuchaba ni percibía nada a su alrededor.

── Señorita ──. Volvió a llamarla la enfermera al ver su rostro muy pálido mientras la seguía de cerca, ya que temía que pudiera caer y lastimarse en cualquier momento.

Isabella salió del hospital sin estar consiente de nada, su cuerpo se movía por si solo, era como si estuviera en modo automático.

Cuando atravesó las puertas, la frialdad de la noche golpeo su cuerpo envolviéndolo e incorporándose en el. Como si fuera una parte natural volviendo a su lugar de origen.

Alzando su devastada mirada al cielo, Isabella observó una media luna colgando en lo alto, al tiempo que estaba siendo amenazada por nubes negras, las cuales buscaban eclipsar su poca iluminación al igual que habían eclipsado la suya.

A los segundos, un fuerte sonido retumbó en lo alto del oscuro cielo, siendo acompañado de una línea horizontal que lo ilumino por unos instantes.

Este sonido, despertó a Isabella del estado letargo en que se encontraba, haciéndola volver a su cruel realidad.

Su realidad...

¡Su esposo la engañaba con su hermana!. No solo eso. ¡Estaban esperando un hijo!.

¿Qué había hecho mal?.

¡¿Qué clase de mujer era qué no pudo retener a su esposo a su lado?!.

¿Era por qué era fría?.

¿Por qué ya no era lo suficientemente mujer?.

¿Por qué había envejecido?.

Ella era una mujer orgullosa, fuerte, de aura fría y distante. No mostraba mucho sus emociones. Ya que al hacerlo, sentía que se vería débil si sabían lo que estaba pensando.

Y esta creencia se hizo más fuerte después de haber superado una enfermedad.

Había abandonado su profesión, su vida social, sus amigos, sus gustos. ¡Hasta sus sueños!. ¡Lo había abandonado todo para ser la mujer perfecta para James!.

Se había centrado solo en su hogar, cuidar de su hijo, de su esposo. Solo quería darle un lugar cálido y acogedor al cual volver después de salir del trabajo.

Pero... ¿Qué ganó con ello...?.

¡Solo ser traicionada y echada a un lado!.

¿Acaso tomó una mala decisión?.

¡¿No merecía ser feliz?!.

Una sonrisa destruida y despreciable se enroscó en los delgados y temblorosos labios de Isabella, a la vez que llevaba su pálida mano a su cuello agarrando el collar con sus temblorosos dedos con la intención de arrancarlo y destruirlo, al igual que los miles de sentimientos que estaba sintiendo. Y que a cada segundo, la estaban destruyendo más y más lanzándola a la oscuridad y al m4ldito sufrimiento.

El oscuro cielo volvió a retumbar, haciendo que Isabella detuviera su acción.

Al alzar nuevamente la mirada, observó que la media luna había sido totalmente tragada por la oscuridad, para darle paso a innumerables y finas gotas que empezaron a caer como consuelo o burla sobre su hermoso rostro.

── Feliz aniversario Isabella Carson. No, feliz aniversario Sra. Redford ──. Susurró de forma burlesca al cerrar los ojos.

Las lágrimas que se deslizaban por sus pálidas mejillas fueron camuflabas por las gotas de lluvia, las cuales le daban más peso a su dolor.

La solitaria figura de Isabella se veía lamentable y desolada mientras era empapada sin misericordia por la lluvia.

No mostraba ninguna reacción, solo seguía ahí parada sin importarle que podría enfermar. O mejor dicho, el inmenso dolor que estaba sintiendo la tenía arraigada a ese su lugar. Como si innumerables enredaderas llenas de espinas la sujetaran impidiéndole moverse.

── ¡Señorita! ── . Gritó la joven enfermera al ver el estado en que se encontraba, mientras caminaba hacia ella bajo un paraguas y otro en la mano.

Al escuchar su exclamación, el cuerpo de Isabella dió media vuelta en automático tratando de enfocar quién la llamaba, pero no podía hacerlo claramente. Mientras trataba de enfocar a la figura que se acercaba, un sabor metálico y algo caliente lleno su boca, para posteriormente deslizarse por la comisura de esta.

En su aturdimiento, sus dedos fríos se alzaron para tocar sus labios, los cuales fueron manchándose de un color carmesí que rápidamente fue lavada por la lluvia.

⪻¿Qué m*erda…?⪼. El pensamiento de Isabella fue interrumpido cuando una gran bocanada de líquido rojo se precipito por sus labios, y un fuerte dolor se instalará en su estómago, perdiendo el conocimiento a los segundos.

── ¡Trae una camilla, es una emergencia! ──. Exclamó la joven a todo pulmón al dejar caer la sombrilla y salir corriendo para auxiliar a Isabella.

….

¿Qué era ese sonido?. Eran… ¿Olas?. Olas mezcladas con voces de unos niños.

── …Ja ja. No puedes alcanzarme. ¡Qué lento eres!. ¡Pareces una tortuga! ──. Gritaba una niña de unos once o doce años mientras reía y corría por la orilla del mar.

─ ¡No soy ninguna tortuga!. ¡Tú lo eres!—. Exclamó un joven de unos catorce años al perseguirla.

Después de haber corrido más rápido y al pasar unos segundo, alcanzó a la joven atrapándola y haciendo que los dos cayeran a la arena sonrientes.

── Bella, ya no corras más, recuerda que no puedes agitarte ──. Le pidió él joven con una mirada firma y preocupada mientras la examinaba.

── ¡Odio estar enferma!. ¡Odio no poder pasar mucho tiempo contigo, James! ──. Se quejó la pequeña Isabella con un puchero en sus finos labios.

James sonrió acariciando sus cabellos. ── Te prometo que te cuidare siempre. Nunca te dejare sola y te haré muy feliz, Bella ──. Enunció confiado, mientras la miraba con cariño y determinación.

Los dos sonrieron felizmente. Para después envolver sus cuerpos en un cálido abrazo.

Los párpados de Isabella temblaron, para posteriormente revoletear sus largas pestañas y observar el techo de color blanco al abrir los ojos.

Solo había sido un sueño. Un recuerdo de esos días donde fue muy feliz. Donde James la cuidaba prometiéndole siempre estar a su lado y nunca hacerla sufrir.

¿A dónde se había ido tal promesa?.

¿En qué momento la había dejado de llamar Bella?.

── Señorita. ¿Está despierta? ──. Habló la joven enfermera que la había auxiliado al entrar.

Isabella ladeó la cabeza al escucharla. ──¿Dónde estoy? ──. Preguntó al no estar complemente en si.

── Esta en el hospital. Su cuerpo colapso.

── En el hospital ──. Susurró volviendo a mirar el blanco techo sin ninguna expresión.

── Tratamos de avisarle a su esposo que estaba internada, pero…── titubeando sin saber si seguir hablando.

── Pero ──. Inquirió Isabella con voz neutra.

── La señorita que contesto dijo…dijo que ella era su esposa ──. Respondió en hilo de voz.

Al escucharla, una expresión fugaz de dolor se reflejó en el rostro de Isabella, para posteriormente desaparecer y ser remplazado por uno inexpresivo.

La enfermera la miró sin decir nada. Había visto el anillo en su dedo y algunas fotos de su familia al revisar su móvil para informar algún familiar. ¡Era obvio que ella era la verdadera esposa!.

── ¿Qué hora es? ──. Preguntó sin emoción.

── Son las dos de la madrugada.

Al escuchar la hora, Isabella se incorporó de la camilla tratando de bajarse para marcharse.

── Señorita, aún no puede irse ──. Musitó alarmada la enfermera.

── No me quedaré por más tiempo. Si tiene algo que decir, dígalo ── . Soltó fríamente.

La enfermera titubeó y decidió ir en busca del doctor. Después de unos minutos cuando volvió con él, Isabella ya estaba vestida y lista para irse.

── Sra. Redford ──. Saludo el doctor, haciendo que el ceño de Isabella se frunciera. Era la primera vez que le desagradaba tanto que la llamarán por el apellido de James.

── Deja las formalidades y habla de una vez ──. Pidió fríamente con deseos de abonar rápidamente ese lugar.

El doctor soltó un suspiro cansado ── Isabella, tenemos que hablar seriamente ── . Comentó con una expresión preocupada y sería, haciendo que esta le lanzará una mirada para que continuara. Ya se estaba impacientando.

── El cáncer en tú estómago ha vuelto. Debes colocarte inmediatamente en tratamiento antes que avance más ── . Informó el doctor con preocupación, mientras la miraba fijamente.

⪻¿Volvió el cáncer?. Otro regalo más en estas pocas horas⪼.

── Si es todo, me marcho ──. Respondió con un rostro imperturbable. Como si lo que le acaban de decir fuera algo trivial como el estado del clima.

El entrecejo del atractivo doctor se frunció al decir con voz profunda envuelta en impotencia: ──¿acaso no me escuchaste?. ¡Deja de hacerte la fuerte! ──. Mascullo con la mandíbula tensa.

── Te escuche muy bien. pero, ¿qué esperas?. ¿Qué empiece a gritar?. ¿Qué derrame lágrimas sin control?. ¡Jure nunca volver a derramar una lágrima a causa de esta m4aldita enfermedad!. ¿Lo has olvidado? ──. Cuestionó con voz helada. Mientras su mirada se tornaba fuerte y decidida.

¿Lamentarse?.

¿De qué le serviría?. Ya había sufrido y llorado mucho cuando era una niña a causa de esa m4ldita enfermedad. La cual la había desbastado hasta llevarla casi a la muerte.

Los puños que tenía él doctor fuertemente cerrados debido a la impotencia que estaba sintiendo, se aflojaron al escuchar sus palabras.

¡Claro qué él sabía lo mucho qué Isabella había sufrido!.

En ese tiempo, aunque solo eran niños, sentía mucha impotencia y dolor al ver a su amiga y su primer amor juvenil sufriendo cuando el m4ldito dolor la invadía y sus labios se teñían y llenaban de color rojo en ocasiones; por lo tanto, había decidido estudiar medicina para ayudarla y apoyarla en todo lo que pudiera sin importarle que ella se casará con James, que sentía que no se la merecía.

── ¿Dónde esta James?. Debería estar a tú lado en este momento──. Dijo con disgusto y un sabor amargo en su boca.

── Esta de Viaje. Adam, te pido que este sea algo confidencial entre doctor y paciente ──. Exigió Isabella seriamente.

Adam alzó una ceja al escucharla, algo no anda bien, pero debía actuar profesionalmente. ── Así será. Pero por favor, ven a verme lo más pronto posible para empezar con el tratamiento ──. Pidió al acercarse a Isabella y envolverla en un reconfortante abrazo.

Isabella se dejó abrazar, apoyando su cabeza en su pecho. Lo único que necesitaba en esos momentos era un amigo en el cual apoyarse por un momento, para después seguir luchando por ella y por su hijo.

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