—¿A dónde me llevas? —Le pregunta su esposa, apenas le abre la puerta del auto. —Al inicio… —¿Al inicio? —Espera y verás… —Le dice, y arranca el auto, que diez minutos después detiene, en un semáforo junto a una parada de autobús. —Recuerdo que para llegar aquí, antes me tardaba una eternidad, pero desde nuestra casa el trayecto es mucho más corto. —¿Qué hacemos aquí? —Pregunta y Ares de baja, para abrirle la puerta. —No lo recuerdas? —Le tiende la mano y la ayuda a salir. —¿Recordar qué? —Señala la parada de bus. —Aquí te vi por primera vez cuando regresaste del convento. Recuerdo que me había detenido por el semáforo, y empecé a ver la hora, desesperado hasta que se me ocurrió mirar a un lado, y me olvide por completo de la prisa que tenía, cuando te vi aquí. —Toma asiento. —Recuerdo que pensé: está vestida con una túnica extraña. —Suelta una risita. —Pero no dejaba de mirar tu largo cabello y tu rostro angelical. ¡Parece un ángel! Dije en voz alta, completame
#NOTA: Querid@s lector@s, como siempre quiero agradecerles por animarse a leer mis libros. En esta ocasión a mi mente ha venido una historia, romántica, llena de drama, que espero sea de su agrado. Espero, puedan disfrutarla, tanto como yo escribirla. Tengo muchas expectativas con esta historia, y espero, si se animan a leerla, me tengan paciencia, pues es la primera vez, que me arriesgo a escribir algo narrado en tercera persona. Desde “Ni contigo, ni sin ti”, me he esforzado para que mi escritura mejore. No está de más, aclararles que lo que aquí está escrito es producto de mi imaginación, es por eso que algunas cosas no van a concordar con la realidad. Nuevamente gracias, y un fuerte abrazo. *** De rodillas, frente a su novia, Vanesa, está el gran Ares Walton, futuro heredero del emporio de autos Walton’s car.Emocionado, nervioso y feliz, de poder pedirle al amor de su vida, que se case con él. Ares, a pesar de ser, altivo y prepotente, haría lo que fuera por esa mujer, que d
Ares conduce a casa de su madre, después de dejar a Vanesa a unas calles del bar donde trabaja.Bar, que él sin conocer detestaba, incluso más que el barrio donde ella vivía, pues no era que despreciara a las personas de menor estatus, como lo hacía su madre, sino que le atormentaba ver que la mujer que tanto amaba.Según ella misma, luchaba a diario con borrachos, y debía cuidarse de los peligros del lugar donde vivía; además, no imaginaba las penurias que tenía que pasar Vanesa, pues jamás había querido invitarlo a su casa, ya que le daba pena, mostrarle su miserable vida. Ares ya le había ofrecido comprarle un apartamento, pero ella siempre lo rechazaba alegando que no quería aprovecharse de él, aunque no dudaba en aceptarle dinero. La realidad era que Vanesa, no aceptaba el apartamento, y no había invitado a Ares a su casa, ni lo invitaría, porque no podía permitir que él descubriera que estaba casada. Conocía a los dos, y antes de matarse mutuamente, primero acabarían con ella
—Quiero que sepas, que no me importa lo que diga tu padre. Tomarás los hábitos, contra viento y marea. No se para qué regresaste, si al final vas a ser monja, debiste quedarte en el convento de por vida. —Le dice Eloísa a Aurora, mientras espera que su esposo esté de vuelta a la mesa, y Aurora, sin poder refutar o decir nada, simplemente asiente, para evitar que su madrastra sufra un disgusto, que podría resultar muy perjudicial para ella, quien lo único que deseaba era que a su regreso, todo estuviera bien. Preocupado e inseguro de las palabras de Jazmine, Isaías regresa a la mesa, donde todas, menos Aurora, parecen expectantes. —Papá, ¿qué te ha dicho la señora Jazmine?, ¿acaso te ha hablado de mí? —Le pregunta Adriana, muy inquieta, pensado que tal vez, Ares, por la imprudencia de llamarlo anoche, le pidió a su madre que la despidiera. —¡Sí! —Se limita a responder de manera cortante, Isaías, mientras piensa en las palabras correctas para preguntarle a Adriana, sobre la
—¿Qué acabas de decir mamá? —Le pregunta Ares a su madre, quien considera no está bien al querer casarlo con la torpe de Adriana. —¡Lo que escuchaste! Adriana es la mujer que he escogido para que sea tu esposa. —¡Esto es ridículo! ¡Ridículo! —Refuta una y otra vez, ofuscado. —¿Ridículo por qué?… Te dije que te conseguiría una esposa, y lo hice. Adriana pertenece a una de las familias con mayor historia y dinastía de este país. —Pero si tu misma lo acabas de decir… Ella no es la legítima Hermswort. En caso dado con quien debería casarme sería con la bola de trapos que está a su lado… —Ares señala a Aurora, y esta se asusta de inmediato. —¡Ella no puede!, es una novicia, y pronto se convertirá en monja. —Interviene de inmediato, Adriana, a pesar del desprecio que acaba de recibir de parte de Ares, insinuando que no lleva el apellido Hermswort. Ares se acerca a Adriana, observándola fríamente. —Pues mil veces, prefiero casarme con ella, antes que contigo. —¿Por qué me menospr
De pronto suena el teléfono de Ares, y al ver que es Vanesa, se aleja de inmediato de Aurora, y ella aprovecha para salir… Nerviosa, y sudorosa, se va a casa sin siquiera despedirse de su hermana, pues lo único que quiere es huir de ese lugar. No entendía por qué ese hombre se burlaba de ella de aquella manera, pero la ponía muy nerviosa, y por su mente habían cruzado tantos pensamientos inequívocos, e inaceptables para una novicia, como el de poder ser realmente su esposa, lo que le hacía sentir que traicionaba a su hermana. Al llegar a casa, sube de inmediato a su habitación, pero su madrastra se da cuenta de su llegada, y va a su encuentro. —¿Qué pasa?, ¿por qué has llegado sin saludar?, ¿y Adriana?, ¿todo ha ido bien? —La inunda de preguntas Eloise, al irrumpir en su habitación. —¿Eh? ¡Madre! —Se asusta la joven —¿Qué tienes?, ¿por qué estás tan nerviosa? —Se acerca sigilosamente a su hijastra, mirándola con los ojos entrecerrados, presintiendo que algo malo ha pasado, y n
Todos, a excepción de Jazmine, están sorprendidos ante lo que acaba de decir Ares. Adriana se acerca a él totalmente desconcertada. —¿Qué acaba de decir? —Lo que escuchaste. Vine a pedirle a Isaías la mano de su hija, Aurora. Adriana se gira de inmediato hacia su hermana, que está pálida, y temblorosa, pues no solo los ojos de Adriana están sobre ella, también los de Eloise, que la mira con desprecio, mientras su padre camina de un lado a otro sin entender la situación. Sin saber qué hacer… —Jazmine, tú fuiste clara cuando dijiste que sería Adriana la que se casaría con Ares. —Le dice Isaías, a la señora Walton, que le da un sorbo a su té, y lo ignora. —¡No le pueden hacer esto a mi hija! —Grita enojada Eloise, que está que se hala de los cabellos. —¡Esto es depravado!, ¡es una monja por Dios!, ¿cómo pretenden que sea tomada en matrimonio? ¡Es insensato! No para de gritar Eloise —No lo es. Aurora es solamente una novicia. Aún no ha decidido se
Esa noche, Adriana no hizo más que llorar desconsolada, sola en su habitación. Tenía rabia consigo misma, y con la vida que le tocó. Rabia por sentir un amor no correspondido, rabia por tener que ser la hija de una madre ambiciosa y sin sentimientos, rabia por qué aunque quisiera rebelarse y luchar por ser la esposa de Ares, jamás podría ir en contra de los deseos de su padre, y menos culpar a su hermana. Ella sabía que debía llorar en silencio, y mostrarse tranquila ante los demás, pues ya suficiente tenía la pobre Aurora con tener que casarse con alguien a quien le tenía miedo. … Al día siguiente, muy temprano en la mañana. Aurora escribe una carta, dirigida a la madre superiora, indicando, que rechaza los hábitos, y que declina su interés de convertirse en monja. Sale y la pone en el buzón, y regresa a la casa pensativa, de lo que de ahora en adelante será su nueva vida. —¿Qué haces ahí de pie tan pensativa? —Le pregunta Adriana, quien al salir de la habitación, para d