Bauer se retorcía en el suelo, agarrándose el rostro, pero Carter no tenía piedad. Arrastró a Bauer por el cuello de la camisa, levantándolo hasta que sus pies apenas rozaron el suelo. Un gorgoteo de terror y dolor brotó del hombre, pero Carter sólo apretó más.—Me hubiera gustado que fuera en un lugar más digno —dijo Carter con una mueca despectiva—, pero las ratas mueren en cloacas.La mujer aterrorizada observó la escena desde un rincón oscuro de la habitación. Carter giró la cabeza hacia ella y le dirigió una mirada compasiva. —Vete —ordenó, su voz perdiendo algo de su frialdad metálica.La mujer se levantó y huyó como un fantasma, desapareciendo en la penumbra del barrio olvidado por Dios. Carter volvió su atención a Bauer, sus nudillos blanqueados por la fuerza con que sostenía al hombre.Este intentó balbucear algo entre gemidos y arcadas, pero Carter le dio un fuerte golpe en el estómago, se cegó mientras no dejaba de gritarle.—Te gusta abusar de los niños, pero yo te voy a
El ulular de la sirena se desvaneció en la distancia, llevando consigo al herido que ahora era escoltado por la policía hasta el hospital más cercano. Carter lo observaba desde una distancia prudencial, con la mandíbula desencajada por la satisfacción. Pero aún no estaba satisfecho, faltaba por completar su venganza, faltaba un eslabón para hacerlo. Las siguientes fases de su plan tenían que ser perfectas y ya había puesto los engranajes de su cerebro a moverse. —Asegúrate de que tenga la bienvenida que se merece cuando salga del hospital y llegue a la cárcel —ordenó Carter a su contacto a través de una línea segura, con voz baja y firme. —Quiero que por el resto de su vida sepa las razones de su desgracia.Una vez arreglados los detalles, embarcaron en su vuelo de regreso a Los Ángeles. Durante el trayecto, Carter desapareció en el aseo del avión y se transformó en otra persona, no sólo en su atuendo, sino también en su comportamiento. Se colocó unos vaqueros oscuros y una chaqueta
La silueta de Carter giró bruscamente, ahora de espaldas al caos que había orquestado. El chasquido de sus zapatos contra el mugroso cemento, resonó cuando Paul corrió hacia él, con la incredulidad grabada en su rostro cansado. —¿Qué hiciste? ¿Has enloquecido? Prometiste que no le inyectarías ese veneno si te daba información, ¡Y mentiste! —. La voz de Paul sonó sorprendida, porque Carter no había cumplido su palabra.A pesar de que Orestes no se lo merecía, los Hall eran hombres de palabra, y esa actitud de su sobrino, primo, hermano, era desconocido.Una sonrisa jugueteó en la comisura de los labios de Carter, un brillo oscuro en sus ojos reveló un atisbo de satisfacción. —¿Quién te dijo que mentí? —dijo con frialdad, golpeando la jeringa vacía con una despreocupación que contradecía la tensión de sus hombros. —Todo lo que hice fue introducir una solución diluida de cloruro de sodio mezclada con media dosis de hierro en cada jeringa, y eso duele mucho, quema cuando entra de golpe.
Greta se quedó paralizada, su expresión de ira se transformó en una de miedo. Carter soltó su mano y ella se alejó, mirándolo con los ojos muy abiertos.—Así será entonces —dijo ella con la voz temblorosa—. Pero esto no se queda así, Carter. René necesita a su madre...—Una que no eres tú, porque es evidente que nunca lo has querido ni lo has cuidado, si fuera así no se lo habrías entregado a una desconocida en donde lo maltrataron y fue objeto de abuso.Greta se quedó paralizada, ante sus palabras, su expresión de ira se transformó en una de miedo.—¿Cómo sabes eso? —se dio cuenta lo que estaba diciendo y quiso retractarse—, eso no es verdad, no sé de dónde estás sacando eso —dijo ella con la voz temblorosa.—Deja el teatro, no es necesario que sigas fingiendo, René recuperó la memoria por completo y tú nunca viste por él. Así que por tu bien, y si quieres tu muerte natural, mejor vete ahora de esta casa, porque de lo contrario no respondo de mis actos —espetó con la mandíbula apreta
Sinopsis.René es un joven rebelde, marcado por un pasado que lo sume en la más profunda oscuridad, haciéndolo adicto a las drogas, sin embargo, la ayuda de su familia, y de las personas que lo quieren logra salir adelante. Luego de haber estado alejado de su padre, regresa a la casa paterna y allí conoce a Angie, una joven dulce y comprensiva niñera de su hermana. A pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, René se encuentra profundamente enamorado de ella, pero su autoestima destrozada lo hace creer que no es digno de su amor.Angie por por su parte, ve más allá de las apariencias y está decidida a ayudarlo a superar sus demonios internos. A medida que luchan contra sus propios miedos y prejuicios, su relación se fortalece. A través de su amistad, René comienza a descubrir su verdadero valor.¿Se dará cuenta René que solo el amor verdadero, podrá sanar un corazón roto? ¿Podrá tener René una segunda oportunidad para que el amor florezca y encuentre su camino? Capítulo 1. Unas visitas al
Le daba miedo que ella le dijera que no lo quería ver más, que no estaba interesado. Respiró profundo, giró el sobre blanco en sus manos; sus dedos, temblorosos por el cóctel de expectación y miedo que ya le resultaba demasiado familiar, lo rasgaron.La letra, cálida y fluida como un suave arroyo, era la de Angie, le pareció tan hermosa con ella.“René” empezaba la carta.“Siento no haber podido venir a verte. Mi madre cayó enferma de repente y tuve que venir de urgencia a mi casa para estar con ella”.Mientras leía las líneas, imaginó a Angie, tierna y cariñosa, atendiendo a su madre con la misma paciencia que tenía con su hermana y con él. Una punzada de culpabilidad le pellizcó el interior por haber deseado que ella hubiera estado allí con él en su lugar, en lugar de con su madre."Te he echado mucho de menos, tú le das una alegría especial a la casa, quisiera que pronto mejoraras. Debes saber que aquí afuera estamos la gente que te amamos, que queremos lo mejor para ti y que confi
René se quedó viendo, tentado a aceptarlo, pero entonces el rostro sonriente de Angie, de Xaria, de su padre, sus abuelos y hasta Alejandra, aparecieron en sus pensamientos. La dulce fe que todos ellos tenían en él, su tranquila fuerza. René apretó los puños y negó enérgicamente con la cabeza.—No —dijo con firmeza. —Ya no necesito eso.La sonrisa de Agatha se desvaneció. —Vamos, sólo es un poco, te hará sentir mejor entre esta porquería en la que estamos —intentó la chica convencerlo.René negó con la cabeza, con la mandíbula desencajada. —Te dije que no, ya he terminado con esa vida, y no voy a volver atrás —señaló con firmeza.Agatha se burló. —No seas estúpido. Nunca cambiarás lo que eres y ese es un estigma que vas a cargar hasta los últimos días de tu vida, hagas lo que hagas —dijo con malicia.—Quizás tienes razón, pero no importa, no voy a aceptar tu porquería, porque si puedo cambiar mi vida lo haré. Angie cree en mí. No la defraudaré.Algo en su voz hizo que Agatha se detu
Angie se giró para verlo, pero René le evadió la mirada, porque estaba seguro de que si la veía terminaría cediendo ante ella. Por un momento, ambos se quedaron en silencio, paralizados, con el aire cargado de tensión.—¿Por qué viniste Angie? Debiste mantenerte alejada —soltó él, con la voz áspera por el desuso, en marcado contraste con la suave preocupación que siempre parecía acompañar las palabras de Angie.Ella dio un paso adelante, la luz derramándose a su alrededor como una inoportuna aura de normalidad. —Quería verte, René —dijo, con tono firme, pero ojos escrutadores. —No has contestado mis llamadas, y te has negado a ver a tu familia... y a mí. Necesito una explicación. ¿Por qué?Los labios de René se torcieron en una sonrisa irónica, de esas que nunca le llegaban a los ojos. Cruzó los brazos sobre el pecho, una barrera tanto emocional como física.—Si no les atendí —, dijo con deliberada indiferencia, —quizá es porque no quería verlos.La mirada de ella se clavó en la suy