CAPÍTULO 38

—¿Qué pasa? ¿No me dirás quién es Ares?... Mi amor...—Le pregunta con sarcasmo el hombre, a la mujer que está tan pálida por la impresión que se desmaya.

Joseph les pide a los hombres que Ares puso a su servicio que se queden vigilando el edificio mientras él, carga a su esposa, y la lleva a su nuevo apartamento con todo y maletas.

La recuesta en el sofá y va a la cocina por un vaso de agua que le tira a la cara, haciéndola reaccionar de golpe con una sensación de ahogamiento.

Vanesa que observa al hombre que está mirándola desde arriba, se levanta de inmediato asustada y se arrincona en el sofá.

—¿C-cómo es q-qué tú?… ¿Aquí?… ¿Cómo es posible?

—¿Qué mi amor? Es que tu tartamudez me confunde un poco… ¿Qué quieres saber? ¿Que cómo es que estoy aquí y no preso pudriéndome en una cárcel gracias a que tú me entregaste? —Empieza a caminar de un lado a otro, mientras que Vanesa imagina lo peor. —Digamos que… hice un pacto con el diablo… —Se acerca a ella y la toma
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