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Capítulo 88: Hay heridas que no se curan.

Respiraba tan pesadamente que le dolían los pulmones y el corazón le golpeaba en el pecho con una fuerza inusual. Todo su cuerpo temblaba, empapado en sudor frío, esa fue la primera sensación que percibió al despertarse, con el terror de la pesadilla todavía arañando los bordes de su conciencia.

Allí, en aquellos primeros y crueles momentos de vigilia, los fragmentos de su sueño se fundieron en un recuerdo, un recuerdo que había enterrado en lo más profundo de los recovecos de su mente, rezando para que nunca resurgiera.

Respiró entrecortada y agitadamente, luchando cada vez que la oscuridad del sueño se retiraba y dejaba atrás la luz cruda e implacable de la realidad.

Se encorvó, aplastado por el peso del pasado, y su cuerpo empezó a temblar entre sollozos. Se sintió desdichado, completamente derrotado por la aparición de aquellos viles recuerdos. ¿Cómo había podido olvidar? No, no había olvidado, ¿cómo se había permitido olvidar? Y ahora, el dique se había roto, inundándolo con i
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