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DEL PECADO AL AMOR
DEL PECADO AL AMOR
Por: Yimar Montes
Cap: 1. Descubriendo la verdad.

Isabella Carson se encontraba ultimando los últimos detalles para la cena que tendría con su esposo por motivos de su 7mo aniversario. Con ese hombre que amaba tanto. Y él cual, la había hecho tan feliz en todos los años que llevaban de casados ​​y antes de estarlo.

James era perfecto, siendo un hombre muy atractivo y con un buen físico.

Sus hermosos ojos eran de color negro y cautivadores cuando de seducción se trataba. Tenía unas hermosas cejas y un aura cálida y poderosa a su alrededor. Era un hombre que podía cautivar a cualquiera con lo hermoso que era.

Al pensar en su hombre, una suave sonrisa se elevó en los delgados y finos labios de Isabella, al tiempo que su corazón latía emocionado.

Pero al pasar los segundos, esta sonrisa se fue atenuando como la llama de una vela hasta extinguirse, siendo reemplazada por una expresión sombría, con destellos de tristeza y desconcierto.

Los latidos de su corazón se habían tornado algo dolorosos, como si tuvieran espinas enterradas en este.

A pesar de que había intentado olvidarlo, enterrarlo en lo más profundo de su mente para no darle importancia, al final no lo lograba. Siempre terminaba sintiendo y teniendo esa inquieta sensación que le estaba perturbando su tranquilidad, y la cual perforaba su corazón lentamente como un taladro.

Y dicha perturbación giraba alrededor del hombre que amaba, James.

Aunque James seguía igual, sentía que algo había cambiado. No sabía como explicarlo, pero esa inquieta sensación la estaba torturando lentamente causándole una herida, lenta e imposible de ignorar.

⪻Vamos Isabella, deja de pensar en tonterías. ¡Nada está pasando!⪼. Se decía internamente cada que tenía estos pensamientos.

Mirando la hora, ya eran las 5:10 pm y James llegaría alrededor de las 6:30 pm. Por lo tanto; dándose prisa en organizar los últimos detalles, se fue a tomar una refrescante ducha al terminar.

Al estar nuevamente en la habitación, tomó el vestido que usaría para la ocasión, y el cual aún estaba envuelto. Ya que al llegar no lo había sacado de la pequeña caja negra donde lo habían guardado.

Y al abrirla, grande fue su sorpresa quedando conmocionada en su lugar al ver la prenda que tenía entre sus manos, la cual no era para nada el vestido que ella había elegido ── Ava ──. Mascullo con los dientes apretados al mirar el vestido de color blanco con pequeñas líneas de brillo en el.

El día de ayer, había salido a tomar el té con su mejor amiga, Ava Cromwell. Y esta le había insistido en comprar un vestido, ya que no quería que usará esas prendas aburridas que normalmente usaba. ¡Pero claramente ella había elegido uno gris, no uno blanco!.

Sin más opción y apretando los dientes, empezó a vestirse. No tenía nada más acordé a la ocasión, así que no podía descartarlo. Al mirarse en el espejo, no se veía nada mal, pero se sentía algo incómoda.

El vestido tenía un escote pronunciado que llegaba hasta la mitad de sus pechos, haciéndolos resaltar al verse provocativos y firmes. En la cintura tenía un delgado fajón que marcaba lo pequeño que era. Y desde allí, el vestido caía hasta la mitad de sus muslos.

¡Por Dios!.

── ¡No soy una jovencita para usar este tipo de vestidos! ── se quejó con la mandíbula tensa al ver que la tela era un poco traslúcida al recibir la luz.

⪻Bueno, tampoco es que sea tan mayor, solo tengo 32 años⪼. Se consoló mentalmente.

Sin más, comenzó a aplicar un maquillaje suave, resaltando sus labios con un tono durazno algo oscuro que le quedaba muy bien.

Mientras se colocaba los tacones, escuchó el ruido del motor del coche de su esposo. Asi que, al terminar, se miró una vez más en el espejo arreglándose el cabello para posteriormente salir.

Antes de bajar las escaleras, fue a ver a su hijo, él cual ya se encontraba dormido, dejando un beso en su frente salió al encuentro con su esposo.

Después que James entrará a su hogar, buscó con la mirada a Isabella, pero no la vió por ningún lado. Por lo tanto, se dispuso a subir a la habitación. Pero cuando llegó a las escaleras, se quedó impactado al ver a su mujer bajando estas.

Se veía tan hermosa y sexy. Había olvidado que debajo de esas prendas holgadas y aburridas que normalmente usaba, había un cuerpo bien definido con hermosas y sensuales curvas que podía volver loco a cualquiera. Y que solo él tenía el privilegio de verlo y poseerlo. Aunque ahora que lo meditaba, tenia mucho tiempo que no la tocaba.

── Te ves muy hermosa, Isa ──. La elogió con voz ronca, a la vez que extendía la mano para ayudarla a bajar los últimos escalones.

La tez de Isabella se tornó color rosa al escuchar el halago, y al mirar como sus hermosos ojos obsidiana se dilataban al mirarla fijamente. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que esos orbes la habían mirado con pasión y deseo.

¿Cuánto tiempo había pasado?.

¿Un mes?.

¿Quizás tres?.

No lo sabía. Quizás la respuesta estaba en más de seis meses, o tal vez menos.

Su último encuentro, el cual fue alrededor de unos cuatro meses, se había sentido algo diferente. Como describirlo: había sido... ¿Sin deseo?. ¿Buscaba su propio beneficio?. ¿Por obligación?.

Fue algo que no demoró nada. No hubieron besos ni caricias. Y los cuantos toques que hubieron, se sintieron diferentes, algo superficiales y fríos. O quizás sin deseo o por error.

⪻¡¿Qué carajos estás pensando?!. James te ama, solo ha tenido mucho trabajo últimamente⪼. Se reprendió mentalmente.

── Gracias ──. Respondió con voz suave y una pequeña sonrisa. La cual no dejaba ver los latidos erráticos que querrían salir de su pecho y formar una orquesta en vivo.

James sujeto su mano suavemente hasta tenerla al frente suyo. Rodeando su pequeña cintura, la acercó a su cuerpo, mientras que una diminuta sonrisa se iba elevando en las comisuras de sus labios al delinear con las yemas de sus dedos delicadamente su rostro.

Al sentir el suave roce, el cuerpo de Isabella se estremeció. Sintiendo un cosquilleo que le recorría por las venas hasta llegar a su vientre, a la vez que un fuego empezaba avivarse.

── Pasemos a la mesa ── . Pidió con voz temblorosa al sentir el toque sobre sus labios.

James sonrió al ver su timidez, dejando un beso en sus labios, comenzó caminar con sus dedos entrelazados hasta llegar al comedor; el cual tenía un ambiente muy romántico y agradable.

Como todo un caballero, James la ayuda a sentarse y luego tomó su lugar al frente de ella.

── Esta muy hermoso, como todo lo que haces ──. Elogió con una sonrisa.

── Solo estas exagerando ──. Cuestionó Isabella con voz calmada.

¿Hace cuanto no le sonreía de esa manera?. O mejor dicho, ¿Cuándo fue la última vez que lo había visto sonreír?.

── Espero que te guste ──. Musitó mientras le extendía una pequeña caja de color negro con una cinta azul.

James lo recibió con una sonrisa abriéndolo, viendo un hermoso reloj Grandmaster chime de color dorado con incrustaciones de diamantes brillar en el interior. ── Gracias, esta muy hermoso cariño ──. Agradeció sinceramente. Haciendo que Isabella respirara tranquila al escucharlo.

── Este es para ti, para mi hermosa esposa ──. Dijo James levantándose de su lugar y entregándole una caja cuadrada adornada con una cinta blanca, la cual Isabella recibió. Quedando momentáneamente asombrada al abrirla y ver un hermoso collar de diamantes en su interior. Y del cual, solo habían sacado cinco ejemplares para la venta y costaban una fortuna.

── Es muy hermoso, gracias ──. Expresó con una sonrisa al acariciar el collar.

── ¿Puedo?.

Isabella asintió en confirmación, mientras apartaba su cabello, dejando su blanquecino y esbelto cuello al descubierto. James le colocó el collar, y al terminar, le dejó un húmedo beso en este. Acción que logró que todo su cuerpo se erizara.

Mientras disfrutaban de la cena, el móvil de James empezó a vibrar en su bolsillo, haciéndolo fruncir el ceño en molestia por tanta insistencia.

Cansado, llevó la mano a este sacándolo para ver quien era. ── Debo contestar esta llamada, discúlpame un momento ──. Comentó al tiempo que se levantaba de la silla.

Isabella asintió viéndolo alejarse. Quizás era su asistente y algo se había presentado en la compañía. Mientras esperaba, pensó en ir por los postres. James seguramente no se tardaría y había preparado su postre favorito.

Cuando estaba por entrar a la cocina, su cuerpo se paralizó al escuchar a su esposo.

── Sabes que también te amo, pero no puedo estar contigo en este momento.

── Lo sé, te prometemos que pasaremos más tiempo juntos.

── Cariño. ¿Qué pasa?.

── ¿A qué hospital vas a ir?.

La tez de Isabella se tornaba más pálida a medida que lo escuchaba. Su hermoso rostro había quedado sin una gota de color, pareciéndose al vestido que estaba usando. Su corazón estaba latiendo frenéticamente mientras era perforado por un taladro haciéndolo drenar toda su sangre hasta dejarla sin fuerzas.

Con sus frías y temblorosas manos desprovistas de color, se cubrió la boca para no hacer ningún ruido, a la vez que sus piernas perdían fuerzas teniendo que apoyarse contra la pared para no caer.

Al percatarse que la llamada terminaría pronto, empezó a caminar con pasos inestables hasta llegar al comedor volviendo a tomar su lugar. Mientras veía como todo su mundo se estaba empezando a desmoronar.

Eso lo explicaba todo: su ausencia más de lo usual últimamente, sus largos viajes, su frialdad…

¿Desde cuándo la engañaba?.

¿Qué hizo mal para qué la traicionara?.

¿Ya no era bonita?. ¿No era tan joven?.

¿Qué tenía esa, qué a ella le faltaba?.

A cada segundo, su tez se volvía más pálida, ya que su corazón no dejaba de sangrar. Las manos sobre sus muslos temblaban sin control, junto a su corazón, el cual había sido apuñalado sin piedad una y mil veces hasta hacerlo trizas sin compasión.

── Lo siento cariño, se presentó algo urgente en la compañía y debo ir ──. Mintió James al volver sin titubear.

Cariño…

Isabella no respondió nada, su labio tembló y sus manos se apretaron con fuerza hasta dejar marcas en su piel.

── Isa ──. Llamó James al no obtener respuesta de su parte.

Isabella levantó la mirada, dejando ver su pálido rostro y sus complicados ojos. los cuales carecían del brillo que hace unos minutos antes tenían.

── ¿Estás bien? ──. Volvió a hablar sin obtener una respuesta inmediata.

Isabella solo lo miraba fijamente, mientras que sus largas pestañas temblaban queriendo soltar algunas lágrimas. Pero se rehusaba hacerlo.

── Si te digo que me siento mal, ¿te quedarías? ──. Preguntó repentinamente en un hilo de voz temblorosa. Y con una frágil esperanza en su ser, la cual fue destruida al escucharlo.

James la escudriñó con la mirada. ── Solo debes de estar cansada, sube a descansar. ── Respondió sin una pizca de preocupación en su tono de voz al acercarse a ella y dejarle un beso en su frente, para posteriormente marcharse.

Al verlo irse, Isabella no pudo contener más el llanto. Sus hombros empezaron a temblar mientras cubría su rostro con sus manos bañándolas con sus saladas lágrimas.

¿Por qué?. ¡¿Por qué?!. Se preguntaba repetidamente.

Limpiándose las lágrimas y tomando una decisión, llamó a la tía Ivonne, su nana, la que vivía en una cabaña que Isabella le había mando hacer para que viviera cerca de ella.

Ya que ella era alguien muy importante en su vida.

── Por favor nana, cuida a Jack, no me tardare mucho ──. Le pidió al salir apresuradamente subiéndose a su coche, sin darle tiempo de hablar después de que esta había llegado.

Después de subirse, Isabella condujo a toda velocidad para alcanzar a James. Estaba segura que aún no había dejado el camino de la villa, ya que estaba algo retirada de la ciudad y le tomaría como quince minutos en llegar.

Después de haber conducido, pudo ver su coche unos minutos antes que se adentrará a las transcurridas calles, siguiéndolo de cerca hasta llegar al hospital.

Al verlo bajarse, lo siguió a una distancia prudente. Se sentía estúpida por hacer ese tipo de cosas, pero quería saber quién era ella.

Cuando James ingreso a una de las habitaciones, se apoyó en la pared cerca de la puerta, la cual no se había cerrado por completo.

── Cariño, ¡por fin llegaste! ──. Exclamó una suave, delicada y melodiosa voz de una mujer. Logrando que los ojos de Isabella se abrieran grandemente al escucharla, haciendo que su corazón temblará, mientras sentía que estaba siendo rodeado por innumerables enredaderas espinosas.

Esa voz…

No podía ser cierto. ¿Verdad?.

──¿Cómo está tú cuerpo?. ¿Por qué de repente te enfermaste? ──. Inquirió con voz preocupada James al acariciar delicadamente la mejilla de la mujer.

El delicado rostro de la chica se volvió lastimero, y lloroso al mirarlo con sus grandes ojos llenos de culpabilidad. ── L-lo siento, no debí llamarte. Se que estabas celebrando tú aniversario. Perdóname ──. Pidió entre sollozos llenando de lágrimas sus mejillas.

── No tienes porque disculparte, no hiciste nada malo. Tú eres lo más importante para mí.

¿Cómo podía un corazón sentir tanto dolor?.

Se preguntó Isabella al escuchar tal respuesta, la cual perforó como mil flechas afiladas a su ya devastado corazón volviéndolo hacer trizas, al mismo tiempo que llevaba su fría y pálida mano a la altura de este apretándolo con fuerza.

Era como si intentará recoger los fragmentos que se estaban desprendiendo; y a su vez, tomaba las afiliadas flechas que la estaban desgarrando sin piedad y causándole una herida insoportablemente dolorosa.

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